


La Cuadra, Talleres Abiertos. 20 años
©La Cuadra Talleres Abiertos Primera edición, 2020
©Jesús Calle, María García Isaza, Javier García Jaramillo, Elena Acosta, Gustavo Colorado Grisales, Edwin Laverde, Adriana Giraldo, Luz Marina Velásquez Naranjo, Adriana Vallejo de la Pava, Mauricio Gómez Ossa, Daniela Botero Marulanda, César David Salazar Jiménez, François Mercier, Flanklyn Molano Gaona, Rigoberto Gil, Alonso Gaviria Paredes, Juan Antonio Ruiz Romero, María de Jesús Gutiérrez Meza, Margarita Calle, Juan José Baena Restrepo, Carlos Soto, Claudia Mónica Londoño V. l. edu.co
ISBN 978-958-59639-1-7
Editor Corporación La Cuadra Talleres Abiertos
www.instagram.com/LaCuadraTalleres www.fb.com/LaCuadraTalleresAbiertos
Coordinación editorial
Jesús Calle Javier García Jaramillo María García Isaza Pablo Calle Villegas Margarita Calle
Archivos La Cuadra Catalina Beltrán Edwin Laverde Pablo Calle
Diseño, montaje y producción JmCalle
Impresión y acabados
Panamericana Formas e Impresos S.A. / Bogotá, Colombia
Los textos e imágenes de este libro podrán ser reproducidas, citando la fuente y los autores respectivos.
Impreso y hecho en Colombia Printed and Made in Colombia
Jesús Calle Viviana Ángel Chujfi Lucía Molina Carlos Enrique Hoyos Javier García Jaramilo
Javier García Jaramillo - Presidente
Jesús Calle María García Pablo Calle Adriana Giraldo Sandra Milena Martínez
Comunicaciones
Catalina Beltrán Pablo Calle María García Edwin Laverde
Coordinación de actividades Edwin Laverde
Presentación 13
70 noches 18
Ahora nos queda el recuerdo... 23
La toma de la calle 27
La Cuadra: un espacio cultural maravilloso, que nunca olvidaremos 31
La Cuadra, pluralidad cultural 32
La Cuadra nos hizo vecinos 35
Nos vemos en La Cuadra 38
Una experiencia significativa de ciudad 41 “Hoy hay Cuadra” 45
La Cuadra, esencia de Pereira en envase pequeño 49
La Cuadra, antes y después 53
La Cuadra 20/20 57
La Cuadra: un laboratorio de paz 61
La Cuadra: una postal en mi memoria 65 Il y a dix ans : « La Cuadra » en Lorraine et en Champagne 69
Los jueves, la cita es en La Cuadra 73
La Cuadra: la “deadline” en la agenda de un gestor cultural 77 El tiempo imborrable de La Cuadra 83
La Cuadra maestra 87
La Cuadra y la cultura ambiental 91 Memoria de un proceso 97
Línea de tiempo 109
El equipo 232
200 puestas en escena, 200 jueves, 200 meses… 20 años continuos y sin tregua, con el ideal de mantener encendida la llama de un escenario que propició el encuentro, la interacción, el diálogo y la dinamización de los imaginarios estéticos de la ciudad; un performance que se reanudaba mes a mes, con lenguajes, acciones y sonoridades diferentes; una experiencia que se nutrió de la partici pación colectiva, de la pluralidad del público asistente, de la simpatía y tolerancia de los vecinos, de la capacidad creativa y renovadora de los artistas, de la persistencia de los gestores culturales y de la solidaridad de un número amplio de instituciones, que se sumaban en apoyo al proyecto.
Hoy, cuando nos disponemos a reconstruir la memoria de este trayecto, tomo la palabra en repre sentación del equipo, de quienes se quedaron en el camino y de los que, por las jugadas del destino, ya no están físicamente con nosotros; todos ellos aportaron la fuerza y la razón para persistir.
Aquí consignamos el testimonio y el registro visual de los aportes individuales y colectivos de los participantes en el proyecto; la memoria de una propuesta que se construyó y se transformó de forma natural, con la espontaneidad y la libertad que animan los procesos creativos.
La Cuadra nació con el objetivo particular de acercar los públicos a los talleres de los artistas, por eso hablamos de «talleres abiertos»; se trataba de una invitación para que las personas interesadas en penetrar el misterio, que todavía entraña la creación, se aproximaran a los espacios privados de los artistas, para participar de su intimidad y dialogar con ellos desde la mediación que posibilitan las singularidades del acto creador. De esta iniciativa fueron partícipes los vecinos, quienes rápida mente se convirtieron en cómplices y aliados del proyecto; no de otra forma hubiese sido posible lidiar con el crecimiento exponencial de público que fue teniendo cada apertura, hasta el momento en que se hizo necesario contar con el cierre completo de la vía, para garantizar la movilidad y la seguridad de los asistentes.
En principio, la idea era que muchos artistas abrieran también sus talleres, que se creara un cir cuito y que a su vez las instituciones encargadas de fomentar las políticas culturales vieran en esta
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práctica otra manera de fortalecer los procesos creativos, que ya reclamaban otras opciones. Así lo hicieron desde finales de siglo XX los artistas de París y de otras ciudades de Francia a través de los Ateliers Ouverts o los Open Workshops posibilitando interacciones que, incluso, aportaban en cier to modo a movilizar una forma de mercado del arte. Si bien esa aspiración siempre fue esquiva a nuestras conquistas, es claro que La Cuadra sí logró cultivar otras dinámicas que comprometieron: la ampliación de las nociones de arte y estética, la creación de una pedagogía de los procesos de me diación artística, la construcción de estrategias de movilización ciudadana y la articulación de pro cesos de gestión para la apropiación y el uso del espacio público, en función del disfrute colectivo.
Dar cuenta de la suma de experiencias derivadas de este proyecto, ha sido una empresa comple ja, porque como sabemos, el olvido siempre acosa a la memoria, empuja la pérdida anunciada de los recuerdos. Por eso decidimos recurrir a muchas de las personas que nos acompañaron en esta aventura, para que nos ayudaran a recuperar la memoria de tantos momentos vividos: a quienes, en medio del afán, participaron de la preparación de cada jueves de apertura y a quienes, de manera incondicional, aparecían en el furor de la programación, para animar el encuentro.
De esta manera, el libro se configura a partir de una sumatoria de textualidades, imágenes, re latos, testimonios y memorias que se desplazan del fragmento a la totalidad, de la percepción a la reflexión, de la impresión al significado, para ir construyendo una suerte de caleidoscopio de temporalidades e impresiones, que se encuentran en el esfuerzo paralelo que hicimos por acotar una línea de tiempo, que cobija los 20 años del proyecto. Aunque el poco rigor con el que hemos manejado el archivo a lo largo del tiempo y la falta de sistematización de cada evento nos pasaron cuenta, es importante reconocer que también este ejercicio nos permitió dimensionar el caudal de información disponible y las posibilidades que anidan en este acumulado, para proyectos futuros.
Hasta 2012 el desarrollo de la programación de La Cuadra fue posible gracias al esfuerzo de los fundadores y al apoyo de unas cuantas empresas, vecinas del sector, que contribuían con pequeños aportes para que pudiéramos disponer de la postal para la difusión, los refrigerios y transporte para los artistas invitados a los conciertos o para la amplificación de sonido. A todos ellos manifestamos nuestra gratitud, porque entendieron el significado que tienen las pequeñas acciones para animar proyectos colectivos; se trataba de una suma de voluntades, no de una imposición tributaria. Esta confianza nos permitió mantener la independencia que necesitaba el proyecto para alcanzar su mayoría de edad.
