LAS TRAGEDIAS SON LAS OPORTUNIDADES QUE NOS PRESENTA LA VIDA PARA DESARROLLARNOS Diana María nació en la vereda Barro Blanco, pero por circunstancias de la vida fue a vivir a la vereda de Abreo. En Abreo conoció a su esposo, al padre de sus hijos. Él se llama Héctor Orlando Guarín. Ella empezó a charlar con él desde los 11 años. Su padre Julio Cesar Sepúlveda, productor agropecuario echado pa delante, y su mama Socorro Ramírez, también son campesinos. "Nosotros tuvimos dos hermosos hijos, pero por circunstancias de la vida, se nos murió uno, pero aquí voy con el otro. Sebastián se llama mi hijo, mi muchacho va a cumplir 29 años, y termina carrera ahora en Diciembre. Él estudia Licenciatura en Lenguas extranjeras. Según cuenta Diana, la muerte de su hijo, Julián Andrés, de 4 años y medio, la dejo muy deprimida, pues, como ella misma expresa, "perder un hijo es lo más duro que a una madre le puede pasar". Después de ese trágico suceso, ella solo lloraba y lloraba. Aprovechando que su padre en ese tiempo trabajaba como conductor, transportando a los trabajadores para una empresa grande de telecomunicaciones, ella, como ñaña del papá salía en los viajes a acompañarlos. "Yo ya sabía manejar carro, que había aprendido también por intermedio de mi papá. Yo me sentaba en el carro a llorar. Pero entonces me decían los trabajadores, "no hay tiempo de llorar Dianita, venga, venga, le enseño como se hace esto". Vea pues, aprenda, esto es una línea, esto es una cajita, aquel es un armario, ese otro es un par, este es un número telefónico. Ellos me fueron enseñando. Yo nunca estudie, aprendí el trabajo con los trabajadores. Luego ellos me acogieron con mucho cariño en ese gremio. Yo algunas veces ayudaba a papá y llevaba los trabajadores. Una cosa vino con la otra y luego empecé a trabajar en la empresa de telecomunicaciones. Yo le cogí un amor impresionante a ese trabajo". Cuando mi papá ya llevaba como 17 años trabajando, se retiró, ahí fue cuando yo pase de ser conductora a medirme y a subirme a un poste. Recuerda que un día en la empresa empezaron a conseguir trabajadores. Preguntaron quien tenía familiares que quisieran trabajar con ellos. Pero que no fueran mujeres por supuesto. Ella sin pensarlo os veces, comento que le gustaría trabajar ahí, pero le repitieron que no fueran mujeres. De acuerdo con su temperamento y ante este obstáculo, ella no se arredro y converso con el ingeniero encargado y le y le dijo: "Habemos mujeres mucho más guapas que un hombre, porque no me dé la oportunidad". La respuesta de su interlocutor fue tajante: "Vea Diana, yo no soy el que da la última palabra, voy a hablar con la empresas y le tengo la razón en la tarde. Pero recuerde que mujeres no. "Pasaron los días, y solo resultaron 10 personas conmigo. El ingeniero llevo las hojas de vida al jefe. Al mostrarle mi hoja de vida, el jefe le dijo, yo la conozco, ella trabaja aquí. Tráemela por favor. Así empecé mi trabajo por el duro camino de las telecomunicaciones. Era un trabajo muy duro y a veces muy estigmatizado para las mujeres, pues, algunos clientes consideraban que la mujer no está preparada para esta labor. Sin embargo, el supervisor, siempre nos apoyaba. Pero también había otros clientes que se admiraban de verme subida en esos postes. A mí me tocó trabajar en Santa Elena, Las Palmas y todo lo que llama el Oriente Cercano. Yo fui la primer mujer del Oriente en ser Técnica en Telecomunicaciones. Me fue muy bien". Cuenta Diana que cuando llevaba unos 14 años de trabajo como técnica, ya conocía su labor, se tuvo que incapacitar por varios meses. Durante este tiempo la vida le deparaba otra sorpresa, que la llevaría a tomar otra decisión definitiva que le cambiaría el rumbo completamente a su vida. 85