El Nuevo Miliario Boletín sobrevías romanas, historia de los caminos y otros temas de geografía histórica Número 4. Junio de 2007
LOS ROMANOS EN TOLEDO: LA EXCAVACIÓN DEL CRISTO DE LA LUZ
La ciudad de Ocuri (Ubrique) La genesis de Valmojado (Toledo) Cañada de La Plata. Tramo 2
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SUMARIO -Editorial: La paciencia de San Antonino. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 -El acceso norte a la Toletum romana: el descubrimiento de una vía monumental bajo el conjunto del Cristo de la Luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 -Res Publica Ocuritanorum, por Giacomo Gillani . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 -Algunos apuntes sobre el posible trazado de las vías romanas en la Comunidad de Madrid, por J. Rodríguez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 -Camino y agua, claves para la génesis pastoril de Valmojado, por David González Agudo. . . . . . . . . . . . . . . 38 -El Pont d’Aël y las grandes rutas alpinas en Aosta (Italia), por Carlos Caballero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 -Cañada y calzada de La Plata, tramo 2, por Santiago Bayón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48 -Sobre uma nova legenda monetária ibérica: leuni ou laBini?, por Antonio Marques de Faria . . . . . . . . . . . . . 55 -Lo que se dice... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 -Convocatorias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 -Boletín de suscripción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 -Pautas para la presentación de originales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
El Nuevo Miliario Consejo de redacción: Carlos Caballero, Santiago Palomero, Guillermo Sven Reher Colaboradores de este número: Gonzalo Arias, Raúl Arribas, Santiago Bayón, José Antonio Cezón, Torcuato Cortés de la Rosa, Giacomo Gillani, David González Agudo, Pablo Guerra, Antonio Marques de Faria, Jesús Rodríguez Morales, Arturo Ruiz Tabeada, Jesús Sánchez Sánchez Fotos de portada: Portada: Arturo Ruiz Tabeada y Raúl Arribas; Contraportada: Ferràn Arasa, Irene Glendinning, César Jiménez, Contacto: Carlos Caballero; c/. Espronceda, 14; 28003 MADRID; tel. 627 301 219. Guillermo-Sven Reher Díez; c/, Jordán, 23 5º Dcha; 28010 MADRID; tel. 658159256 Correo – e: miliario2005@terra.es; elnuevomiliario@gmail.com Imprime: Cyan, proyectos y producciones editoriales. c/. Fuencarral, 70, Madrid Patrocina: Fundación Juanelo Turriano. Depósito Legal: M-51.322-2005 ISSN: 1885-9534 El Nuevo Miliario no comparte necesariamente las opiniones vertidas por sus colaboradores, que son únicamente responsabilidad de los firmantes de los trabajos
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EDITORIAL La paciencia de San Antonino
Aunque muchos de ustedes lo desconocen El Nuevo Miliario tiene un santo patrón que lo protege en este mundo tan peligroso en el que nos ha tocado vivir y también tiene una fecha, el 10 de Mayo, para que el culto a San Antonino sea practicado por todos sus fieles seguidores entre los que nos incluimos todos los miliarios en el mundo habidos. La hagiografía tradicional se refiere a nuestro prócer como el célebre y piadoso arzobispo de Florencia nacido en 1389 en un Mayo Florido y muerto también en el mismo mes en 1459, pero es mucha casualidad que se llame igual que el autor de la célebre Guía Michelin de época romana de caminos y rutas que todas llevaban a Roma. El caso es que Antonino fue nombrado Santo en 1523 por el Papa Adriano VI y desde entonces nosotros los miliarios y todos los estudiosos de ca minería antigua celebran el 10 de Mayo con el mismo fervor y pasión con que los músicos lo hacen con Santa Cecilia. En la noble y pecaminosa ciudad de Florencia nuestro héroe, a causa de su corta estatura,bondad y amabilidad era conocido por todos como «Antonino» y ya desde su infancia era asiduo a los sermones y predicaciones, sobre todo las de un gran predicador dominico, en cuya comunidad pidió ser admitido; el Padre Superior, creyéndolo muy débil para profesar en el convento, le puso como condición que le recitara de memoria algún libro en latín y nuestro Antonino le recitó de memoria y una por una las vías romanas de Hispania y cuando iba por la vía 31 «Alio itinere Laminio Caesaraugustam» y había empezado por la mansio «Caput Flaminis Anae» ,el Padre le permitió ingresar en la Orden. La crónica de Jacobo de la Vorágine cuenta cómo tuvo de compañero al mismísimo Fra Angélico y mientras eĺ pintaba ángeles, nuestro buen Antonino pintaba mapas con sus caminitos, sus mansio-
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nes en forma de casita, sus puentes, y nos pintaba a nosotros los miliarios con nuestras millas, nuestra sonrisa y nuestras inscripciones con el nombre de las ciudades y posadas a las que servíamos. Por eso cuando Antonino fundó el convento de San Marcos en Florencia, encargó a su viejo amigo Fra Angélico que pintara sus famosos cuadros en las mismas paredes del convento mientras nuestro santo se dedicaba a las obras de caridad y a realizar insólitas Guías de Viaje por el mundo antiguo. Las finanzas de Antonino eran muy parecidas a las de El Nuevo Miliario, en las leyendas de la Vorágine se cuenta que vendió la única mula que poseía y el dinero obtenido lo repartió entre los pobres y el comprador de la mula (o de El Nuevo Miliario) enternecido volvió a regalar la mula y Antonino a venderla y así varias veces. Siempre para ayudar a los pobres (lectores) y les regaló a los pobres muchas veces su propia ropa y dinero además de una pequeña revista que editaba dos veces al año para ayudar a editar sus artículos a otros más pobres que él mismo. Aparece en las estampas y cuadros que lo veneran con el hábito blanco de la Orden dominica y con las insignias arzobispales: mitra, sagrado palio y báculo pastoral que termina en cruz de doble travesaño. Son sus atributos varios pero destaca la balanza en uno de cuyos platillos descansa una cesta de fruta o solo fruta y en el otro una simple inscripción «Deo Gratias» y éste es el platillo que pesa más; otras veces lleva una revista El Nuevo Miliario en la mano y socorre a sus lectores y por fin aparece como un miliario sonriente con pajarillos sobrevolándolo y azucenas o margaritas a sus pies. Aunque su carácter era muy amable combatió fuertemente los juegos de azar, la brujería y cómo no la concupiscencia,
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como buen santo varón que se precie. Preocupado por lo que consideraba una auténtica crisis de moralidad en la Florencia de su época no tuvo reparos en criticar a los pintores renacentistas que reflejaban en sus obras asuntos profanos y lo mismo hizo con la musica no religiosa e incluso escribió un libro «De Ornato Mullierum» en el que atacaba sin piedad los afeites femeninos, pero todo lo centraba en la ciudad... Una vez que la gente se ponía en camino era perdonada de todos los pecados que cometiese ya que Antonino era un gran viajero y mantenía que los fundamentalismos y pecadillos de todo tipo se curaban con una buena caminata a pie o en mula y por eso no es raro encontrar en mansiones y posadas su santa efigie, tanto en las de buena como de mala reputación.
pues tengan todos en cuenta, de ahora en adelante, el Buen Consejo de San Antonino, de consultar las muy recientes y buenas obras habidas en España sobre puentes romanos por Manuel Durán y de vías romanas por Isaac Moreno. De lo contrario pueden descender al mas profundo de los abismos sólo con que la voz primigenia de nuestro Santo lo ordene. Pero por esta vez y sin que sirva de precedente la penitencia será corta y sólo tendrán que leer (y por favor seguir financiando) el Nuevo Miliario que tienen entre sus manos. Amén, que por cierto, es préstamo cristiano, tomado del hebreo, como tantas cosas... En nombre de todos mis compañeros miliarios y de mi mismo les deseo un buen verano y felices lecturas.
Pero si hay algo que Antonino no perdonaba ni perdona todavía hoy es la hipocresía ni las falsas apariencias ni las falsas atribuciones:Ya hemos dicho que era un santo y por tanto muy paciente, salvo en el asunto de los impostores, o en el caso de las personas que aparentaban ser otras o también en lo referido a los caminos y puentes antiguos, de los que era un auténtico experto,y que la gente inopinadamente atribuía a los romanos aunque fuesen medievales, renacentistas o modernos. Eso nuestro santo no lo podía soportar y la paciencia lo abandonaba transformándose en una furia tonante que gritaba: ¡Todos los santos y ángeles contra el falsario! ¡Al infierno, al infierno con él! ¡Al fuego, al fuego! ¡A las profundidades abisales, a lo mas profundo con él!... Menos mal que estos episodios eran aislados y que sólo en esos pocos casos se volvía algo violento, porque normalmente nuestro sabio santo era conocido por todo lo contrario ya que se decía que había recibido del Espíritu Santo mismo el don de saber aconsejar y eran muchísimos los que lo aclamaban como «Padre de los Buenos Consejos»... Pues bien como dice el editorial la santa paciencia de San Antonino tiene un límite y ya lleva mal la constante atribución por desconocimiento en muchos casos de todo tipo de instituciones, o por mala fe en otros, de que todos los puentes de piedra sean romanos y lo mismo de todos los caminos empedrados. Pero lo que le saca de quicio es que un museo, caso del Arqueológico de Murcia, recién inaugurado, tenga además de la mala información mal tomada de Vitrubio (VII A) sobre los ya famosos statumen,rudus y nucleus y que pertenecen a suelo de casas, el famoso dibujito de cómo se construye una vía romana para pretender ser didáctico. El problema es que se trata de un error que a este paso puede alargarse generaciones y generaciones de lo que «presuntamente» es una vía ideal romana. Pues no señores, ni las vías romanas son así ni todos los puentes de piedra son romanos... Sirva pues el caso de moraleja y para evitar el enfado de San Antonino y la cólera que podría llevar a los infiernos a los autores de semejante desaguisado. Así
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EL ACCESO NORTE A LA TOLETUM ROMANA: EL DESCUBRIMIENTO DE UNA VÍA MONUMENTAL BAJO EL CONJUNTO DEL CRISTO DE LA LUZ Arturo Ruiz Taboada y Raúl Arribas Domínguez Arqueólogos La mezquita y jardines conocidos como del Cristo de la Luz se encuentran sobre una vaguada que ha ejercido de vía natural de acceso a las zonas más elevadas de la ciudad de Toledo. La cercana puerta de Valmardon (Bab-al-Mardum), en el sector septentrional del Casco Histórico, ha sido testigo a lo largo de los siglos de la evolución urbanística de esta zona. Esta evolución tiene sus orígenes en época romana y ha ido afectando conjuntamente tanto a la muralla de cierre de este sector de la ciudad como a la distribución
se ha podido documentar arqueológicamente una compleja superposición de niveles de ocupación que en nada tiene que envidiar a las estructuras tipo tell de las ciudades del próximo oriente. Así, además de a una progresiva transformación del parcelario, asistimos tanto a la fundación de nuevas calles y a la pérdida de uso de antiguas o a la variación del eje de algunas de ellas. Todo esto, además, hay que ponerlo en relación con el sitio en el que nos encontramos: El conjunto del Cristo de la Luz.
Figura 1. Plano de situación
interna de su parcelario. Como veremos a lo largo del texto, el triángulo comprendido entre las puertas de Valmardón y del Sol y el conjunto del Cristo de La luz ha sufrido numerosas transformaciones a lo largo de la historia (Figura 1). Estas transformaciones vienen dadas por los sucesivos cambios en el viario y por las modificaciones de los usos defensivos y sociales de la muralla. Así, en un pequeño espacio de terreno,
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Este conjunto no se entiende sin su asociación directa con una de las puertas principales de la ciudad, la de Valmardón. Desde época romana, asistimos a la existencia de un binomio entre puerta de la muralla y edificio monumental asociado. En esta zona, esta dualidad simbólica y funcional se repite desde la antigüedad con la existencia de una puerta, asociada a una calle a cuyo lado se ubica un edificio de carácter
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monumental. En la antigüedad el espacio se organizaba en torno a una puerta, vía monumental y edificio de planta absidal. El la Alta Edad Media, la puerta se encontraba en asociación directa con una mezquita. De igual manera, en la Baja Edad Media, existía una relación directa entre puerta e iglesia, reproduciendo el mismo esquema que en las fases anteriores. En Toledo esta dualidad debió imperar en todas las épocas, contando para la Baja Edad Media con ejemplos como la Puerta Antigua de Bisagra en relación con la Iglesia de Santiago del Arrabal, La puerta del Vado con la iglesia de San Isidoro o la Puerta de Curtidores con la Iglesia de San Sebastián, entre otros (Ruiz Taboada, 2004: 254). El contexto urbanístico e histórico La historia del Cristo de la Luz es bien conocida por todos. El conjunto edificado que se conserva en la actualidad es el resultado de la reutilización en época medieval de una mezquita como parte de la nave de una iglesia. El edificio islámico es el más estudiado tras su restauración a principios del siglo XX. De planta cuadrada, posee nueve bóvedas ordenadas en tres naves paralelas distribuidas por cuatro columnas. En el lado sureste se localiza el muro de la qibla, aunque esta fachada, junto con la oriental, ha sido severamente alterada tras la construcción de la iglesia y, posteriormente, la restauración de 1909. Las otras dos fachadas, orientadas al norte y oeste respectivamente, son de corte monumental y se encuentran ricamente decoradas. El edificio sería en origen exento. Por la inscripción que se conserva en la fachada occidental sabemos que la construcción data del año trescientos noventa (13 diciembre de 999/ 11 de enero de 1000), siendo el promotor de la obra —Ahmad Ibn Hadidi—, y el arquitecto, —Musa Ibn Alí (aunque esta traducción ha sido ampliamente cuestionada). Tras la toma pactada de Toledo por Alfonso VI en el año 1085, comienza la etapa cristiana del edificio. Por las fuentes históricas sabemos que en 1186, el rey Alfonso VIII, a través del Arzobispo de Toledo, Gonzalo Pérez, cedió el edificio a la Orden de los Hospitalarios de San Juan, bajo la advocación de la Santa Cruz. Esta fase cristiana, como veremos, ha sido la que realmente ha condicionado tanto el entorno como la propia edificación a través de los siglos. La historiografía tradicional ha pretendido relacionar la fundación de ambos templos con una primitiva iglesia visigoda, hecho que, tras la consecución de los trabajos arqueológicos, se ha descartado por completo. Paralelamente a los estudios históricos y artísticos del Cristo de la Luz desarrollados a lo largo de los últimos cien años (Izquierdo Benito, Pérez Higuera y Muñoz Herrera, 1999; Ewert, 2000), la arqueología nos ha abierto la posibilidad de conocer en profundidad la evolución histórica real de este monumento y su
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contexto urbano a lo largo de los últimos dos milenios. Las excavaciones que en la actualidad lleva a cabo el Consorcio de la Ciudad de Toledo en la iglesia y alrededores, iniciadas en abril de 2006, están permitiendo conocer aspectos hasta ahora desconocidos tanto de la mezquita altomedieval integrada en ella, como de su posterior ampliación y transformación en el siglo XII en templo cristiano. Aunque en un principio se pudiera pensar que la mezquita es el elemento clave del conjunto edificado, los resultados que se están obteniendo gracias a la excavación arqueológica indican que no menos importante que esta es la propia iglesia cristiana y, sobre todo, su subsuelo. Basta recordar que la iglesia ha permanecido en uso desde su fundación en el siglo XII hasta mediados del siglo XIX; 800 años, frente a los escasos 100 de culto de la mezquita. Como veremos en las próximas líneas, el Cristo de la Luz aún conserva enterrados los restos de su pasado glorioso, de un tiempo en que formo parte de una ciudad que en nada tiene que ver con la que ahora contemplamos. Hasta el momento, los resultados de la excavación arqueológica son, cuanto menos, sorprendentes. Se han identificado un total de cinco fases de ocupación que van desde la época contemporánea (Fases V-IV), Baja Edad Media (Fase III), Alta Edad Media (Fase II) y Antigüedad (Fase I). De sobra es conocido que la otrora Toletum romana no ha dejado de crecer desde su primer asentamiento en plena Edad del Bronce, hace 4000 años, hasta nuestros días. La mayor parte del espacio edificado del que hoy disfrutamos se genera a partir de la asimilación y reconversión de arquitecturas más antiguas. Aunque su urbanística tiene un origen romano y tardo antiguo, no es hasta la Edad Media cuando la ciudad empieza a adquirir una nueva apariencia que, aunque alterada levemente en época Moderna, ha perdurado hasta la actualidad. Como veremos, la excavación en área del interior del monumento ha permitido fijar sus orígenes en época romana. El descubrimiento de una vía monumental romana y de varios elementos asociados va a permitir conocer aspectos hasta ahora desconocidos de la urbanística romana en esta ciudad (Figura 2). Pero antes conviene hacer un breve recorrido a las diferentes fases de ocupación posteriores a este primer asentamiento. Con la llegada de los musulmanes a Toledo, la urbanística de esta parte de la ciudad sufre un cambio drástico con respecto a la tradición anterior. A la construcción de una nueva muralla y nuevas puertas como las cercanas de Valmardón y Alarcones, se suma la creciente saturación del parcelario con el diseño de nuevas manzanas de casas con sus correspondientes calles. La mezquita Bab Al Mardum, aunque de fundación tardía, responde a este nuevo modelo de ciudad islámica. La nueva mezquita posee un importante valor simbólico heredado del mundo antiguo al situarse junto a una
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Figura 2. Plano de localización de los elementos romanos descritos en el texto.
de las principales vías de acceso a la ciudad, frente a una de sus puertas. Además, en origen, el edificio era exento, elevado con respecto a la cota de la calle lo que le otorgaba una gran suntuosidad. En el transcurso de la excavación arqueológica se ha podido documentar la existencia de una pequeña plaza frente a la fachada norte. Al interior de la mezquita se ascendería por medio de una escalinata salvando el desnivel con respecto a la cota de dicha plaza. Tras la conquista cristiana, de nuevo, se inicia un proceso de cambio en cuanto a su urbanística. Se ejecutan reformas en las murallas y se remodelan puertas como Valmardón, o se construyen de nueva planta como la cercana puerta del Sol (Ruiz Taboada, 2005). El entorno de la mezquita vuelve a cambiar, pero en este caso es para construir una iglesia en el lugar que previamente había existido una mezquita. La nueva iglesia cumple, otra vez, con la misma tradición simbólica anterior al situarse junto a una de las puertas de acceso a la ciudad. Esta nueva fase de ocupación se caracteriza por la documentación de un antiguo trazado viario localizado al norte del monumento que delimita, a su vez, una amplia zona de cementerio. Este cementerio, de fundación cristiana, se caracteriza por la presencia de gran número de enterramientos, cuyas tipologías se diversifican entre fosas simples, fosas delimitadas con ladrillos y cistas antropomorfas. La necrópolis, con una superficie cercana a los 300 metros cuadrados, se encuentra fechada entre los siglos XII y XV. Dentro de este cementerio se ha podido delimitar diferentes áreas cerradas de planta cuadrangular que, aunque muy arrasadas, pudieron
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corresponden a la cimentación de muros que delimitaban espacios funerarios individualizados. Algunos de estos espacios se encontraban adosados a la fachada norte de la iglesia a modo de capillas. Con respecto a la nueva calle documentada que delimita el cementerio hacia el norte, hay que ponerla en relación con un nuevo diseño urbano. Su cronología puede ser la misma que la del cementerio, aunque no se descarta que pudiera existir en siglos anteriores. Su pérdida de uso se estima entre los siglos XV y XVI, dado que ya no aparece en el plano callejero de Toledo más antiguo que conocemos del Greco (Inicios del XVII). Pero, de nuevo, el descubrimiento de las trazas de una estructura de planta circular en el interior de los límites del cementerio cristiano, adosado parcialmente al ábside, ha hecho replantear la importancia que en realidad tuvo esta iglesia, exponente del primer mudéjar toledano, en el conjunto de la ciudad. Esta estructura, interpretada como torre, mide 5 x 5 metros de planta, y es similar a otras documentadas en nuestra ciudad. No es extraño pensar en la asociación iglesia torre y puerta, tan repetida en el contexto de la ciudad. Por citar algún ejemplo, tenemos la Iglesia de San Sebastián, en relación con la desaparecida puerta de Curtidores, la desaparecida iglesia de San Isidoro con la puerta del Vado o la de Santiago del Arrabal con la puerta Antigua de Bisagra. Esta última, por su proximidad y similitud tipológica, da idea del aspecto que durante la Baja Edad Media debió tener la Iglesia del Cristo de la Luz en relación con la puerta de Valmardón.
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La transición entre la Edad Media al mundo moderno marca un antes y un después en la vida del monumento. La pérdida de la capitalidad a favor de Madrid marca el final del desarrollo y la transformación urbanística de la ciudad de Toledo (Ruiz Taboada, 2007). Este cambio también se percibe en el Cristo de la Luz. Llama la atención el abandono progresivo que sufre el cementerio exterior. Este abandono del espacio como lugar de enterramiento explica la construcción de un aljibe en el siglo XVII, lo que descartaría definitivamente las teorías que lo relacionaban con aspectos culturales de la mezquita. Por el contrario, a finales del siglo XV, se empiezan a documentar los primeros enterramientos en el interior del templo. Estos enterramientos son de carácter residual por el escaso número de individuos documentado, los más antiguos fechados por numismática en tiempo de los Reyes Católicos, hasta mediados del siglo XIX los más recientes. La vía y cloaca romana de Valmardón El descubrimiento bajo la Mezquita y frente a la puerta de Valmardón de un importante tramo de calle romana, pavimentada con losas de granito, revoluciona lo descubierto hasta el momento. De una parte, permite avanzar en el conocimiento de este tipo de vías en relación con la urbanística de ciudades como Toledo, de otra, amplia de forma significativa el famélico inventario de restos romanos en esta ciudad. Aunque el descubrimiento ha superado cualquier expectativa, en nada extraña su localización, al encontrarnos en una zona de la ciudad que, las fuentes antiguas, siempre habían descrito como su acceso principal. Así, los escasos hallazgos de esta época publicados nos hablan de la existencia a escasos metros de la muralla romana. (Figura 3). Esta muralla discurriría por la cota 500 y se habrían localizado tramos en el convento de Carmelitas y bajo la actual puerta del Sol. El resto mejor estudiado y que nos puede ayudar a comprender el entorno amurallado y urbano de esta zona es, sin duda, la torre descubierta bajo la puerta del Sol (Rubio Rivera y Tsiolis Karantasi, 2004: 231). La cronología del contexto arqueológico de la torre hace presuponer que la construcción de la muralla hay que situarla en la segunda mitad del siglo I d. C. Estos autores argumentan que en Toletum se promovió la construcción de la muralla en consonancia con la etapa en la que accedió a la municipalidad. De hecho, en esta misma dirección apuntan al diseño del entramado urbano ortogonal, con ejes cruzados y entrecruzados en ángulo recto y con una orientación coincidente con los puntos cardinales, así como la red de saneamiento hidráulica.
mardon era un firme candidato para situar la principal puerta romana en esta vertiente (Rubio Rivera y Tsiolis Karantasi, 2004: 231). Algo indica que no estaban muy alejados en sus predicciones. El tramo de viario urbano localizado bajo el conjunto del Cristo de la Luz viene a completar parte del puzzle del entramado urbano del Toledo romano (Figura 4). La calle descubierta posee una dirección norte-sur, cuenta con 7 metros de longitud y 4 m de anchura (aunque su anchura real giraría en torno a los 6 metros). Este pavimentado está compuesto mediante lajas o placas de granito de grandes dimensiones que se disponen en hiladas o tongadas pseudo regulares, formadas por piezas de forma prismática, y en las que se alternan las hiladas formadas por placas de gran tamaño (120 x 40 x 15 cms), con las hiladas fabricadas con losas de menores dimensiones (60x 40 x 15 cms.). Cabe destacar que las placas que conforman la superficie de calzada o pavimento de rodadura, conservan marcas de los entalles realizados para facilitar el tránsito de las rodadas de los carros, así como resaltes y diferencias de nivel entre ellas, que facilitarían salvar la pendiente de la misma, frenando las ruedas de los vehículos en el sentido contrario de la marcha. En el estado actual de nuestras investigaciones, el tramo de viario público excavado parece tener continuidad en sentido norte y sur. En el primer caso, la disposición del trazado permite plantear la hipótesis de su continuación en línea recta hasta la Puerta de Bab al Mardum, mientras que en sentido sur es claramente amortizada por la construcción de la Mezquita, que de esta manera ocupó un espacio que antes había sido dedicado a vía pública. Dentro de la clasificación que los propios romanos, en función de su importancia y punto final de destino, hacían de sus vías públicas y que nos ha llegado por un documento administrativo redactado por Siculus Flaccus en el s. I d. C. (Adam, 1982: 300), las características de nuestro ejemplo permiten adscribirlo al primer tipo: las viae pvblicae, sufragadas por el Estado y equivalentes en el caso urbano a las grandes calles monumentales, bien cardini o decumani.
Pese a ello, el acceso principal a la ciudad romana seguía siendo una incógnita. Tanto Rubio como Tsiolis presupusieron en su día que el emplazamiento de Val-
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Figura 3. Fase Romana del Cristo de la Luz.
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rias disponen de unas dimensiones entre muros que oscilan entre los 2 y los 4 m. En el caso de la ciudad de Paestum, las dimensiones del cardo a la altura del forum, proporcionan una anchura de calzada de 5,30 m, similares a las documentadas en Vaison (4,50 m), Timgad (5 m) o la via Biberatica en Roma (Adam, 1982).
Figura 4. Vista desde el norte del sector de vía monumental descubierto.