Luego nos aplicamos en la tarea de fundamentar el proyecto para aplicar al Programa de Concer tación Nacional y Municipal, lo que llevó a La Cuadra a comprometerse con otras posibilidades y a
garantizar la logística que empezaba a demandar el aumento de público. No todo fue color de rosa, claro, porque los vaivenes de la administración pública le hacen mucha mella a los procesos cultu rales. En varias ocasiones el aparente “éxito” del proyecto se nos vino encima, como en 2019, año en el que, además de ver disminuidos los recursos asignados por Concertación Municipal, entramos en la lista de “grandes espectáculos de la ciudad”, con las implicaciones logísticas y económicas que esto arrastraba y que hacían inviable el sostenimiento económico de las actividades proyectadas.
La Cuadra nunca fue un espectáculo, ni los gestores unos empresarios de la cultura, como nos quisieron etiquetar, para alinearnos con las exigencias de la Ley de Espectáculos Públicos. Esta situación nos puso en una encrucijada y disparó las alarmas sobre la continuidad del proyecto; ade más llamó la atención sobre la falta de criterio del ente responsable de valorar procesos culturales, como el que representaba La Cuadra. La reacción del público no se hizo esperar y rápidamente fue interpretada por la Administración Municipal que se apresuró a construir alternativas para sub sanar el impase. En la movilización también participaron organizaciones del sector, empresas y empresarios de diferentes áreas, dispuestos a posibilitar soluciones para garantizar que el ritual del primer jueves de cada mes se mantuviera.
Superadas estas dificultades, La Cuadra continuó el desarrollo de las actividades proyectadas para 2019, con la decisión ya asumida de llegar hasta el cumplimiento de los 20 años del proyecto, en marzo de 2020. En este sentido, queremos reconocer el gran soporte que representa, para las organizaciones del sector cultural, la existencia de programas y fuentes de cofinanciación, como los que impulsa la Secretaría de Cultura de Pereira y el Ministerio Nacional de Cultura. Sumados a la capacidad del equipo gestor, estos apoyos se convierten en un incentivo real, tanto para dignificar el trabajo de los agentes culturales que intervienen en una apuesta de la magnitud de este proyecto, como para ampliar el alcance de las iniciativas que se promueven desde él.
Un espacio particular merece el público que acompañó los procesos de La Cuadra. A pesar de no contar con una plataforma comunicativa especializada para convocar a los eventos, fue notable el crecimiento acelerado de la comunidad de adeptos. No se trataba solo de los amigos de nuestra generación o de personas vinculadas con algún campo del arte; fueron públicos de todas las eda des, con gustos diversos, que no se dejaron encasillar en una estética determinada. Muchos de ellos iniciaron su peregrinación por La Cuadra de la mano de sus padres, así que crecieron con ese ritual y fueron contagiándolo, con desenfado y libertad a sus amigos, porque en esa cuadra luminosa y variopinta, todos encontraban un lugar, un espacio para danzar, cantar, tomar una cerveza, vender bombones o simplemente estar en medio de la multitud.
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Una mención especial merece nuestra amiga y gestora cultural Lucía Molina; gracias a ella fue posible que el Colombo Americano se convirtiera en socio y cómplice del proyecto, habilitando, además, la sede ubicada en el perímetro de La Cuadra para acoger la programación mensual. La vinculación del Colombo, animó a otros vecinos a activar sus espacios; así sucedió con la Igle sia Presbiteriana, con UNE Telefónica de Pereira, la Fundación Germinando, el Taller de Silo, la Fundación Raíces y, últimamente, con el Muro Líquido del Centro Comercial Pereira Plaza, entre otros. De alguna manera se había creado un ambiente de camaradería que, sin duda, fue también el impulso para que algunos negocios se motivaran a abrir locales comerciales en la zona, amplian do la oferta de restaurantes, cafés y tiendas de diseño. Los relevos en la coordinación cultural del Colombo Americano nunca afectaron los compromisos de la institución con La Cuadra; María Elisa Moorwood, Natalia Forero, Adriana Giraldo, Daniela Botero y Sandra Martínez, supieron articularse a la dinámica del equipo y aportar, desde su saber y hacer, a la labor que nos empeñaba a todos.
En el trayecto, algunos de los fundadores manifestaron su agotamiento y decidieron salir del equipo. Primero fue el artista Carlos Enrique, «El Flaco Hoyos» quien se retiró después de cuatro años; luego lo hizo Viviana Ángel, después de haber permanecido siete liderando el proceso con nosotros. Sin embargo, su salida no representó una ruptura con el proyecto. Ambos mantuvieron un vínculo estrecho con el grupo y fueron un referente muy valioso para las decisiones que año a año se tomaban.
Cuando se hizo necesario formalizar el proyecto para conseguir una personería jurídica, tuvi mos la fortuna de contar con el apoyo del gestor Martín Ibáñez. Gracias a su vinculación La Cuadra Talleres Abiertos, se configuró como una «Corporación», con vida jurídica plena. Asimismo, Martín asumió el papel de coordinador del proyecto, aportando su experiencia a la gestión de las nuevas demandas de la iniciativa. En este cargo lo sucedió María García, luego José García y por último el fotógrafo Edwin Laverde, quien además asumió un papel fundamental como animador y coordina dor de las actividades en la calle. En este devenir, fue invaluable la participación de Daniel Herrera, responsable de amplificar los conciertos y demás presentaciones en el espacio público; su perma nencia en los 20 años de la iniciativa, da cuenta del vinculo que constituyó con el equipo.
En suma, fueron muchas las solidaridades que participaron de esta construcción, bien aportando a iniciativas y propuestas para alimentar la programación de cada taller, dentro de las temáticas proyectadas, o bien ampliando las opciones para el espacio público, con una rica oferta de produc tos gastronómicos, emprendimientos, objetos artesanales o de diseño, porque en La Cuadra casi todas las ideas eran bien acogidas y acompañadas.
En la última década, contamos con la vinculación de María García y Pablo Calle, quienes nos re levaron en muchas de las tareas que estaban a nuestro cargo. María, asumió la dirección general del proyecto y los procesos de gestión para la cofinanciación del mismo. Con ellos llegamos a la meta que nos habíamos fijado: los 20 años.
Con inmensa alegría entregamos a ustedes este libro polifónico, con la certeza de que, en la pluralidad que concitan las diferentes voces y miradas invitadas, se configura un primer ejercicio cartográfico de lo que fue La Cuadra Talleres Abiertos.
Jesús CalleEn marzo de 2020, después de 20 años, abrimos la última Cuadra; el final de un proyecto creado por mi papá y sus amigos, ahora también mis amigos, Chucho, Viviana, el Flaco y Lucía, quienes en un acto de inmensa generosidad, abrieron sus casas a la gente para compartir arte y cultura.
En el camino se quedaron el Flaco, Viviana y Lucía, y en ese cambio de nómina, hace como 13 años, Martín Ibáñez además de tener su taller, pasó a ser el director, quien a su vez, hace 7, me em pezó a enseñar el oficio y lo que necesitaba saber para liderar y producir un proyecto cultural como este, hasta finalmente pasarme el legado –Martín, gratitud por siempre–. Yo acababa de llegar de estudiar gestión cultural y La Cuadra significó para mi un gran laboratorio en el que logré practicar, aprender y entender la enorme responsabilidad que es hacer cultura y ayudar a crear la ciudad en la que quería vivir.
