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EL SÍ DE LOS MONTES DE MARÍA
foto:archivo semana
Lucho Torres
JUANA RUIZ TEJEDORAS DE MAMPUJÁN A través de la asociación para la Vida Digna y Solidaria (Asvidas) y su iniciativa Mujeres Tejiendo Sueños y Sabores de Paz de Mampuján, Juana Ruiz, una de sus líderes, ha logrado que un grupo de mujeres, víctimas de la violencia, haya consolidado el proceso de recuperación de su dignidad y de la de sus familias. Fueron 245 familias que se desplazaron en el año 2000 por presiones de un grupo de paramilitares. Todas ellas, con 26 .
una voluntad que roza lo heroico, decidieron volver y tejer sus recuerdos. Así se empeñaron en cerrar las heridas que les había dejado la violencia, para que Colombia conociera lo que habían padecido. Estas mujeres empezaron a tejer tras realizar un taller de costura con la pastora norteamericana Teresa Geiser, con quien nació la idea de hacer tapices que relataran el dolor y desarraigo de su comunidad. Fue una suerte de catarsis mezclada con una búsqueda de encontrar soluciones productivas para muchas madres cabeza de familia. Esta iniciativa fue reconocida en el año 2015 con el premio nacional de Paz. Gracias a eso se resaltó el papel que han tenido Asvidas y Juana Ruiz en el retorno a Mampuján, que se ha enfocado en transmitir sus experiencias a otras mujeres víctimas del conflicto armado, con mecanismos pacíficos que buscan la resiliencia, el perdón y la reconciliación. LUCHO TORRES EL RESISTENTE Desde que regresó a El Salado en el 2011, Lucho Torres sabe que no hay vuelta atrás. Había salido desplazado con su familia tras la violencia que desataron los actores armados en los Montes de María, pero supo que su destino seguía conectado a su tierra.
Junto con otros líderes encabezó un grupo de campesinos que abrió la trocha que comunicaba El Carmen con El Salado, levantó casas y guió el proceso de reparación colectiva para las víctimas de la violencia, y con su ejemplo llenó de coraje y valor a otros que le siguieron los pasos. Lucho conoce a cada uno de los saladeros que regresaron, a quienes ha acompañado y apoyado en su empeño de traer el progreso a la región. También ha visto nacer a nuevas generaciones que hoy han aprendido de sus padres y abuelos el valor del agro, con el que le han devuelto la vida a sus campos; para ellos, su liderazgo es una fuente de inspiración y sabiduría. Se puede decir que Lucho Torres es el alma de la resistencia de El Salado y que gracias a su labor silenciosa ha permitido devolverle la dignidad a un pueblo sobre el que se ensañaron los violentos, sobre una región que es hoy ejemplo para el país de la reconciliación y la construcción de paz. La mayor satisfacción que ha vivido Lucho en estos últimos siete años —así lo cuenta— es haber retornado, porque eso le ha permitido desplegar su trabajo social para ver El Salado repoblado de nuevo, como en las épocas de antaño, y con el anhelo de progreso en las sonrisas de sus gentes.
foto:archivo semana
ción en materia estatal es muy débil. “Si uno mira lo que están haciendo con el Contrato Plan es muy diciente de cómo funcionan las cosas acá. Hay unos recursos por más de dos billones de pesos; Bolívar toma su parte y Sucre la suya, y algo que debió servir para avanzar en temas estratégicos regionales, como el agua y las vías, no van a dejar que funcione”. Lo ideal era haber tomado esos recursos para dos o tres estrategias que permitieran resolver el tema regional, afirma Henríquez. Siente que a pesar de que existe un tejido social reconstruido, aún se impone el peso de años de violencia. La sociedad civil está en una encrucijada, dice, y hay líderes nuevos y renovados, pero hay que abrir el espacio de la institucionalidad para que los escuchen.
Juana Ruiz.
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