Por lo que se refiere a las dimensiones de las viae pvblicae, éstas dependen de su importancia administrativa y de la naturaleza del terreno sobre el que se asientan, pero en general se establecía que las dimensiones mínimas debían permitir el cruce de dos carros a los que se estimaba una anchura máxima entre ejes de 150 cms. No obstante, la diversidad de ejemplos conocidos en el mundo rural, no muestran una homogeneidad en las dimensiones de la anchura de la calzada, pasando desde los 240 cms. de via Apia en Ponte di Mele, los 450 cm. de la misma vía en Boville o los 520 cms. de la Via Flaminia cerca de Treia (Adam, 1982). Sin embargo, en las ciudades, las dimensiones de las viae pvblicae, tienden a estandarizarse. En este sentido, podemos presentar el ejemplo de las existentes en la ciudad de Pompeya (Adam, 1982), en las que las viae presentan una distancia entre muros próxima a los 8 m, reservándose cuatro de ellos a la calzada para vehículos, y el resto a los pavimentos propios para el tráfico peatonal (margines o crepidines). Si embargo estas dimensiones podían aumentar como en el mismo caso pompeyano de la calle de la Abundancia, frente a las termas Estabianas, con una distancia de muro a muro de 13 m de los cuales 9 m, corresponden a la calzada dedicada al tráfico de vehículos. Por su lado, las calles de menor importancia o vías secunda-
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En nuestra península, los datos proporcionados por la investigación arqueológica en las ciudades de época romana nos permiten conocer, entre otras, las características de los cardini y decumani de la ciudad de Complutum, con una anchura cercana a los 8 m, recorridas en su subsuelo, como se documentó bajo su Cardo Máximo, por una conducción de aguas residuales o cloaca (Fernández Galiano, 1984; Rascón Marqués y Sánchez Montes, 2006: 67). Mayores dimensiones (9,5 m), presentan los cardini minores de la ciudad de Barcino a los que se abren pórticos y tabernae (Beltrán de Heredia Tercero, 2006: 88). Espacios de calle más modestos (4,5 a 6 m) se documentan en el viario urbano de la ciudad romana de Carthago Nova, con calles enlosadas con placas calizas de forma poligonal y dotadas de cloacas que discurren por su eje central y aceras en sus márgenes (Ramallo Asensio, 2006: 109); o en los cardini y decumani (entre 4 y 8 m de anchura) de Lucus Augusti, en su mayor parte porticados (Carreño Cascón y González Fernández, 2006:144 y ss.). Respecto al sistema de enlosado de la vía, en nuestro país, el ejemplo más cercano parece ser el del pavimento de la via y puerta de acceso al anfiteatro de Emerita Augusta. Volviendo a nuestro caso en particular, sus dimensiones y características constructivas permiten plantearnos su identificación con el cardo máximo de la ciudad romana de Toletum. Esta identificación, además de por su orientación, vendría avalada por su localización en una de las principales vías naturales de acceso al peñón toledano, cercana a los trazados de la muralla de época romana y origen de las vías que por el norte de la ciudad se dirigían a Complutum y Caesaraugusta en dirección noreste y a Emerita Augusta hacia occidente. Por otro lado, bajo el pavimento de esta importante calle, subyace el trazado de una canalización que presenta unas dimensiones conocidas de 80 cm de anchura y 160 cm de altura, levantada con muros laterales de opus caementicium, cuya cubierta adintelada es formada por una gran losa de granito perteneciente al pavimento de la calle romana. Aunque por el momento se encuentra parcialmente colmatada y sirviendo al propósito de evacuación de agua para el que fue creada, los análisis preliminares permiten indicar que al igual que la calle, su trazado continúa en dirección norte-sur. Hacia mediodía, su trazado discurre por
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Figura 5. Cloaca de Valmardón.
Figura 6. Excavación de la cloaca que discurre bajo el pavimento de la calle romana.
debajo del cuerpo constructivo dedicado a mezquita, mientras que por el norte planteamos su unión con los restos conocidos de la cloaca que subyace bajo la puerta de Valmardón, de similares dimensiones (170 x 85 cm), aunque en este caso la cubierta es abovedada, levantándose su tramo final en fábrica de sillería (Figura 5).
Resulta sorprendente que a fecha de hoy lo único de lo que tenemos constancia cierta del Toledo romano sea que fue una ciudad importante en su tiempo. Parece que el circo romano es lo único que nos da fe material de esa importancia. La excavación arqueológica desarrollada en el entorno del Cristo de la Luz ha permitido cambiar drásticamente este panorama tan desolador.
De nuevo, y por lo que respecta a la interpretación de este espacio, nos encontraríamos con parte del trazado del alcantarillado de la ciudad romana, en este caso emplazado bajo la vía publica, que nos ilustraría sobre la importancia del proceso urbanístico de la Toletum romana, con la urbanización de una zona, que orográficamente formaba una vaguada por al que debían discurrir arroyos estacionales que evacuaran las aguas de la parte alta del peñón toledano (Figura 6). A su vez, el descubrimiento de este nuevo trazado, viene a completar la nómina de ejemplos conocidos en nuestra ciudad, como los de las Termas de la Plaza de Amador de los Ríos (Arribas Domínguez y Jurado Jiménez, 2005), los restos documentados en relación con la piscina limariae de los Sótanos de Hacienda (Arribas, Sierra y Llanos, 2005), o los documentados en la Plaza del Juego de Pelota (Ruiz Taboada y Mencía Gutiérrez, 2005). Consideraciones finales
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La excavación en área del interior del monumento y de su entorno inmediato ha permitido identificar claramente alguno de los hitos que marcan su evolución en el contexto de la ciudad: De un lado, se ha constatado que el sector donde se encuentra el Cristo de la Luz fue en su día una cantera de roca, posiblemente asociada a la construcción de la muralla romana. De esta muralla se conserva, tan sólo, los cimientos de una torre circular de 5,60 m de diámetro exterior bajo la actual puerta el Sol (Rubio Rivera y Tsiolis Karantasi, 2004: 229). En torno a esta muralla, el Toletum romano debió de iniciar su desarrollo. Asociada a ella, el único resto romano conocido era la cloaca de Valmardón, bajo la puerta del mismo nombre. Pero este breve apunte de urbanismo encuentra su reflejo arqueológico con el descubrimiento en la explanada norte del conjunto del Cristo de la Luz de una vía monumental formada por grandes losas de granito. Esta calle que discurriría en dirección norte a sur atravesando parte de la planta de la Mezquita, marca un antes y un después en el conocimiento del mundo romano toledano. La
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Figura 7. Cantera de piedra en el momento de su excavación
vía, única en Toledo de estas características y una de las más importantes de las descubiertas en España, posee una anchura de seis metros y, bajo ella, en su eje central, discurre una cloaca (Figura 7). Vía y cloaca, de nuevo, y al igual que llevamos haciendo en las líneas precedentes, las tenemos que poner en relación bien con una puerta, o con una edificación de corte monumental. En este sentido, no menos sorprendente es el descubrimiento, bajo el actual ábside de la iglesia cristiana, de un segundo edificio de planta absidal, contemporáneo a la vía y cloaca (Figura 8). Este segundo ábside lo hemos puesto en relación con un edificio monumental del que se conserva tan sólo parte de su traza fabricada a base de grandes mampuestos trabados con cal. Los muros de esta estructura tienen un grosor de 1,60 m, frente a los 60 centímetros del ábside de la iglesia medieval, y su planta se encuentra ligeramente desplazada del eje del ábside medieval, aunque ortogonal con la calle romana. El edificio al que perteneció este segundo ábside, cuya funcionalidad a fecha de hoy es difícil de determinar, se encuentra perpendicular al eje de la vía y marca el inicio de esta hacia la ciudad. En el interior de este ábside, además, se ha descubierto una pequeña cueva excavada en la roca que, por su contexto y la estratigrafía asociada, la hemos relacionado con un pequeño asentamiento
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Figura 8. Detalle de la excavación del preábside romano.
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cavernícola conexo con la explotación de la cantera y la construcción de este primer edificio sobre el que se asienta tanto la mezquita como la iglesia del Cristo de la Luz. Quedan aún bastantes aspectos por determinar del Toledo antiguo. Sirva este apunte como aperitivo del enorme potencial que esta ciudad aún conserva bajo metros de sedimento.
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RES PVBLICA OCURITANORVM Giacomo Gillani*
Introducción
1. El origen del error
El trabajo que presentamos no constituye una aportación novedosa, ni quiere modificar sustancialmente las últimas interpretaciones sobre el nombre de la ciudad romana ubicada en el paraje del Salto de la Mora en Ubrique (Cádiz), ya que en dos trabajos de Guerrero Misa se pone orden entre las diferentes interpretaciones y se resuelve, a nuestro entender, la larga diatriba sobre el nombre de la ciudad (GUERRERO MISA e HIGUERAS-MILENA CASTELLANO, 2001: 109-111 y GUERRERO MISA, 2006: 34-58).
Las fuentes literarias clásicas, tan ricas de información sobre la geografía de la Península Ibérica, omiten citar el nombre de la ciudad ubicada en la altura del Salto de la Mora. Fue sólo y únicamente gracias a la Epigrafía que su nombre fue rescatado del olvido.
No obstante, en varios ámbitos se sigue perpetuando el error, que genera cierta confusión y consiguientes citas inexactas, al no existir una única nomenclatura. No nos referimos sólo al Corpus Inscriptionum Latinarum (inscripciones nº 1336 y nº 1337), que fue la primera víctima ilustre de una mala trascripción, sino a otros trabajos más recientes, algunos de ámbito internacional como la Tabula Imperii Romani, que siguen citando de forma inexacta el nombre de la ciudad. La falta de un criterio homogéneo queda reflejada no sólo en las publicaciones de carácter histórico y arqueológico sino también en las de geografía histórica, ya que en los mapas no es infrecuente ver citada la ciudad con los nombres de Ocvri, Ocvrri u Ocvrris. Por ello, alcanzado ya el siglo XXI, sería deseable emplear, una vez por todas, una nomenclatura uniforme y conforme a los resultados de las últimas investigaciones. Cuanto decimos tiene cierta importancia, ya que diatribas que parecen pertenecer a un ámbito simplemente local luego tienen resonancia en ámbito nacional e internacional. Muchas publicaciones de carácter general, pues, se basan o en la fiabilidad de los autores locales o en el mismo CIL, ya que es lógico suponer que los investigadores no tengan la oportunidad de ver el epígrafe directamente. Por ello, tras este preámbulo y sin ánimo polémico, vamos a volver a publicar uno de los epígrafes que tendría que demostrar la correcta lectura y pronunciación del nombre de la ciudad.
*Dep. de Latín, IES Nuestra Señora de los Remedios, c. Herrera Oria, s/n, 11600 Ubrique (Cádiz) gillani@atlantic.polito.it, ggillani67@hotmail.com
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En el año 1795 se dieron a conocer dos inscripciones de los emperadores Cómodo y Antonino Pío pertenecientes, con toda probabilidad, a sendos pedestales conmemorativos. Este hallazgo fue de gran relevancia, pues se trataba de la primera información útil para identificar el nombre de la ciudad romana próxima a Ubrique. Por lógica, al ser inscripciones honorarias dedicadas a emperadores, su lugar de emplazamiento original tuvo que ser en el área pública por excelencia, es decir el Foro (Figura 1). En el trabajo citado anteriormente, Guerrero Misa y Higueras-Milena Castellano reconstruyen y describen todos los avatares sufridos por la lectura de los dos epígrafes desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días, consiguiendo desenmarañar la complicada madeja en la que se veía envuelta la interpretación del nombre de la ciudad. Por ello, para más detalles remitimos directamente a este trabajo exhaustivo, puesto que carece de sentido volver a recorrer el mismo camino ya tan claramente trazado. Sin embargo, sí que nos interesa puntualizar exactamente de dónde arrancan los errores de lectura de los epígrafes. En un reciente trabajo (BAENA DEL ALCAZAR y BERLANGA PALOMO, 2004: 396-416) se publicaron documentos conservados en la Real Academia de la Historia referentes a las Antigüedades de Ocvri. En ellos se puede observar que las primeras transcripciones que llegaron a la Real Academia de la Historia eran correctas. Nos referimos al documento nº 3 (Anónimo) citado por los dos autores y que está archivado en la RAH con la signatura 9/5951 (del año 1798) y el nº 4 (Informe de Diego Clemencín de 1802) con signatura CAIGR/9/3939/05. En ambos casos, excepto la distribución de alguna letra, las lecturas son bastante fiables y, en lo referente a lo que nos interesa, se recogen el genitivo plural OCVRITANORVM, en la de Cómodo, y el genitivo plural abreviado OCVRITANOR, en la de Antonino Pío.
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Figura 1 - Plano de Ocvri: indicaciรณn de la zona del Foro
Figura 2 - Pรกgina del CIL donde aparecen las inscripciones nยบ 1336 y nยบ 1337
nยบ 4, junio 2007
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Las cosas se complican a partir del año 1805, cuando se insinúa el primer error de trascripción en la nota del presbítero Simón de Zamora, quien transcribe bien el epígrafe de Antonino Pío y mal el de Cómodo. En el primer caso transmite el texto POPVLI PROCVRATORI PVBLICO OCVRITANORVM, en el segundo PROCVRATORIS PVBLICO REI PVBLICA OCVRRITANORVM. Sucesivamente, los eruditos Masdeu (1805), Ceán Bermúdez (1832) y Rodríguez de Berlanga (1862), siguiendo la lectura de Simón de Zamora, citarán erróneamente la inscripción. Poca culpa tuvo Hübner quien, al no poder ver el epígrafe, publicó el texto siguiendo las lecturas existentes, adoptando para ambas inscripciones el genitivo plural OCVRRITANORVM (Figura 2). A partir de este momento, la versión OCVRRITANORVM se extiende por toda el orbe debido al prestigio y a la difusión del CIL. En efecto, cualquier investigador que necesite información para un estudio epigráfico, toponímico o de geografía antigua sobre el Imperio Romano recurre a esta fuente epigráfica por excelencia. Esta es la razón por la cual no sólo en los estudios de investigadores locales, sino también en trabajos de ámbito nacional e internacional se acepta la versión de Ocurri y Ocurris. No es de extrañar, por lo tanto, que el error se haya perpetuado, pues quien no tenga la oportunidad de acercarse al Museo Arqueológico de Cádiz para estudiar de forma directa el epígrafe allí expuesto tiene que recurrir a repertorios que perpetúan lecturas erróneas y consolidadas. 2. El epígrafe de Antonio Pío (CIL, II, 1336) El primero de los epígrafes que estudiaremos corresponde a la inscripción del CIL, II, 1336. Fue encontrada por Juan Vegazo en 1795 en las excavaciones que se realizaron en el lugar de emplazamiento de la ciudad romana, pago entonces denominado Benafí Alto. Posteriormente fue donada al Museo de Cádiz. A partir de ese momento se desconoce su paradero (GONZÁLEZ, 1982: 275-276).
Medidas: 0.75 m de altura por 0.64 m de anchura. Texto e interpretación IMP(eratori) CAESARI DI VI HADRIANI F(ilio) DIVI TRA[I] ANI PART(ici) NEPOTI DIVI NERVAE PRONEPOTI 5
[T(ito) AEL]IO HADRIANO ANTONI NO AVG(vsto) PIO PONTIFICI MAX(imo) TRIB(vnicia) POTEST(ate) V CO(n)S(vli) III P(atri) P(atriae) [RES] PVB(lica) OCVRITANOR(vm) [DE]CRETO DECVRIONVM
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D(onum) D(at)
Traducción: «El gobierno de los Ocuritanos, por decreto de los Decuriones, ofrece como obsequio al emperador césar Tito Elio Adriano Antonino Augusto, hijo del divino Adriano, nieto del divino Trajano pártico, biznieto del divino Nerva, pío, pontífice máximo, revestido de la tribvnicia potestas por quinta vez, cónsul por tercera vez, padre de la patria». Al no poderse examinar directamente, no es posible analizar desde el punto de vista epigráfico la inscripción. Desconocemos, pues, el material con el que se hizo el soporte de la inscripción, el tipo de decoración que podía tener el mismo soporte así como el tipo de letra que se empleó para grabar el texto conservado. Únicamente podemos hacer algún comentario sobre el texto de la inscripción y sobre su cronología. La inscripción pertenece al emperador Antonino Pío. Tenemos una filiación larga, en la que aparecen hasta los tres predecesores de este emperador, esquema que será seguido también por sus sucesores de la dinastía antonina. Gracias a la presencia de la tribvnicia potestas, se puede determinar la cronología de la inscripción, que se sitúa entre el 1 de enero y el 10 de diciembre del 141 d.C. (CAGNAT, 1914: 198). 3. El epígrafe de Cómodo (CIL, II, 1337) Al no poder disponer ya de la inscripción anterior, el único documento existente en la actualidad que nos permite saber algo sobre el nombre de la ciudad es esta segunda inscripción muy bien conservada y depositada en el Museo Arqueológico de Cádiz (Figura 3). Sobre ella centraremos nuestra atención y fundamentaremos nuestros argumentos en las líneas siguientes.
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Se trata de una inscripción perteneciente a un pedestal conmemorativo, con toda probabilidad proveniente, al igual que la anterior, de la zona del Foro. Fue donada por el alcalde de Villaluenga a A. Segovia y A. Guerrero (GONZÁLEZ, 1982: 276-277). Está grabada sobre caliza gris del lugar, presenta una decoración muy sencilla constituida por dos líneas paralelas que enmarcan el campo epigráfico. El estado de conservación es bueno, el tipo de letra parece una capital con ápices, apreciables en varias letras. Las letras están grabadas en surco a V (Figura 4). Medidas: 0.59 m de altura por 0.454 m de anchura. Texto e interpretación
Altura letras
IMP(eratori) CAESARI M(arco) AVRELIO COM
Entre 3.4 y 3.8 cm.
MODO ANTONINO Figura 3 - El epígrafe del emperador Cómodo del Museo Arqueológico de Cádiz
AVG(vsto) PIO FEL(ici) GER(manico) 5
SARM(atico) PON(tifici) MAX(imo) TRIB(vnicia) P(otestate) IIII IMP(eratori) X CO(n)S(vli) V P(atri) P(atriae) RES P(vblica)
OCVRITANORVM
DECRETO DECVRI Figura 4 - Calco de la inscripción de Cómodo
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ONVM D(onvm) D(at)
Traducción: «El gobierno de los Ocuritanos, por decreto de los Decuriones, ofrece como obsequio al emperador césar Marco Aurelio Cómodo Antonino, augusto, pío, feliz, germánico, sarmático, pontífice máximo, revestido de la tribvnicia potestas por cuarta vez, aclamado emperador por décima vez, cónsul por quinta vez, padre de la patria». Comentario L1: aparece la clásica forma de encabezamiento en dativo con la titulación imperial. L2 y L3: son las líneas donde se graba el nombre del emperador; llama la atención que COMMODO esté distribuido en dos líneas y que no haya casi separación con ANTONINO. La O final entra en contacto con el borde del epígrafe y hay un signo de interpunción después de la M. L4 y L5: son las líneas que contienen los títulos imperiales.
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L6: se utiliza un numeral barrado para indicar la tribunicia potestas.
combinaciones más, sin estar seguros de haber dado con la solución.
L7: también aparece barrado el numeral del consulado. Al final de la línea se sitúa el comienzo del nombre del dedicante, es decir la Res Pvblica Ocvritanorum.
La otra eventualidad es que, al hallarse Ocvri en un lugar alejado, la información disponible sobre los cargos imperiales no fuera exacta. Creemos que esta eventualidad no es imposible, pero poco probable habida cuenta de que el documento que estamos estudiando es un documento oficial y que los principales cargos de la ciudad, los Decuriones, tenían que estar informados de ellos.
L8: aparece el gentilicio OCVRITANORVM, tan importante para conocer el nombre de la ciudad. No se ha tenido en cuenta la extensión de la palabra en relación con el espacio disponible, por lo que el lapicida, al llegar al final de la línea y no disponiendo de espacio suficiente para grabar una V y una M, decide realizar un nexo entre las dos letras, grabando una M minuta que resuelve el problema de espacio. L9 y L 10: aparecen la típica fórmula dedicatoria, por decreto de los decuriones, y la abreviatura donvm dat. Señalamos la presencia de cuatro puntos de interpunción. A parte de los comentarios estrictamente epigráficos, que ya hemos apuntado, el epígrafe no presenta ningún problema de lectura ni de interpretación. Sin embargo hay un inconveniente que tanto Hübner como más tarde González señalan: las titulaciones imperiales no se corresponden entre ellas, de aquí que que la cronología de la inscripción no puede ser precisa. Sabemos que Cómodo nunca alcanzó el imperivm X, que se señala en la sexta línea (CAGNAT, 1914: 204-205). Por otro lado, Cómodo ostentó la tribvnicia potestas cuarta entre el 1 de enero y el 10 de diciembre del año 178 d.C., mientras el quinto consulado entre el 186 y el 189 d.C. Como se puede apreciar, existen fuertes incoherencias. ¿Cómo se pueden resolver? González, siguiendo las conclusiones del CIL y por ende de Mommsen, considera que la fecha del 186 d. C. debe de aceptarse con grandes reservas, así como la integración propuesta por Mommsen: TRIB P XIII IMP IIX COS V. En efecto, Mommsen corrige el numeral IIII con XIII y el numeral X con IIX; sin embargo, si observamos el calco del epígrafe se aprecia que no puede haber duda alguna respecto a los numerales IIII y X. Por lo tanto no es posible, a nuestro entender, hablar de mala lectura o trascripción, como ocurre con OCVRITANORVM.
Como se ha visto, el problema es de difícil solución. Por ello lo más prudente es, tras reflejar las anomalías existentes y las posibles soluciones alternativas, limitar a fechar la inscripción entre una horquilla de tiempo comprendida entre el 178, año en que Cómodo revistió la cuarta tribvnicia potestas, y el 189 d.C., año en que revistió el quinto consulado (CAGNAT, 1914: 204-205). 4. Conclusiones Como dijimos en la introducción, el presente trabajo no aporta grandes novedades, pero si tenía el objetivo de dar a conocer con todo detalle por qué es correcta la versión de Ocvri para denominar la ciudad iberoromana ubicada en el Salto de la Mora, cerca de Ubrique. Se ha puesto de manifiesto de dónde arranca el error, al comienzo del siglo XIX, y por qué el CIL recoge la versión equivocada. Por otro lado, se ha realizado, por primera vez, un calco de la inscripción depositada en el Museo Arqueológico de Cádiz para que quedara patente y de forma inequívoca la versión correcta del texto RES P(vblica) OCVRITANORVM. Esperamos que esta modesta aportación pueda contribuir, en un futuro, a que no aparezcan citadas ni en publicaciones ni en mapas históricos las versiones Ocvrri u Ocvrris, que siguen defendiendo algunos sin aportar pruebas y otros por simple desconocimiento de la problemática.
Se nos ocurren dos razones para poder explicar las anomalías presentes en la inscripción. La más sencilla es que el lapicida, que tenía que grabar el texto encargado a partir de una minuta, haya copiado mal los numerales o los haya descolocado. A título de ejemplo, si se coloca el numeral X a la tribvnicia potestas y el IIII al consulado estas dos cifras encajarían con el año 184 d.C., pero no con el imperio V ya que tendría que estar grabado el VII. Podríamos seguir realizando otras
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BIBLIOGRAFÍA
NOTAS
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1. En un reciente trabajo Guerrero Misa manifiesta que el documento considerado anónimo por Baena del Alcázar y Berlanga Palomo en realidad fue redactado por el mismo Juan Vegazo, el mismo descubridor de las inscripciones. Recogemos a continuación la primera lectura de las inscripciones citada en ambos trabajos (BAENA DEL ALCAZAR, BERLANGA PALOMO, 2004: 398-399 y GUERRERO MISA, 2006: 52-53):
BAENA DEL ALCÁZAR, L., BERLANGA PALOMO, Mª. J. (2004): «Las antigüedades de Ocuri (Ubrique, Cádiz) según los documentos de la Real Academia de la Historia», Mainake, XXVI, Málaga, p. 395-416. CAGNAT, R. (1914): Cours d’Epigraphie Latine, Paris. CEÁN BERMÚDEZ, J. A. (1834): Sumario de las antigüedades romanas que hay en España, Valencia.
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1º
2º
IMP CAESARI
IMP CAESARI DI
M AURELIO COM
VI HADRIANI E DIVI TRA
MODO ANTONINO
IANI PARE NEPOTI DIVI
AUG PIO FELCER
NERVAE PRONEPOTI
SARM. PON. MAX
PIO HADRIANO ANTONI
TRIB. P. IIII IMP X
NO AUG PIO PONTIFICI MAX
COS V P.P. RES . P
P.P.
OCURITANORUM
POTEST. V COS III PP
DECRETO DECURI
R PUB OCURITANOR.
ONUM D.D.
DECRETO DECURIONUM D.D.
2. Curiosas son las anécdotas sobre la visita de Hübner a Ubrique. Por un lado Hübner alude a la «sórdida astucia de los indígenas ubriqueños que le negaron el camino», por otra Fray Sebastián de Ubrique indica que Hübner no pudo nunca llegar a ver los dos epígrafes porque se topó con «un vivo desaprensivo y codicioso que le pidió una cantidad desorbitada de dinero por llevarlo al Salto de la Mora». En ambos casos, se trata de miserias que impidieron transcribir los textos correctamente. 3. Agradecemos el asesoramiento del Prof. J. A. Abásolo sobre las variantes de la abreviatura D D en Epigrafía.
GUERRERO MISA, L. J. (2006): «Juan Vegazo, descubridor de la ciudad romana de Ocuri y pionero de la arqueología de campo en Andalucía», Papeles de Historia, 5, p. 34-58. HÜBNER, E., (1869): Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL), II, Berlin. MASDEU, J. F. (1805): Historia crítica de España y de la cultura española, Tomo 6, 1783-1805. VIVES, J. (1971): Inscripciones latina de la España romana (ILER), Barcelona.
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ALGUNOS APUNTES SOBRE EL POSIBLE TRAZADO DE LAS VÍAS ROMANAS EN LA COMUNIDAD DE MADRID Jesús Rodríguez Morales
Agotadas las fuentes antiguas1 sobre el tema, que han sido exprimidas al máximo por los investigadores anteriores, los nuevos estudios que aborden el tema se han de basar: 1. En el análisis directo del terreno, con la identificación de los posibles caminos antiguos. 2. En la documentación medieval que nos hable de caminos, siempre partiendo de la base de que, mientras no se demuestre lo contrario, el esquema básico de la caminería medieval ha de continuar el romano. 3. En la distribución de los yacimientos antiguos. Las rutas recogidas en el Itinerario de Antonino y que afectan a nuestra zona son la A24 (A26), la A25, y la A29, que, según todos los investigadores, recogen varios fragmentos de dos largas vías: una que iría de Augusta Emerita a Caesaraugusta (la A25) y otra que iría de Andalucía, por Laminium a Asturica Augusta, por Amallobriga (la A29 + A24 (A26)). Ambas se cruzarían en un lugar llamado Titulcia, situado casi con mucha probabilidad en la Comunidad de Madrid. Para presentar nuestras ideas vamos a examinar primero la comunicación directa entre las más importantes ciudades de la zona, y en primer lugar describiremos la vía que unía Toletum y Segovia. 1. Vía XXIV+ XXV (Segovia-Titulciam-Toletum). El Camino de Segovia a Toledo (RODRÍGUEZ MORALES, 2000, 2; 2001, 2 y 2007). La distancia real, a vuelo de pájaro, entre Segovia y Toledo está en torno a 120 Km, y, por el camino más corto, no baja de 130 Km. u 88 millas. En el Itinerario de Antonino, en la vía A24, la distancia de Segovia a Titulciam es de xxiv + xxiv2= xxxxviii millas, y en la A25 la de Titulciam a Toletum es de otras xxiv millas; en total son 72 millas, unos 107 Km. Es seguro que hay un error en los datos del Itinerario, pero ¿entre qué mansiones? Es indudable que el Itinerario de Antonino, en su parte peninsular, tiene equivocaciones. Hay vías que son imposibles de resolver, si queremos ajustar las distancias, como es el caso de la A31, Item a Lamino alio itinere Caesarea Augusta; de la A33, Item a Caesarea Augusta Beneharno; y en nuestra zona, de la A25, Alio itinere ab Emerita Caesarea Augusta o de la A29, Per Lusitaniam ab Emerita Caesarea Augusta,
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cuyas distancias son demasiado cortas incluso para un trazado que fuera en línea recta. Sin embargo hay otras rutas cuyas distancias se ha comprobado que son prácticamente perfectas, como la vía A1, De Italia in Hispanias, la A27, Item ab Asturica per Cantabria Caesaragusta, la A32, Item ab Asturica Tarracone o la A34, De Hispania in Aequitania. De las rutas que afectan a nuestra zona, la A24, Item ab Emerita Caesaraugustam, que sigue el más extraño trazado de todas las hispánicas, presentaba problemas al N de Salamanca, cuando abandonando la dirección S-N que traía por la Vía de la Plata, parecía tomar un rumbo aproximado O-E para llegar a Septimanca-Simancas. Allí las distancias con las reducciones y los trazados tradicionales eran demasiado cortas (RODRÍGUEZ MORALES, 2000, 3 y ARIAS, 2000), pero, tras las últimas investigaciones de Isaac Moreno (MORENO, 2006: 63), que ha identificado sobre el terreno un trazado distinto desde Salmantica hasta Amallobriga, por Ocelo Duri-Villalazán, Albocela-Tiedra y Amallobriga-Montealegre, las millas del Itinerario se ajustan perfectamente desde Emerita Augusta a Segovia, con lo que hemos de suponer que también son correctas las distancias de Segovia a Miacum (xxiv millas), de Miacum a Titulciam (xxiv millas), de Titulciam a Complutum (xxx millas), y de allí a Caesaraugusta. Así que, si Miacum está a 24 millas al S de Segovia, lo más probable es que esté en el yacimiento de Monesterio3, el más importante de la zona, y, como parece claro que la vía sigue hasta Galapagar, por donde pasa4, es al S de esta localidad donde hemos de buscar su continuación hacia una Titulcia situada a 24 millas de Miacum. 1. 1. La documentación medieval sobre la carrera de Segovia a Toledo Para lograr identificar la vía antigua vamos a utilizar la documentación medieval. El documento de 1249 El de 24 de Agosto de 1249 (GÓNZALEZ GONZÁLEZ, 1965: t. 2, 334-335) el rey Fernando III el Santo establecía una zona tapón entre segovianos y madrileños, germen del futuro Real de Manzanares. Sobre los límites del mismo dice Fernando:
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«E mandelo desterminar de tal logar hasta tal logar: desdel os la del Ferrenno, por do pasa la carrera toledana derecha commo va al Galapagar, e dende commo va a Paz en Porra et a Guadarrama, e dende arriba commo va el arroyo a Sagriella et la uega...»