Logré hacer parte de unas 70 Cuadras, en las que además abrí las exposiciones de la Galería Maga. Un proyecto cultural de galería de arte, al que le metí todo mi amor; ¡tremendo reto en una ciudad que llevaba unos 20 años sin un espacio de este tipo! Por sus paredes pasaron muchos de los artistas a los que les debo haber dedicado mi vida a este oficio, como Martín Abad, Viviana Ángel Chujfi, Javier García (por supuesto), Gloria Salazar Chujfi, el Flaco Hoyos, Chucho Calle, Constanza Chabur, Hernando Hoyos, Liliana Estrada, Álvaro Hoyos, y hasta el Maestro Antonio Caro con su obra “Minería”. Gracias a Maga pude conocer parte de los artistas del sector cultural de la ciudad, algunos de los cuáles se han convertido en amigos del corazón: Ana Cristina Zuleta, Fredy Clavijo, Daniel Gómez, Lina Velázquez, Ricardo Muñoz Izquierdo, Yorlady Ruiz, Andrés Felipe Gallo, Álva ro Herrera, Mildred Gallo, Gabby Maéche, Néstor Gómez, Daniela Argüelles (Danaela), Alejandro Múnera, Yamile Tafur, Edwin Hoyos, entre una larga lista. También traje artistas de otras ciudades como Sebastián Malegría (que convirtió la sala en una especie de templo ortodoxo lleno, llenito de cosas), José Alejandro Arboleda, Ronald Pardo, Dylan Quintero, Lizeth León, Jesús Cataño, Néctor Mejía, Jeison Sierra, Camilo Betancur, Sebastián Rivera y otros más.
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Cada mes, de marzo a diciembre, se me pasaba entre montajes, desmontajes, resanes, pintura, curadurías, permisos, llamadas, programación, imprevistos y un largo etcétera, para llegar al primer jueves del mes siguiente, el «Jueves de Cuadra», muerta del cansancio, pero con una alegría inmensa por ver, desde el balcón de Maga, un río de gente de todas las edades disfrutando del trabajo que hacíamos entre mi papá, Chucho, Pablo, Daniel, Edwin (antes José García), Stella y las chicas del Colombo (Lina, Natalia, Daniela, Adriana, Sandra); incluso las noches de aguaceros pereiranos, que quienes las han vivido saben que son muy frías y que el agua se va metiendo por cada espacio que encuentra, la gente sacaba sus paraguas y mojados de la cintura para abajo hacían el recorrido por las salas y bailaban hasta el final.
Ese 5 de marzo de 2020 me preguntaron por qué estaba tan contenta, y ¿cómo no estarlo? está bamos una vez más, todos reunidos en ese espacio de libertad, viendo arte, disfrutando de la música en vivo y de los amigos. Justo una semana antes de que se cerrara el mundo y el encuentro se con virtiera en un acto prohibido, temido y peligroso.
La Cuadra Talleres Abiertos llegó a su fin, pero cuídense, porque su espíritu sigue vivo y en busca de artistas y gestores culturales desprevenidos, con mucho amor por el arte y la ciudad, para conta giarlos. Ojalá que este proceso se replique y se mejore muchas otras cuadras de Pereira y del mundo.
Gracias por 70 noches felices.
María García Isaza Directora 2014-2019
La Cuadra Talleres Abiertos, fue un evento que se originó por el encuentro de amigos y su cerca nía geográfica, por el deseo de la bohemia que trae aquello de hacer arte compartido con otros crea dores y la necesidad de mostrar el trabajo resultante, pero, además, por la posibilidad de convocar a otros a que se unieran a esta fiesta que fue resultando. Y cada uno de aquellos que se acercaron dieron o generaron ideas en crecimiento y cuando menos pensamos esto se volvió una manifesta ción incontenible pero aceptada por todos: felices bailando, cantando y festejando la oportunidad de ver pintura, escultura, fotografía, performance, instalaciones y mucha improvisación. En mi caso por el solo deseo de divertirme, de gozarme toda esta multitud.
Ahora queda el recuerdo, ese performance de aquellos desnudos forrados en plástico que recogía una camioneta y que nos mostró esta violencia que vive este país, fue algo muy contundente, mucho dolor mostrado creativamente, que no dejó de ser artístico.
¿Recuerdan esa vez que trajimos un cilindro de los que se usa para la construcción de vías? Con esa máquina hicimos grabados de las tapas del alcantarillado y de la textura de la calle. Ese gran grupo “Pa’lo que sea” que hizo esa magnífica procesión con todos sus artistas de talla internacional, sus tragafuegos, saltimbanquis, payasos, bailarines... ¿acaso no nos pusieron a vibrar? Nos emo cionamos y estuvimos muy festivos. Los grupos musicales, cada vez más profesionales, pusieron a bailar a mucha gente, hasta el “varilla” que poco me gustaba.
El tango que hacía que el público de mayores se hiciera presente. Así la marihuana volara bajita. También tuvimos unos discretos desnudos, muy artísticos que a Chucho y a mí nos encantaban; esas bellas chicas, que se presentaban con sus cuerpos pintados de forma armónica, nos hicieron enmudecer. Esos conciertos de los niños de las veredas, la Banda Sinfónica de Pereira con toda su parafernalia, eso nos hizo vibrar. Tantos espectáculos, tanta convergencia en este lugar, nos mostró la riqueza cultural que tenemos, que queremos explotar y que deberíamos seguir rescatando.
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No he dicho nada de las exposiciones porque la calle no me dejó entrar a las casas. Nos encontrá bamos con aquellos amigos y amigas que no veíamos desde la última vez, un abrazo, un beso, que en ese tiempo sí era permitido. Comamos una empanada, un ceviche y una cerveza…
Mis expositores eran en un inicio aquellos amigos y conocidos que se inclinaban por alguna disciplina artística y que no se atrevían a exponerse, aquí perdieron el miedo y lo hicieron.
Se trataba de mostrar los talleres y los trabajos que hacíamos, dejar que el público descubriera los espacios de estas casas construidas en la década del cincuenta.
Decidí hacer un estudio fotográfico para hacer retratos de los que venían, eran unos cuantos amigos fieles a nuestro quehacer. Cada jueves de Cuadra iba donde El Flaco, donde Viviana o donde Chucho y me traía un gran cuadro que me sirviera de fondo para hacer los retratos. Fotografiaba y en la siguiente Cuadra les entregaba una copia. Así hice una buena colección, muchos de los cuales están en el primer libro de La Cuadra.
La Cuadra también tuvo por objetivo dar espacio a jóvenes artistas para exponer sus trabajos, porque en la ciudad no había lugares disponibles. Muchos artistas que trabajan en la región expu sieron en La Cuadra.
Con disciplina abrimos cada primer jueves de cada mes, de marzo a diciembre, por veinte años. Recuerdo un jueves de esos que en la tarde llovió, como suele suceder en Pereira, solo que esta vez hubo una tempestad que corrió las tejas de nuestros talleres y el agua entró sin consideración. Pues a sacar agua se dijo, manos a la obra, había que salvar equipos, obras, libros… a eso de las 7:09 está bamos en plena labor. ¡NO HAY CUADRA!, determinamos, además quién va a venir con este tiempo. Me fui a mi casa a secarme, a cambiar mi ropa y a comer algo. Luego dije voy a ver cómo quedó ese campo de batalla. Llegué y la calle estaba llena de gente esperando que abriéramos los talleres y SÍ HUBO Cuadra.
Tal vez, el único jueves que no abrimos fue el de una Semana Santa, para no quitarle clientes a la Catedral.
Aquella Cuadra de tango que llovía y llovía y el “Grupo Señores” no dejó de llevar a cabo su com promiso. Me quedó una imagen: las sillas vacías, pero una pareja con sombrilla escuchó el concier to, cual “Tola y Maruja” … empapadas.
