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Un despertar viral Amado Marte Taveras
¿A
qué he despertado? No me creerían si les cuento que estuve casi un año entero en coma. Es sencillo, pensaba que estaba en República Dominicana y que todo el mundo manejaba como si no hubiera semáforo y ¡Pum! Choqué con un camión que me envió al reino de Morfeo. Así me despierto y la primera cara que veo es la de mi hermano mayor, Marco. Con sus ojos verdes, lagrimeando me dice “Por fin te despiertas, mamá se murió”. No sé si su intención fue terminar de matarme con ese peñón de noticia o mandarme a dormir de nuevo, pero me desmayé. Solamente llegué a escuchar de manera distorsionada mi nombre que se diluía entre diferentes voces. Mi hermano Marco siempre ha sido así: frío y eléctrico como el metal en invierno. Cuando volví a abrir los ojos vi, calmadamente, otra cara. Lo reconocí al instante, era mi hermano menor, Luis, que tenía pintado una luna en su cara. “Me alegro que despiertes Rodrigo. Por cierto, no sé si Marco te lo dijo, pero ma’ se murió”. “Coño”, pensé, ¿estos dos idiotas intentan mandarme con ella o qué? Me empezó a doler la cabeza. Vi como el doctor llegó gritando, “Dios santo, ustedes quieren matar a su hermano. Dejen de decir eso así”. Cuando escuché al doctor entrar, empecé a notar que todos tenían una mascarilla similar: azul y por los bordes blanco. Al principio no hice mucho caso, ya que es normal que en los hospitales se pongan estos pañales faciales, pero luego sentí que yo también lo tenía. —¡Ey! ¿Qué haces? —me gritó Luis. —Me quito esto, claramente. No me deja respirar bien. — ’ta bien quítatelo, para que te reciban de nuevo en el hospital con una fiesta de palo —bromeó Marco. — ¿De qué hablan? Ahora que lo pienso, ¿ustedes por qué están usando esas
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