El camino cruzaría el Guadarrama en tiempos por un puente que aparece en el s. XVIII, en el mapa de Tomás López (LÓPEZ, 1995). A partir de allí se llama Vereda Segoviana, que, por Romanillos, llega hasta la Vega Sagrilla11 y más al S a Móstoles.
Para la total inteligencia del documento hay que hacer las siguientes observaciones: - El límite sigue un camino, cosa esta muy corriente.5 - Además varios mojones y rocas al borde de esta vía están marcados con cruces inscritas, que marcan límites6, entre ellos el propio miliario del calabozo de Galapagar.
El límite oriental del alfoz de la Calatalifa islámica y el documento de 1208 (Privilegio de la Bolsilla)
Según este documento la carrera toledana o Camino de Segovia a Toledo, se coge en la Os del Ferrenno, el Puente del Herreño7, pasa por Galapagar, por Paz en Porra8, atraviesa el río Guadarrama y sube por su lado izquierdo hasta la Vega Sagriella9. La secuencia «commo va... e dende... e dende» no significa sino «según pasa... y después,... y después», describiéndonos paso a paso la carrera de Segovia a Toledo. Al SE de Galapagar, hay un camino que sigue exactamente la misma dirección que trae desde La Fuenfría, y con el nombre de Atajo de Villanueva del Pardillo10, pasa por esta localidad. Aquí es la calle Camino Real y la calle Real y su prolongación en línea recta es el camino de la Venta de San Antón. Esta venta estaba situada junto a la Urbanización Villafranca del Castillo.
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Más de un siglo antes del documento de 1249, en 1136, el rey Alfonso VII cedió la antigua ciudad musulmana de Calatalifa al Obispo de Segovia, para que la repoblara (VILLAR GARCÍA, 1990: 75- 76): «...Confirmo etiam et concedo ecclesie et episcopo iam dictis suisque succesoribus, Calatalipha, cum omnibus suis terminis antiquis et redditibus integris quos in diebus maurorum vel in diebus mei avi regis Adefonsi tenuisse et habuisse cognoscitur. Illud etiam quod antiquis terminis antiquis de Calatalipha, videlicet: Santa Maria de Bathles et sicut carrera vadit et dividit ad Ulmis ad Magerith...»12 Así que, en 1136, el límite oriental del territorio de Calatalifa13, siguiendo los términos antiguos de época de Alfonso VI y aún antes, los de época musulmana, era la carrera de Olmos a Madrid14, que, en el s. IX, unió las dos ciudades musulmanas recién fundadas. Este camino debió de utilizar en gran parte una vía preexistente, el actualmente llamado Cordel de la Carrera. Su nombre propio, La Carrera, indica que era la carretera
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más importante de la zona en el momento en que se la nombró así.15 En 1161 Calatalifa fue traspasada del Obispo al Concejo de Segovia y Segovia ocupó su alfoz. En el documento fundamental para entender la repoblación de la zona, el del 12 de Diciembre de 1208, dado en Segovia por Alfonso VIII, en el que confirmó los límites de la ciudad del acueducto con Toledo, Madrid, Olmos, Canales y Alhamín (GONZÁLEZ GONZÁLEZ, 1956, t. 3: 454) se dice: «...dono itaque uobis et concedo omnes illos moiones de uestro termino prout illos partitis cum Toleto et cum Madrid, cum Olmos, cum Canales, cum Alfamin et cum allis uillis que sunt frontaire de uestro termino allent serram... et sicut diuidit Serraniellos terminum cum Cubas
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et Grinnon, et sicut Moraleia de Petrofierro et Moraleia del Gordo, Moraleia de Lobofierro diuidunt terminum cum Humanes et Fregecedos, et sicut diuidit aldea de Abat terminum cum Fregecedos et Mostoles, et sicut diuidit Torreioncellum terminum cum Mostoles, et uadit per ecclesiam de Ribota, et per moionem gordum de Valle de Odon, et quomodo transit la carrera in aqua que dicitur Sagriella in Salcedon, deinde per summum del lomo et remanet Bobadella in parte de Madrid; et deinde ad lomam de ipsa cannada de Alcorcon, et deinde ad illas aquas de Butarec, et deinde ad illas aquas de Meac quomodo uadit super Pozolum, et Pozolos remanet de parte de Madrid...»16 En este documento, llamado normalmente Privilegio de la Bolsilla (ROJO, 2002), se sigue, para establecer
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La organización del espacio en la zona meridional de Segovia, a principios del s. XIII. Está basado en el mapa de Martínez Moro, muy modificado. La Carrera Toledana es el límite en los documentos de 1208 y 1249. En negro aldeas segovianas.
la frontera segoviana, el trazado del Cordel de la Carrera, la vía por las cuerdas altas, que sigue el interfluvio entre Guatén y Manzanares y Guadarrama, en el tramo que había sido el límite entre Calatalifa y Madrid, y ahora lo era entre Segovia, de quien era Calatalifa, y la villa del Manzanares. Este antiguo límite entre Segovia y Madrid se puede seguir actualmente de la siguiente manera: Primero por la divisoria entre los términos municipales de Serranillos con Cubas de la Sagra y Griñón. A continuación por la de las tres Moralejas (de Petrofierro o Mayor, del Gordo o de Enmedio y de Lobofierro o de Los Buyerros) con Humanes y Freguecedos. Los términos de las tres Moralejas forman el término actual de Mora-
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leja del Enmedio. En los mapas de mediados del s. XIX, antes del reparto del término llamado de Las Reyertas, que se dividió entre Serranillos y Griñón, el límite iba muy pegado al casco urbano de esta localidad, por el Cordel de la Carrera, allí llamado Vereda Toledana. Después por la divisoria de los términos de Aldea de Abad17 con Freguecedos18 y Móstoles. A continuación entre los términos de Torrejoncillo y Móstoles19 para llegar a la iglesia de La Ribota20. Más de trescientos años después, en 1545, en un documento que se guarda en el Archivo Municipal de Segovia21 y aduciendo pruebas en el pleito que enfrentó a la ciudad del Acueducto con los Condes de Chinchón, los segovianos nos vuelven a aclarar, por
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donde iba y por qué iba por allí el término entre Madrid y Segovia, descrito en 1208. Dicho deslinde «viene desde la sierra de Toçara partiendo terminos con el duque del Infantado fasta do dizen la cabeçada de Navalcarrillo e dende ay hasta dar al çerro de la Mesa e a las casas de Musanda e atraviesa el rrio de Guadarrama hasta el çerro de doña Yllana e desde alli adentro partiendo termino con Cubas e Griñon por la dicha carrera hasta dar al lindazo22 de Fregacedos e a Santo Domingo de la Ribota y por encima de San Vaviles hasta la Vega Sagrilla e a la piedra del Mortero.»
Por lo tanto en nuestra zona el límite (y por lo tanto la Carrera) va al O de Fregacedos, por Santo Domingo de la Ribota, por San Babilés y por la Vega Sagrilla, es decir, por la actual Vereda Segoviana, vía pecuaria que va de Galapagar a Torrejón de Velasco siempre con este mismo nombre. El documento de 1208 pues, reafirmando el anterior de 1139, deja claro que el Cordel de La Carrera era en aquel momento la divisoria entre Segovia y Madrid, y fue también en época musulmana, puesto que específicamente se dice que se respetan los términos que
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et sicut diuidit Serraniellos terminum cum Cubas et Grinnon, et sicut Moraleia de Petrofierro et Moraleia del Gordo, Moraleia de Lobofierro diuidunt terminum cum Humanes et Fregecedos, et sicut diuidit aldea de Abat terminum cum Fregecedos et Mostoles, et sicut diuidit Torreioncellum terminum cum Mostoles, et uadit per ecclesiam de Ribota, et per moionem gordum de Valle de Odon, et quomodo transit la carrera in aqua que dicitur Sagriella in Salcedon, deinde per summum del lomo et remanet Bobadella in parte de Madrid;
e desde alli adentro partiendo termino con Cubas e Griñon por la dicha carrera hasta dar
El lugar en que «transit la carrera in aqua que dicitur Sagriella in Salcedon» es el punto en el que el Cordel Segoviano-Carrera Toledana pasa el Arroyo de la Vega, entre el yacimiento visigodo de San Babilés y los tardorromanos y visigodos de La Veguilla y la Pingarrona. En otro documento anterior, de 7 de Febrero de 149624, que establece los límites de Madrid y Toledo, a la que pertenecía Móstoles, se dice: Primeramente, que iba el primer mojón de entre la dicha cibdad de Toledo e villa de Madrid, dijeron todos los dichos testigos de la una parte e de la otra que iban por la raia que va de la dicha cibdad de Toledo a Móstoles e a la dicha villa de Madrid, que era la raia antiguamente de los dichos términos [...] amojonó fasta en par de Santo Domingo de Ribota a la Somada de Móstoles... ficieron un mojón en el camino que va de Alcorcon a Mostoles adelante de la dicha Santo Domingo a la Somada de Móstoles e dende por la raia de los dichos lugares Móstoles e Alcorcon se ficieron sus mojones por la dicha raiz de los dichos lugares [...] dende hay otro mojón en el medio del camino que viene de Segovia a Mostoles...» Estas dos últimas descripciones coinciden con la del documento de 1208:
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al lindazo de Fregacedos e a Santo Domingo de la Ribota y por encima de San Vaviles hasta la Vega Sagrilla e a la piedra del Mortero.
tenían en tiempo de los moros, el límite entre Calatalifa y Madrid. Por tanto el Cordel ha de ser anterior al s. IX, en que se fundan ambas ciudades. Aún más, todavía en el s. XVI se seguía citando, como límite E de Moraleja la Mayor, en su mojonera con los pueblos vecinos de Griñón y Humanes, la calzada segoviana- toledana: «Mojonera25 dentre las villas de moralejas y serr(anillos) y griñon. Moraleja den medio Año 1578 [...] primeramente se Renobo el mojon questa de piedra e tierra en el camino real que va de toledo a segobia e otras partes que dizen la calçada segobiana [...] » Yten de alli se fue a otro mojon quel dicho juez mando hazer mas adelante yendo por el camino adelante hasta entrar en la carrera toleda[na] y llegar al mojon que llaman de yllescas el qual se Renobo. » Yten de alli se vino por la calçada toledana adelante a dar por junto a la hermita de santabarbara y de alli a dar por la dicha calçada adelante por junto a la hermita de san sebastian y de alli a dar a otro mojon quel dicho juez mando hazer questa a la orilla de la calçada junto a do dizen el calvario el qual se Renobo.
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» Yten de alli se fue la dicha calçada adelante a dar a otro mojon questa a la orilla de esa a la parte del mojon que dibide terminos entre las dichas villlas e la villa de umanes donde el dicho juez mando hazer otro mojon el qual se Renobo...» Este documento demuestra que el Cordel de la Carrera, en el tramo que aún hoy constituye el límite entre Moraleja y Humanes27, era conocido en el s. XVI como Camino Real de Toledo a Segovia, Calzada Toledana o Calzada Segoviana. Al decir «camino real que va de toledo a segobia e otras partes que dizen la calçada segobiana» nos están explicando un topónimo, es decir, aunque en aquel momento no estuviese aparentemente calzada, por haberse cubierto de tierra por ejemplo, sí lo estuvo antiguamente. Al S de Serranillos el camino sigue, siempre por las cuerdas altas, por la divisoria de aguas entre el Guadarrama y el Guatén, en dirección a Toledo, pasando por el E de Carranque y de El Viso de San Juan y al O de Cedillo28. No sigue la Cañada y Camino Antiguo de Toledo a Madrid-Camino Viejo de Toledo a Madrid29, sino un camino más al O, que va exactamente por lo alto del lomo, llamado Camino de Yunclillos a Madrid. En un documento de 140530, una tierra en Lominchar, junto a este camino, está en el Camino de Talavera. No es un error, puesto que, más al N31, se le llama aún hoy, en un tramo en el que sirve allí de mojonera entre Serranillos y Griñón, Camino de Talavera de la Reina a Madrid. Y efectivamente la Vía XXV viene de Talavera de la Reina —pero por Toledo— y nuestro camino, que sigue hacia el S, por el E de Lominchar y de Recas (allí es la calle Real), pasa por Yunclillos y viene a morir en el camino de Toledo, entre Bargas y Olías del Rey, a 9 Km (6 millas) de la ciudad imperial. La distancia desde el ramal de entrada al centro de Móstoles es de 3 Km = 2 millas. Midiendo las distancias del camino tenemos: - Si consideramos la distancia desde el centro de Móstoles a la puerta de Bisagra, en Toledo son 53,5 Km, es decir xxxvi millas de 1480 m. - Si medimos desde Móstoles hasta el punto en que termina el camino, entre Bargas y Olías son 41,5 Km = xxviii millas. - Si, consideramos la distancia desde el punto en que la vía XXIX se une con la XXV, en Griñón, hasta las puertas de Toledo son 44 Km, xxx millas. - Si, por fin, medimos desde el entronque con la vía XXIX hasta el final del camino son 35 Km, es decir xxv millas. Como el Itinerario da, en la vía XXV, sólo xxiv millas, ha de haber un error, lo cual no sería extraño en una ruta a la que se omiten mansiones, tiene al menos un salto de línea y le faltan más de 100 Km. para cubrir la distancia a vuelo de pájaro entre Mérida y Zaragoza.
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2. Vía XXV El camino de Toletum a Complutum por Titulciam y la situación de Titulcia. Desde Miacum-Monesterio habría que medir xxiv millas hacia el SE, siguiendo la Carrera ToledanaVereda Segoviana. Al pie de la vía hay media docena de yacimientos romanos, pero el primero de verdad importante se encuentra en Móstoles, a 38 Km= 25,5 millas de distancia. 2. 1. La situación de Titulcia en Móstoles Sobre los hallazgos romanos de Móstoles32 hemos publicado varios artículos (RODRÍGUEZ MORALES y GARCÍA ROMERO, 2002)33. Los últimos años han traído más novedades. La más importante es una necrópolis situada en uno de los caminos de salida hacia el SE34, con 14 tumbas en menos de 100 metros cuadrados y tres fases de ocupación (GALINDO y MARCOS SÁNCHEZ, 2006, 1). Las noticias orales de la extensión de la misma, proporcionadas por los vecinos que construyeron en los años 60 las casas bajas que se levantan sobre ella: «había muchas tumbas, pero eran de la guerra» nos dibujan un tamaño similar al del cementerio viejo de la villa, que sirvió a una población de unos 1.500 habitantes desde el s. XVIII. En este yacimiento ubicamos Titulcia. Y no sólo por la existencia del propio yacimiento, condición sine qua non, sino por el papel de gran centro de comunicaciones de Móstoles, que es una población sin razones intrínsecas para haber atraído en la Edad Media tal cantidad de caminos. Sobre ello volveremos más tarde. 3. Vía XXV Augustobrigam-(Caesarobrigam)Toletum) y el camino directo de Toletum a Complutum Si Caesarobriga, que debe de ser Talavera de la Reina, no aparece en el Itinerario es, como ha puesto de manifiesto Arias (ARIAS, 1987: 125- 126), debido a un homeoteleuton, a un salto de línea, así que 55 millas debe de ser la distancia entre Talavera y Toletum. Que por Talavera pasaba una vía es indudable, ya que lo demuestra la aparición de dos miliarios en la ciudad (URBINA MARTÍNEZ, 2001: 208). Por el camino más probable de Talavera a Toledo hay casi exactamente 52 millas, así que es posible que la mansio viaria, a 55 millas, estuviera un poco al N de la ciudad35. Desde Talavera, por el Puente del Alberche, Montearagón, Cebolla, Erustes, Carriches, Carmena, Gerindote, vértice La Calzada, Rielves, cruce del Guadarrama por Loranque y el camino de Rielves o de Loranque, se llega a Bargas. La distancia, de 81 Km, se corresponde (54,7 millas) con las 55 que marcaría el Itinerario.
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Al E de Bargas, en dirección a Complutum, el camino sigue por Olías y Magán a coger el Cordel de las Merinas, que por Villaseca36, Alameda, Borox y Seseña nos lleva al cruce del Tajo, posiblemente por Bayona-Titulcia, para, por la orilla derecha del bajo Tajuña y Morata, como propone Stylow (STYLOW y VON HESBERG, 2004), llegar al miliario de Valtierra37 y a Complutum. En el entorno de las Casas de Valtierra, el lugar en el que se encontraba el miliario, y junto al camino, hay dos topónimos posiblemente relacionados: El Pilarejo, que puede aludir a la piedra, y Carravieja38, ‘la carrera vieja’, buen nombre para el camino antiguo. La distancia que se mide por aquí está muy cerca de la noticia que nos da una fuente tardorromana, «el texto de S. Isidoro De viris illustribus, cap. 1, referido a la vida del toledano S. Asturio,..., al referirse al sepulcro de unos mártires en Complutum, indica que la distancia entre ambas ciudades, Toledo y Complutum, es de casi 60 millas, indicando en concreto: «... Complutense sepultos municipio, quod ad urbe eius ferme sexagesimo miliario situm est» (FERNÁNDEZ GALIANO, 1999: 7) Habría lx millas desde Toledo a Alcalá, y la distancia total, por el camino indicado, es de 90 Km, exactamente el dato del documento. Así que es posible que éste sea un camino romano directo entre las dos ciudades, pero no el del Itinerario, que mide xxiv + xxx= liv Millas (80 Km.), y va por Titulcia. 4. El camino de Valencia a Ávila y Salamanca por Bayona de Tajuña En el s. XVI, en el Villuga (VILLUGA, 190239), el paso del camino de Valencia, que viene desde Uclés-Segobriga, en dirección a Ávila y Salamanca, y se efectúa en la zona por Fuentidueña, Chinchón, Bayona y Valdemoro, explicaría perfectamente la referencia aportada por Stylow (STYLOW y VON HESBERG, 2004: 235), tomada de los Annales Complutenses del siglo XVII: «Algunos curiosos quieren que Carraca estuvies donde oy Vaiona [...] La causa porque han querido apropiar estas ruinas a la antigua Carraca es porque de Chinchón a ellas se conserva una calçada, camino antiguo y poco usado, a quien llaman Carcadilla.» La carretera actual de Chinchón a Titulcia baja por el Arroyo de las Carcavillas, superpuesta en gran parte a un antiguo camino, que es posiblemente del que habla el texto.
Todavía en 1592 se nombra un camino de la calzada situado en el entorno de la actual carretera de Chinchón a Titulcia o M-404: «Chinchon La dehesa de Valdechinchon Y quedo asimismo por los dichos comisarios coteada la dehesa de Valdechinchon ques de la dicha villa de chinchon en la forma y manera siguientes. [...] y desdeste mojon se va a otro que esta en una llanada a par de camino de la calzada enfrente de la carcaba de peristeban ques de tierra blanca. Y desdeste mojon se va a otro questa a par del dicho camino de la calzada y del camino de san juan questa a la mano derecha del dicho camino como van de chinchon a san juan40». La cárcava de Peristeban ha de ser la hoy llamada Cañada de la Iglesia, que desemboca en el de Las Carcavillas en el Km 55 de la citada carretera, puesto que en sus laderas brota la Fuente de la Pernisteba y el camino de la Laguna de San Juan sale del lado izquierdo de la carretera en el Km 53, un poco más abajo41. Con la seguridad de que el Camino de la Calzada del documento ha de coincidir en su mayoría con la actual carretera de Chinchón a Titulcia hemos explorado la zona y encontrado en una rectificación de curva realizada recientemente42 el corte del antiguo camino bajo la carretera asfaltada. En el corte de se puede distinguir (ver figura en página siguiente): 1. Capa asfáltica 2. Capa de macadam (argamasa de cal con piedra machacada) 3. Capa de tierra 4. Capa de piedra de yeso con bordillos en ambos lados, de unos 6 m. de anchura. Seguramente el corte descubierto corresponde a la antigua calzada romana.
Pero hay datos más antiguos y más concretos; en 1302, al acotar una de las Dehesas de Bayona, la «que se parte allende Tajuña», pone uno de los mojones en el Val de la Carrera que va a Ávila (GONZÁLEZ COUTO, 200: 7). Esta última referencia nos asegura la antigüedad del camino.
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Así, aunque yo también creo que la inscripción monumental de Ciempozuelos pertenece a un arco, y no sería raro que estuviera junto a un puente, como afirmo en un artículo (RODRÍGUEZ MORALES, 200543) no creo que podamos deducir de ello, como hace Stylow, la identidad de la Titulcia antigua y la moderna, puesto que el segundo camino que cruza el Jarama por Bayona- Titulcia no es el de Laminium a Segovia, sino el de Segobriga a Avila .Este camino sería el que identifican GALINDO SAN JOSÉ y SÁNCHEZ SÁNCHEZ-MORENO (2006, 2: 63), que «enlazaría con un antiguo camino quer vendría por la margen derecha del Tajuña desde el casco urbano de Titulcia y parece continuar hasta el actual municipio de Chinchón.» Tras cruzar el Jarama por el puente en cuyo extremo estaría el arco triunfal, el camino se dirigiría —como registra Villuga en el s. XVI— a Valdemoro y a Móstoles. La vía iría probablemente por Parla y el gran yacimiento, recientemente excavado44, de Loranca-El Bañuelo, junto al que el camino conserva el topónimo La Estrada, del latín stratam (viam), único en la Comunidad de Madrid, y muy significativo del paso de vía antigua45. Desde Móstoles el camino, documentado ya en el s. XV como camino de Robledo, sigue, por Villaviciosa de Odón, Brunete, Navalagamella, Fresnedillas y Robledo de Chavela, hacia Ávila. En Fresnedillas se encuentra un posible miliario anepígrafo tardío (RODRÍGUEZ MORALES, 2001, 1). 5. Titulciam-Complutum. El camino de Móstoles a Alcalá y el miliario de Madrid.
Moros de la ciudad estaba colocada, como pieza de pavimento, una piedra «tosca, rolliza y de forma de columna [...] más alta que un estado de hombre», en la que se podían leer las letras SERTORIS48. Según LOSTAL PROS, 1992: 65, la pieza podía ser un miliario de Trajano, de fórmula similar a los tres de Alcalá, que hablan de una reparación de la vía. [Imp(erator) Nerva / Caesar Aug(ustus) /3Traianus] /_G¬er(manicus) _p¬o[n]_t¬i_f¬(ex) / [max(imus) trib(unicia) /6pot(estate) IIII p(ater) p(atriae) co(n)s(ul) II] / - - - - - «El autor reconoce el carácter hipotético de su restitución, y lo único que puede sostenerla es la relativa abundancia de miliarios de Trajano en la zona centro en torno a Complutum. El miliario se fecharía entre el 10 de diciembre del año 99 y el 9 de diciembre del año 100.»49
Posible aspecto del posible miliario de la Puerta de Carros, sobre la lectura de Ambrosio Morales (1575) del miliario de Valtierra.
De Titulciam-Móstoles a Complutum-Alcalá de Henares todo está alterado, sólo es probable el paso del Manzanares, posiblemente por el lugar que hoy ocupa el Puente de Segovia o el de Toledo46, y el paso del Jarama, seguramente por el Puente de Viveros, también muy antiguo. Desde allí, por el trazado de la antigua N-II seguimos hasta llegar a la altura de Complutum en El Juncal47. Por este camino hemos recorrido en torno a 44 Km, es decir las xxx millas, del Itinerario. Hay otra pista que hablaría a favor de este trazado de Titulciam a Complutum, la posible presencia de un miliario en Madrid. A principios del s. XVII, Jerónimo de la Quintana recoge el testimonio de Gonzalo Fernández de Quevedo, quien decía que en la Puerta de
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La lectura que dan las fuentes, SERTORIS, sería fruto del afán de los anticuarios del XVII de buscar un pasado glorioso a Madrid y provendría de un error al leer una piedra muy gastada; la formula podría ser más bien GER(manicus) PONT(IFEX)50, pudiendo fácilmente confundirse GER.PONT. con SER TORI(S). El lugar en donde se reconoció la pieza, una de las puertas de entrada a la ciudad medieval, y el uso que se le había dado, como piedra del pavimento, abundan en su hallazgo muy cercano, ya que no parece que se trate, como otras inscripciones de las que hay noticia en Madrid, de una pieza traída de los alrededores con afán decorativo o anticuario. Si Lostal tiene razón en su hipótesis, la pieza estaría, como las otras tres, relacionada con Complutum, puesto que sería de una vía, la XXV, que pasaba por allí. De Madrid a Complutum el camino iría por el camino antiguo de Alcalá y cruzaría el Jarama por el Puente de Viveros, documentado desde el s. XIII.
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6. Vía XXIX (Alces-Titulciam). El Camino de Andalucía. Como he mantenido ya (RODRÍGUEZ MORALES, 2000, 2) Alces sería Ocaña51 y Vicus Cuminarius, Esquivias. La vía está ampliamente documentada en época moderna, pues era el paso más corriente a Andalucía y Murcia (VIÑAS y PAZ, 1951: t. 1. 31152) y se puede seguir perfectamente desde Ocaña, por Ciruelos, el Puente de la Alhóndiga53, Borox, Esquivias, Yeles, Cubas de la Sagra y Griñón, con varios yacimientos antiguos a sus pies. Entre Casarrubuelos y Las Charcas de Moraleja sigue una línea recta de 10 Km de longitud que es la alineación derecha más larga de las vías de la zona. Las distancias ajustadas al itinerario serían: De Alces a Vico Cuminario 36 Km= 24,3 millas en vez de las xxiv del Itinerario y de Vico Cuminario a Titulciam 26,5 Km. = 17,9 millas, en vez de xviii.