Puedo recordar una cantidad de exposiciones, cada una con la importancia que merece, como la de Guillermo Restrepo, que para hacer acopio de la obra tuvimos que recorrer medio Pereira, con Carmenza Marulanda. Se trataba de un artista que habíamos conocido en un Salón de Agosto en la
Sociedad de Amigos del Arte y que muchos jóvenes no conocieron, por eso había que presentarlo. También tuvimos una parte de la colección de Manuel Grajales, promotor del Centro de Arte Actual y del Museo de Arte de Pereira, y muchas otras que el “alemán” no me deja nombrar. Igualmente, recuerdo la exposición fotográfica “Mujer”, de Isabella Madrid, una chica con quince años, que hizo una propuesta actual contra el maltrato femenino, con una factura maravillosa.
También hay que destacar que nuestras salas estuvieron disponibles a Margarita Calle, para que exhibiera los trabajos de los estudiantes de la Maestría en Estética y Creación de la UTP.
¡Y por mi parte quiero reseñar, por derecho propio, una muestra de la serie ¡¡Fuego!! con la que quise hacer una intervención con unos sahumerios para resaltar el tema, el problema fue que el humero no dejó ver la obra, fueron fotografías con olor, vaya innovación!
Podría seguir rememorando, no acabaría y seguramente don Chucho tendría que hacer uso de la tijera…
Javier García Jaramillo Presidente Corporación La Cuadra Talleres AbiertosCrecí en un barrio central de mi ciudad, justo al final de la cuesta que comunica con los edificios del gobierno local. Una cuadra con pocas casas viejas, muchas ya desaparecidas, ese fue mi universo casi hasta los dieciocho: la tienda de la esquina, la del frente, la de la otra esquina, la cantina que cerró en las décadas duras del siglo pasado, el teléfono público, las señoras chismosas escondidas tras los velos de cortinas que adornaban ventanas de madera siempre abiertas, los primos, las tías, los perros de los vecinos, los pocos niños entre tantos viejos, las arepas con carne desmechada, con pollo, con hogao y con quesito cuando teníamos menos plata, los palitos de queso después de misa, las empanadas, las cremas de tomate de árbol y de leche con coco, los chicles motitas para hacer bombas, las procesiones de semana santa para ver a los acólitos cargando estatuas de yeso y estre nar vestidos que cosía mi mamá, todo eso me hizo, todo eso fui y soy. Después vinieron los bailes, en mi casa, en las casas cercanas, con los tíos, los primos y con los vecinos y los familiares de los vecinos y los amigos de los vecinos y los amigos de los amigos y los desconocidos que pasaban y se quedaban marcando pasos de salsa en las puertas hasta que algún invitado bailaba con ellos y al final, no se sabía si los bailes eran adentro o afuera, en las casas o en la calle, bailar y ser del barrio eran lo mismo.
Cuando me fui de casa dejé atrás ese universo y aprendí a querer otros, los que veía desde las ventanas de torres altas. Pero cualquier calle donde la gente baile es mi calle. Porque no es lo mis mo bailar adentro que bailar afuera, la calle es el espacio de nadie, sin embargo, cuando hay baile es el de todos, la fiesta callejera es la materialización de una democracia cada vez más escurridiza, el carnaval es la afirmación de esa naturaleza gregaria que nos compone y que durante los tiempos institucionalizados se mantiene en pugna. Tal vez por eso nuestras ciudades convulsas son también paradisíacas, auténticos edenes infernales, si cabe el oxímoron. Con el tiempo, nuestras calles de la infancia son extendidas o reemplazadas por alrededores de las universidades, bares, discotecas,
28 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años plazas, conciertos o por otras calles. Y no importa si estamos en Pereira, en Medellín o en cual quier ciudad de esta esquina del mundo; sucesos como el de La Cuadra componen un único paisaje emocional, el de la gente congregada, celebrando la vida en medio de tanta muerte. Por eso cuando estuve en esa cuadra sentí que había llegado a la mía: durante unas horas de un jueves por la noche, puertas y ventanas abiertas, gente por todas partes riendo y moviéndose como se mueve uno cuando está de fiesta, proxemia tan particular y tan conocida para los fiesteros, ventas de distintos objetos y, sobre todo, artistas. Pintores, dibujantes, fotógrafos, escultores, performers, músicos, bailarines. Y esa es la diferencia. La Cuadra es la territorialización de un espacio concreto durante un lapso de tiempo en el que el arte sale de los talleres de los artistas y se instala en la calle y, al mismo tiempo, permite que cualquiera entre a esos recintos que suelen ser privilegio de una élite. Así que lo propio de La Cuadra es la multiplicidad. Y es justo ese rasgo el que convirtió este ágape mensual en una expresión clara de lo que configuran las prácticas artísticas contemporáneas: no solo se trata ya de la creación de cosas objetivables por sujetos que desde el sillón confortable de la contemplación emiten juicios valorativos, se trata hoy también de la producción de experiencias en las que todos converjan, en las que todos puedan encontrarse y vivir instantes que permanezcan, acontecimien tos que rompan con la cotidianidad, de modos tales que esas rupturas marquen nuevos itinerarios, derivas vitales inesperadas e inexpresables por medios distintos a los del arte.
La ciudad es escenario del trance. Salir a la calle es lanzarse a potenciales rituales de paso. El arte abre posibilidades en este sentido, cuando se presenta como productor de experiencias colectivas. Tal como propusieran los situacionistas, frente al tedio que produce la sociedad de consumo y fren te a la institucionalización del arte, éste puede resistir haciendo de la vida misma una obra artística, en la calle, por fuera de los muros del museo y de las galerías. El llamado arte relacional sigue esa línea del situacionismo en la medida en que orienta cada experiencia a la generación de relaciones entre los participantes. Tanto en uno como en otro caso y en unos más de similar enfoque, lo vivido por los cómplices de una obra constituye el fin primero, la obra per se. Esta dimensión experiencial del arte actual, da cuenta de hasta qué punto los artistas conforman hoy un entramado primordial en la vida de las ciudades, de las que podemos decir que sus dinámicas componen creaciones colec tivas inseparables de lo artístico en su dimensión performativa. Las marchas por los derechos civiles de distintos grupos sociales, por inconformidades con los sistemas educativos y estatales, por la paz, etc., todas tienen en común que cada vez más se vinculan a ellas líderes cuyas obras recogen el sentimiento del pueblo al que acompañan. El arte se toma la calle y con él, la población entera
29 Tema es llamada a tomársela. Hechos como el que ha ocurrido un jueves de cada mes durante veinte años en La Cuadra, son acontecimientos de resistencia civil frente a los intentos de linealización de las realidades urbanas por parte de los planificadores de ciudades, habida cuenta de que una ciudad no solo se compone de arquitectura, espacios públicos y ayuntamiento, sino y sobre todo de la gente que la habita, de los nacidos en ella, de los recién llegados, de los visitantes de paso, de los despla zados, de los marginales, de los sin techo.
En una cuadra de Pereira se impone la potencia sobre el poder, la sinuosidad de los cuerpos jun tos sobre la ortogonalidad de los diseños urbanos, la hermandad entre extraños sobre el individua lismo. En La Cuadra se difuminan las fronteras entre lo privado y lo público, entre arte y artesanía, entre académicos y legos. Allí los artistas bajan de la atalaya tradicional y se mezclan con la multi tud que alegre, celebra su regalo: la posibilidad de territorializar esa calle, de marcar ese espacio y de ser marcada por él. Muchos entran y salen de los talleres, atraviesan corredores y salas pobladas de obras que se ofrecen a su alcance y les interpelan. Se expone todo tipo de creaciones, se invita a creadores de todas las edades y de múltiples procedencias. Mientras afuera hay algarabía, cuerpos para arriba y para abajo, ventas, baile. Y con el paso de los años, esa fiesta callejera, en la que el oikos deviene espacio público y viceversa, se convierte en patrimonio, esa intimidad urdida en colectivo se hace consustancial a Pereira, teje unas memorias que se inscriben en la materia de lo urbano. Y solo allí puede ocurrir este acontecimiento milagroso en el que de repente, vuelvo a la cuadra de mi infancia, a bailar con desconocidos, a tomarme la calle.
