escucha con atención, toma una toalla para envolverse y oye pasos. Su corazón late paulatinamente más presuroso. Los pasos se acercan el baño, y Virginia se refugia espantada en un rincón de la ducha de donde todavía sale vapor. Llevando en la mano derecha el enorme cuchillo carnicero con pasos decididos en dirección al baño y con el corazón a punto de reventar, Armando levanta el cuchillo y de un golpe corre la cortina de la luz de la ducha por los ganchos. Virginia da un alarido de angustia. Armando trae en la otra mano una bella torta de cumpleaños. Titubea de cantar el Happy birthday, y lo hace sorprendido y desentonado. Virginia llora angustiosamente y sin poder hablar señala el cuchillo. Armando le dice que en esa casa no hay cuchillo decente para cortar un ponqué.
Las cuentas claras El cajero de un banco termina sus labores del día. Se lamenta de su rutina diaria e inevitable, de que nada interesante le sucede y sale a tomar la buseta de regreso a su casa. Súbitamente frente a él frena llamativamente un bello automóvil deportivo último modelo. Al timón viene una rubia muy atractiva que invita al cajero a irse con ella. El cajero se pone temeroso y duda, pero al final accede. Ambos llegan al apartamento de la rubia y se inicia un rápido
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