LCA 81 AGO 2018 >>
Lo que la madera esconde: El código secreto de los árboles chilenos Víctor Humanes Fuente / Ingeniero de Montes.
Becario en el MAPAMA, Subdirección de Política Forestal
Un país poco conocido pero cargado de una historia que la naturaleza se ha encargado de registrar durante años en un código oculto bajo la corteza de árboles y arbustos, y que poco a poco empezamos a descifrar. Chile es uno de los países menos explorados del mundo, albergando aún zonas que jamás han sido visitadas por el ser humano. Las que sí lo han sido, llevan habitadas desde hace siglos por tribus indígenas que han convivido en relativa armonía con el medio, como los Mapuches en la zona centro-sur o los Onas en el extremo sur del país. Los últimos en llegar a esta región del Nuevo Mundo fueron los colonos, primero de origen español, y más tarde desde Palestina, Alemania, Italia o la extinta Yugoslavia.
Esta limitada ocupación y uso del suelo se debe en gran parte a la orografía y climatología extrema que caracterizan buena parte del territorio. Una cadena montañosa, los Andes, que recorre el país de norte a sur, y que alcanza casi los 7.000 metros de altitud en sus cumbres más prominentes. Glaciares que ocupan una superficie de unos 23.000 km2. Caudalosos ríos. Innumerables islas. Precipitaciones por encima de los 4.000 mm anuales o zonas en las que nunca se han registrado lluvias. Temperaturas de más de 40ºC o de varias decenas bajo cero. Desiertos y salares. Bosques impenetrables. Volcanes. Terremotos. Tsunamis. Etc. 58
La diversidad de condiciones tiene como resultado una extraordinaria variedad de climas (solo está ausente el clima tropical). En ellos, se desarrollaron un sinfín de especies vegetales, habiendo sobrevivido muchos de sus individuos durante siglos, e incluso algunos durante milenios, frente a todas las adversidades de este territorio. La más longeva, el Alerce (Fitzroya cupressoides), lo es también de todo el hemisferio sur, siendo además la segunda más longeva del planeta. Puede alcanzar edades por encima de los 4.000 años, mientras que el Ciprés de la Cordillera (Austrocedrus chilensis) y la Araucaria (Araucaria araucana) pueden superar los 1.000
Barrena de Pressler (herramienta empleada para extraer muestras dendrocronológicas) inserta en un tronco de Araucaria araucana. Debido a la gruesa corteza de esta especie, adaptada a la recurrencia de incendios en su hábitat, es fundamental penetrar el tronco por aquellos lugares donde la corteza es mínima.