Elena Acosta Docente Facultad de Artes y Humanidades ITM, MedellínLa Cuadra: ese espacio donde jugamos y reímos los niños de mi generación. La Cuadra Talleres Abiertos: ese maravilloso espacio donde nos encontramos todas las generaciones de mi época para disfrutar de la cultura en todas sus expresiones, del encuentro ciudadano, de la diversidad, del amor y la amistad. Personalmente disfruté mucho La Cuadra. Recuerdo con alegría, y a la vez con nostal gia, esas noches, los primeros jueves de cada mes, donde nos reuníamos amigos, conocidos, desco nocidos que nos hacíamos amigos, a disfrutar de las expresiones culturales y artísticas de nuestra gente y de artistas de otras naciones.
La Cuadra fue esa burbuja en la ciudad donde tuvimos cabida TODOS, sin importar edad, sexo, religión, nacionalidad, idioma, donde sencillamente todos éramos habitantes de este mundo. La Cuadra fue un espacio público único, creado por ciudadanos y para los ciudadanos, para su encuen tro, para su desarrollo personal, para su desarrollo artístico, para aceptar, respetar y crecer con las diferencias.
Gracias a esos artistas, memorables y creativos, que le imprimieron un sello particular, durante veinte años. Gracias a los artistas que participaron y compartieron ese don maravilloso de la expre sión y el arte. Gracias a la ciudadanía que aprovechó este espacio y asistió en masa a disfrutar y a vivir. Gracias a la familia Colombo Americano, los de antes y los de ahora, por haber trabajado con entrega y esmero para apoyar al Colectivo La Cuadra en el propósito de sacar adelante y con éxito este proyecto que nunca olvidaremos.
La Cuadra Talleres Abiertos: vendrán otros espacios, otros eventos y proyectos culturales, pero nunca te olvidaremos. Estarás siempre en los corazones de todos los pereiranos que disfrutamos de tu existencia. La Familia Colombo Americano estuvo presente desde tu nacimiento hasta tu final, orgullosos de los logros que juntos alcanzamos.
Adriana Giraldo Vélez Directora General Centro Colombo Americano Pereira-Cartago32 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
La complicidad de un grupo de artistas de reconocimiento en la ciudad, cuyos talleres se concen traban en un perímetro urbano común y la presencia en el área de una institución cultural como el Centro Colombo Americano, con un objeto social centrado en la promoción de la cultura y el arte, se amalgamaron y dieron vida a La Cuadra Talleres Abiertos.
La ejecución del proyecto aparentaba ser simple; los artistas y el Colombo Americano dispu sieron sus talleres y los adecuaron como salas para las diferentes expresiones artísticas, pero el trasfondo ocultaba una tarea titánica que demandaba recursos financieros y humanos, relaciones públicas, contactos con artistas individuales y con comunidades, logística, trámite de permisos ante diferentes oficinas y secretarías del sector público, labor que se repetía cada mes, diez meses al año, durante 20 años.
Pero, aunque la palabra “rendición” rondó en muchas ocasiones la mente de sus gestores, ali mentada principalmente por las restricciones financieras y la excesiva tramitología, el ánimo se imponía y la voluntad se fortalecía. Para todos era claro que este experimento innovador representaba un espacio de participación colectiva, de construcción de ciudadanía, un punto de encuentro, de camaradería, de goce y disfrute bajo un esquema de vivencia cultural que debía continuar.
Y en ello radicó el éxito de La Cuadra. La pluralidad cultural a través de todas las manifestaciones artísticas: pintura, escultura, fotografía, danza, música, teatro, poesía, artesanía, diseño, gastrono mía. La heterogeneidad de los participantes: no existía límite de edad ni para los artistas, ni para los asistentes: niños, jóvenes de colegio, estudiantes universitarios, docentes, grupos indígenas, comunidades de nuestro departamento y de muchos otros, profesionales, jubilados, representantes de los sectores público y privado compartían ese espacio, que consideraban suyo cada primer jueves del mes.
Las viviendas, los talleres de los artistas, las aulas del Centro Colombo Americano y las calles de esa área urbana en el sector de La Circunvalar permitieron a los artistas desplegar su talento, transmitir su sensibilidad, compartir su conocimiento, motivar nostalgias, sonrisas y esperanzas con su arte, y a los asistentes generar camaradería, amistad, alegría y disfrute de las diferentes ma nifestaciones culturales.
Haber entregado a la ciudad durante dos décadas un proyecto cultural innovador, de amplio re conocimiento a nivel local, regional y nacional nos debe llenar de orgullo y satisfacción. Sin lugar a dudas, La Cuadra le cumplió a Pereira.
Luz Marina Velásquez Naranjo, Directora Centro Colombo Americano 1999-2017
Una de las historias que más me gusta sobre La Cuadra es la de su origen. El mito fundacional de una feliz coincidencia de amigos, artistas y gestores que decidieron aprovechar la simultaneidad de presencias para crear un espacio de encuentro. Espacio perseverante que insistió en coincidir durante 20 años.
Su propio nombre, La Cuadra Talleres Abiertos nos recordó durante dos décadas que las relacio nes entre vecinos construyen ciudad; que son estas relaciones el corazón de las ideas y el engrudo para mantenerlas juntas.
Soy, sin duda, una voz parcial en este asunto. Le tengo un profundo cariño a La Cuadra porque, desde su inicio, esa historia de vecinos se entrelazó con mi historia personal. Crecí junto con La Cuadra. Fuimos niñas corriendo entre talleres, comiendo los pasabocas que por esa época se ofre cían. Fuimos adolescentes sentadas en las cuatro esquinas, conociendo gente, viendo gente pasar. Fuimos bailarinas en la calle con lluvia y las piedritas del asfalto enterrándose en las rodillas, deci diendo, gracias a estos espacios, dedicar la vida al arte. Finalmente, y como un destino producto de esa coincidencia que desde siempre envuelve este proyecto, tuve la responsabilidad de hacer parte de la junta y la vecindad de La Cuadra como Directora Cultural del Colombo Americano durante un tiempo. Crecimos juntas.
Porque La Cuadra fueron muchas. A cada quien le gusta un versión distinta –mejor las de antes, mejor las últimas–... La verdad es que a mi me gustaron todas sus versiones. Un proyecto de este estilo no es de cuerpos individuales y por eso sus trayectos son insospechados.
Me gusta pensar que La Cuadra creó una ciudad de vecinos. En medio de la multitud existía la fa miliaridad de siempre estar con los mismos. De repetir una y otra vez el encuentro. Durante 20 años transitamos por diferentes lugares, de la mano de pintores, músicos, bailarinas, cirqueros, artesa
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nos, escultoras, cuenteras, fotógrafos y performers que nos enseñaron el mundo afuera y la variedad incontable del mundo adentro de nuestra propia ciudad.
La Cuadra nos mostró la fuerza de las relaciones cercanas que se construyen cuando nos organi zamos alrededor de la música, la danza o las artes. Y es que esa fuerza se concretiza en una vecindad diversa en todos los sentidos. Un reconocimiento de esa diversidad, tan necesario en nuestra ciu dad, tan necesario para construir lo político. Una vecindad diversa es siempre un cable de tensión en el que La Cuadra y todos nosotros decidimos mes a mes bailar juntos. ¡Que gran tarea de equilibrio y de ritmo!
