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La arquitectura cañari en el Área Ocupacional de Ingapirca, el principal centro de poder político de Hatun Cañar Mario Garzón Espinosa
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videntemente la monumentalidad que ostenta el Templo del Sol de Ingapirca ha conllevado a estudiosos e investigadores a prestar mayor interés y quizás hasta fascinación por este icono de la arquitectura incásica en territorio ecuatoriano, antes que por los vestigios aún visibles de la arquitectura cañari, que por cierto es carente de imponencia. Es indudable que la arquitectura que hoy sobresale en Ingapirca pertenece al estilo arquitectónico cuando estuvo vigente durante el imperio incásico, especialmente en el gobierno de Pachacutec Inca Yupanqui, hasta cuando se dio la invasión española (1438-1533), y cuya construcción se atribuye al inca Huayna Cápac (1480). Ingapirca, al igual que muchos centros administrativos, religiosos, tambos, kanchas, kallancas, etc., localizados en todo el territorio que conformaba el Tahuantinsuyo, fue construido siguiendo un patrón oficial, basado en un trazado simbólico, bajo un estilo sencillo en sus formas y caracterizado por su solidez y simetría, buscando siempre que sus edificaciones se armonicen con el entorno, desarrollando además métodos y técnicas especiales para levantar muros formidables con verdaderos mosaicos, formados por bloques de piedra tallada que encajan perfectamente, en donde hacen imposible el ingreso de una hoja de cuchilla. Dentro del análisis comparativo entre la arquitectura inca y la cañari propuesto, nos permitimos también insertar en este contexto las interpretaciones del pasado y procesos sociopolíticos generados en el interior del pueblo local primigenio, es decir de los cañaris, antiguos habitantes del Austro ecuatoriano, en el que se evidencian ciertos sesgos o tendencia a la contemplación y estudio de la impronta dejada por el incario en territorio, que juzgamos que ha sido sobredimensionado, cayendo hasta en lo que algunos expertos compartimos en el llamado inca centrismo, sabiendo que la permanencia en Hatun Cañar fue temporal y de apenas medio siglo, frente al aporte y dimensión sociocultural legado por la