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La educación superior en el Ecuador
Enrique Pozo Cabrera1
L Historia
Las primeras catedrales no fueron utilizadas para ceremonias litúrgicas (Cantú, 1965); también se permitía que laicos con experiencia se reunieran en ellas, en áreas cercanas a las que se les denominaba normalmente como claustros, aunque se trataba de espacios abiertos, y fue allí donde se empezaron a congregar los alumnos junto a los artistas y artesanos. Además las escuelas de los obispos eran diferentes a las monásticas, pues al estar en las ciudades eran más abiertas en términos de discusión de temas; los debates tenían tintes diversos. A estos claustros se los denominó las escuelas catedralicias. En un principio, la mayoría de los alumnos eran todavía clérigos para los que el aprendizaje era especialmente un acto religioso. Pero al vivir en las ciudades, rodeados de laicos, de a poco se fueron incorporando a los claustros personas que no necesariamente eran clérigos. Las escuelas catedralicias se reconocían por el maestro que impartía las clases; por ejemplo, los ‘meludinenses’ que deben su nombre a Roberto de Melum, en tanto que los ‘porretani’ eran los discípulos de Gilberto de Pointers. Originalmente la palabra ‘schola’ se aplica para todas las personas de un monasterio o catedral y que formaban parte del coro. Es decir, no todos los que se encontraban estudiando dentro de una catedral eran parte de la ‘schola’; lo eran únicamente aquellos que pertenecían al coro. Lo que ocurrió en el siglo XII fue que el número de estudiantes aumentó con rapidez y excedió al número de personas que se requería para el mantenimiento de una iglesia; entonces, se decidió enseñar a todos a cantar y a redactar en latín con prosa y en versos. En consecuencia, todos fueron parte de la ‘schola’.
1 Rector de la Universidad Católica de Cuenca.