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Casa de la Cultura Ecuatoriana «Benjamín Carrión» Núcleo del Cañar en el Bicentenario
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Trayectoria y principales logros
as hazañas más relevantes de los pueblos se hallan escritas a pulso del esfuerzo de sus hijos. El nacimiento de la Casa de la Cultura Ecuatoriana no fue la excepción: fue bálsamo propicio que emergió de esa urgencia común ciudadana de evolucionar hacia el robustecimiento del pensamiento libre, las identidades, el humanismo y soñar en la utopía del desarrollo de la Patria a partir de la cultura. Enarbolaba esta efervescencia el respetado intelectual lojano Manuel Benjamín Carrión Mora, el ecuatoriano más relevante del siglo XX, visionario hombre de avanzada que alimentó la utopía ciudadana frontalmente a través de sus publicaciones como Cartas al Ecuador y surcó en el pensamiento colectivo esa conciencia social por la lucha de la igualdad de los derechos de los ecuatorianos y así los derechos culturales. Entonces se consolidó y fraguó la red institucional cultural más sólida de la historia del Ecuador, la Casa de la Cultura Ecuatoriana. La institución nació el 9 de agosto de 1944, en la Presidencia del Dr. José María Velasco Ibarra, a través del Decreto 707, publicado el 25 de agosto del mismo año, con el propósito de «dirigir la cultura con espíritu esencialmente nacional, en todos los aspectos posibles a fin de crear y robustecer el pensamiento científico, económico, jurídico y la sensibilidad artística de la colectividad ecuatoriana». Bajo el lema colectivo de «Volver a tener patria» se fraguó una corriente de pensamiento libertario emergida desde el quehacer cultural, en una intentona de echar al olvido la humillante pérdida del territorio nacional luego de la firma del Protocolo del Río de Janeiro. Fue así como poco a poco se aglutinaron los intelectuales, escritores, artistas, creadores para robustecer la cultura nacional y elevar la legitimidad de la entidad que desde su nacimiento recibió exiguos recursos económicos, pero desde siempre fue, es y será rica en creación, diversidad y libertad. Por eso, las cosechas no se hicieron esperar, se sucedieron la apertura de los núcleos provinciales en toda la geografía nacional, especialmente en los años cuarenta y cincuenta.