Todo el mundo tendrá recuerdos de La Cuadra por años. Que nos sirvan esas semillas para que hagan eco en nuevos caminos para la ciudad. Que nos den más ganas de ser vecinos.
Daniela Botero Marulanda Directora Cultural Colombo Americano 2017-201838 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
Existen lugares capaces de formar pliegues en la piel de las ciudades. Usted levanta al azar uno de esos pliegues y se encuentra con un juego de espejos, como palimpsestos que cuentan cada uno su propia historia y la reflejan en el espejo de enfrente.
Pueden ser bares, plazas, templos, callejuelas, viejas casonas, tiendas de barrio, canchas. Uno se aproxima a ellos y siente en el aire el rumor de las voces de quienes una vez los frecuentaron y ya no están: viajaron a tierras remotas o se fueron para siempre de este mundo. Pero, de muchas maneras, allí están, aferrados a esos jirones de eternidad que el tiempo les arroja a modo de salvavidas.
Tienen la levedad del símbolo y la solidez de la piedra.
Tanto, que la gente los utiliza como mojones para no perderse en la barahúnda diaria.
Nos vemos en el Prometeo, en la tienda Mi arbolito, en la cancha de Los Carabineros, en el Teatro Capri, en el atrio de La Trinidad, en el bar Leticia, decían nuestros mayores a la hora de pactar las citas con los compadres o los encuentros de amor furtivo.
Nos vemos en La Cuadra, dijeron, dijimos muchos desde el nacimiento de lo que, en principio, fue una idea, luego un acuerdo y más tarde un tejido de lugares a la altura de la Avenida Circunvalar.
Fue en el año 2000, cuando un grupo de artistas liderado por los pintores Viviana Ángel, Jesús Calle y Carlos Enrique Hoyos, el fotógrafo Javier García y la gestora cultural Lucía Molina le dio vida a La Cuadra, Talleres Abiertos, como una forma de proponer un encuentro desde la estética con una ciudad que se empecinaba en echar abajo los sitios que una vez fueran su memoria viva.
Y la gente empezó a acudir al llamado. Primero con curiosidad y luego con esa clase de devoción propia de las ceremonias rituales.
Porque muy pronto La Cuadra resultó ser eso: un ritual, un acto de comunión ciudadana en el que varias generaciones se reunieron durante dos décadas para reafirmar su particular manera de sentirse ligadas a unas calles, a unos modos particulares de ver el mundo.
Era pues ineludible que La Cuadra deviniera fiesta. A las exposiciones y talleres se sumaron la música, el baile, el vino, el cine, el teatro.
Una puesta en escena reavivada durante veinte años el primer jueves de cada mes.
Los rumores de esa fiesta empezaron a escucharse en otros lugares del país.
¿En qué lugar de Pereira queda exactamente La Cuadra? Me preguntó, ávido, Ramón Rivas, un pe riodista cultural afincado en Bogotá.
En todas partes y en ninguna, le respondí. Es más bien un estado de la mente. Cada quien a su modo tiene su propia cuadra dibujada en la cartografía particular que le sirve de hoja de viaje para no extra viarse en una ciudad pequeña y vertiginosa a la vez.
Supongo que así fue y será para muchos habitantes y visitantes de la ciudad. Por eso cundió la desazón cuando, a comienzos de 2020, sus gestores anunciaron el final definitivo de la aventura.
Pero qué le hacemos, si así son los grandes amores. Y el de La Cuadra fue un gran amor engen drado en las entrañas mismas de la ciudad.
Esa clase de amores, tan escasos, se convierten en parte de uno. No importa si ya encienden otros cuerpos o atracan en puertos desconocidos. Siempre estarán allí, cada uno a su tiempo y a su modo.
Por eso, cada vez que sus fieles devotos concertan una cita vuelven a la vieja fórmula: Nos vemos en La Cuadra.
Gustavo Colorado Grisales Cronista y gestor cultural
Este año 2020 La Cuadra, Talleres Abiertos llegó a los 20 años de existencia, seguramente para sus gestores fueron muchos años, considerando el esfuerzo para sostenerla, pero para los ciudadanos fueron muy pocos. La Cuadra no paró de crecer y hasta el último momento fue un espacio vivo. Las buenas ideas crecen y los pereiranos saben responder a ellas y alimentarlas.
El proyecto de La Cuadra permitió hacer visible diversas expresiones artísticas y culturales, de música, de danza, de teatro, de arte, de performance, de poesía, de literatura, de artesanías, de foto grafía, de gastronomía, de moda o de graffiti y acercarlas en forma incluyente a muchos sectores del área metropolitana, con distintos intereses y de diferentes edades, incluyendo los niños que tenían su Cuadra al año.
Pereira es una ciudad con un alto déficit, cuantitativo y cualitativo, de espacios públicos. La Cua dra llenó en parte ese vacío, fue un lugar de encuentro, de construcción de ciudadanía, de sana convivencia, de apropiación de las calles y de los andenes para lo que deben ser, para el disfrute de los ciudadanos.
Más que un proyecto alternativo, las intervenciones artísticas y culturales de La Cuadra contri buyeron a hacer memoria y a despertar el sentido de pertenencia y de comunidad. Los aportes de La Cuadra, de sus gestores y sus aliados, fueron significativos para el Sesquicentenario de la ciudad, por valorar el momento y por hacerlo relevante. La exposición fotográfica del archivo de Javier García, “Pereira el álbum de su historia” fue una muestra de ello, la llegada de la donación de las obras de Lucy Tejada a ese lugar, fue otra.
La experiencia de La Cuadra debe servir para aprender a vincular a los artistas a los proyectos urbanos, a la generación de nuevos sitios de encuentro. Cuatro artistas, Viviana Ángel, Jesús Calle, Javier García y Carlos Enrique Hoyos lograron un proyecto capaz de movilizar miles de ciudadanos con pocos recursos.
No debería quedar la memoria de La Cuadra solo en este libro, podrían abrirse espacios exposi tivos para estas y para las futuras generaciones, como estrategia para atender la necesidad sentida de soportar la construcción de ciudadanía en el arte, en la cultura, en la historia y en el territorio. La esperanza, como la última Cuadra, sigue viva en muchos ciudadanos que esperan su regreso o el de iniciativas similares.
Adriana Vallejo de la Pava Exdirectora Instituto Municipal de Cultura de Pereira
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Cualquiera que haya tenido algo que ver con la creación o la divulgación artística en Pereira durante los últimos veinte años, se habrá formado, con seguridad, una opinión favorable o desfa vorable con relación a La Cuadra y, muy seguramente, también, habrá definido en algún momento una parte de su propio derrotero con base en esa opinión, por tratarse, precisamente, de un proyecto de capital importancia en el curso reciente de la movida cultural pereirana; de esos que tienen una influencia distinta, mucho más visible, en las dinámicas generales de los públicos de la ciudad y que, por lo mismo, suelen ser objeto de amores y odios en igual medida entre los actores del sector cultural.
En el mejor de los casos, uno entabla una suerte de relación crítica en una sola vía con ese tipo de proyectos, intentando apreciarlos con una mirada lo suficientemente ecuánime, que no exagere sus virtudes, pero que tampoco las desconozca. No obstante, en ocasiones puede que sea difícil para algunos hacer gala de semejante madurez y, en cambio, tal vez experimenten algo parecido a una agriera en el estómago o un mal sabor de boca, señales inequívocas de un tipo particular de resenti miento que más vale no definir aquí con una palabra precisa, pero que, en cualquier caso, es sabido que es bastante común entre artistas y gestores culturales de ciudades pequeñas e intermedias.