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En el mapa de página anterior están recogidas estas ideas, así como otras vías de las que no hemos hablado, como la de Segobriga a Toletum, la de Segobriga a Complutum, la de Toletum a Avila, la de Segovia a Toletum por el río Guadarrama o la posible del Puerto de Somosierra.
7. 1. Río Guadarrama
7. De nuevo sobre la situación de Titulcia
Para Gonzalo Arias (ARIAS BONET, 1987 y 1996), el primero que propuso su ubicación en esta zona, Titulcia se encontraría en el despoblado del Villarejo, a orillas del Aulencia, muy cerca de su desembocadura en el Guadarrama, en donde hay un yacimiento romano, unida a la vía XXIV, que iría por el N, mediante un ramal, indicado por el acusativo Titulciam. En esta idea le sigue Enrique Suja, que es quien más datos ha aportado sobre el yacimiento del Aulencia (SUJA, 2006).
Quizás la situación de Titulcia es el problema de la caminería romana madrileña que más tinta ha hecho correr. Todos investigadores que han tratado el tema la ubican al borde de uno de los dos de afluentes directos del Tajo en la zona: el Guadarrama y el Jarama.
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Los que colocan Titulcia a orillas del Guadarrama la ubican junto al camino romano más directo de Toledo a Segovia, el que va junto a la orilla derecha del río o Cañada de la Calzadilla-Carril Toledano.
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Para FERNÁNDEZ GALIANO, 1989, el arqueólogo y director de las excavaciones de la villa romana de Carranque, Titulcia estaría más al S, en las inmediaciones de su excavación, justo en el límite de las provincias de Toledo y Madrid. De la misma opinión son Carlos Caballero y sus compañeros (CABALLERO CASADO, FERNÁNDEZ y MARTÍN, 2002), aunque aquel se inclina últimamente por la actual Titulcia- Bayona de Tajuña (CABALLERO CASADO, 2006: 43). 7. 2. Río Tajo-Jarama Los que ubican Titulcia junto al Jarama, la colocan al pie de una de las vías más directas de Toledo a Complutum, la que va por la orilla del Tajo, que coincide con una Cañada Galiana. Antonio Blázquez y su hijo (BLÁZQUEZ y DELGADO-AGUILERA y BLÁZQUEZ y JIMÉNEZ, 1921: 11) fueron los primeros en ubicar Titulcia 2 Km. al N de Aranjuez, al borde del Jarama, a 24 millas de 1.666 m. de Toledo. En esta teoría les sigue María Mariné, en un artículo publicado en 1979 (MARINÉ ISIDRO, 1979). Santiago Palomero opta por colocarla en la actual Titulcia, antigua Bayona de Tajuña (ÁLVAREZ GONZÁLEZ y PALOMERO PLAZA, 1990), o bien, más recientemente (PALOMERO PLAZA, 2001, 1 y 2), la sitúa un poco más cerca de Toledo, entre Seseña, Ciempozuelos y Aranjuez. El último seguidor de la idea de una Titulcia en el Jarama es Armin Stylow (STYLOW y VON HESBERG, 2004). El catedrático alemán piensa, basándose en el posible arco triunfal de Ciempozuelos, que la Titulcia antigua coincidiría en su situación con la actual, antigua Bayona de Tajuña. 8. Titulcia = Móstoles Como sabemos que la Titulcia romana estaba situada en el medio de la vía de Segovia a Toletum y también en el medio de la vía de Toletum a Complutum, colocar Titulciam al pie de uno sólo de los caminos directos de Segovia a Toletum o de Toletum a Complutum tiene el problema de que tal tipo de interpretación queda coja cuando sabemos que Titulciam tiene que estar a la vez en las dos vías. Esto parece imposible de conseguir, pero hay que seguir insistiendo hasta dar con una localidad que cumpla ambos requisitos. Si observamos el mapa adjunto veremos lo que quiero decir. En el triángulo que forman los caminos existentes en época romana más directos entre las mansiones de Miacum, Toletum y Complutum (en negro en el mapa) hay un punto que está en la línea bisectriz de los tres ángulos, siendo cada una de ellas (en rojo en el mapa) otro camino de época romana, que va desde Miacum, Toletum y Complutum respectivamente, a la localidad.
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Esa localidad es Móstoles, de la que ya hemos hablado. Desde que comienza a parecer en la documentación medieval siempre lo hace como punto de paso de caminos importantes. La primera noticia, ésta no completamente segura, aunque muy probable, estaría en una fuente árabe, el libro de Al-Idrisi, Los caminos de Al-Andalus en el siglo XII. Allí, en la «La ruta de Toledo a Burgos»: De Toledo al Yabal Urta hay doce millas, a la alquería de S.n.h hay doce millas, a M.tāl hay veinte millas, a Arbana hay veinte millas, de Arbana a Segovia hay seis millas...». El topónimo M.tāl aparece en los manuscritos con las grafías ﻣﺘﺎﻝ, M.tāl y ﻣﺴﺎﻝ, M.sāl. Combinando ambas en una solución paleográficamente muy sencilla, obtendríamos, en un topónimo, como casi todos los de los geógrafos medievales musulmanes, de transmisión difícil y poco segura, ﻣﺴﺘﺎﻝ, M.stāl, Mostel, que podría ser el actual Móstoles (Monsteles en 1142). Pero es en el s. XVI, el primer momento en el que tenemos fuentes abundantes sobre caminería, cuando comprobamos ( RODRÍGUEZ MORALES, 2000, 1) que, según la Cosmografía de Hernando Colón (1520) (COLÓN, 1988), el Reportorio de Villuga (1546) (VILLUGA, 1905) y las Relaciones de Felipe II (1576) (ALVAR EZQUERRA, 1993: t. 2, 502), por Móstoles pasaban tres de los caminos principales del centro de la Península: el Real de Extremadura —de Mérida a Zaragoza—; los reales de Andalucía a Segovia y de Toledo a Segovia y el camino de Valencia a Salamanca. Los dos primeros son precisamente las vías que pasan por Titulcia en el Itinerario de Antonino y el tercero es otro camino que pasaría probablemente por ella, aunque no esté recogido en el Itinerario54, y al que ya nos hemos referido. Sin embargo se ha aducido recientemente (CABALLERO CASADO, 2006: 44-46) que Titulcia ha de situarse al S de la Comunidad de Madrid, puesto que «Por una cuestión puramente territorial es preciso desplazar(la) hacia el sur.» «Desde la perspectiva territorial, cabe considerar que el territorio madrileño dependía de tres municipios distintos, Complutum, Mantua y Titultia…» y si Titulcia estuviera situada en El Villarejo o Móstoles «…se solaparían los territorios controlados por los municipios de Titultia y Mantua.» Este lógico razonamiento sirve si admitimos que efectivamente el territorio de la actual Comunidad de Madrid estaba dividido entre los municipios romanos de Complutum, Mantua y Titulcia, pero no creo que sea así, puesto que, como he mantenido (RODRÍGUEZ MORALES, 2005), pienso que las tres ciudades que ocupaban la actual provincia55, cuyos límites se en-
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contraban en el trifinium del término augustal de la Ermita de los Remedios, en Colmenar Viejo, eran las de Segovia, Complutum y Toletum. Titulcia y Mantua serían simples vici de Toletum, cuyo territorio llegaría hasta las presierras del S del Sistema Central.
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En gris las ciudades romanas de la región central y sus posibles límites
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3 Una nota no concordante la da JIMÉNEZ GUIJARRO, 2006, que ubica Miaccum en el yacimiento por él excavado en El Beneficio (Collado-Mediano)
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2 O xxix, según una variante.
4 El paso por Galapagar está comprobado por el hallazgo de un miliario, que se conserva en el Ayuntamiento (CABALLERO CASADO, FERNÁNDEZ y MARTÍN, 2002) 5 No sólo es que los que amojonan —sobre todo si transportan mojones— tengan que moverse lo más rápidamente posible de un punto a otro, y esto se haga más fácilmente por un camino, sino que los caminos son líneas permanentes y fáciles de ubicar. En un documento de 1246, la carta de avenencia entre el concejo de Olmos y la Orden de San Juan, por la cual se amojonan los ejidos de Olmos, (AYALA MARTÍNEZ, 1997: 405) se dice literalmente: «Estas carreras que aquí son escritas estas tenemos por mojones.
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6 Ya en época romana, según los agrimensores, se ponían marcas en forma de cruces aspadas en los mojones (Higynio, De conditionibus agrorum, p. 16- 17: «...naturalis petrae...aut decus habent aut lineas.»; Siculus Flaccus, De conticionibus agrorum, pp. 78- 79: «Aliquando etiam petras occurrentes in finibus notatas invenimus, et quosdam...notas habentes, in versuris vero gammas... aliquas etima decussatas invenimus) y en época medieval y moderna se seguía haciéndolo (RODRÍGUEZ MORALES, 2005) 7 Sobre el Guadarrama, entre Galapagar y San Lorenzo de El Escorial. 8 Actual lugar de la Venta de San Antón, al S. de la Urbanización Villafranca del Castillo.
y sigue por la divisoria del término de Aldea del Abad con Freguecedos y Móstoles, y sigue por la divisoria del término de Torrejoncillo con Móstoles, y pasa por la iglesia de La Ribota, y por el mojón gordo del Valle de Odón, y por donde pasa la carrera el arroyo de Sagrilla en Salcedón, y luego por lo alto del lomo, quedando Boadilla en el lado de Madrid; y luego por la loma de la misma Cañada de Alcorcón; y luego por el arroyo de Butarque y luego por el arroyo de los Meaques, en donde pasa por encima de Pozuelo; quedando Pozuelo en el lado de Madrid...» 17 Aldea de Abad es un despoblado, situado donde el Camino de la Magdalena o de los Gallegos, que va de Moraleja a Móstoles, toca la orilla derecha del Arroyo de los Combos o de la Magdalena. Allí se conservó hasta el s. XVIII la Ermita de la Magdalena.
9 Hoy la Vega, un Km al SW de Boadilla del Monte. 10 En la bajada de Las Cuestas y antes de llegar al Pardillo quedan restos físicos de la vía. 11 A este tramo del camino se alude en otro documento, de 15 de Agosto de 1302, dado en Segovia, las llamadas Ordenanzas de la población de Segovia; al hablar de los mojones de la divisoria oriental del alfoz de Calatalifa, se dice (GONZÁLEZ COUTO, 1997: 9) «fasta do da en Guadarrama, e Guadarrama aRriba fasta do da en la carcaua de Romaniellos, e de la carcaua aRriba fasta do da en Romaniellos, e de Romaniellos aRriba da en la caRrera que va de la Vega a Paçanporra» 12 La traducción podría ser la siguiente: «Confirmo además y concedo a la iglesia y al obispo antedichos y a sus sucesores Calatalifa, con todos sus términos antiguos y rentas íntegras, las que hubiera tenido y se hubieran conocido en los tiempos de los moros o de mi abuelo Alfonso (VI). Además los antiguos términos de Calatalifa, es decir: Santa María de Batres y tal como va y divide la carrera de Olmos a Madrid.» 13 Sobre Calatalifa vid. un excelente resumen de lo que de ella sabemos en SÁEZ LARA, 1993: 146- 147. 14 Sobre la carrera de Olmos a Madrid (RODRÍGUEZ MORALES, 1999 y 2001, 2) 15 La Carrera es un nombre propio, (GONZÁLEZ COUTO, 1997: 9). su artículo, del que soy deudor, hace un exhaustivo estudio de tres documentos medievales que se refieren a caminos de la zona. 16 Que podríamos traducir así: «…Por tanto os doy y concedo todos los mojones de vuestro término que lo separan de Toledo, Madrid, Olmos, Canales, Alamín y otras villas que son fronteras de vuestro término al otro lado de la Sierra... y sigue por la divisoria del término de Serranillos con Cubas y Griñón; y sigue por la divisoria de los términos de Moraleja de Petrofierro y Moraleja del Gordo y Moraleja de Lobofierro con los de Humanes y Freguecedos;
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18 Freguecedos aparece en un documento de Alfonso VII: su donación al Obispo de Segovia, hecha en Toledo, en Octubre de 1144 (VILLAR GARCÍA, 1990: 83-84): «...ego Adefonsus... domnoque Petro eiusdem episcopo...eum locum quem dicitur Freguezedo, existente intra turrem de Monsteles et illam carreram qua itur de Magerito ad Ulmos...» Efectivamente Freguecedos está entre la villa de Móstoles y el desvío del Cordel de la Carrera, que sale con destino a Madrid desde esta localidad, un poco al E de ella. 19 «...la dicha çibdad de Toledo e su lugar de Mostoles, por las dichas sentençias, e por provanças de testimonios sin sospecha, que tiene provado aver testado, e esta en posesion vel casi de paçer e roçar e cortar e ronper e arar e senbrar en el termino de Arroyo de Viñas e en el termino del Veçillo, en la mitad de las tres quartas partes, e de paçer e roçar e cortar, en todas tres quartas partes del dicho Veçillo, e de se aprovechar del Prado de la Madalena e Aldea de Abad,...» Compromiso y sentencia de jueces arbitros en el pleito que siguio la Ciudad y el lugar de Mostoles, de su jurisdiccion con la ciudad de Segovia sobre pastos y cortas en el termino de Arroyo y Beçillo y Prado de la Magdalena, en que se amparo a la Ciudad y dicho lugar de Mostoles, estar en posesion de los dichos pastos y cortas y otros aprobechamientos. Año de 1515. Archivo Municipal de Toledo, Archivo Secreto, Cajón 7, Legajo 1º, nº 13 20 Los restos de La Ribota< *Riba alta están junto a la cabecera del Arroyo del Soto, hoy al N de la Urbanización Fuente Cisneros y al S de la M-506 21 Archivo Municipal de Segovia, legajo 531, Carta ejecutoria, preguntas de Segovia, nº II, apud ROJO, 2000: 93. 22 «Linde, especialmente si está señalada con mojones...» (MOLINER, 1994: t. 2, 261) La Vía de la Plata, en el tramo que fue límite entre los obispados medievales de Coria y Plasencia, se llama en varios lugares El Lindón. (comunicación oral de Juan Gil Montes). 23 Por la Vega Sagrilla seguía pasando en el s. XVI el camino de Segovia: «y desde este mojon el arroyo abajo se
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fue asta una tierra ques por junto al camino que va de la dicha villa (La Vega Sagrilla) a Segovia.» Archivo Municipal de Segovia, El original de la disignacion de la rraya y mojonera entre la ciudad de Segovia y su tierra con el conde de Chinchón. año de 1592, fol. 49, izda. 24 Archivo de Villa de Madrid. Secretaría, 3-175-10, apud PERIS BARRIO, 1990: 10. 25 Documento del Archivo Municipal de Moraleja de Enmedio. 26 El subrayado es mío. 27 M.T.N. 1: 50.000, 582, Getafe, 1ª ed. 1876. 40º 16’ N, 0º 9’ 30’’ O. En las primeras ediciones del M.T.N. 1: 50.000 las longitudes son las del meridiano de Madrid. 28 El camino, desde Yunclillos a Villanueva del Pardillo, no pasa por ningún núcleo actual de población, lo cual es sintomático de su antigüedad. 29 M.T.N. escala 1: 50.000, hojas 629, Toledo, de 1882 y 604, Villaluenga, de 1881. 30 Archivo del Convento de Santo Domingo el Real de Toledo, nº 622, Toledo, Carta de Venta por la que el hijo de Domingo Fernández de Viena vende a Ferrando Gil de Osuna y su mujer Mencía una tierra que está en Nominchar, camino de Talavera, cuyos límites señala con sus entradas y salidas por el precio de 360 maravedíes. 31 Mapa de la Comunidad de Madrid, escala 1: 2.500, Hoja 558, 7-8 32 MANGAS MANJARRÉS y SOLANA SÁIZ, 1984 y SOLANA SÁINZ y MAÑANES PÉREZ, 1985, ya apuntaban una situación de Titulcia entre Móstoles y Alcorcón. 33 En él se recoge una inscripción hallada en el término municipal y, dentro del casco antiguo, la cabeza de mármol de la Venus de Móstoles, del s. I, un horno romano del s. IV y un yacimiento que dio una moneda de principios del s. IV y un grafito. Posteriormente ha aparecido otro yacimiento en posición secundaria con materiales desde el s. I. 34 Junto al Camino de Humanes, que es precisamente el camino de salida hacia Toledo y Andalucía. 35 De la misma opinión es PALOMERO PLAZA, 2001, que pone el empalme también en Bargas. 36 Del árabe Aceca ‘carretera’. Entre Villaseca y Mocejón se han localizado recientemente restos de calzada. 37 Fue José Antonio Cezón (CEZÓN, 1995), el que demostró que el miliario se encuentra justo a la distancia apropiada de Alcalá.
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38 M.T.N. 1: 25.000, 583-I, Arganda, 40º 18’N- 3º 22’ 50» O y 40º 18’ 35»N 3º 22’ 50» O. 39 Ay de Valencia a Salamanca xcii [...] a hucles iii/ a valenchon iii/ a huente dueña ii/ a chinchon iiii/ a bayona iii/ a val de moro ii/ a mostoles iiii/ a nava la gamella v/ a robledo ii/ a navalperal iiii/ a avila v[ ...] 40 Archivo Municipal de Segovia, El original de la disignacion de la rraya y mojonera entre la ciudad de Segovia y su tierra con el conde de Chinchón. año de 1592, 2, fol. 13 dcha. 41 M.T.N. 1: 25.000, 606-I, Chinchón, coordenadas UTM 4590- 4444 42 En el Km. 54,600 de la carretera (MTN 1: 25.000, 606-I Chinchón, coordenadas UTM 4588- 4444,) 43 Creo que lo que marca es un límite territorial, quizás del convento cesaraugustano, al que pertenecía Complutum. El artículo más reciente que recoge los ejemplos de arcos asociados a puentes y a límites (arcos de Jano y Martorell —ambos asociados a puente y límite— , arcos de Chimorra, de Bara y de Cabanes —marcando límites) es el de SILLIERES, 2003: 274- 275. 44 En excavación dirigida por Pilar Oñate, de Artra S.L. 45 O por Pinto, que tiene probablemente un gran yacimiento romano en el casco urbano, y Fuenlabrada. 46 Las recientes intervenciones en la M-30 han sacado junto a los puentes de Segovia y Toledo, restos de otros más antiguos. 47 La Complutum del llano, desde los Flavios en adelante, estába en El Juncal, al O de la actual Alcalá, a la altura del Km 28 de la antigua carretera de Barcelona, hoy desvío de entrada a Alcalá, en donde hoy en día hay un polígono industrial. 48 CIL II 3056 49 STYLOW, 1995: 552 , afirma que la de Lostal es una «restitución sin fundamentos». 50 Mejor que GER(manicus) PO[N]TIF(ex), como lo restituye Lostal, ya que Pontifex se abrevia PONT. en los demás miliarios de la serie. 51 El topónimo Ocaña, vendría de Alcanea> *Aucania> *Ocania> Ocanna> Ocaña. A 2 Km. al E de la villa hay un enorme yacimiento romano, 52 Contestación de Ciruelos a las preguntas 55 y 44: «este pueblo es pasajero a la corte e a Valladolid y a la Mancha...». «A los 44 capítulos dijeron que como tienen dicho en el capítulo antes de este, que en este lugar hay un alcalde ordinario, y un alguacil, y dos regidores, y un escribano, y que el aprovechamiento que los susodichos tienen que el año
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que les caben los oficios les dan harto trabajo, y estorbo, y pérdida de sus haciendas, y afrentados, y maltratados de todas las compañias que pasan por este pueblo, y por los oficiales de las compañias dichas que muy continuamente pasan por este pueblo, por estar al paso del puente de la Alhondiga...»; VIÑAS y PAZ, 1951: t. 1, p. 141, contestación de Borox a la pregunta 56: «Esta villa es pasajera, tiene dos caminos reales, que hacen una cruz por la plaza de ella, el uno que viene del reino de Valencia y Murcia y Cartagena y Mancha y va a parar a la Corte de Su Magestad y a Castilla la Vieja; y el otro viene de los reinos de Aragón y Navarra y Cataluña y Soria y otras muchas partes, y va a Toledo y a otras muchas partes.» 53 El Puente de la Alhóndiga, lugar documentado como alquería de Alfondega ya en 1184, en un deslinde entre las alquerías de Dar-el-Chabel y Alameda, tiene un nombre que vie ne del árabe fúnduq, «posada o fonda donde se alojan los mercaderes». A mediados del s. XVI había allí una venta y junto a ella «una puente de madera, por do pasa la gente y ganados, para de madera es cosa principal, la cual es de Su Magestad y el sustento della es libre de pontage y portadgo y todo pecho.» (VIÑAS y PAZ, 1951: t. 1, 137, contestación de Borox, respuesta 22.) A este puente de Alhóndiga se refieren también Ocaña y Añover de Tajo en sus respuestas a las Relaciones. Un documento de repartimiento para pagar su reparación, a mediados del s. XVI, nos dibuja su área de influencia. La localidad más lejana que tiene que pagar el puente es Villanueva del Pardillo, a 10 Km al SE de Galapagar y en el camino de Segovia al puente de la Alhóndiga: COLÓN, 1988: 789- 790 «... sotos albos es lugar de 90 vecinos... y hasta ocaña ques en el reyno de toledo ay XXVII leguas y vase por son sotos e por junto con pellegeros e por santyllan e por la venta de don gotierra e por galapagar e por el pardillo e por la veguilla e por mostoles e por torrejon de velasco e por desquivias e por la barca de alhondiga...») 54 Tan lógico es que pasara por Titulcia que FERNÁNDEZ GALIANO, 1989, decía lo siguiente en su famoso artículo: «Vía Titulcia-Salamanca [...] si aceptamos la ubicación de Titulcia, vemos que su necesidad es evidente, ya que es una especie de continuación natural de la ruta de Cartagena a Salamanca [...] creemos que la excepcional importancia de Titulcia como centro de comunicaciones no podría haber sido igual sin esta vía hacia Salamanca.» 55 A ellas habría que añadir Avila, que llegaba hasta el bajo Alberche y Duratón, que controlaba el valle medio del Lozoya
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CAMINO Y AGUA, CLAVES PARA LA GÉNESIS PASTORIL DE VALMOJADO (TOLEDO). David González Agudo
En un congreso sobre espacios fortificados de la provincia de Toledo celebrado en mayo de 2003, Jesús Rodríguez Morales y Fernando Sáez Lara presentaban una interesante comunicación en la que planteaban una coincidencia de la vieja mojonera romano-visigoda de las ciudades del Centro peninsular —Complutum, Segovia, Abula, Toletum, ¿Mantua?, ¿Titulcia?— con la situación de los grupos de atalayas andalusíes del Norte de las provincias de Madrid y Toledo1. Parece ser que en tiempos musulmanes, y con la finalidad de preservar a Toledo de posibles ataques cristianos o revueltas internas, el establecimiento de puestos defensivos en los valles del Alberche y el Guadarrama —Alamín, Canales, Olmos, ¿Batres? o Calatalifa— venía a abarcar un espacio territorial «vacío» que pudo haber pertenecido a ciudades como Mantua, Titulcia o Toletum y cuyos emplazamientos en altura pudieron no haber sido ocupados por los romanos, pero sí por civilizaciones anteriores.
La lectura de ese artículo nos sugirió una serie de cuestiones: ¿qué pudo ocurrir con la zona que quedaba «entre ríos»? ¿Qué decir de la encrucijada de vías que atraviesan estas tierras, como la Cañada Real Segoviana, el Camino Real de Madrid a Badajoz y otros caminos secundarios? ¿Cuál es el porqué de la penetración jurisdiccional de ciudades como Segovia al Sur del Sistema Central tanto en época romana como en la Edad Media? ¿Fue realmente «nueva» la fundación segoviana, en sus extremos meridionales, de una cabeza de sexmo en Casarrubios del Monte y un puerto de ganados en Valmojado? ¿Serán el encuadre estratégico del primero y los orígenes pastoriles del segundo claves para reafirmar las líneas fronterizas que diversos estudiosos hacen retrotraer a la divisoria citada? Tratar de responder a las preguntas anteriores podría hoy no ser tan arduo, si se atiende a los resultados de la búsqueda archivística más reciente sobre Val-
1. Foto aérea de Valmojado en 1930. En la parte superior derecha se puede distinguir el tránsito de la Cañada Real Segoviana por su casco.
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mojado2. Ésta, a pesar de estar todavía pendiente de ser avalada por los trabajos arqueológicos, ha deparado bastantes novedades para la historiografía de un pueblo que, hasta hoy, había sido considerado «moderno3». Esta situación, por consiguiente, parece precisar de un replanteamiento historiográfico de la comarca. El enclave merece una atención específica dentro de los modelos de crecimiento de los núcleos poblacionales, pues constituye un caso atípico en el conjunto europeo occidental. No sólo se tiene constancia documentada de Valmojado como puebla de señorío tardo-medieval4, ya que la relevancia económica y estratégica de las vías pecuarias de origen mesteño que confluyen en su casco urbano es más que notoria. La Cañada Real Segoviana, los cordeles de Pedro Moro y Aldea del Fresno, la Colada del Álamo y más de media docena de veredas
o cañadillas confirman, desde 1208, la mención documental del Portillejo5 y Los Portiellos6, o lo que es lo mismo, el Puerto (de Valmojado). Por un lado, Segovia establece un paso y puerto de ganados con contadero de reses, venta, «hornillo» de pan cocer y aposento de guardas segovianas y arrendadores de impuestos. Por el otro, un Val (de la) Majada sirve para acorralar los ganados que se cobran en especie como «derecho de passage é Retorno» al transitar por el Portillejo. Este lugar de transacciones ganaderas, al cual acudirían carniceros de toda la comarca, está cercado por veredas mesteñas y franqueado desde lo alto (657 m) por la presencia de un raro edificio de planta circular cuyo emplazamiento y técnica constructiva podrían retrotraerse a las de las atalayas de época islámica.
2. Restos de la supuesta atalaya de Valmojado.
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3. La supuesta atalaya del Camino Real de Madrid (Casarrubios del Monte).
