OBSERVATORIO ECLESIAL AÑO 7 * 05 - 11 SEP 2020 * NUM. 367 D u r o on los or n z or s ―h y qu pr n r valorar la importancia de cuidar y preservar la vida humana, en todas sus etapas, sin olvidar que el cuidado de la naturaleza es un paso necesario e importante par vor r l ont nu l v ‖ Por st mot vo n m n ― p rt p r n st jorn ntr n r r s por l on l v »‖ or nizada por la Comisión Mixta Ortodoxo-Católica Romana para la JMOCC en Madrid, y enmarcada en el periodo denominado Tiempo de la Creación (del 1 de septiembre al 4 de octubre). Asamblea Episcopal Ortodoxa de España y Portugal En enero de 2010 se creó la Asamblea Episcopal Ortodoxa de España y Portugal con el objetivo de facilitar la organización eclesiástica de cara a la representación de los ortodoxos y sus comunidades ante el Estado y la sociedad. Se trata por tanto del interlocutor oficial de los ortodoxos en España.
Actualmente, los representantes son: Policarpo (Stavropoulos), presidente de la Asamblea (Patriarcado Ecuménico); Néstor (Sirotenko), vicepresidente diócesis de Madrid y Lisboa (Patriarcado de Moscú y Toda Rusia); Lucas (Kovacevic), Tesorero, de la eparquía de Europa Occidental (Patriarcado de Serbia); y Timoteo (Lauran), secretario, del obispado ortodoxo rumano de España y Portugal (Patriarcado Rumano). Para formar parte de la Asamblea Episcopal Ortodoxa, las Iglesias canónicas deben cumplir con dos requisitos: tener representación en España o en Portugal con autorización de su Iglesia Madre (cómo mínimo una parroquia en uno de los dos países) y estar inscritas en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia. (es.zenit.org) 07/09/2020
DOCUMENTOS 74. Aprender guerra: Gustavo Esteva No lo quisimos creer. Nos lo advirtió el finado subcomandante Marcos hace más de 20 años. Pero no lo quisimos creer. Nos pareció una metáfora útil para el análisis, no lo que era, una advertencia. Estamos ante una guerra. No podemos seguirnos comportando como si no lo fuera o no nos tocara directamente. Tiene aspectos abiertamente criminales. México es ya el país más violento del mundo, en particular para ciertas categorías de personas, como periodistas, dirigentes sociales y defensores de derechos humanos. En esta administración se producen ya cuatro asesinatos por hora. Zonas cada vez más amplias del país están controladas por la fuerza. En algunas son los llamados cárteles, que distribuyen despensas o imponen toques de queda. En otras está la Guardia Nacional, que tiene ya efectivos tres veces superiores a los de la guerra de Calderón, junto a fuerzas paramilitares y grupos de choque. Algunos de éstos son una metamorfosis grotesca de organizaciones sociales, como quienes acaban de atacar a bases de apoyo zapatistas; otros son desprendimientos aguerridos de sindicatos cetemistas, que controlan lo mismo obras públicas que sistemas de transporte. Nada de eso, por cierto, se considera corrupción. Lo consiente o promueve el gobierno. La guerra modifica las relaciones sociales y los patrones de vida. Reduce las modalidades clásicas de la condición obrera y margina el sindicalismo, que en Estados Unidos regresó ya
a los niveles de principios del siglo XX. En México desmanteló nuestras capacidades productivas, mediante el libre comercio que pactó Salinas y se profundizó el año pasado con gran entusiasmo de Trump. Los trabajadores del sector manufacturero se encuentran sobre todo en maquiladoras, en las cuales predominan las mujeres, muchas de ellas indígenas. Desde los años 90 la guerra creó una nueva clase social: los desechables, los que nunca querrá contratar o usar el capital. Los desechables empezaron a ser desechados. El Banco Mundial diseñó, para los que quedaran, programas que los mantuvieran bajo estrictos niveles de subsistencia y les permitieran cumplir funciones como consumidores. En esta administración se llaman programas sociales. En 2003, el finado parecía anticipar la forma pandemia de practicar la guerra, cuando describió la nueva forma l ompl jo n ustr l: ―Al un s ov j s s tr squ l n y otr s s s r n p r o t n r l m nto l s ‗ n rm s‘ son sl s lmn s y ‗qu m s‘ p r qu no ont m n n l r sto‖ En esta guerra, la dignidad, la resistencia, la solidaridad, estorban. No se destruye físicamente al género humano, pero se le destruye en cuanto ser humano. No sólo pierden esa condición los sicarios o los funcionarios etnocidas. También la pierden quienes se enchufan a dispositivos electrónicos que los formatean y controlan. En 2011, poco antes de morir, en una carta a don Luis Villoro, el finado hacía ver que se impone el miedo, la incertidumbre y la vulnerabilidad, una imposición que desde enero tomó la forma pandemia y provocó el ejer-
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