EN TIEMPOS DIFICILES SE AGUANTABAN NECESIDADES, PERO LUEGO TODO MEJORO Generalmente en nuestra vida, recordamos los sucesos que dejaron improntas imborrables. Los acontecimientos que vivimos en la infancia, se han quedados grabados a cal y canto en nuestra mente. A partir de ellos, enredamos los recuerdos y vamos rebobinando la memoria y adaptando nuevas sensaciones para perfilar nuestras historias. Todos los maestros de la tierra, han sido cronistas de su época, han hilvanado con cariño, los relatos, las historias y los aconteceres del ayer, que los formaron y marcaron. "Yo nací aquí mismo en Abreito. Yo soy de 1954. Yo soy más vieja que Matusalén, dice riendo, doña Margarita. Esta es mi tierra natal. Aquí al frentecito está la casa de mis padres, que está que se cae también. Mis padres ya fallecieron. Tengo muy bonitos recuerdos de estos lados. Por aquí mi abuelito algunas veces llevaba en el caballito leña para el pueblo. El me montaba en los ataditos de la leña y yo me tenía en esa bestia por todo el camino. Me llevaba y me traía en la bestia. Yo desde que me conozco he visto muchos cambios en la vereda. Por aquí en ese tiempo de mi niñez, había que cargar el agua para la casa. Donde mi papá había un nacimiento, mi papá lo amplio y en el charquito que quedo se recogía el agua. Antes de irnos para la escuela teníamos que subir dos viajes de agua. Esas eran dos ollas así de grandes o en unos tarros. Con esos se hacia el desayuno. Al regresar al mediodía, se subían otros dos viajes, y vuelta para la escuela otra vez. En el mismo charco nos bañábamos más abajito y así mismo más abajo se lavaba la ropa. Tiempo después papá puso garrucha y así con un alambre tiraban la olla y la subíamos con una pita. Mucho tiempo se volío garrucha en la casa. Eso sí, yo no me acuerdo, cuando hicieron el acueducto. Pero de lo que si se acuerda doña Margarita es de la época en que iban a la escuela, pues les tocaba recorrer por caminos de herradura, llenos de pura tierra y polvo. Cuenta que iban a la escuela completamente descalzos. Luego cuando les dijeron que iban a pavimentar la carretera, nadie pensaba que iba a ser rápido, pues, pensaban que tal vez no lo les tocaría ver la carretera con sus ojos. Sin embargo y contra todos los pronósticos, al final, todos hoy, ya disfrutan de la carretera pavimentada. Una muestra más de que los tiempos cambian y que la vida sigue y no se detiene. "También comenta que su padre se llamaba don Teófilo Serna y que siempre trabajo la agricultura. Pero, como todos los de su época, era manitas, pues, también hacia muchas otras cosas de carpintería. Por ejemplo, de pronto hacia pilones de madera, para pilar la mazamorra. También hacia camas, tarimas. El hizo muchos pilones. La madera para los pilones era de pino y la mano era de madera dura y fina de naranjo. "Mi papá también hacia la mazamorra, echaba el maíz en el pilón, su poquito de agua y un “tricitico” de ceniza, pues cuando eso no había bicarbonato. Y dele, dele, dele, para pilarlo y sacarle el afrecho. Luego colaba eso, después el afrecho lo molían, para que espesara más la mazamorra, eso quedaba una delicia. La mazamorra generalmente se tomaba a la comida y al almuerzo, con leche, bocadillo o panela machacada o rayada. Algunas veces también se daba de media mañana o algo, uno se mandaba una tazada de mazamorra con leche. Mejor dicho se tomaba cuando la hubiera. En casi todas las casas hacían mazamorra. Pero hoy creo, que ya nadie hace mazamorra, salvo el que la vende. Conseguir maíz bueno es muy difícil".
46