Valmojado se halla en el punto medio del tránsito de un camino Alamín-Olmos (29 km) salpicado de restos arqueológicos y referencias etimológicas que plantean una hilera defensiva que conectaría sin problema alguno las dos fortalezas ribereñas. Son los ejemplos de las ¿atalayas? o mal supuestos «molinos de viento» de Valmojado y Casarrubios del Monte, a los que, probablemente hiciese referencia el arroyo de Borçalauaio («Bury al-awajir»), que vendría a significar «torre de los últimos». Un arroyo cuyo cauce y cercanías están, sin duda, cargados de referencias atalayeras: Bouadilla, Fuente de la Mora y La Atalaya en Camarena; Bujazadán (Borch Assadam) en Recas; y Dehesa de Buzarabajo o Finca Las Atalayas, cerca de Camarenilla. Es también el ejemplo de La Torre de Esteban Hambrán, cuya denominación, según Jiménez de Gregorio en sus Pueblos de Toledo, respondía probablemente a que «ya en el S. XIII existiera, en el paraje donde se levanta nuestra Villa, una torre construida por los musulmanes cuando dominaban el país, para comunicarse con el Castillo de Alamín por medio de fuegos7»; o del mentridano Cerro del Castillejo; o el de los parajes de Palomares/Cabeça del Perro. Caso este último el de un vértice geodésico que, por su propia altitud y visibilidad, haría innecesaria la construcción de una torre. Esta posibilidad es planteada por los expertos para algunas atalayas situadas entre Talavera y Talamanca del Jarama8. Algunos autores, como Matellanes Merchán, sostienen que algunas de las atalayas fueran, en origen,
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ribat islámicos o alquerías fortificadas en las áreas fronterizas. Esta cuestión no merece ser desdeñada al considerar que Olmos y Alamín ejercieron de ribat en la época de la taifa toledana, situándose en la misma línea que Valmojado. Tales referencias podrían corresponder a antiguas torres construidas en época omeya —dentro de la política de refuerzo militar fronterizo de Abd Al-Rahmán III—, utilizadas durante la taifa toledana y la Reconquista; y, desde luego, reaprovechadas en época posterior como fortines jurisdiccionales9, canteras, «palomares», «majadas» o ¿»molinos de viento»?; perdiendo para siempre su utilidad como sistema integral. De esta forma, y sin olvidar el recuerdo toponímico de posibles estructuras defensivas en tres aldeas maquedanas —Torrecilla, Torrejón de Retamar y Torrejón de Maqueda10—, podrían abrirse nuevas líneas geoestratégicas, ortogonales a las dos que bajan de los pasos de la Cordillera: las de los ríos Alberche y Guadarrama. No serían casos excepcionales, pues ya se vio que el esquema vertical de las líneas defensivas se alteraba entre Talavera y Majadat al-Balat 11, en el Valle del Tiétar, con vías de Este a Oeste. Camino medieval, por tanto, con una longitud bastante ajustada a lo acostumbrado en las jornadas de viaje a caballo —unos treinta kilómetros— y que podría aseverar el concepto multidireccional de la marca fronteriza que ya se propuso para las tres hileras de atalayas preserranas de Madrid12. Su trayecto podría ser el siguiente: Alamín-La Torre de Esteban Hambrán
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4. Caño de La Teja. Situado en la confluencia de la Colada del Álamo y el Camino Viejo de Casarrubios.
— Palomares/Cabeça del Perro (vértice geodésico Loberas) y Cerro del Castillejo (Méntrida) — Atalaya de Valmojado-Atalaya del Camino Real (Casarrubios)Castillo de Casarrubios y Castillo de Canales-Olmos. Después de la Reconquista de Toledo en 1085, los monarcas cristianos otorgarían muchas aldeas o alquerías de su territorio, otrora musulmanas, a diversos repobladores de los que muchos de ellos eran de ascendencia mozárabe. Existe un privilegio real de 1207 por el que Alfonso VIII confirma las posesiones del monasterio de San Clemente de Toledo. Junto a Borge Azultan (Azután, en la comarca de Oropesa), ratifica «illam aldeam que uocatur el Villar de Quinque Fontes, illa que est ubi nascitur el arroyo que uocatur Borzalauaio, et est inter Casar Rubeum et aldea de Aznar Gomez13».
de Quinquefontes había sido otorgado por Alfonso VII a un tal Petro Mauri, cuyo nombre —a la sazón Pedro Moro— aparece en un manuscrito sobre la venta de dos mesones del arrabal de Toledo, en mayo de 115616. No sería arriesgado, pues, identificar al Val Majada o «Villar de Quinque Fontes» con una de las propiedades de este, quizá repoblador, Pedro Moro17. Más aún, cuando uno de sus barrios más antiguos se denomina, precisamente, Alcairías y cuando un Cordel de Pedro Moro halla allí su encuentro con la Cañada Segoviana, en pleno Cerro del Hornillo.
Varios testimonios del S. XV señalarían que el Arroyo de Buzarabajo —hoy, Arroyo de Valdeoro o de Vallehermoso— «està entre Valmojado y Casarrubios14». Cierto es que el regato se forma en el término municipal de Valmojado, donde confluyen los arroyuelos de Cabeza Tocón, el Regajo y Valdevaquillas.
El agua es el segundo elemento del que se nutren las raíces pastoriles de Valmojado. La presencia de numerosos caños abrevaderos dispersos por el entorno urbano —con el agua las más de las veces «traída» mediante viajes kilométricos desde su venera— y vinculados a las principales vías de acceso al lugar, no hace sino fundamentar las sospechas de J.P. Molénat sobre su identificación con aquella antigua aldea de las cinco fuentes18». A Valmojado le sobrarían los motivos: Caño Viejo (1), Caño de La Teja (2), Caño Delgado o de Méntrida (3), Caño Fresco (4), Caño de la Salud (5)19, Fuente del Cristo, Caño Nuevo, etc.
González Palencia vuelve a aludir a la cercana aldea de Aznar Gómez —esta vez como alquería— en un documento de compra-venta fechado en mayo de 120415. El privilegio antes citado señala que El Villar
Recapitulando; Cañada Real Segoviana, Cordel de Pedro Moro, Portelleio, Los Portiellos, «passo é puerto de Valmojado», lugar de compra-venta ganadera franqueado por posible atalaya islámica, lecho materno
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del arroyo de Borçalauaio, a caballo entre Olmos y Alamín, punto fronterizo o «aduana» meridional del común segoviano allende sierra y aguas del «Villar de Quinque Fontes» rodeadas, además, de referencias de índole romana en sus proximidades —Villamanta, Santa María de Batres-Tormantos, La Calzada, Fuente Romana (El Álamo), Berciana y Camarena. Enclavado en el confín occidental de La Sagra, entre las provincias de Madrid y Toledo, hoy Valmojado sigue conservando su condición de frontera. Es aquí, en estos «canpos de Can Mayor», donde la ciudad del Eresma justificaría en mayor medida su idiosincrasia pastoril, un interés permanente por extenderse «allende sierra», buscando prados y alijares para sus ganados. Tradición compartida, entre otras ciudades, por Ávila; en recuerdo lejano de los pueblos vetones o arévacos -que ya bajaban con sus rebaños a la Carpetania cerealista- y que pudo influir en el establecimiento de los «limes» de las ciudades romanas de la región, en la divisoria de los conventos jurídicos o incluso en la de las provincias Tarraconensis y Lusitania. NOTAS
1 RODRÍGUEZ MORALES, J. y SÁEZ LARA, F.: «Las atalayas entre Talavera y Talamanca: ¿un limes de época andalusí?» En Espacios fortificados de la provincia de Toledo. Diputación de Toledo, 2005. p. 490. 2 Vid. GONZÁLEZ AGUDO, D.: Valmojado en la memoria. Horizonte histórico de un pueblo. Diputación Provincial de Toledo. Toledo, 2007. 3 A lo mucho, se tenía en consideración la revalidación de un Privilegio de Villazgo concedido en 1734, o unas Relaciones Topográficas de 1576 en las que unos pobres campesinos deponían no saber el porqué de la denominación del lugar, ni tampoco «haber sido de moros, sino que de su primera fundacion fue de cristianos y no de moros». Así respondieron a la segunda pregunta el teniente cura Juan de Recas, Francisco Sánchez y Miguel Hernández —vecinos todos del lugar— en el interrogatorio sobre el municipio en las Relaciones Topográficas de Felipe II en el año de 1576. 4 El 12 de marzo de 1467, Enrique IV ordena «secrestar» la Villa de Casarrubios del Monte, con las aldeas segovianas de Villamanta y Valmojado, para hacer donación de ellas —y sus rentas— a su hermana, la todavía Infanta Isabel de Castilla. Toda la documentación referente al Passo é Puerto de Valmojado se halla en el Memorial del pleyto entre el Fiscal Ciudad de Segovia con Don Gonçalo Chacon, y la Villa de Casarrubios. Archivo Municipal de Casarrubios del Monte. 5 En romance, «Portelleio». Privilegio de «La Bolsilla», por el que Alfonso VIII concede a Segovia los términos de su gran alfoz «allende sierra». 12 de diciembre de 1208. COL-
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MENARES de, D.: Historia de la insigne Ciudad de Segovia y compendio de las historias de Castilla. Segovia, 1982. Vol. I, p.331. 6 Libro de la Montería de Alfonso XI. Dicha descripción se encuentra en el Libro Tercero, Capítulo XV: «De los montes et tierras de Matrit et de Alhamín». Aún existen, en término valmojadeño, dos cerros llamados «portillos» que flanquean su término municipal —el «Portillo de Villamanta» y el «Portillo de Méntrida»— así como el cerro de «El Hornillo», llamado también «Casas Viejas». 7 Citado en GARCÍA CORTÉS, G.: Historia de La Torre de Esteban Hambrán. Toledo, 1990. p. 19. 8 RODRÍGUEZ MORALES, J. y SÁEZ LARA, F.: «Las atalayas entre Talavera y Talamanca: ¿un limes de época andalusí?» En Espacios fortificados de la provincia de Toledo. Diputación de Toledo, 2005. p. 496. 9 Vid. Memorial. Éste fue, sin duda, el caso de la torre de Valmojado, de la cual da noticia, en 1502, un pastor de Canencia llamado Miguel Sánchez, diciendo que «las guardas de Segovia estauan en atalaya» cerca del actual templo parroquial, lugar donde Gonzalo Chacón había mandado instalar una horca. 10 RODRÍGUEZ-PICAVEA MATILLA, E.: La Villa de Maqueda y su Tierra en la Edad Media. I.P.I.E.T. Toledo, 1996. pp. 76-78. 11 Id. RODRÍGUEZ MORALES, J. y SÁEZ LARA, F. 1996. p.492. 12 Vid. BAHAMONDE MAGRO, A. y OTERO CARVAJAL, L.: Madrid, de territorio fronterizo a región metropolitana. Madrid, 1989.Tomo V. 13 GONZÁLEZ, J.: Alfonso VIII. Doc. 797. La alquería o aldea de Aznar Gomez podría identificarse con un paraje casarrubiero que hoy se denomina La Nava. En los albores del S. XVI, el testimonio de un pastor mentridano mostraba que el lugar se llamaba Nava Gomez. Vid. Memorial, fol. 259. 14 Id. Memorial. 15 GONZÁLEZ PALENCIA, A.: Los mozárabes de Toledo en los Siglos XII y XIII. Madrid, 1928-1930. Vol. II, p.277. 16 Id. p.33. nº 48. 17 Al S. de Camarena, cerca del arroyo de Buzarabajo, existe un despoblado llamado Peromoro, cuyo nombre podría referirnos al mismo repoblador. 18 MOLÉNAT, J-P.: Campaignes et monts de Tolède du XII au XV siècle. Madrid, 1997. p.313. 19 Los caños numerados entre paréntesis poseen viajes de aguas.
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EL PONT D’AËL Y LAS GRANDES RUTAS ALPINAS EN AOSTA (ITALIA) Carlos Caballero
El Pont de Pierre en Aosta
En el confín noroccidental de Italia se localizan las mayores alturas de los Alpes (el Mont Blanc, el Gran Paradiso, el Monte Rosa y el Cervino), moles que superan holgadamente los 4.000 m de altura y que constituyen un circo que forma el valle de Aosta. Con la presencia en su entorno de los grandes colosos alpinos, el valle de Aosta, recorrido por el río Dora Baltea, ha sido, desde siempre, el gran corredor natural que permitía comunicar Italia, Francia y Suiza a través de los Alpes. Los romanos ya tuvieron en cuenta esta circunstancia y, por ello, su red viaria en esta zona se conforma, en esencia, a partir de una gran ruta que sigue el curso del Dora Baltea hasta alcanzar la localidad de Aosta (Augusta Praetoria) donde la ruta se divide en dos ca-
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minos principales: uno que alcanza el actual territorio francés a través del Pequeño San Bernardo; y otro que llega hasta Suiza serpenteando por las faldas del Gran San Bernardo. Finalmente, un tercer camino alcanza también el actual territorio suizo a través de los valles de Val Ferret, homónimos en las vertientes italiana y suiza, pero no existen indicios concluyentes de que ésta fuera una ruta frecuentada en época romana. En su tramo inicial por territorio valdostano, un trazado que se va adentrando en el valle manteniendo el rumbo este-oeste, el camino evitaba en lo posible el fondo del valle, y puede apreciarse una especial preocupación por proteger la infraestructura viaria de los aluviones del Dora Baltea (Lucchese, 2004), en realidad un caudaloso torrente de origen alpino capaz de canalizar las rápidas crecidas de los fuertes torrentes que discurren
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por valles de perfil acusado. Para salvar esas dificultades topográficas, la red viaria valdostana se sirvió de, al menos, 16 puentes, además de algunas obras auxiliares de ingeniería que, en sí mismas, pueden elevarse a la categoría de monumento. Entre estas últimas sobresalen los tramos tallados en la roca y señalados con arcos, que, aunque presentes también en los Alpes franceses, como en Rochetaillée (Lautaret) o Bons (Oisans), tienen su exponente más significativo en Donnas, a 10 km de Aosta, un arco tallado en el terreno natural que es más bien una obra de arte que una obra puramente funcional (Coralini, 1997: 292; Moreno, 2004). En cuanto a los numerosos puentes de que se sirve el trazado viario, algunos, por su peculiar tipología (están formados por uno o varios anillos independientes entre sí, sobre los que se dispone el tablero), han sido definidos por algún autor, como Galliazzo, como obras de ingeniería autóctona, una suerte de «puentes valdostanos». Como se verá, estas obras solían ir acompañadas de puentes de menores dimensiones, localizados sobre el cauce de estrechos torrentes caudalosos, donde a tramos en trinchera seguía un puente de gran altura anclado en la roca (Coralini, 1997: 299). Sin duda, el más llamativo de todos ellos es el PontSaint-Martin, situado sobre el torrente Lys, uno de los afluentes principales del río Dora Baltea. Tiene un único arco con una luz de 31,5 m y una flecha de 12, notables dimensiones que hicieron que la sabiduría popular atribuyera su construcción, como en tantos otros casos, al demonio (Lucchese, 2004: 12). Otra obra singular se localiza en la localidad de Bard, donde se conserva un arco de otro puente en el (lógicamente) llamado «Bar del Ponte», dentro de la población. Al margen de estos dos grandes puentes destaca el si-
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tuado sobre el violento torrente Albard, arruinado en el siglo XVII, y que presenta una luz de 7 m y una anchura de 4,50, con sus dos extremos enjarjados en la roca que delimita al torrente. Estas características son, en fin, similares a las que ofrece el puente de Châtillon, aunque alcanza los 15 m. de luz y cuenta con jambas que evitan el apoyo del arco directamente en la roca. Finalmente, en la propia ciudad de Aosta se encuentra el último de los puentes notables, el Pont de Pierre, ubicado junto a la entrada principal de la ciudad y, actualmente, sobre un lecho abandonado por el arroyo Buthier, que cambió de curso en el siglo XII. El puente, enterrado por los aportes del río de curso cambiante, fue redescubierto en los años 50, dando lugar a un pintoresco escenario. Se trata, en todo caso, de un puente de arco rebajado, con una luz de 17 m. Parece que dos eran los objetivos de quienes construyeron los puentes valdostanos: darles la mayor solidez posible, por lo que, si fue necesario, se asentaron los arcos directamente sobre la roca, e integrarlos en el paisaje alpino circundante. Tras la ciudad de Aosta, como se dijo, el camino romano se bifurca para buscar, al norte, el paso del Gran San Bernardo y, al sur, el del Pequeño San Bernardo. Es célebre la cita de Estrabón (IV, 6, 7-11) al respecto, definiendo el paso del Pequeño San Bernardo, hacia Alpis Graia, como una vía apta para carros en la mayor parte del recorrido, mientras que el paso del Alpis Poenina, en el Gran San Bernardo, aunque más corta, era más estrecha y dura; en todo caso, ambas rutas puede apreciarse cómo ambas rutas se adaptan a las extraordinarias pendientes del entorno, tratando de resolver el problema fundamental, el peligro de los aluviones de los diversos torrentes que había que cruzar, y ascienden progresivamente, sin apenas recurrir a fuertes rampas, manteniendo en todo momento pendientes medias que rara vez superan el
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8 ó 10 %; por lo demás, estos dos caminos, que en su trazado común en el valle habían contado con un empedrado homogéneo y con espectaculares tramos tallados en la roca, pierden su monumentalidad en el ascenso hacia las zonas más accidentadas y alcanzan los grandes pasos transformados en una simple explanación del terreno (Mollo, 1999: 57-66).
Señalización de la mansio Alpis Graia, en el Pequeño San Bernardo
Los restos arqueológicos que se localizan en el collado del Pequeño San Bernardo, en la divisoria actual entre Francia e Italia, son particularmente significativos: un cromlech enclavado en la misma frontera y declarado «monumento histórico» únicamente en su parte francesa, edificios militares modernos, diferentes construcciones defensivas contemporáneas (fosos, búnker, barreras anticarros, etc.) o restos de la mansio de Alpis Graia. Todos ellos fueron incorporados a dos programas sucesivos Interreg («Cols Verts» y «Alpis Graia»), el último de los cuales concluyó en 2006, y cuyo objetivo era la valorización y reinterpretación de tan singulares vestigios (Crogiez Pétrequin, 2006). Enclavado en el pequeño y estrecho valle que forma el torrente Grand Eyvia, subsidario del Dora Baltea, el Pont d’Ael constituye una obra de ingeniería romana espectacular, que salva el paso sobre el río con un solo
El Pont D’Aël desde aguas abajo
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arco situado a 66 m., sobre el que se instala un puente de 20 m. de longitud y 2,25 de anchura. La fecha de su construcción no ofrece duda, pues las huellas de la inscripción conmemorativa situada en el frente de aguas abajo permiten reconstruir el texto con precisión milimétrica las circunstancias de su construcción y datar la obra en el año 3 a.C., coincidiendo con el XIII Consulado de Augusto, y con las obras de general reestructuración del territorio acometidas a partir de la fundación de Augusta Praetoria en 25 a.C. La inscripción destaca, además, en grandes caracteres, el carácter «privado» de esta excepcional obra pública: «En el XIII Consulado del Emperador César Augusto, Caius Avillius Caimus, hijo de Caius, de Padova / PRIVADO». Por lo demás, en la actualidad la estructura cuenta con un estrecho paso superior, flanqueado por sendos pretiles, por el que discurre un camino carretero alcanza la cercana localidad de Pondel, cuyo nombre, indudablemente una corrupción del nombre del puente objeto de este trabajo, aparece por primera vez en la documentación en 1265.
Corredor interior del puente
Bajo este carril del acueducto, que presenta una pendiente del 6 por mil, se localiza una galería que recorre el puente de parte a parte y a la que se accede mediante puertas situadas en ambos extremos. La galería interior, que ocasionalmente cuenta con ventilaciones abiertas en la mampostería del muro, tiene una anchura que escasamente supera el metro, mientras que su sección cuadrangular alcanza una altura de algo más de dos metros. El Pont d’Ael no era un simple puente «privado» que permitía salvar un curso secundario; era además un acueducto, circunstancia en la que ya se fijó Philibert de Pingon, uno de los primeros estudiosos que, ya en el siglo XVI, llamaron la atención sobre la obra. Sin embargo, esta hipótesis no fue acogida por la investigación, especialmente a medida que el puente se iba, poco a poco, desfigurando con el progresivo abandono. La hipótesis más plausible es, efectivamente, que la estructura cumpliera una doble función: por una parte, el canal superior, actualmente convertido en camino, era el specus de un acueducto, como lo atestigua, en particular, el revestimiento hidráulico que se conserva en algunos puntos; en cuanto a la galería inferior, y pese a sus reducidas dimensiones, habría de servir tanto de galería de servicio para el mantenimiento del acueducto superior, como de camino para permitir la conexión entre ambas márgenes del torrente. Algunos autores afirman, sin embargo, que la extrema estrechez de esta galería impediría su uso regular como lugar de paso, y quedaría únicamente limitado su acceso a cubrir eventualmente la necesidad de cruzar el torrente y, esencialmente, a servir de galería de mantenimiento del canal. Al parecer, a partir del siglo XVI, con el canal arruinado, se produjo el cambio
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de uso del acueducto de Pondel, ya que empezó a ser usado únicamente como puente y los laterales del canal fueron recrecidos para ejercer su nueva función de pretiles. La captación del acueducto estaba en un lugar cercano, a unos seis km aguas arriba, y de su sistema aún son visibles los vestigios de algunas estructuras, como canales subterráneos o parcialmente descubiertos y excavados en la roca1, pequeños estanques de almacenamiento y decantación y una fuente próxima, según se desprende de los trabajos realizados por Döring (1998 y 2005). La finalidad de las aguas conducidas por el acueducto, finalmente, sería quizás abastecer una instalación rural, cuyos vestigios se han localizado en una zona inmediata al actual Pondel, en la margen derecha del torrente o, más probablemente, estaría relacionada con actividades extractivas (de mineral de hierro), tan frecuentes en el entorno de Cogne. En la actualidad, el acueducto se muestra imponente apenas a unas decenas de metros del diminuto casco urbano de Pondel, y puede completarse su visita con un tan excelente como pequeño centro de interpretación (de libre acceso y sin vigilancia, lo que quizá sorprenderá al visitante español dado lo estupendo de su estado de conservación, pero así son las cosas en Europa) en el que se describen todos los aspectos comentados hasta ahora. Sin embargo, persiste la duda acerca de la verdadera funcionalidad del acueducto, o puente - acueducto, que, posiblemente, desempeñaba algún papel fundamental en la encrucijada viaria que supone el valle de Aosta en medio de los imponentes macizos alpinos del Cervino, el Mont Blanc y el Gran Paradiso. Ciertamente, el flujo de agua podría estar destinado, como se ha propuesto, a alimentar alguna industria extractiva del hierro como las existentes en el valle de Cogne; quizás, simplemente, abastecía una villa enclavada bajo la población actual o, finalmente, se trataba del abastecimiento de un molino, como el referido en el documento de 1265 en el que por vez primera se menciona la existencia de Pondel. En todo caso, se trata de un monumento espectacular, sufragado quizás por la iniciativa privada, pero que no es ajeno al papel fundamental que el valle desempeñaba en las comunicaciones alpinas de época romana.
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1 Un acueducto similar se conserva en Cella (Teruel), y ha sido recientemente rehabilitado y adaptado para su visita.
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CAÑADA Y CALZADA DE LA PLATA TRAMO 2: VALDEFUENTES DE SANGUSÍN -NAVARREDONDA DE SALVATIERRA
Santiago Bayón Vera Presidente de la Asociación para la Recuperación Integral de las Cañadas «90 Varas» Cuenca del Sangusín y Alto Valle del Alagón. Valdefuentes de Sangusín-Frades de la Sierra
propiciada por la escasa aptitud de los suelos para el aprovechamiento agrícola.
Tras el área propiamente de sierra las pendientes se suavizan en la cuenca del Sangusín. En esta comarca poco poblada junto a las dehesas de roble melojo muy aclaradas son abundantes los prados de siega y pastos con dosel arbóreo de robles y fresnos (Fraxinus angustifolia). Según se asciende hacia el Alto Valle del Alagón la influencia atlántica provoca unas mayores precipitaciones. El uso dominante es forestal además de ganadero aunque sigue siendo el dominio potencial del roble. En la cabecera del valle del río Alagón aparecen también reducidas llanuras de pastizales que dejan paso siempre a zonas algo más montanas.
La cañada Real de La Plata abandona el término municipal de Valdefuentes de Sangusin, poco a poco la altitud se hace patente en el cambio de vegetación. Al ir subiendo las dehesas de encinas dejan paso a las de robles y luego a robledales cerrados.
Penillanura salmantina La penillanura salmantina es de evolución muy antigua. En su mayor parte se asienta sobre un sustrato paleozoico, con débiles suelos ácidos y arenosos. Es una comarca de geomorfología poco acentuada, sin accidentes marcados, de altitudes algo superiores a los 800 m. Tendría continuidad si no fuera por la intromisión de las cuencas sedimentarias. Entre las penillanuras y las cuencas sedimentarias, la topografía general no es esencialmente diferente, sin embargo las características litológicas, edáficas e hidrológicas, sí. A pesar de ello el sistema de aprovechamiento, con semejantes formas de explotación agraria que aparecen tanto sobre las áreas sedimentarias como sobre las paleozoicas hace que parezca que no se rompe la continuidad de las penillanuras. Esta homogeneidad comarcal también se manifiesta en el clima (mediterráneo templado, con una pluviosidad anual ente 500-600 mm y fuerte sequía estival). Las características geomorfológicas de la penillanura dan como resultado una tipología de suelos muy poco favorables para el desarrollo de cultivos agrícolas. El tipo de suelo es la tierra parda meridional ácida, caracterizado por su acidez y la escasa actividad biológica. A todo ello se une una escasa profundidad. El desarrollo de los pastizales y las dehesas se ha visto
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Entramos en el término municipal de Los Santos sigue solapada con la Cañada Real Soriana Occidental. ambas vía pecuarias se encuentran algo perdidas, además de estar invadidas totalmente por la vegetación arbustiva, fundamentalmente retamas y genistas. En este lugar un grupo senderista ha señalizado con ambos nombres y flechas la dirección que toma cada cañada. A pesar de esta iniciativa, debe hacerse un desbroce y clareo, ya que sólo gracias a los esporádicos mojones realizados en granito puede a duras penas reconocerse el itinerario. En las fincas colindantes con las cañadas, entre robles pueden verse chozos de diferentes topologías que algunos de ellos fueron refugio de los pastores que atravesaban estas tierras. Algunos de los mojones antes citados llevan inscripciones poco legibles con signos de carácter religioso. Esto nos indica que vamos por el «Camino de Santiago Sur» y que más adelante veremos otros signos que vienen a corroborar esta tesis. Al alcanzar la vía pecuaria el arroyo del Rodeo, la cañada está delimitada por cercas de mampuesto de granito que la separan de las dehesas de roble y hacen apreciable el curso de la vía pecuaria, con una anchura aproximada de 75 metros. Seguimos viendo en los laterales construcciones en mampuesto de granito que nos revelan la vocación ganadera que hubo en esta zona. El sendero por donde discurre la vía pecuaria se va estrechando poco a poco durante más de dos kilómetros entorno a unos 25 metros.