Y aquí habría que aclarar de una vez lo siguiente: con relación a La Cuadra, tanto para mí como para la mayoría de los integrantes del proyecto en el que trabajo, probablemente fue mucho más común la mala leche que la mirada crítica y constructiva, si bien los disgustos nos duraban poco y, al final, terminábamos viéndonos a nosotros mismos como personajes ridículos, presas de una envidia inexplicable: envidia de la preponderancia de La Cuadra en el movimiento cultural de la ciudad, de la diversidad de su oferta, de su inobjetable vigencia, del hecho de que siempre contó con un público joven, insultantemente joven, y de que aun así no perdió nunca la fidelidad de sus seguidores más viejos.
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En SALAestrecha, por lo menos, creo que durará todavía algunos años un chiste interno que comenzamos a hacer los primeros jueves del mes, cuando llegaban muy pocas personas a nuestras fun ciones o, de plano, no llegaba nadie, ni un solo parroquiano, y había que cerrar esa noche temprano, sin pena ni gloria. Entonces decíamos: «Claro: es que hoy hay Cuadra», y con eso nos quedábamos tranquilos, como si fuera una excusa suficiente, como si decirlo en voz alta si nos consolara o nos justificara, y además nos ayudara a desentendernos del hecho de que, siendo honestos, no era que los demás días llegara mucha gente a nuestro teatro. Luego empezamos a decir «hoy hay Cuadra» cual quier día, siempre que intuíamos que no iba a llegar nadie a la función; y nos reíamos con cierta ver güenza e inmediatamente le echábamos la culpa a algún otro evento gratuito que fuese a ocurrir ese mismo día, en un intento desesperado por no vérnoslas con nuestra propia incapacidad para convocar público o, en todo caso, para convocarlo sin que la gratuidad reinante fuera un obstáculo (porque, en últimas, no debería serlo).
Lo cierto es que, más allá del avieso placer que nos provocaba el hecho de convertir a La Cuadra en nuestro chivo expiatorio ocasional, somos conscientes de la influencia que este espacio tuvo en nuestro propio proyecto, junto con otras iniciativas locales de comienzos de siglo que, en un pri mer momento, contribuyeron en algo a formar nuestra sensibilidad y nuestra mirada cuando éramos adolescentes, y que después nos permitieron afirmarnos en el propósito de hacer cosas en Pereira, pensarnos como creadores y divulgadores desde aquí, y amainar un poco el impulso provinciano de salir huyendo, y que, ante todo, nos ayudaron a entender que los problemas del sector artístico en la ciudad no tenían mucho que ver con una ausencia de público. Por lo demás, también reconocemos en estas iniciativas unos referentes directos de trabajo en red a nivel local y regional, un cierto apetito por la interdisciplinariedad y una voluntad clara de abrir sus espacios a proyectos emergentes y artis tas jóvenes que hoy por hoy agradecen con cariño esos espaldarazos. Tales premisas son las mismas que guían las iniciativas que llevamos a cabo desde SALAestrecha, esta casita que a fuerza de insistir cuenta ya, también, con varios años de labores, y que en buena medida puede considerarse, para bien y para mal, como una especie de pariente menor de proyectos como La Cuadra.
César David Salazar Jiménez SALAestrechaLa Cuadra fue un dulce amor que nos duró veinte años. Inició con un sutil coqueteo de Chucho Calle, Viviana Ángel, el Flaco Hoyos, Javier García y Lucía Molina. Abrir al público, los talleres de artistas para verlos en acción con el overol embadurnado de pinturas. Miramos de reojo y nos gustó. Comenzó la aventura de los primeros jueves de cada mes.
Ellos se esforzaron por tener un sitio de encuentro acogedor. Fueron los mejores anfitriones. Siempre con alguna sorpresa, vistiendo las paredes de garajes y pasillos con las mejores galas: siem pre distintas, siempre creativas, siempre retadoras.
Como religiosamente recibíamos la tarjeta de invitación, esperábamos con ansiedad que llegarán el día y la hora señalados. Era la oportunidad de consolidar la relación.
Así, sin darnos cuenta, nos volvimos uno. Sentíamos la ausencia y la necesidad de vernos. Construimos lazos de reciprocidad. La Cuadra se rebuscaba mil y una formas para conservarse única y atractiva. Nos llenó de música, de danzas, nos colorió con murales infantiles y nos contagió de soni dos múltiples desde Los Calimenios hasta la Sinfónica, con estaciones de rock, bambucos, raperos y músicas campesinas y urbanas.
Durante dos décadas, la efervescencia vital que circula por las calles de Pereira; sus escondrijos, sus sueños ocultos, sus pedazos de historias tuvieron un nicho, un momento, un cuarto de hora y si era necesario hasta un gigantesco paraguas, para aquellos jueves agujereados por la lluvia.
Una agradable noche, a mediados de 2016, mi esposa Patricia y yo retornamos a La Cuadra. El gentío era impresionante. Una calle humana, como dirían los narradores de ciclismo. Decenas de artesanos ofreciendo sus productos. Grupos de adolescentes y jóvenes, de esa nueva generación sin rubores ni cargos de conciencia, adueñados de un espacio que siempre habían considerado propio. Aunque en los talleres de los artistas siempre había una exposición de pintura o fotografía, ahora también en los muros externos de las casas o en retablos improvisados sobre los andenes podían verse dibujos, grabados, caricaturas.
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Y la oferta plástica también se extendía a la gastronomía: porciones de pizza, empanadas al horno, paella, arepas con queso; alitas de pollo, cerveza, soda saborizada y hasta copas de vino. En medio del tumulto, nos encontramos con el ingeniero Hernán Roberto Meneses y su esposa Gloria Elena Pineda.
Después de varios minutos de espera, heredamos un rincón libre, con tres sillas plásticas y un pedazo de andén. Mientras compartíamos una cerveza y hablábamos de la profunda transformación de esta iniciativa cultural, de repente, caímos en cuenta que La Cuadra –al igual que aquellos mu chachos flacos y desgarbados que nos rodeaban– había crecido y, buscando su propio rumbo, estaba próxima a abandonar a sus padres. Medio en broma, medio en serio, alguno de nosotros aseguró que parecíamos miembros de la Asociación de Egresados de La Cuadra.
Poco tiempo después, el mismo Jesús María Calle me confesó que, a pesar del éxito en la convo catoria mensual, empezaban a sentir el agotamiento por las exigencias de organización y logística, trámite de permisos ante la Secretaría de Gobierno y el Instituto de Movilidad, y el siempre desme dido y oportunista cobro por parte de las organizaciones de derechos de autor.
Para acabar de completar, algunas restricciones presupuestales por parte del municipio de Pe reira y la falta de patrocinios, llevaron a que en 2019 se lanzara la primera advertencia de que La Cuadra tenía sus días contados. Recuerdo la explosión de comentarios y reacciones de inconformi dad en redes sociales. Sin embargo, las múltiples expresiones de solidaridad fueron inversamente proporcionales al número de auspicios comerciales. Si en ese momento, a algún genio se le hubiera ocurrido la recaudación de fondos, conocida como “crowdfunding”, con el aporte de un dólar por cada lamentación, hubiéramos tenido Cuadra para 10 años más.
Pero como lo sentenció el poeta Machado: “Todo pasa y todo queda”. La Cuadra fue un amor inolvidable, intenso, multicolor, pleno de experiencias. Y aunque después de 20 años pasó… quedó amalgamado en nuestros corazones. Ahora –como sucede con aquellos romances juveniles– re cuerdo La Cuadra con una sonrisa agradecida, por todas las complicidades entretejidas y porque nos permitió a sucesivas generaciones de pereiranos vivir el territorio de una forma diferente.
