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Reflejos Mariana A. Pérez
E
l reflejo de este día no comienza de donde vengo sino de donde me mudé. Habían pasado dos semanas desde que llegué a este estado. Me levanté a la hora de costumbre con más sueño de lo común. Aún estaba oscuro y muy silencioso. Este silencio era algo nuevo para mí. No escuchaba las cornetas de los carros al pasar por la calle principal, ni los pájaros cantar, ni la música de la radio de mis abuelos escuchando su estación favorita en las mañanas. Al rodar de mi colchón inflable hacia el closet me encontré con otro dilema, la ropa. Sabía que el frío de enero en el norte era fuerte pero nunca me imaginé que mi ropa estuviera tan mal aclimatada, así que me puse lo más cómodo y caliente que pude encontrar y caminé hacia la sala. Cuando mi hermana y yo salimos, el silencio continuó y ahora lo acompañó el frío y la nieve. Bajamos las escaleras del conjunto de apartamentos con mucho cuidado con nuestros zapatos poco aptos para la nieve, subimos fugazmente al auto y le pedimos a Dios que se calentara pronto para no pasar tanto frío. Mi mamá me dejó en frente de la gigantesca preparatoria. Todavía no me acostumbraba a la inmensidad de la escuela y la cantidad de estudiantes que asistían. Todo era grande y encerrado. Mi clase favorita era francés. Era la única clase en donde estaba al mismo nivel que mis otros compañeros gracias a los dos años que estudié ese idioma en mi país. Nunca podré agradecer suficientemente a mi profesora por su sabiduría y carácter estricto que, aunque parecía que nos fregaba mucho, era más bien una excelente educación en otro idioma. La hora de la comida era todo un ritual. Todos los latinos nos juntábamos para pasar juntos por la fila y nos sentábamos en la misma mesa larga. Desde el primer día, me pareció una cosa súper rara porque no nos mezclábamos con los demás. Era como un juego cruel de ignorar. Nosotros ignorábamos a los anglos y fingíamos que no nos molestaba y los anglos nos ignoraban y fingían que no existíamos. Estoy feliz de que las señoras que ayudaban con el almuerzo siempre me
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