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PROVINCIA: SALAMANCA. TÉRMINOS MUNICIPALES QUE ATRAVIESA LA CAÑADA REAL DE LA PLATA O VIZANA. Valdefuentes de Sangusín. Los Santos. Fuenterroble de Salvatierra. Endrinal. Casafranca. Palacios de Salvatierra [Guijuelo]. Navaredonda de Salvatierra [Frades de la Sierra]. TÉRMINOS MUNICIPALES QUE ATRAVIESA LA CALZADA ROMANA. Valdelacasa. Fuenterroble de Salvatierra. Palacios de Salvatierra [Guijuelo]. Casafranca. Guijuelo. Naverredonda de Salvatierra [Frades de la Sierra]. T ÉR M I N O S M U N I C I PA L ES Q U E AT R AV I ES A L A V Í A FÉR R E A RU TA D E L A P L ATA (ASTORGA - PLASENCIA). Fuentes de Béjar. Ledrada. Guijuelo. Pizarral de Salvatierra. Berrocal de Salvatierra. Montejo. Pedrosillo de los Aires. TÉRMINOS MUNICIPALES QUE ATRAVIESA EL CAMINO DE SANTIAGO SUR. Valdelacasa. Fuenterroble de Salvatierra. Palacios de Salvatierra [Guijuelo]. Casafranca. Guijuelo. Naverredonda de Salvatierra [Frades de la Sierra Cartografía ING 1:50.000 [528] Guijuelo
Más adelante la Cañada Real de Plata deja de estar delimitada y es difícil a veces saber si el camino seguido es el correcto, siendo necesario orientarse principalmente por los relieves y los cauces de los arroyos, como el arroyo de los Husillos, en el paraje de Las Conchas, que se salva por un puente de losa de granito utilizado por los rebaños trashumantes.
La cañada en este municipio ha sufrido cambios paisajísticos importantes, así como en trazado, debido a la realización de la concentración parcelaria que a convertido a la vía pecuaria en un camino allanado por las máquinas .
Signos de carácter pastoril aparecen grabados en los grandes lanchares de granito y nos hacen ver que vamos por el camino adecuado.
En las proximidades del casco urbano de Los Santos, la vía pecuaria no tiene delimitación, de manera que discurre abiertamente entre algunas dehesas de robles y grandes cancelas de granito hasta alcanzar el municipio.
A unos 5 kilómetros desde el cruce de las dos grandes cañadas el entorno de robles se ve alterado por la presencia de canteras de granito en explotación.
Cercano al casco urbano el ayuntamiento en terrenos de la Cañada Real de la Plata el Ayuntamiento ha invadido la zona con elementos de gran volumen de
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granito a modo de exposición permanente, quedando interrumpido parte del paso. Según Isaac Moreno Gallo en su III Congreso de las Obras Públicas Romanas Nuevos elementos de la Ingeniería Romana expone «Existe un tramo entre Valverde de Valdelacasa y Fuenterroble de Salvatierra donde, la carretera primero y la complicada orografía después, han propiciado el deterioro de la vía y hoy dificultan su seguimiento...»1 A partir de este punto la Calzada Romana nos va ser difícil asegurar su recorrido, nos basaremos en las obras clásicas del trazado de las calzadas romanas en la España, y especialmente en el Itinerario de Antonino y en la concienzuda obra de Gonzalo Arias,2 pionero y gran conocedor de los caminos romanos.
1 Moreno Gallo, Isaac et al (2006) Nuevos elementos de ingeniería romana. Actas III Congreso de la Obras Públicas Romanas Junta de Castilla y León Valladolid 2 Arias, Gonzalo (1987) Repertorio de Caminos de la Hipania Romana.
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Cuando se diga de aquí en adelante la Calzada Romana, hablaremos de una manera hipotética, y daremos cuenta de los restos o vestigios que aun quedan y que nos pueden dar pistas para saber que vamos por el camino correcto. Han pasado dos mil años desde que se construyo esta calzada, los cambios que han existido desde entonces son muchos, el mismo paisaje, ya no es el mismo que pudieron ver las legiones romanas. Han cambiado usos, costumbres. Han pasado miles de personas por este camino, romanos, comerciantes, trashumantes, peregrinos, que en sus escritos nos han dejado el recuero del paso por estos parajes. Moreno Gallo nos dice «...Estas huellas deben de provenir obviamente de los momentos anteriores al abandono definitivo del camino para el tránsito de carros y, por tanto, muchas deben de ser de época moderna, cuando estos caminos fueron finalmente sustituidos por las carreteras actuales...»3. Cesar Moran nos dice en su descripción de la calzada en este punto que empezaremos el recorrido «...Por este pueblo y el si-
3 Moreno Gallo, Isaac (2004) Vías romanas. Ingeniería y técnicas constructivas. Ministerio de Fomento. Madrid
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época romana, como miliarios hoy ocupado en parte por una residencia de la tercera edad y en este punto la cañada real se despide del municipio en dirección Norte-Este. En este municipio por iniciativas de un programa subvencionado por fondos europeos se ha realizado y represtación de lo que puede ser una calzada romana, representación que dista de la realidad y puede llevar a la confusión de cómo se construía una calzada. La salida de la vía pecuaria del casco urbano está bien marcada por el uso agrario de la misma.
Esquema de una calzada romana recontruido de Fuenterroble
guiente, que es Valdelacasa la calzada va convertida en camino vecinal...»4 La Calzada Romana atraviesa el municipio de Valdelacasa y va solapada con la carretera que une los municipios de Valdelacasa a Fuenterroble de Salvatierra, para girar hacia la izquierda a la altura del paraje Los Trigales, donde encontraremos un miliario (o media milla) donde se juntan los limites de los términos municipales de Los Santos, Valdelacasa y Fuenterroble, también encontramos un cartel donde coincide con el GR-100 como por el Camino de Santiago Sur, camino de dudosa fiabilidad, dado los «interés turísticos» del mismo que adquirido en estas última década . Asciende calzada romana ladeando el monte del Cabezo (1.108 m. Altitud), camino estrecho bordeado por vallas de mampuesto de granito . En el paraje Fuente Calera, nos encontramos a mano derecha, el miliario CXLVII, junto a un cartel que nos indica con una placa de grandes proporciones una actuación llamada el Bosque del peregrino, donde se encuentra un chozo realizado por varias personas que transitan este camino. A la altura del paraje El Reventón existe una gran explanada donde se ubicaba un descansadero de la vía pecuaria que viene paralela con la Calzada romana donde encontramos un miliario a nuestra derecha. Este descansadero, lugar de parada para los ganados que transitaban por estas vías pecuaria, esta casi invadido en su totalidad por la carretera y rodeado de robles y grandes bloques de granito. Una vez pasado el descansadero la calzada romana, curva hacia la derecha, para evitar el arroyo de Los Coqueros, y entra en el municipio de Fuenterroble de Salvatierra, donde se encuentran varios vestigios de 4 Moran, Cesar (1946) Reseña histórico artística de la Provincia de Salamanca. Edición facsímil Diputación Provincial de Salamanca.
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Robles, castaños y encinas que un principio acompañaban a la cañada, dejan paso a los cultivos de secano que reducen aún más el ancho de la vía pecuaria, que en algunos sitios reduce a 3 metros de ancho. A tres kilómetros y medio de la Cruz del Humilladero, en el paraje de Las Majarillas, la vía pecuaria cambia de rumbo tomando la dirección Norte y discurriendo a caballo por la línea divisoria de los términos municipales de Fuenterroble de Salvatierra y Los Santos (Ninguno de los dos municipios tienen Proyectos de Clasificación de Vías Pecuarias). Cañada y calzada siguen paralelas en sus recorridos. La Calzada Romana sigue solapándose con la vía pecuaria de su anterior recorrido. Al no ser utilizadas ninguna de las dos, calzada y vía pecuaria, han sido sometidas al expolio por parte de los agricultores que se han ido llevando de ellas las piedras para cercas. Partes de ellas han sido aradas para mayor aprovechamiento en los cultivos de las tierras. La calzada entra a caballo entre los términos de Guijuelo y Casafranca a su izquierda el municipio de Casafranca y a su derecho la entidad de población de Palacios de Salvatierra (anexo de Guijuelo), atravesando por los parajes de Los Rompidos, Prado Grande, El Campo y La Pared. Cañada y calzada se unen en el paraje de Arroyomolinos en el término municipal de Guijuelo y suben solapándose hasta la Dehesa de La Dueña de Abajo. Penetra la Cañada Real de la Plata a caballo entre los términos municipales de Casafranca y Endrinal por el paraje de La Cruz de los Cuatro Mojones, estamos en una altitud media de 1.000 metros. Aquí la vía pecuaria vuelve a tener una anchura de 75,22 metros, para continuar con un recorrido de un kilómetro reduciéndose a 50 metros, si bien es fácil detectar que una alambrada es la responsable de este obstáculo. Dicho vallado deja fuera en la vía pecuaria un abrevadero, así como una especie de lápida con una inscripción haciendo referencia a la cañada que nos indica que estamos en la senda adecuada.
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Este cerramiento, en la cañada real, fue solicitado por el Ayuntamiento en el año 1988 como ocupación temporal del aprovechamiento de la charca para el ganado que pasta en el Monte de Utilidad Pública nº 107. Posteriormente, la vía pecuaria, que está en buen estado de conservación, con suelo poco erosionado y delimitada a ambos lados por charcas, robles y encinas en un apreciable discurrir y con una anchura de 75 metros. Estamos a la altura del Pico Monreal donde existió un descansadero y donde ha nacido esporádicamente un área de recreo. Unos 600 metros después la cañada real se cruza con la carretera de Guijuelo a Tamamés en el término municipal de Casafranca por el paraje del El Puntal. El término municipal de Casafranca carece de Proyecto de Clasificación de Vías Pecuarias. El paisaje cambia bruscamente dejando atrás la zona montañosa o ligeramente onduladas de Entresierras para introducirse en la gran llanura.
La Cañada Real de la Plata se ha convertido en esta zona en un G.R. de senderismo y aparecen señalizaciones que nos permite seguir el rumbo de la misma. No existen en este tramo de la vía pecuaria rodadas de vehículo ni cercas que delimite para que los rebaños estantes puedan esparcirse por los pastizales que la conforman. A un kilómetro de la vía pecuaria se encuentran las casas que componen la Dehesa de Aldeanueva del Campo Mojado. La Cañada Real de la Plata abandona el término municipal de Casafranca por el paraje de La Mata, para entrar en el término de lacios de Salvatierra (anexo de Guijuelo). La vía pecuaria se encuentra delimitada por una alambrada de espinos a ambos lados por la finca de Arroyomolinos quedando reducida a una anchura de 60 metros. Son varios los expedientes sancionadores por intrusar la cañada con su vallado reduciéndola en algunos
Señalizaciones moderna y antigua en Fuenterroble de Salvatierra
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lugares a 17 metros o con haber cortado la misma vía pecuaria en su transcurso mediante porteras para aprovechar de forma exclusiva 10,5 hectáreas, así como la realización de una charca en pleno terreno de la vía pecuaria. La Cañada Real de la Plata transita entre dehesas de encinas siendo cada vez más escasos los robles y apareciendo en el interior de la misma, encinas de gran porte. En el paraje Prado de Pineda como hemos señalado anteriormente cañada y calzada se unen para discurrir solapándose durante parte del recorrido. La llanura va quedándose atrás al introducirse en el término municipal de Frades de la Sierra, pasan, cañada y calzada cercanas a la entidad de población de Navarredonda de Salvatierra, donde el P. Morán colocaba una mansio. Hoy solo quedan edificios en ruina en una ladera pendiente. La vía pecuaria y la calzada discurren entre alambradas de espinos con una anchura que oscila entre 50 y 75 metros. En las proximidades de la entidad de población casi despoblada de Navarredonda de Salvatierra, vertederos, escombreras y zanjas sirven de obstáculos a la calzada y la cañada.
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SOBRE UMA NOVA LEGENDA MONETÁRIA IBÉRICA: LEUNI OU LABINI? Antonio Marques de Faria (Instituto Portugues de Arqueologia)
Por su interés reproducimos a continuación el siguiente artículo de António M. de Faria, publicado previamente en la Adenda Electrónica n.º 14 (2006) de la Revista Al-Madan
menos como hipótese, a partilha por ambas as cecas (locais de cunhagem) de um só sistema de escrita, mas este foi um passo que o supracitado numismata não quis dar.
Resumo
Villaronga (2005, p. 36) não deixou de chamar a atenção para as inegáveis semelhanças entre o grafema que aqui surge em segundo lugar — um <a> análogo aos coligidos por Untermann (MLH III 1, p. 248, Tabelle 3), documentados em quatro inscrições ibéricas (MLH III 2, F.9.2, H.2.1, H.3.1 e H.5.1) — e o <e>, que ocorre em idêntica posição na legenda das primeiras emissões de Sekaisa (sic, por segeida: Rodríguez Ramos, 1997, p. 194), ceca que funcionou sucessivamente em dois locais da região de Calatayud, Saragoça: Poyo de Mara (Segeda I) e Durón de Belmonte de Gracián (Segeda II) (Burillo 2003, p. 202, 208). No entanto, a similitude detectada por Villaronga limita-se ao plano formal, já que os dois signos pertencem a distintos sistemas de escrita.
Neste artigo, pretendemos demonstrar a nossa convicção de que laBini é a leitura adequada para uma legenda monetária ibérica, até há pouco inédita, que o numismata Leandre Villaronga (2005) transliterou como . Abstract This paper deals with an unknown Iberian coin legend, corresponding to a place-name, whose transliteration, suggested by numismatist Leandre Villaronga, must, in our view, be corrected from leuni to laBini. Resumen En este artículo pretendemos demostrar nuestra convicción de que laBini es la lectura adecuada para una leyenda monetal ibérica hasta hace poco tiempo inédita, y que el numismata Leandre Villaronga (2005) transliteró como leuni. Os comentários que se seguem visam primordialmente justificar a apresentação de uma interpretação alternativa à que Villaronga (2005), num artigo publicado na prestigiada revista Acta Numismàtica, conferiu a uma legenda monetária inédita, que, na nossa óptica, corresponde a um NL já conhecido de outras fontes. Efectivamente, ao afiançar que a dita legenda «està escrita en caracters de l’alfabet ibèric del nord», instituindo, em conformidade com a decisão tomada, a transliteração leuni, Villaronga (2005, p. 36) não chegou sequer a contemplar a eventualidade, que para nós é uma certeza, de os signos dela integrantes pertencerem ao semi-silabário meridional. Decorre desta nossa convicção que laBini é a única transliteração aceitável. A existência de uma estreita afinidade tipológica entre as moedas de laBini e as de caśtilo (Castulo, Linares, Jaén), que não passou despercebida a Villaronga (2005, p. 36), seria razão suficiente para encarar, ao
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Não é de somenos importância assinalar que, enquanto leuni, lição prescrita por Villaronga, não encontra qualquer correspondência na toponímia indígena peninsular, a integração da legenda em causa no signário meridional permite a associação da transliteração obtida com o NL *Laminium. Este designa uma cidade cuja provável situação geográfica se revela compatível com a circunstância de os três ejemplares publicados por Villaronga (2005, p. 36) serem provenientes da província de Ciudad Real. No tocante à magna e multissecular questão relativa à localização de *Laminium, temos de reconhecer que a argumentação trazida à colação por L. A. Domingo (2000, p. 46-61) e pelos autores por ele citados com vista a abonar a situação de *Laminium em Alhambra (Ciudad Real) nos pareceu mais convincente do que as contra-alegações produzidas tanto por Gonzalo Arias (1990, p. 5-6, 20042, p. 144-148) como por Jesús Rodríguez Morales (2000, p. 18-23), que vêm patrocinando lugares alternativos para a dita cidade: El Villar (Sotuélamos, Albacete), segundo Arias (2001, p. 32), e Daimiel (Ciudad Real), na perspectiva de Rodríguez Morales (2000, p. 18-23). Tais objecções assentam sobretudo num excessivo crédito concedido a fontes afectadas por gravíssimas
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transmissões textuais, designadamente o chamado Itinerario de Antonino (Domingo, 2000, p. 48) ou a Geografia de Ptolemeu (Domingo, 2000, p. 52). Nesta última (Ptol. 2.6.56) — numa clara confirmação de que quase tudo o que nos chegou de Ptolemeu sobre a Hispania deve ser encarado com extrema cautela (Gómez Fraile, 1997, p. 199-201, 204-205, 218-238, 2001 [2002], p. 77-78, 81-84, 93, n. 68) —, estatuise a inclusão de *Laminium em território carpetano, informação a que Rodríguez Morales (2000, p. 17) recorreu para refutar a identificação de *Laminium com Alhambra. Trata-se, no entanto, de uma notícia equivocada, mercê da alta probabilidade, agora numismaticamente reforçada, de laBini conformar uma cidade da Oretânia (Alföldy, 1987, p. 32-33 e n. 67), região hoje compreendida nas actuais províncias de Ciudad Real, Albacete e Jaén, sendo ibérica, de acordo com o próprio Rodríguez Morales (2000, p. 17), a adscrição étnica expectável para a população estabelecida em época pré-romana no lugar onde hoje se situa Alhambra. É justamente em benefício da localização de laBini/ *Laminium em Alhambra que poderá agora ser aduzida a supracitada comunhão de tipos monetários entre esta cidade e caśtilo, mais um testemunho, a juntar a outros, das estreitas relações socio-económicas estabelecidas entre ambas, potenciadas, de resto, por uma importante ligação viária (Domingo, 2001, p. 161-163, 167-168). Ao criticar a equiparação de *Laminium a Alhambra, G. Arias (1990, p. 5-6) serviu-se de um argumento de natureza epigráfica, ao qual não pode ser reconhecido qualquer valor probatório. De facto, não nos parece razoável seleccionar numa inscrição latina fragmentária, descoberta em Alhambra (CIL II 3229), uma sequência de letras tão nebulosa como ANENSEMARCA (?) —talvez (parte d) a designação do collegium mencionado na linha anterior (Hübner, ad CIL II 3229)— e apresentá-la como nome (pré)romano da localidade onde ocorreu o achado epigráfico. Se a influência da supracitada ceca de caśtilo na emissão monetária laminitana, igualmente atestada nos restos arqueológicos e epigráficos recolhidos em Alhambra, serve os interesses de quem propugna a sua identificação com *Laminium, já a atribuição da mesma cunhagem aos primeiros anos do século II a.C. (Villaronga, 2005, p. 36) é passível de ser esgrimida contra a localização, sufragada por Arias (2001, p. 32), de *Laminium-laBini em El Villar, uma vez que o terminus post quem definido para a reocupação deste sítio arqueológico corresponde a meados do século I a.C. (Fernández Montoro [«Olcade»], 2001, p. 28-32). No que concerne à proposta de localização de *Laminium em Daimiel, Rodríguez Morales (2000, p. 21) é o primeiro a reconhecer que a mesma carece de quais-
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quer indícios arqueológicos; por outro lado, cremos que a tentativa emprendida no sentido de fazer remontar a *Laminium o NL moderno Daimiel através das formas intermédias *Laimino > *Laimeno > *Laimen > *Laimel > *Laimiel > *Daimiel (Rodríguez Morales, 2000, p. 21) se afasta substancialmente da prudência que o estudioso em questão tem sabido manter em distintos ensaios toponímicos. A equação laBini=*Laminium, aqui advogada, não pode deixar de nos levar a questionar as várias etimologias que têm sido sugeridas para este NL. Aliás, todas elas partilham o pressuposto de que *Laminium é um NL indo-europeu. Em primeiro lugar, dando por garantido que o NL Λαμινιον, veiculado por Ptolemeu (2.6.56), constitui a helenização de *Laminium, este deverá resultar da adaptação do NL indígena laBini à flexão latina dos nomes neutros de tema em -o-. Assim, admitindo que *Laminium decorre da latinização de laBini, fica obviamente sem efeito a análise daquele NL como forma haplológica (contracção) de um composto *lama-minius (Rodríguez Morales, 2000, p. 17). A este propósito, importa sublinhar que a adequação de NNL (nomes de lugar) ao sistema flexional latino não tem suscitado o interesse que a larga difusão deste fenómeno exigiria, podendo servir de introdução ao tema o interessante estudo dado à estampa há alguns anos por González Luis (2003). Restará, em segundo lugar, averiguar se laBini representa graficamente /laBini/ ou /lamini/, saindo esta última alternativa favorecida pelo NL tal como se documenta nas fontes greco-latinas, todas do período imperial. Efectivamente, é bem plausível que laBini esteja por /lamini/, sendo este o resultado da nasalização da bilabial sonora por influência assimilatória de nasal alveolar existente na mesma palabra (Michelena, 19772, p. 268-269, 275). Idêntica alteração fonética terão sofrido CORMERTONIS (gen.) < *corbeŕton/*coŕbeŕton (Faria, 2000, p. 136, 2003a, p. 324), Mandonius < *bandornios (Rodríguez Ramos, 1999, p. 11), Minurus (Münzer, RE XV, col. 1989) < *bindur (a relacionar com o NP bindurges [Sanmartí-Grego, 1988, p. 103], segmentável em bindur-ges), MONSVS < BONX(S)VS (Gorrochategui, 1984, p. 236-237) e Muno < Bunus (Orpustan, 19973, p. 76). Seja como for, não estamos em condições de decidir se *Lamini configura o NL original ou se, pelo contrário, consiste numa forma evolucionada de *LaBini. A verificar-se esta última hipótese, estaremos muito provavelmente perante um NL não-indo-europeu, talvez ibérico, a cotejar com labeisiŕ (F. 20.1), labeisilduniŕ (F.20.1) (Untermann, MLH III 2, p. 535, 2002, p. 103; Faria, 1994, p. 67, 1997, p. 110, 2006, p. 122; Moret, 1996, p. 20-21), LABITVLOSANI (Faria, 1995, p. 326, 2003b, p. 222-223; Moret, 1996, p. 20-21, 2002, p. 97), Scal(l)abi(s) < *iś(/s)ca(r)-labi (Faria, 1994, p. 70, 1998,
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p. 230, 1999, p. 154, 2003b, p. 223) e śntar-labi-Tan [sic] (Fletcher e Bonet, 1991-1992, p. 146-147; Faria, 1992-1993, p. 278, 1994, p. 70, 1999, p. 154, 2003b, p. 223; Correa, 1999, p. 379). A segmentação de laBini em laBini-i possibilita a sua aproximação a outros NNL ibéricos que exibem o mesmo sufixo toponímico: Αρσι /*arsi/*aŕsi (Sancho, 1981, p. 69-70; TIR K-30, p. 54), *bacaśi (Faria, 2002, p. 123), bilbili (Faria, 1993, p. 158-159; De Hoz, 1995, p. 277), *boccori (Sanmartín, 1994, p. 231-232), *igali (De Hoz, 2002, p. 213; Faria, 2005, p. 280, 281), *olośi (TIR K/J-31, p. 114) e *orosi (Faria, 1993, p. 158; Silgo, 1994, p. 219). Como é evidente, a escrita e a iconografia utilizadas na emissão monetária de que vimos tratando ajudam a consolidar a nossa proposta de uma procedência ibérica do NL em causa, parecendo apontar no mesmo sentido os testemunhos arqueológicos detectados em Alhambra — na convicção de que se trata da antiga *Laminium — (Domingo, 2001, p. 153-160), não obstante a inevitavelmente escassa popularidade de que estes gozam na escala dos marcadores étnicos. Caso se venha a confirmar a origem ibérica de *Laminium < laBini, fica ipso facto excluída uma origem indo-europeia do NL em questão, e consequentemente, a possibilidade de que o mesmo tenha derivado por sufixação a partir de lama-, hipótese que tem sido formulada com ligeiras variantes por diversos autores (Curchin, 1997, p. 268; Domingo, 2000, p. 61-63; García Alonso, 2003, p. 325-326).
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LO QUE SE DICE... LO QUE SE DICE EN…ARCHPORT
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Archport es la más importante lista de correo de arqueología de la Península Ibérica. Con 532 mensajes en 6 meses, me mantengo en un nivel de autoexigencia para esta sección que no es normal, pero bienvenido sea el saludable intercambio de nuestros colegas portugueses (y cada vez más españoles). Para apuntarse esta lista basta con visitar http://www. uc.pt/pag_uc/lista_archport.html y seguir las instrucciones. Éstos son los asuntos más destacados, separados temáticamente, tratados entre noviembre 2006 y abril 2007. Reuniones científicas: El 2 de junio tuvo lugar el Coloquio 2007 del Centre de Recherches André Piganiol, titulada «La vie au bord de l’eau, dans les villes, les villages et les uillae de la Gaule romaine et des régions voisine». Del 2 al 7 de septiembre de 2007 dará lugar en Oxford el 13th International Congress of Greek and Latin Epigraphy. Una interesante apuesta presenta el curso de postgrado «La Aplicación de Los Sistemas de Información Geográfica en Arqueología» organizado por Victorino Mayoral y Carlos Morán, impartido dos veces en la segunda quincena de marzo. Siguiendo la mísma línea, en noviembre tendrá lugar el V Simposio Internacional de Arqueología de Mérida, con el título «Sistemas de Información Arqueológica y análisis del territorio», el 7-10 de noviembre de 2007. Del 29 de noviembre al 1 de diciembre tendrá lugar en Lisboa el tradicional X Colóquio Internacional sobre Línguas e Culturas Paleohispânicas. Del 22 al 26 de septiembre de 2008 tendrá lugar en Roma el XVII Congresso Internazionale di Archeologia Classica, organizado por la ãcon el título «Incontri tra culture nel Mondo Mediterraneo antico». Nuevas publicaciones: Por la naturaleza enumeradora de esta primera parte, simplificaré su lectura con unos guiones. - Le Bohec ha sacado L’Armée Romaine sous le BasEmpire, síntesis hecha por un experto en la materia. - De interés para toda la lista de Archport la obra de Osland titulada The Early Roman Cities of Lusitania. - Salinas de Frías ha sacado un nuevo manual, con título Los Pueblos Prerromanos de la Península Ibérica. - Le Roux ha sacado la traducción, aunque engañe el título, de una obra de alcance peninsular, Romanos
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de España. Ciudades y Política en las Provincias [siglo II a. C.- siglo III d. C.]. Crespo Ortiz de Zárate sigue explotando su experiencia epigráfica con el libro Hispanorromanos de Castilla y León-Nomenclátor. Dondin-Payre y Raepsaet-Charlier han editado un volumen con el título Sanctuaires, pratiques cultuelles et territoires civiques dans l’Occident Romain. Andreu Pintado ha editado Navarra en la Antigüedad. Propuesta de Actualización, actas del coloquio celebrado en noviembre de 2004. Navarro Caballero y Roddaz han reunido textos bajo el título La Transmission de l’Idéologie Impériale dans l’Occident Romain. Están en distribución las Actas do VIII Congresso Internacional de Estelas Funerárias, de un acto celebrado en marzo en Lisboa. García-Entero ha sacado el último anejo de Archivo Español de Arqueología, titulado Los Balnea Domésticos. Ámbito Rural y Urbano en la Hispania Romana.
