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IV
l siguiente jueves, Mundo despertó concentrado en los detalles de los sueños recientes. No se atrevió a salir a la cocina. Llamó a su hijo mayor para comunicarle lo que le ocurría. Se lo dijo nervioso, con voz entrecortada. El muchacho se dio prisa. Cuando llegó, le extrañó encontrar la puerta abierta. Su padre estaba ya mirando los cuatro tomates restantes y el cuchillo amarillo esperando. –¿Qué haces, papá, por qué está la puerta abierta? –Mira, que estos tomates me mandan de viaje. ¿Tú los trajiste? –¿Cuáles tomates? –Preguntó sin tener idea a lo que se refería su padre. –Esos que están en el mostrador, y el cuchillo. –Yo no veo nada –dijo, pensando que su padre estaba perdiendo el juicio. Mundo veía los tomates. Sabía que de un momento a otro un impulso desconocido lo llevaría a cortar el cuarto tomate. Su hijo lo escrutaba con sospecha. Mundo tenía una barba de días, sin afeitar, descuidada. El cabello también emergía alborotado, pero Mundo tenía el semblante tranquilo y relajado, como estar satisfecho. No quiso en ese momento contradecir a su hijo y discutir sinsentido. Sólo se concretó a narrar. –He estado soñando a una mujer–. Lo dijo con una sonrisa pícara. –¿De veras? ¿Cómo es? –Lo dijo con cierto cinismo para encarrilar al padre a charlar. –Es celestial, un ángel. Se aparece y me dice que la siga. Me seduce. Pero cada que me acerco a ella, su imagen se disipa. Corto un tomate y me transporta hasta donde está ella. Cada vez porta un vestido diferente; también hay música de ritmos diversos. –Papá, ¿pero de cuáles tomates estás hablando? ¿Y qué cuchillo? –Ahí están. Tú no los ves porque son únicos... De pronto pausó. Fijó la mirada en algún lugar del cielo como imaginando u observando la figura de aquella mujer. El muchacho no daba crédito a lo que escuchaba y veía en su padre. Parecía un 18 Joaquín APRIL 2021
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Siete Tomates ser encantado. Nunca había visto a su padre en condición de delirio. Se alarmó, pero no quiso revelar su angustia ante su padre y de inmediato actuó. –Papá– ordenó el muchacho, – quédate aquí. Vuelvo más tarde. Mundo no respondió. En cambio, continuó en su quimera. El muchacho consultó con expertos e indagó para entender y ayudar a su padre. La recomendación fue hacer una evaluación del caso. Hizo una cita en una clínica de especialistas con un perito onírico, quien lo llamó de inmediato. El hombre que lo atendió abrió un cuaderno y se dispuso a anotar el discurso del hijo de Mundo. –Dice usted que su padre sueña a una mujer cada vez que corta un tomate, ¿cierto? –Así es. –Tenemos que interpretar lo que sucede durante el sueño y las secuelas manifiestas después de cierto tipo de eventos recurrentes. ¿Ha notado usted alguna transformación en su comportamiento, ha cambiado su aspecto físico? –Bueno, sí... Mi padre es un hombre singular, retraído. Actúa raro porque en días recientes ha salido más de lo acostumbrado. Él solía encerrarse en casa y dialogar con las botellas de vino. –Perdón, ¿dialogar con botellas de vino? –Sí, mi padre le da un nombre a cada botella que abre para dirigirle la palabra y pasar un rato ameno. Pero ahora sale a caminar y lo veo un tanto distraído, como hechizado. Lo noto también en su aseo personal: la barba es una serie de mechones y el pelo es todo confusión, despeinado–. El hombre escribía los detalles. Intrigado preguntó: –¿Qué mano usa su padre cuando se afeita, la izquierda o la derecha? –No sé –, contestó el joven extrañado por la pregunta. –¿Qué tiene que ver eso con lo demás? –Preguntó. El hombre levantó la vista mostrando su cara redonda y brillante. Se ajustó los anteojos cuadrados para imponer su pericia. Él, y nadie más, redactaría el diagnóstico. Detrás del escritorio salió de la silla y se incorporó.
La figura de un individuo regordete dio tres pasos hacia un archivero y extrajo una placa de madera que plantó en el escritorio con un golpe seco para que no quedara duda quien era quien. La placa decía: Experto en sueños. Manuel Camacho –Los sueños –decía San Joaquin Delta College con autoridad, –son un Stockton, CA cúmulo de símbolos que se manifiestan en su vida diaria. Entienda que tenemos que captar cada uno de ellos. Aislarlos, inspeccionarlos minuciosamente, necesitamos documentar cada elemento. Si su padre se afeita con la mano derecha, ¿empieza con el cachete derecho o izquierdo? ¿Se rasura hacia abajo, hacia arriba, cambia de dirección? Hay que saber todo. Vaya y observe lo más que pueda. Hasta la próxima sesión. –Con eso despidió al hijo de Mundo. Por su parte, Mundo cortó el cuarto tomate. Esta vez, se hizo de las dos mitades y se las llevó a la boca. Masticó de prisa para acelerar el proceso y anticipar el encuentro con la mujer. Cayó fulminado pensando en ella. No había vuelta atrás. Despertó en frente del rostro sonriente de la mujer dorada en medio de un jardín de flores, como una sábana colorida, radiante. –Te esperaba, ven –dijo. La mujer lo tomó de la mano; él se dejó llevar. –Mira, éstas son dalias. Es la flor nacional de México. Los Aztecas la llamaban acocoxóchitl que significa tallos huecos con agua. ¿Te gustan? Mundo permaneció impertérrito. Ella flotaba desplazándose entre las flores como si fuera una más entre todas. Eran deslumbrantes, aumentaban el brillo cuando la mujer se acercaba a ellas. Caminaron observando los diversos tipos de dalias, interminables. Más adelante se detuvo e indicó: –Ve. Gardenias. Despiden un