Marta Diaz-Guardamino anuncia a la lista que los contenidos de las revistas Complutum y Gerión, de la Universidad Complutense de Madrid, están disponibles (www.ucm.es:80/BUCM/revistasBUC/portal/modules. php?name=Materias1&materia=14) líbremente en internet. La revista Internet Archaeology, la principal publicación web sobre el tema, solicita contenidos (http://intarch.ac.uk/call_for_papers.html). Destaca la iniciativa de la serie electrónica e-Castrexo, liderada por la Asociación de Amigos do Castro de Viladonga. La Unidade de Arqueología da Universidade do Minho ha iniciado una nueva colección llamada Bracara Augusta - Escavações Arqueológicas, necesaria para una ciudad tan rica arqueológicamente. Salieron los dos primeros números, el primero de Martins (As Termas Romanas do Alto da Cividade) y el segundo de Morais (Autarcia e Comércio em Bracara Augusta). De particular interés para nuestros lectores tenemos algunas cosas. Debemos destacar que en el número 45 (2006) de la revista Conimbriga hay un artículo de Alarcão titulado «As Vias Romanas de Olisipo a Augusta Emerita», que habrá que leer con interés y atención. Se han publicado las Actas das I Jornadas As Vias do Algarve da Época Romana à Actualidade, una zona de estudio bastante activa en nuestro campo. Otros asuntos: La fusión del IPA y el IPPAR —mejor dicho, cierre en favor del IGESPAR— siguió siendo un tema sonado, un tanto polémico por las nuevas atribuciones en cuanto a protección patrimonial del nuevo organismo. La «Associação dos Arqueólogos Portugueses» desarrolló una moción de queja pues el nuevo instituto de gestión no contemplaba el patrimonio arqueológico, centrándose mayormente en el arquitectónico, ideas de las que hizo eco la «Associação
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Profissional de Arqueólogos». La moción de la AAP tuvo una acogida parcialmente receptiva por parte de los grupos parlamentarios portugueses. Las empresas de arqueología, movilizadas por los investigadores, abogan por la creación de un nuevo organismo que tutele el patrimonio cultural. En otro orden de cosas, la noticia de una exposición en el Grand Palais de París, titulada Trésors engloutis d’Egypte, provocó algunas reacciones denunciando novecentismo en la idea tras dicha exposición. Pero d’Encarnação aseguró que, aunque el título pudiese engañar, la exposición era un estupendo análisis sobre cómo se hacía una excavación subaquática. Hubo un debate sobre protocolos de registro arqueológico normalizado, sus contribuciones y recursos disponibles en internet. Naturalmente, también la torpeza con la que era manejada la unificación de criterios y formatos, tanto por parte de arqueólogos como de instituciones. En linea con esto, hubo varios links a recursos de software libre de apoyo a la arqueología. También se dio una pequeña discusión –con un sabor algo déjà vu– sobre la semántica de la palabra «serra». La publicación por parte de Luis Conego de un centro de producción cerámica en las cercanías de Braga, publicado en Portugaliza (revista gallega), no en Portugal, causó un poco de consternación, no hacia el autor, sino hacia la falta de medios adecuados en su país. Se le invitó a publicar en Portugal. Este asunto acabó desembocando en una polémica sobre el «buen hablar» y las «disculpas públicas», estupendo. Noticias: Hay una nueva página sobre patrimonio arqueológico, www.boveda.org. Una nueva lista de discusión con el expresivo nombre de Museum; para registrarse http://ml.ci.uc.pt/mailman/listinfo/museum. En nuestro apartado de necrológicas, el 27 de octubre murió Pilar Acosta, catedrática de Prehistoria de la Universidad de Sevilla. También murió Bruce Trigger, experto en historiografía arqueológica de la McGill University. Jean-Pierre Vernant, especialista en Grecia y los griegos antiguos del CNRS, también murió el 9 de enero. A finales del mismo mes murió el historiador Oliveira Marques, célebre medievalista luso. Riccardo Francovich murió el 30 de marzo, especialista en arqueología medieval italiano de alcance mundial.
G.S.R.
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LO QUE SE DICE EN… TRAIANVS
Finanzas y perspectivas
TRAIANVS es un conocido foro sobre ingeniería romana instalado dentro de Rediris, una website diseñada para el intercambio de información en la investigación española. Para visitar la página de TRAIANVS dirigirse a http://traianus.rediris.es/. Presentamos aquí un breve resumen de los asuntos más destacados tratados en el foro, con las valiosas aportaciones de sus miembros, entre noviembre de 2006 y abril de 2007.
Carta de José Antonio Cezón
El semestre empezó con una discusión sobre Colonia Iulia Paterna y Barcelona, discusión tan corta como críptica. Espacio web usado debidamente, vamos. Traianus celebró la inclusión de contenidos extra en su página web, en concreto los PDF de todos los artículos de las actas del congreso de Astorga de octubre pasado, con un sonoro silencio.
El resultado económico de algo es muy simple: gastosingresos. Para obtener un resultado satisfactorio hay dos acciones posibles, reducir los gastos o aumentar los ingresos, lo primero es muy sencillo: reducir calidad. Lo segundo requiere un estudio más detallado: ¿Cuál sería el valor marginal de un número aumentando la tirada? Evidentemente la curva tiene una asíntota o valor mínimo en función del coste del papel, impresión, ensobrado y distribución, de aquí creo que lo único sensible a la tirada será la impresión; también existe un valor máximo dado por el precio de venta de otras publicaciones similares: la «competencia». Ya tenemos dos valores límites, por arriba y por abajo.
Carlos Sánchez-Montaña ha hecho debida publicidad de lo que publicaba en el blog http://eltablerodepiedra. blogspot.com, sobre temas diversos. Sus pequeñas investigaciones eran recibidas con aplauso. El hallazgo a través de Google Earth (¿una nueva herramienta de teledetección?) de grandes estructuras subacuáticas en La Manga del Mar Menor (Murcia) abrió el interrogante, por parte de Isaac Moreno, de si debían ser salinas. José Manuel de la Peña Olivas , con sesudo análisis geomorfológico, descartó el poblamiento, atribuyéndolo a piscifactoría o salinas, debido a su situación sobre arenal costero. Un nuevo e interesante recurso en internet, el blog sobre arquitectura en la antigua Callaecia (http://pedrasformosas.blogspot.com), asunto que también tuvo mucho eco en Archport pero que incluyo aquí por razones de equilibrio. Una consulta sobre miliarios por parte de Carmen Heredia Campos tuvo como respuesta una derivación hacia los niveles de alfabetización en tiempos romanos.
G.S.R.
(…) En primer lugar la calidad de papel es excelente y la dureza de las tapas protege el conjunto y facilita la lectura y el transporte ¡claro!, esto repercutirá negativamente sobre el coste; creo que todos los que comparamos ambos Miliarios hemos pensado algo parecido: el ejercicio económico tendrá que ser ruinoso.
¡Bueno! Suponiendo que el número de páginas se estabilice: 68, 84, 132..., ¿? Si el precio de venta actual (que supongo será similar al coste, por carecer de ánimo de lucro) se sitúa entre ambos valores ya tenemos el número mínimo de suscriptores necesario. Aquí es donde la experiencia me dice que 121 suscriptores son muy pocos, al parecer el M.E., se estabilizaba en las proximidades de las 200 suscripciones, así que imagino que el N.M. necesitará el doble de los que ya tiene... Aumentar el número de suscriptores es muy sencillo de plantear, pero muy difícil de conseguir y yo sugeriría una propaganda muy activa en Instituciones: universidades, instituciones culturales tanto españolas como extranjeras, hemerotecas provinciales y municipales y un largo etcétera que vuestra fértil imaginación os sugerirá. Suscripción y no trueque, claro. Otra cuestión relacionada con la anterior, pero más importante aún es la de las colaboraciones, que de momento no parecen faltar, pero tampoco parecen sobrar (me refiero a los autores). Verdad es que el número de artículos también ha ido creciendo: 6, 10, ¡20! En un somero análisis de los tres primeros números observo que entre un 70 y un 80 % de los colaboradores ya lo eran del M.E., como captación para los dos primeros ejercicios no esta mal, pero será necesario mantener este 10 % anual de nuevas captaciones si no se quiere llegar a la endogamia, además la mayor parte de los «antiguos» padecemos una enfermedad mortal: la edad.
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Resumiendo, la revista se va a sostener mientras haya una o varias personas que tengan voluntad de continuar, cueste lo que cueste y por encima de los costes, simplemente por la ilusión de estas personas para las que la compensación económica no será lo más importante, aunque una ayuda siempre viene bien... Aprovecho la ocasión para comentar la orientación del contenido de dichos tres números. El mundo romano ocupó solamente un 50 % de los artículos en el nº1, un 70% en el 2 y el 80 % del 3; tras una tímida aparición en el nº1, el mundo medieval ha desaparecido, al revés del mundo moderno, que ha aparecido en el nº3 con una sola muestra; los artículos que considero del mundo contemporáneo son dos o tres por número, con independencia del número de artículos o de páginas... ¿Significa esto que esta publicación seguirá añadiendo calzadas a las que ya incluyó (en exceso, en mi opinión) el M.E.? Creo que esto debería ser también motivo de cavilación por parte de la redacción de esta revista. Y para terminar diré que los artículos son bastante buenos en su mayor parte, otra cosa es la ilustración de los mismos, en mi opinión el gráfico o grabado es superior a la simple foto, por ejemplo y limitándome al nº3, bien por el croquis de la página 24, aunque esta mal situado al final y en contracara, así como por el de la 81, mal, muy mal, por los mapas de las páginas 76, 86 y 87; el de la página 54 es admisible con reparos. Por cierto Carlos, veo que has llegado a Peña Escrita (p. 37) ¿Es accesible o hay que pelearse con el terrateniente que ha puesto la cadena? Nuestro buen amigo Palomero sigue con su tradicional carestía de croquis y planos de detalle, si alguien pretende visitar La Isabela con el contenido del artículo del nº1, páginas 41-42 va dado. En el nº3 se ha perdido la sana costumbre de incluir alguna foto o mapa reducidos en las noticias del final, se echa de menos en la carta de Manuel Santonja (pag. 121) que presupone que todo el mundo sabe dónde esta el río Sangusín y en la página siguiente relativa a Chiclana de la Frontera, lugar que por cierto, con ocasión de una exploración en la que acompañé a Gonzalo Arias, me pareció digno del levantamiento de un plano detallado con los «caños» activos y los secos, las fortificaciones de la Guerra de la Independencia, los restos púnicos, los romanos y la madre que parió a todos ellos... Bueno y esta es mi opinión, como ya te he comentado anteriormente os enviaré lo que haga, ahora pensaba enviaros para el número de junio un par de artículos sobre ferrocarriles (que ya han pasado a ser objetos arqueológicos en su mayoría), pero dada la lentitud o/e ineficacia del Archivo General de la Administración
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(AGA para los amigos) para la reproducción de fotocopias tengo detenido sine die. Por otra parte el señor Villuga goza de buena salud y me tiene liado con sus no siempre explicables itinerarios. La «via AB EMERITA AUGUSTA PER CASTRA CAECILIA SALMANTICAM» O VÍA DE LA PLATA Jesús Rodríguez Morales He leído asombrado en la Gaceta de Salamanca, el sábado 16 de Diciembre, un artículo firmado por Ramón Grande del Río, Doctor en Historia por la Universidad de Salamanca, en el que descalifica con gruesas palabras ya desde el título: «La última patraña ‘histórica’ disfrazada de tesis científica», las ideas presentadas en el reciente III Congreso de Ingeniería Romana celebrado en Astorga, por el ingeniero de obras públicas y especialista en calzadas Isaac Moreno. En esencia lo que vino a decir allí Moreno Gallo es que al N de Salamanca, concretamente a septentrión de Calzada de Valdunciel, la vía romana que viene de Mérida, nº XXIV del Itinerario de Antonino en su parte hispánica, a la que Roldán (uniendo su trazado al de la vía XXVI) bautizó con el neologismo latino de Iter ab Emerita Asturicam, en lugar de seguir por la Cañada Vizana, en dirección a Zamora, se dirige hacia el gran yacimiento vacceo-romano del Alba de Villalazán, que correspondería a Ocelo Duri, en donde cruzaría el Duero. Desde allí la vía XXIV seguiría por las estaciones de Albocela-Tiedra y Amallobriga-Montealegre de Campos y la XXVI, por Vico Aquario, Brigeco y Bedunia, llegaría a Astorga, pero no por el recorrido tradicional. Hay varias pruebas de ese otro trazado presentado por Isaac Moreno. Una de ellas es la propia infraestructura de la vía, identificada inequívocamente por él entre Calzada de Valdunciel y Villalazán, e inexistente por el tradicional. Otra un miliario tardío y muy poco corriente, aparecido en este último yacimiento e idéntico a uno recientemente identificado en el Puerto de Béjar a pie de vía. Por último este nuevo trazado soluciona totalmente los problemas de distancias que presentaba la vía XXIV al N de Salamanca. El nombre Vía de la Plata, que se ha impuesto como nombre popular, afirma Moreno, es relativamente moderno. La primera vez que aparece es a principios del s. XVI, en dos fuentes. Una es una carta de Cristóbal Colón a su hijo Hernando, hacia 1500, en donde le dice: «lleváreisla por la calzada de la Plata» Otra, Elio Antonio de Nebrija, en su Repetición sexta sobre las medidas, publicada en 1510, en donde dice: «También pertenece a la misma Lusitania una vía famosísima, llamada vulgarmente ‘de la plata» (uia nobilissima: argentea uulgo dicitur). El pontífice Licinio fue el primero
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que la construyó, después la rehizo César Trajano y a continuación la restauraron Elio Pertinax y otros emperadores, como se deduce por los mojones, a los que separan mil pasos. Fue trazada desde Mérida, pasando por Cáceres, hasta Salamanca, donde comienza a desaparecer en la parte externa del puente y ya no se ve rastro alguno de aquella vía (Ea per ducta est ab emerita augusta per castra caecilia salmanticam usquem: ubi primum in extima pontis parte incipit euanescere: neque ulterius ullum uiae illius uestigium cernit.)». Es decir, para Nebrija, la llamada popularmente ya en 1510 Vía de la Plata, iba de Mérida, por Cáceres, a Salamanca: AB EMERITA AUGUSTA PER CASTRA CAECILIA SALMANTICAM. Luego desaparecía. Anteriormente la calzada se había conocido, y de esto hay registro documental, con el nombre de Calzada de Quinea y así aparece en el Fuero de Plasencia (1189) o en el De Rebus Hispaniae (1243) de Jiménez de Rada, en relación con la División del Reino por Alfonso VII en 1157. En cuanto a Vía de la Plata es un nombre genérico —hay media docena de calzadas o vías de la Plata en España— , que seguramente no tiene nada que ver con el árabe Al-Balat, sino con el latín via delapidata, ‘vía empedrada’, atestiguado ya en textos latinos: como el Epitome de Festo de Paulo Diacono, p. 79M: «delapidata: lapide strata» «delapidata: construida de piedra; o San Isidoro, Etimologías, xv, 16, 6: «Ipsa (strata) est et delapidata, id est lapidibus strata»: «La calzada está además empedrada, es decir, recubierta de piedras»; En el Vocabulario de Alonso de Palencia, publicado en 1490, delapidata son «los logares empedrados, las calzadas».
únicamente el camino de Toledo a Segovia y el Duero que, identificado por el profesor F. Hernández Jiménez en «La travesía de la SIERRA DE GUADARRAMA en el acceso a la raya musulmana del Duero», artículo publicado en la revista Al-Andalus en 1973, fue descrito por autores musulmanes, y siempre hablando del camino de Toledo a Castilla la Vieja por la Sierra de Guadarrama. El «Foyo de la Plata» al que se refiere el Dr. Grande, y que, efectivamente, aparece en una fuente medieval, el Libro de la Montería de Alfonso XI, en el s. XIV, se ubica en las cercanías de Valdemorillo, en la provincia de Madrid, y nada tiene que ver con Salamanca ni la Vía de la Plata de la que estamos hablando. Que con esos errores de concepto se atreva el dicho doctor en Historia a descalificar con tan malos modos el trabajo de los demás, no se entiende si no es por mala fe, o porque defienda intereses particulares. Desde luego de historia antigua y de caminos romanos no tiene mucha idea quien afirma que la Tabula de Peutinger, perdida la hoja en la que aparecen las Hispanias, demuestra que la Vía de la Plata iba por tal o cual sitio. Espero que el Dr. Grande del Brío refute mis argumentos y que sea no descalificando con más errores de bulto, sino publicando alguno de esos mapas «del siglo XVIII», o algunos de los documentos en los que aparece el nombre Vía de la Plata al N de Calzada de Valdunciel.
Al N de Salamanca, cuando desaparece el empedrado, desaparece el topónimo. El que en el s. XIX los eruditos locales, muchos de ellos ilustrados párrocos, que informaron a Miñano o Madoz, para la elaboración de sus diccionarios, de las peculiaridades de sus pueblos, dijeran que por allí pasaba la Vía de la Plata, no quiere decir más que eso, que ellos así lo creían. El Dr. Grande del Brío no tiene más que ir a las fuentes, al detalladísimo Catastro de Ensenada, del s. XVIII, o a cualquiera de las mojoneras conservadas en los ayuntamientos por las que él asegura que pasa la vía, para exhumar el documento que demuestre que el tal topónimo existió antes de principios del s. XIX, momento a partir del cual, por presión erudita, se rebautiza así a la Cañada Vizana. Pero lo más «descabellado» —siguiendo su propia terminología— que afirma el Dr. Grande en su artículo, es que el topónimo árabe Balat Humayd tiene algo que ver con la Vía de la Plata. Con este nombre ‘camino de Humayd’, Balatomet en el s. XIII, se conoce sólo y
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Posible tramo de la vía Compluto-Cartagena Carta de Jesús Sánchez Sánchez (…) Por otra parte, atendiendo a la invitación de los inefables Hernández y Fernández a denunciar cualquier destrucción de nuestro legado de caminería antigua, le envío a Santiago unas fotos relacionadas con la destrucción de un posible tramo de la vía ComplutoCartagena que él conoce bien. Concretamente el tramo entre el castillo de Fuentes (junto al Záncara) y el inicio de la carretera de Villalgordo del Marquesado (Palomero, 1987, 112). En las fotos del SIG Oleícola se aprecia un camino entre esos dos puntos. En la foto tomada el pasado día 6 de diciembre sobre el terreno (la carretera citada a la espalda y el castillo al fondo) se ve que no queda traza del camino. (Aunque realmente en este tramo, si había infraestructura de calzada, no era evidente en superficie).
TODOS QUEREMOS SER UN GARCÍA Y BELLIDO... (De Don Antonio, de éste y de otras cuestiones) COMENTARIO del libro MOYA MALENO, P. R. (2006): Antonio García y Bellido (1903-2003). Actas del Curso de Verano-Homenaje I Centenario de su muerte. Asociación García y Bellido de Historia y Arqueología. Villanueva de los Infantes. 148 páginas. Pablo Guerra García1 Me gustaría poder hacer unas breves reflexiones acerca de la publicación de tan merecido homenaje, a tan ilustre personalidad de la Arqueología española, y no se me ha ocurrido mejor portal que El Nuevo Miliario. No es mi intención ensalzar la figura de Don Antonio García y Bellido, ya que los que le han conocido y trabajado junto a él lo han hecho muy correctamente. Tampoco es mi labor alabar el trabajo del autor de esta publicación, ya que ha demostrado sobradamente su apego y admiración por tan gentil paisano. Un servidor ha querido, desde los ojos del que observa desde fuera, facilitar una opinión más con la que pueda contar el futuro lector de este gratificante acto de homenaje, al Sr. García y Bellido. 1 Arqueólogo profesional. pabloguerragarcia@yahoo.es
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Ya tuve la ocasión de exponer, en una publicación local (Guerra García, 2003: 14), una breve explicación acerca de los actos celebrados en honor al arqueólogo, los cuales no podían comenzar de la mejor manera posible si no era con unas jornadas conmemorativas reuniendo a un elenco de personalidades de la Arqueología, en su tierra natal, Villanueva de los Infantes. Por aquel entonces, los que pudimos asistir fuimos testigos de un ambiente de euforia inusual compartido tanto por catedráticos como por estudiantes, eruditos, aficionados y vecinos locales, que no se recataban en expresar su admiración por Don Antonio. Políglota, arqueólogo, historiador, filólogo... Muchos son los epítetos que se le atribuyeron, y que coinciden con los expresados en una placa conmemorativa sita la casa que le vio nacer. Allí estaban los que tenían que estar, compañeros de cruceros por el Mediterráneo, amigos de su estancia en Ampurias, alumnos predilectos y no tan predilectos... Todo lo que debía de decirse acerca del maestro de maestros quedó dicho, y sin faltar nada se emplazó a la publicación de unas actas que se han hecho esperar. He podido observar con cierta satisfacción que esta publicación tiene notables diferencias con respecto a otras acontecidas por el mismo motivo. Lo cierto es que echando un vistazo a los cuantiosos textos publicados al respecto de homenajes y gratitudes para con otros arqueólogos españoles, ésta puede presumir, sin lugar a dudas, de tener un buen grado de familiaridad y una agradable«informalidad» por parte de los suscriptores. En palabras de Moya Maleno, «(...) no quería resignarme a ser testigo de pasivo de los actos que iban a tener lugar en diversos foros institucionales y científicos (...)», lo que demuestra un agradecido sentimiento de identificación con el arqueólogo local —y universal—. Estas palabras se suman al recuerdo de los jóvenes que afortunadamente —o no—, se dedican a seguir los pasos del ilustre personaje:»(...) García y Bellido había pasado a ser aquel señor en blanco y negro que presidía desde la altura del segundo piso el recibidor del colegio2 (...)» (Moya Maleno, 2006: prólogo, XXII). Esta entrañable estampa queda plasmada en innumerables fotogramas, y la recordamos en numerosas publicaciones al referirse al infanteño (Almeida, 1988: 20; Blázquez Martínez, 2006: 27). La publicación editada por la Asociación ASGARBE, a la que me refiero en este caso, se caracteriza principalmente por su talante local, y podríamos hasta decir que melancólico. Es la primera vez que convergen tanto jóvenes investigadores locales como catedráticos de renombre, en una misma edición dedicada a un entusiasta de su profesión. Vemos, entre otros, a J. M. Blázquez Martínez, reflexivo acerca del papel García y Bellido en la Arqueología Clásica española; a M. Almagro Gorbea, buen conocedor de su cursus 2 Centro de enseñanza Secundaria «Arqueólogo García y Bellido», Villanueva de los Infantes, Ciudad Real.
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internacional por Francia, Inglaterra o Alemania; a M. P. García y Bellido, hija y heredera de su talante, erudición y cualidades innatas para la Arqueología; y a Pedro Reyes Moya Maleno, arqueólogo ex novo pero que demuestra un buen conocimiento de los métodos de investigación histórica. En este pequeño libro desglosan, como en un perfecto trabajo prosopográfico, a un investigador completo del cual decía L. Pericot, quizá fuese el primer y verdadero arqueólogo clásico de España que sabía combinar perfectamente tradición y modernidad en la misma metodología (Pericot, 1975: 18). G. Ruiz Zapatero nos muestra al arqueólogo García y Bellido como un hombre divulgador y pionero gracias, entre otros muchos trabajos, a los famosos dibujos-réplicas o anaparástasis. Quedará en la memoria de muchos, como en la de G. Ruiz Zapatero, el castro de Coaña perfectamente reproducido a plumilla y con el más mínimo detalle; para otros, como a un servidor, quedará en la memoria quijotesca la traducción del Manual del Hombre Prehistórico, obra de Hugo Obermaier, sin el cual muchos conceptos me habrían quedado obsoletos o simplemente, desaparecidos. L. Pericot dixit: «(...) ¡Qué magnífica ocasión para encender una amistad nunca apagada! ¡Qué oportunidad también para calibrar la erudición y la calidad científica de un arqueólogo! (...)» (Pericot, 1975: 13). Son ejemplos personificados de un cariño que no se ha enmohecido con el paso del tiempo, que no se ha difuminado y que, incluso, se ha replanteado con un carácter casi imperativo, como llega a afirmar M. Vigil: «(...) Todos los que se dedican a la Historia Antigua de la Península Ibérica (...) se verán en la necesidad de recurrir a sus obras (...)» (Pericot, 1975: 47). El tránsito de García y Bellido por este periplo de la vida, en su odisea particular de ver la Arqueología «más allá de las campañas de excavaciones veraniegas» (Pericot, 1975: 39) nos ha dejado una figura de la que todos queremos aprender, parecer, similar... Cierto es que, una vez leídos los pormenores profesionales de su vida, todos queremos ser un García y Bellido. Realmente todos lo somos, si nos atenemos a las notas de L. Pericot, donde afirmaba que «(...) se lanzaba con otros jóvenes desde la borda de la nave al agua, al hablar de Arqueología (...)» (Pericot, 1975: 14). Como bien le describe J. Debergh, «(...) savant et homme de coeur (...)» (Debergh, 1976: 91), Antonio García y Bellido nos ha facilitado gratuitamente un modelo de trabajo a seguir, y gracias a su «(...) nobleza y caballerosidad (...)» como incide A. Blanco García Freijeiro (Pericot, 1975: 28), Don Antonio se ha convertido en todo un speculum en el que contemplarnos al investigar. Es curiosa la relación entre un arqueólogo llegado de las generaciones democráticas, como se describe así mismo P. R. Moya Maleno (Moya Maleno, 2006: prólogo, XXII), con uno de estos personajes que ha
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asentado las primeras bases teóricas y metódicas de Arqueología en España. ¡Qué curiosa es la relación de afinidad producida entre generaciones tan dispares y la reacción posterior en las primeras! Leamos, sin previo aviso, la vida de ilustres como J. Cabré Aguiló, otro «cruzado» en la Península del que no faltan motivos de admiración. Como vino a decirme un buen amigo mío, y profesional de la Arqueología, para lo bueno y para lo malo, debemos acudir a las «viejas glorias», aún discrepando de los métodos de excavación propios de la época (Beltrán Llopis, 1982: 79). Son, al fin y al cabo, arqueólogos que han repercutido en nuestra formación, como pioneros en las excavaciones de yacimientos clave3. Retornando el hilo conductor con respecto a García y Bellido y a la publicación de su homenaje, queda uno impresionado por la labor investigadora que acaba de arrancar en el Campo de Montiel. Este despegue viene quizá incitado por un letargo cultural de varios años del que la comarca de Montiel pretende salir, o tal vez se deba al inquietante aparecer de una actividad arqueológica, mencionada por Moya Maleno, y denominada «arqueología de empresa», vide «arqueología de urgencia» et vide «arqueología urbana» (Moya Maleno, 2006: 116-119). En este sentido, permítanme que polemice con la visión que parece nos quiere ofrecer Moya Maleno acerca de esta metodología. Primero, y haciendo uso —y abuso— del homenaje a Blas Taracena en 1991, pongo en valía el testimonio de M. A. Querol, en referencia a las Obras Públicas y su repercusión en el Patrimonio Arqueológico, recordando que «(...) las OPEN (Obras Públicas de Envergadura) destruyen, arrasan, trituran... pero gracias a ellas también se ponen al descubierto yacimiento, se descubren estructuras, se pueden llevar a cabo estudios arqueológicos territoriales y se completan los mapas de distribución de hábitats antiguos (...)» (Querol, 1991: 117). En segundo lugar, y sin ánimo de abrir la caja de Pandora, parece que algunos olvidan que la peligrosa combinación entre «dinero y filantropía» se viene dando desde los primeros pasos de las colecciones privadas de los Austrias —por no rememorar tiempos pasados—. Un caso peculiar es el de Luis Siret, afamado arqueólogo y vanagloriado por sus maravillosos dibujos, quien no tuvo reparos en solicitar financiación al Estado para poder proseguir con sus excavaciones en el yacimiento de Almizaraque (Delibes, 1986: 166). ¡Don Luis, cómo han cambiado las cosas ahora! Los arqueólogos nos queremos parecer a usted o a García y Bellido y sin embargo, como le dijo a usted mismo el escritor Gerald Brenan, en una carta recogida acertadamente por M. Pellicer Catalán: «(...) Ce n´est pas une science, c´est un combat a mort —en referencia a la Arqueología— (...)» (Pellicer Catalán, 1986: 15). 3 En el caso de J. Cabré Aguiló, el castro de Cogotas es el ejemplo paradigmático. En este sentido, de la amplísima bibliografía, véase Blasco Bosqued, 1982: 141.
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Estoy seguro de que incluso en la tierra de Cervantes y de García y Bellido hay más de uno –o uno bien laborioso y ocioso- que no ejerce como es debido la Arqueología, llámenla peyorativamente «de urgencia», llámenla «de investigación». No obstante y rompiendo una lanza a favor de la primera, como afirma M. J. Tallón Nieto en referencia a la Arqueología Preventiva, «(...) la evidencia de que no se puede proteger lo que no se conoce funciona como principio rector básico de la política de Inventarios (...)», (Tallón Nieto, 1991: 125). Aún así, coincido con Moya Maleno (Moya Maleno, 2006: 118-119) en la necesaria implantación de nuevos criterios acerca del tratamiento del Patrimonio Arqueológico, así como la adecuación de métodos de excavación menos «sangrantes» para los yacimientos y controlando más férreamente la actividad de las empresas dedicadas al seguimiento arqueológico4. Y es que puede que García y Bellido no convirtiese a Ciudad Real, su tierra patria, en un museo como se dice que Luis Siret hizo de Almería (Pellicer Catalán, 1986: 15). Sin embargo pocos ejemplos vamos a encontrar similares al de éste investigador visualizando su bagaje bibliográfico en tan diversas materias, desde el arte ibérico hasta la viaria romana pasando por el mundo fenicio. R. Giveon dixit: «(...) scholarly is so greatly indebted for his many important contributions to the knowledge of the Phoenician and Carthaginian world (...)» (Giveon, 1976: 133). Además, ese bagaje funciona de tal manera que arqueólogos e investigadores de cualesquiera de las metodologías y modalidades nos sentimos identificados en una persona, Don Antonio García y Bellido, la que fue homenajeada en Villanueva de los Infantes y bien representada en papel y tinta, a fecha de 2006.
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4 Valdría todo un monográfico en este sentido para abarcar tan amplio tema, pero como lo que prevalece es el valor de la publicación de éstas actas, remito a Martín Bueno, 1996: 11-15 o a la obra monográfica de Fernández Ochoa (cord.), 1996.
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BLASCO BOSQUED, M. C. (1982): «Cabré y Cogotas. Significado de los Horizontes Cogotas». En: AA.VV. (1982): Juan Cabré Aguiló (1882-1982). Encuentro de Homenaje. Institución Fernando el Católico. CSIC. Zaragoza. Pp. 141-150. BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J. M. (2006): «Antonio García y Bellido en mi memoria». En: MOYA MALENO, P. R. (ed.) (2006): Antonio García y Bellido (1903-2003). Actas del Curso de Verano-Homenaje «I Centenario de su muerte». Asociación «García y Bellido» de Historia y Arqueología. Villanueva de los Infantes. Pp. 25-29. DEBERGH, J. (1976): «Image grecque, interpretation carthaginoise». En: AA.VV. (1976): Homenaje a García Bellido. Revista de la Universidad Complutense, volumen XXV, 101. Madrid. Pp. 91-113. DELIBES, G. (1986): «El poblado de Almizaraque». En: AA.VV. (1986): Homenaje a Luis Siret. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Dirección General de Bellas Artes. Sevilla. Pp. 167-178. FERNÁNDEZ OCHOA, C. (cord.) (1996): Los Finisterres Atlánticos. Homenaje a Manuel Fernández Ochoa. Ayuntamiento de Gijón. GIVEON, R. (1976): «Seals and seal-impression of the XXVth Egyptian Dynasty in Western Asia». En: AA.VV. (1976): Homenaje a García Bellido. Revista de la Universidad Complutense, volumen XXV, 101. Madrid. Pp. 133-142.
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COMENTARIO del libro de Pierre HERRMANN Itinéraires des voies romaines de l’antiquité au Moyen Âge. Éditions Errance, Paris, 2007. ISBN: 978-2-87772-348-0. 279 páginas. 34 €. Puede adquirirse por Internet. He aquí un libro importante y con enfoques originales. Desde el principio, el autor aclara que, contra lo que es habitual, no tratará de rastrear los caminos correspondientes a los itinerarios antiguos, sino de comprender por qué éstos se han redactado. Proclama su escepticismo, por otra parte, respecto a la romanidad real de los vestigios de vías que se admiten corrientemente como romanas, pues opina que, dado el deterioro causado por factores naturales (aluviones, corrimientos de tierras, vegetación…) y por el tráfico de carruajes, caballerías y viandantes, cualquier calzada tendría que rehacerse al menos cada veinte años: «il est donc utopique de croire qu’au bout de deux millénaires on peut trouver le moindre vestige d’une chaussée antique qui aurait été utilisée en permanence». Dejemos al autor la responsabilidad de tal opinión, que no es lo más importante del volumen, y vengamos a lo que más nos puede interesar.
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Los vasos de Vicarello ocupan una posición central en la obra. Después de un capítulo de Introduction y de otros tres sobre Les distances, Les étapes y Les voies en los que ya la vía de Cádiz a Roma recibe una atención especial, los vasos de Vicarello son objeto de análisis desde todos los puntos de vista: su hallazgo y su historia reciente, descripción pormenorizada, dimensiones y peso según distintos autores, epigrafía y gramática, analogías y diferencias entre ellos, datación… Es de lamentar únicamente que tan detallado estudio no vaya acompañado de fotografías de los objetos estudiados (cuatro por cada vaso, es decir una por cada campo epigráfico, sería lo ideal). Pero, aunque el autor menciona fotografías, dibujos e incluso copias de los vasos, no parece que haya tenido ocasión de verlos directamente, y da a entender que ignora su paradero: «Des citations récentes situent les gobelets de Vicarello dans un musée Kirchner qui n’existe plus depuis longtemps». Uno no puede por menos de asombrarse de que en nuestro actual mundo informatizado los investigadores de un país desarrollado tropiecen con este tipo de dificultades. Dificultades que, por otra parte, no son obstáculo para un estudio profundo y unas conclusiones apoyadas en buenos argumentos. Contra la datación propuesta antaño por Jacques Heurgon y aceptada por la generalidad de los autores, piensa Herrmann que el vaso cuarto, lejos de ser el más moderno es incontestablemente el más antiguo, situando su hechura entre los años 27 y 8 antes de nuestra era. Elementos de datación son algunas diferencias en las etapas mencionadas, la escritura más arcaica del cuarto vaso, el hecho de que éste apareciera años más tarde que los anteriores por estar más profundamente hundido en el lecho del estanque y algunas otras consideraciones. Lo más novedoso y sugerente del nuevo planteamiento es la vinculación de los vasos a los «juegos seculares» establecidos por Augusto en honor de Apolo. La fecha de los primeros juegos seculares (17 a.C.) conviene bien al vaso numerado como cuarto, mientras que los otros tres corresponderían probablemente a los tres juegos seculares ulteriores, datados respectivamente en 47 (en tiempo de Claudio), 88 (en tiempo de Domiciano) y 204 (en tiempo de Septimio Severo). Rechaza pues Herrmann la idea de que los vasos fueran copia de una columna erigida en Cádiz (si así fuera, no se explicarían las diferencias entre ellos). Se trataría más bien de una forma decidida por el emperador de llevar a Roma desde el extremo occidental del Imperio un homenaje al dios Apolo, en cuyo honor se instituyeron los juegos. Y se explicaría así que el destino final de los vasos fueran las Termas Apolinares, próximas a Roma.
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Cuando hace poco más de dos años Pierre Herrmann tomó contacto conmigo, entendí que el libro que había escrito y para el que buscaba editor estaba centrado en los vasos de Vicarello y prestaba poca atención a otros itinerarios romanos. Me limité entonces a enviarle el Anexo 8 de El Miliario Extravagante, señalando en especial a su atención mi estudio sobre la ruta de los vasos apolinares. Lamento ahora no haberle facilitado otros materiales. En efecto, con pesar tengo que hacer notar ahora graves deficiencias en el tratamiento dado a otros itinerarios romanos, en concreto el de Antonino y el del duumviro Lépido (o tabletas de Cangas de Onís). En cuanto al primero, se me hace difícilmente comprensible que un estudio de un erudito francés sobre la génesis y la finalidad de los viejos itinerarios guarde total silencio, hasta el extremo de no ser siquiera citado en la bibliografía, sobre el profesor ginebrino Denis Van Berchem y sus trabajos, concebidos en el ámbito de la francofonía y publicados por vez primera por la Société nationale des Antiquaires de France. Reiteradamente he sostenido —y ciertamente no soy el único— que las conclusiones del ginebrino son las que mejor explican la naturaleza y el origen del Itinerario de Antonino: ni obra debida exclusivamente a una iniciativa privada (cosa impensable si se repara, como razonablemente observa Pierre Herrmann, que abarca algo así como 70.000 millas), ni obra surgida de una única decisión imperial. Resumamos una vez más lo esencial de las conclusiones de Van Berchem: El I.A. se formó a partir de una serie de «hojas de ruta» marcadas por edictos imperiales que se habían ido acumulando en algún lugar de los archivos romanos, posiblemente durante siglos, para preparar los desplazamientos programados sea de emperadores o personajes ilustres, sea de unidades militares de escasa entidad. El principal de estos desplazamientos (el más largo, y que dio nombre al conjunto) corresponde al viaje de Caracalla de Roma a Egipto en 214 y 215; otros itinera, en su mayor parte, corresponden a desplazamientos de unidades militares que iban cobrando el impuesto de la annona, pagadero en especie, en determinados puntos habilitados para ello. Se explica así la irregularidad de las etapas que tanto ha intrigado a los estudiosos: no se trata de proponer jornadas de viaje, sino de marcar los puntos en que había comunidades de potenciales contribuyentes. La compilación o presentación como obra unitaria de ese montón de hojas de ruta acumuladas en algún archivo imperial pudo ser iniciativa tanto pública como privada, incluso después del hundimiento del Imperio Romano de occidente. En otras ocasiones me he extrañado de la escasa o nula atención prestada a Van Berchem por autores tan importantes como el británico A.L.F. Rivet, el alemán G. Radke, el francés P. Sillières o el italiano Fasolo (cf. p.ej. El Miliario Extravagante 34,19b y 86,24a). Se
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salva de este reproche el francés Raymond Chevallier, quien en 1972 saludaba la reconstrucción de Van Berchem como «la plus récente et la plus séduisante théorie sur la genèse de l’Itinéraire» (R. Chevallier, Les voies romaines, París 1972, pág. 33). A veces tiene uno la impresión de que el suizo ha sido víctima, por razones que se me escapan, de una especie de damnatio memoriae por parte del mundo académico europeo. En cuanto a las tabletas de Lépido o de Cangas de Onís, el análisis al que procede Herrmann es muy superficial y basado en una bibliografía muy incompleta. Aunque reconoce que las distancias marcadas en ellas son muchas veces inexplicables y parecen cifras choisies au hasard, ignora el hecho de que la autenticidad de al menos dos de ellas es puesta en duda por los autores españoles más solventes, y despacha la hipótesis de la falsedad con una frase que no brilla por su lógica: «l’orthographe bizarre et les distances aléatoires excluent pratiquement qu’il s’agisse de faux.» No entraré aquí en ese debate. Creo que en el capítulo primero de mi Repertorio de caminos de la Hispania romana y en el nº 49 de El Miliario Extravagante ha quedado sobradamente demostrada la falsedad de dos de las tabletas. Conviene señalar, por último, que otros itinerarios estudiados con minuciosidad en la obra comentada son el Burdigalense, considerado tradicionalmente como obra de un peregrino cristiano que viaja de Burdeos a Jerusalén y del que aquí se supone que sería un obispo de Burdeos en misión oficial ordenada por Constantino; la Tabula Peutingeriana; la Crónica de Albelda; la inscripción de Polla que describe el camino de Capua a Regio en el sur de Italia; y el itinerario de Tongres, fragmento de una inscripción en piedra relativa a una vía a lo largo del Rin aguas arriba de Bonn. EL IMPACTO DE LAS VÍAS ROMANAS EN EL TERRITORIO COMENTARIO del libro Catastros, hábitats y vías romanas, E. García Prósper, P. Guérin, J.L. de Madaria y P. Sánchez Pérez, eds, Generalitat Valenciana, 2006 Este volumen recoge las actas del congreso de igual título celebrado en Valencia en julio de 2003, dentro del marco del proyecto Interreg 3C. «Paysages historiques de l’Europe», y las comunicaciones que en él se incluyen se estructuran en tres bloques: una primera parte reúne aproximaciones teóricas a diferentes aspectos del trabajo del arqueólogo sobre el territorio, y en él se encuentran cuatro aportaciones de distinto signo, pero de similar interés, basadas todas en la experiencia de la aplicación de diferentes modelos teóricos en territorios desiguales. A este bloque inicial, de interés indiscutible, corresponden los títulos «De la
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prospección a la caracterización de los yacimientos de época romana», de Jean-Luc Fiches (una aplicación de diferentes metodologías en el ámbito suroriental francés, coincidiendo con el trazado de la Vía Augusta, que es el eje en torno al cual se articula el congreso), «Organización y dinámica de los paisajes históricos del Tricastin», aportación firmada por Cécile Jung, «De la trama de puntos al sistema de poblamiento», una reflexión de Frédérique Bertoncello sobre la verdadera utilidad de diferentes estrategias de reconstrucción territorial y, finalmente, una controvertida nota, «¿Qué arqueología del paisaje?, de Ricardo González Villaescusa que recapitula aportaciones desde los Congresos de Teruel a las últimas tendencias en reconstrucción de paisajes antiguos, pasando por la Escuela de Bésançon. Un segundo bloque temático, bien es verdad que no estricatamente diferenciado en el índice, se centra en el estudio de las vías romanas valencianas en general y, en particular, en la Vía Augusta. Así, Ferràn Arasa retoma sus hipótesis sobre «El trazado de la vía Augusta en tierras valencianas», prestando cierta atención a la mansio de Ildum; Pilar Ulloa expone los resultados de una excavación en el entorno del Arco de Cabanes («Excavaciones en la Via Augusta en Vall d’Alba, Castellón); Elisa García se centra en la importancia del estudio de las necrópolis para determinar la expansión de las ciudades romanas y el trazado de las vías en las cercanías del casco urbano («En el entorno funerario de las Vías romanas. A propósito de la necrópolis romana de la Calle Quart de Valencia») y, finalmente, José Manuel Melchor, Josep Benedito y Mar Pascual recogen los resultados de un espectacular tramo de calzada romana localizado en 2002 en las cercanías de la plaza de la Moreria Vella de Sagunto, imponente tramo de calzada porticada y cloaca, datablñe en el siglo I d.C. Por último, tres trabajos afrontan la evolución del paisaje desde diferentes disciplinas: así, Pilar Carmona y José Miguel Ruiz presentan la visión de la geoarqueología para analizar los cambios hitóricos producidos en el litoral valenciano («Cambio geomorfológico histórico en llanuras del mediterráneo valenciano. Geoarqueología y sistemas de información geográfica»); los editores del Congreso (Elisa García, Pierre Guérin, José Luis de Madaría y Paloma Sánchez) exponen los resultados de la campaña de prospección en la centuriación romana de Sagunto, uno de los trabajos posteriores al congreso y complementarios del mismo; y, por último, de nuevo Ricardo González Villaescusa centra su atención en el ager Saguntinus, presentando una potente comunicación en el que el uso combinado de diversas técnicas le permite exponer la sucesiva «Bonificación de zonas palustres en el ager Saguntinus».
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CONVOCATORIAS XVII Congreso Internacional de Arqueología Clásica La XVII edición del Congreso quinquenal que organiza la Asociación Internacional de Arqueología Clásica tendrá lugar en roma en el mes de septiembre de 2008, estando en esta ocasión centrada en el tema «Encuentros entre culturas en el mundo mediterráneo antiguo» que, como en ocasiones anteriores, se abordará desde perspectivas muy diversas, como el urbanismo, la historia del arte, la cultura material o la arqueología del paisaje. La información relativa a la presentación de comunicaciones puede obtenerse en la dirección AIACcongress2008@gmail.com o visitando el sitio web de la Asociación Internacional de Arqueología Clásica (www.aiac.org), que organizará el congreso coincidiendo con el cincuentenario de su fundación. Finalmente, aspectos más específicos del Congreso podrán seguirse en las direcciones: http://www.aiac.org/ita/congresso_2008/home. htm (en italiano) http://www.aiac.org/ing/congresso_2008/home. htm (en inglés)
Al margen de los avances que el congreso ha supuesto en cuestiones más o menos particulares, como el conocimiento de la vía Augusta o de la explotación del territorio saguntino en época romana, lo mejor sin duda del Congreso valenciano es la colaboración entre diferentes instituciones, países y equipos (favorecida por la existencia de un proyecto supranacional financiado por la Unión Europea) y, en especial, la demostración de que la aplicación de técnicas mixtas en los estudios arqueológicos es ya hoy un procedimiento insustituible, y no se concibe un trabajo de arqueología que no tenga algo de geomorfología, de historia, de geografía, de economía, un poco al uso de los estudios clásicos del que la arqueología como ciencia nunca debió de despegarse.
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IX CONGRESO INTERNACIONAL DE CAMINERÍA HISPÁNICA Se ha difundido la primera circular del Congreso Internacional de Caminería Hispánica, reunión que, con la del año que viene, alcanzará su IX edición. El Congreso, que se desarrollará entre los días 13 y 20 de junio de 2007, tendrá lugar fundamentalmente en la ciudad de Cádiz, elegida como «punto central de dos grandes itinerarios: el sistema de calzdas que desde Roma llega hasta las orillas del Atlántico, y el de la Caminería Hispánica, que siglos más tarde alcanza las Islas Filipinas». La decisión de dedicar en el congreso un mayor tiempo al estudio de las vías romanas coincide con la aparición, entre la relación de colaboradores de la organización, de nuestra revista, que figura incluida entre los ya habituales (el Instituto de la Lengua Española del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el Instituto Geográfico Nacional, la Asociación Española de la Carretera y el Patronato Arcipreste de Hita).
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Aunque en próximos números facilitaremos más información sobre este congreso, ésta puede también obtenerse en: camineria@ceh.csic.es www.ai-camineria.com o en la sede de la Asociación Internacional de Caminería, c/. José Abascal, 49 bajo 28003 Madrid Tel. 914411696 / 913993508
de valorizar un patrimonio industrial que forma parte de la sociedad en que vivimos. La información e inscripción puede obtenerse en: Complejo Administrativo Triunfo Cuesta del Hospicio s/n – 18071 Granada Telf: 958 24 29 22 / 958 24 62 01 – Fax: 958 24 29 24 cemed@ugr.es http://www.centromediterraneo.com Exposición CARLOS FERNÁNDEZ CASADO, INGENIERO Hasta el 12 de agosto permanecerá abierta en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) la exposición dedicada a Carlos Fernández Casado, figura imprescindible en el panorama de la ingeniería española del siglo XX y personalidad extraordinaria que aunó las facetas de ingeniero, erudito, profesor o pensador, consiguiendo que se completasen y se enriqueciesen mutuamente. En la primera parte de la muestra, centrada en su biografía, se recorre la vida plena de un ingeniero y de un intelectual con una decidida vocación de conocimiento. Se incide en sus fértiles estancias en París y Granada, en sus estrechos contactos con intelectuales de la talla de Xavier Zubiri o José Ortega y Gasset, en sus investigaciones históricas, en sus numerosas publicaciones sobre ingeniería y, por supuesto, en su formación, su familia y su carrera profesional al amparo de la Jefatura de Puentes y Estructuras del Ministerio de Obras Públicas, de Huarte y Cía, S.A. y de su propia oficina de proyectos Carlos Fernández Casado S.A. La segunda parte de la exposición se dedica de manera monográfica al análisis de las obras de ingeniería proyectadas por Carlos Fernández Casado. Maquetas realizadas ex profeso para la exposición, planos originales y fotografías de la época y actuales, dialogan entre sí para acercar el legado del ingeniero Fernández Casado al público. En esta exposición se subraya de manera especial su contribución a los puentes, sin duda el aspecto más notable y característico de su producción.
Curso sobre RECUPERACIÓN DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL Y DE LA OBRA PÚBLICA La Fundación Juanelo Turriano y el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada organizan el curso «Recuperación del patrimonio industrial y de la obra pública», que se desarrollará en Almuñécar en la semana del 16 al 20 de julio de 2007. En él se recogerán propuestas y realizaciones sobre la rehabilitación de ingenios, máquinas, fábricas y naves industriales ya en desuso, presentando la importancia
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Todo ello se completa con un catálogo que incluye una selección de escritos originales del propio Casado, una serie de estudios sobre su trayectoria y un, largamente esperado, catálogo razonado de sus obras. Con esta exposición y su catálogo, el CEHOPU pretende difundir y poner en valor el legado de Carlos Fernández Casado, un brillante ingeniero y, sobre todo, un humanista que definió la ingeniería desde la integración y el respeto a la naturaleza y al propio individuo.
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Exposición M-30, un viaje al pasado Hasta el próximo 30 de septiembre permanecerá abierta en el Museo de San Isidro de Madrid (plaza de San Andrés, 2; www.munimadrid.es ) la exposición «M30, un viaje al pasado» que, organizada conjuntamente por el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, y por la empresa pública «Madrid Calle 30», recoge los principales hallazgos arqueológicos y paleontológicos localizados durante las obras de soterramiento de la vía de circunvalación, llevadas a cabo a lo largo de la recién terminada legislatura. Al margen de la polémica generada por las obras en diversos aspectos, y en particular por lo que se refiere al patrimonio histórico (véanse al respecto los números 2 y 3 de El Nuevo Miliario), la muestra recopila datos de sumo interés para el conocimiento de la evolución de la ciudad, prestando especial atención al registro paleontológico y prehistórico. La contrapartida reside en que la exhaustividad con que se exponen los datos en las primeras salas (Paleontología, Paleolítico, Edad del Bronce) se echa de menos en los espacios dedicados a épocas más recientes, que, sin embargo, han proporcionado restos arqueológicos singulares, como los correspondientes a los puentes de Segovia y Toledo, o al Canal del Manzanares. La muestra se acompaña de una publicación de 32 páginas que, como sucede con la exposición, sabe a poco al visitante, ya que se limita a recoger pinceladas que dibujan de modo impresionista la manera en que el conocimiento del patrimonio histórico de la ciudad se ha incrementado coincidiendo con los trabajos de soterramiento. Sin duda, tanto la muestra, como la publicación, son sólo un anticipo de lo que habrá de venir más adelante.
Sabido es que en ningún caso la construcción de grandes infraestructuras ciudadanas genera el marco más adecuado para el conocimiento científico de los vestigios de nuestro pasado, pese a que a menudo surjan resultados espectaculares (véase al respecto también el volumen Arqueología y paleontología en las obras de ampliación de Metro de Madrid 2003 – 2007, recientemente publicado por Mintra y dedicado a los estudios de patrimonio histórico realizados en paralelo a las obras de construcción de nuevas líneas de Metro). Pero, en todo caso, la exposición del Museo de San Isidro (ahora Casa de San Isidro o Museo de los Orígenes, según su nueva denominación) es de visita obligada para todos cuantos dedican parte de su tiempo a desentrañar la historia de Madrid, y para aquellos que quieren conocer la verdadera dimensión de los trabajos arqueológicos y paleontológicos (cuánto se destruye, cuánto se conserva, en qué condiciones se trabaja) desarrollados en estas polémicas obras durante casi tres años por más de un centenar de profesionales, arqueólogos, paleontólogos y geólogos que, en estas obras al igual que en otras similares, se han visto en la difícil obligación de trabajar bajo la presión de las máquinas y sometidos a la siempre inquietante espada de Damocles de los plazos politicos, que marcan siempre el ritmo veloz de la obra pública.
C.C.
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Boletín de suscripción y petición de números atrasados
Deseo suscribirme a la revista EL NUEVO MILIARIO hasta diciembre de 2007 Datos personales: Nombre y apellidos: Institución: Dirección de envío (vía pública, localidad, ciudad, provincia, Estado): Teléfono (opcional) Correo – e: Prefiero que las comunicaciones se realicen por correo electrónico (marcar con una x) Tarifas (indíquese la elegida): - Ordinaria: 20 € - Institución: 30 € - Pensionista, parado, estudiante no acaudalado: 10 € - Números atrasados (12 €/ud.): nº1 (dic.2005) ___ nº2 (jun. 2006)___ nº3 (dic. 2006)___ Forma de pago: - Domiciliación bancaria (indicar entidad, oficina, digito control, nº de cuenta): - Transferencia a la cuenta 2042 / 0151 / 13 / 3300007855 - Cheque nominal Firma (imprescindible en caso de domiciliación):
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PAUTAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES EN LA REVISTA
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El boletín bianual El Nuevo Miliario acoge trabajos, noticias y comentarios sobre vías romanas, historia de los caminos y otros temas de geografía histórica de cualquier época, pero para la publicación de los textos se aconseja seguir las pautas que se describen a continuación: 1) Los trabajos tendrán preferentemente una extensión máxima entre 8 y 10 páginas tamaño DIN A-4, incluyendo ilustraciones y bibliografía. Cada página de texto tendrá unos 2.500 caracteres. 2) En El Nuevo Miliario pretendemos respetar el medio ambiente; por ello, como norma general, y para reducir el consumo de papel, los originales, siempre que sea posible, se enviarán exclusivamente en soporte informático, en CD – Rom en el que se incluirán el texto y, por separado, las imágenes (planos, mapas, fotografías, etc.). Únicamente en aquellos casos en que los autores consideren que los trabajos deben de ir maquetados de una forma concreta se enviarán los originales impresos en papel. 3) Del mismo modo, se aceptarán preferentemente las fotografías (preferiblemente no más de tres o cuatro por trabajo) enviadas en soporte digital, en formatos .jpg, .pct o .tif, con una resolución mínima de 300 ppp. Para los planos y mapas, que se enviarán como imágenes, se aceptará además el formato .pdf. Circunstancialmente se aceptará el envío de fotografías, mapas o planos originales para su reproducción, que serán, en todo caso, devueltos al concluir la maquetación del trabajo. 4) Las imágenes se acompañarán, si los autores lo consideran necesario, de sus correspondientes pies, que se presentarán en una relación al final del texto. 5) Los trabajos podrán incluir notas bibliográficas y notas a pie de página (aunque, preferiblemente, se evitarán estas últimas y, en todo caso, se publicarán como notas finales), mientras que la bibliografía se citará preferentemente recurriendo al Sistema Harvard, (Autor, año, título, lugar de edición) de este modo: -FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, P.F. (1987): Sobre el neolítico y otras antigüedades de la región de Murcia, Revista de Estudios Peninsulares, 17, Baracaldo. La fecha prevista de cierre del número 5 de El Nuevo Miliario estará en torno al 25 de noviembre de 2007
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Mansionibus supra scriptis: apuntes sobre el concepto de mansio
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