La Cuadra renacerá cuando por fin entendamos que Pereira, además de centro comercial, logísti co y de servicios, debe ser una ciudad abierta al arte, a la imaginación, a la capacidad transformado ra que tienen las expresiones culturales. Porque, en lugar de crear resistencias en el vecindario con frases arrogantes, nuestro auténtico reto es ser capital de nosotros mismos, de nuestra identidad, de lo que somos. Esa es la verdadera esencia de Pereira y el espíritu siempre vigente de La Cuadra.
Juan Antonio Ruiz Romero Periodista y comunicadorEn la década de los sesenta y principios de los setenta tuve la oportunidad de vivir en la carrera 12 bis entre calles 11 y 12, en aquel tiempo esa calle, por su amplitud, permitía que la pelota rodara en los más reñidos partidos de futbol, entre los vecinos y con grupos que venían de otras calles o barrios. Los vehículos que eran escasos, se desplazaban despacio, paraban y esperaban hasta que se terminara la jugada. Cuando con el balón quebrábamos un vidrio los regaños involucraban el con secuente perdón, la amistad entre los vecinos era real, conversábamos horas en la esquina. A medio día el perro de mi casa se tomaba la calle y salía a asolearse, los conductores sabían que había que pasar por el lado; algunos de nosotros tuvimos nuestro primer amor en el vecindario, esa era nuestra cuadra en un tiempo que no queríamos que terminara, una cuadra de cuatro puntas, la punta de la amistad, la de la sana competencia, la del respeto y la del amor.
El mundo se fue transformando, las calles dejaron de ser escenarios deportivos y el vehículo pasó a ser más importante que el peatón, por el tránsito los vecinos se fueron lejos del bullicio y la zona se convirtió en un área comercial y de servicios.
Pero no todo fue deshumanizante, llegaron a la zona los artistas, primero llegó Chucho Calle montó su taller en la esquina de la calle 12, seguido por Viviana Ángel que lo hizo una casa después hacia la 11; luego el Flaco Hoyos pasando la calle en dirección a la 13 y Javier García quien hizo lo propio con la fotografía, subiendo hacia La Circunvalar. Y cuando el alma de un artista vuela y se encuentra con otras que tienen amores comunes, sueños comunes y la cercanía física los hace ver cada ratico, nace un proyecto que supera las barreras del pesimismo y le da luz a una obra avasalla dora y hermosa.
En el año 2000 sus energías se enrutaron a la realización de su primer taller simultáneo abierto al público, con un éxito inesperado, sus obras llegaron a más personas, muchos asistentes tuvieron su primer encuentro con el arte y gozaron con el hecho de conocer al artista, lo que les puso un nuevo reto, repetirlo, pero no igual, debía involucrar otras personas y más conceptos, entonces cada uno
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dentro de su autonomía, invitó nuevos artistas o artesanos o escultores para la siguiente apertura. El público repitió, muchos padres trajeron a sus hijos, llegaron nuevos retos, debían regularizarlo, darle un nombre, pero todo ello, significaba más dedicación, organización, información al público, recursos, así que pusieron su cuota e hicieron las primeras tarjetas de invitación, establecieron que sería el primer jueves de cada mes y lo llamaron La Cuadra Talleres Abiertos, y de ahí en adelante no pararon de innovar; entendieron que su idea había trascendido, crearon un espacio cultural único y maravilloso, en cada paso que daban se imaginaban algo más grande, con mayor impacto: invi taron grupos musicales, de danza, tunas, orquestas, compañías de teatro, poetas, para que hicieran sus presentaciones en la calle y ello significó que debían cerrarle el paso a los vehículos. Entonces la calle se transformó en fiesta cultural, promovieron la cultura infantil, capacitaron, replicaron el mensaje en otros sitios, nacieron más “Cuadras”, y poco a poco le fueron impregnando su magia colectiva; caminaron innovando en el tiempo, hasta que el primer jueves de cada mes se volvió para los pereiranos inimaginable sin La Cuadra. Y así fue durante veinte años en los que, al menos, una vez al mes los peatones recuperamos nuestra condición de personas y nos tomamos la calle para disfrutar la vida, sin que los vehículos pudieran atropellarnos.
Mención especial merece Lucía Molina, que puso su alma a disposición del evento, su apoyo a La Cuadra, respaldado por el Colombo Americano, fue incondicional; siempre estuvo ahí para ayudar a solucionar problemas, ya fueran económicos, logísticos, administrativos o relacionados con la exposición del día o la presentación de algún artista: ella fue un ancla. Otros llegaron después y se sumaron desde sus sitios a engrandecer el evento, el pintor Alfonso Silva-Silo, Ana María Arenas con la Fundación Germinando y la asociación Raíces comandada por Martín Ibáñez, también abrie ron sus salas de exposición.
La cultura en Pereira creció con La Cuadra, durante su existencia se ocupó de llenar en nuestra ciudad, un espacio de cemento, con lazos de amistad, sana competencia, respeto y amor como lo hicimos nosotros a partir del ejemplo en la adolescencia en aquella misma calle, sumándole a ello expresiones de valor como la creatividad, el talento, el ritmo, la perseverancia, la solidaridad, la convivencia y el aprecio por la libertad.
Los promotores de La Cuadra y aquellos que después se les unieron, han querido dejar a los nue vos artistas y gestores culturales la tarea de continuar con proyectos que defiendan la cultura como expresión de la libertad. La Cuadra dio el primer paso, ¿quiénes se atreven a tomar el relevo?
Juan José Baena Restrepo Vecino de cuadraEmpezó y terminó con ritmo veinte–veinte según su largo peregrinaje, desde aquel primer jueves de cada mes hasta el último del 2020. Fueron 20 años en un mismo lugar esquinero tradicional: ar quitectura de los primeros años cincuenta (casas solariegas, el Colombo Americano segundo tomo, la iglesia Presbiteriana de Cumberland). Unos entusiastas de la cultura (conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grados de desarrollo artístico), según el Diccionario de la Real Aca demia. Los directores voluntarios con atrevimiento romántico para esta cruzada benigna lograron reunir exposiciones, música, fotografía, teatro, pintura de diferente escuela o movimiento artístico, degustaciones y bocados, esculturas, presentación de libros de estreno, poesía, conciertos, recitales y artesanías (invitados y próximos de manualidades del común diario). Era y fue un todo sin dis criminaciones ni coladores de petulante calificación. No existieron adoctrinamientos impuestos y obviamente la tertulia rotativa. El escenario de la calle 12 con carrera 12 bis era ebullición. La Cua dra no fueron cien metros alquilados en licitación por dos décadas; pero sí los límites con licencia de descanso para los creadores (no por materia prima agotada), sino dadas las nuevas vías rápidas o desfogue vehicular. El cierre nocturnal de esos jueves escogidos daba un clima sin aceleres y un respiro a esa liberación de inquietudes y vivencias ciudadanas. El ingreso a La Cuadra estaba libre de estorbos, boletería restringida, reventa, silletería preferencial, torniquetes de seguridad o como lo interpreta el dibujante humorista, con seudónimo París, del periódico El Colombiano de Medellín: “Club de la tolerancia: nos reservamos el derecho de admisión.” No existían barandas de conten ción, ni sobrecupos, requisas por llegar dignatarios de otros mundos. La Cuadra fue de caucho humano y material, estratos sociales sin uniformes de protocolo, era una libertad elástica. Los pioneros de este experimento sin antojos de jubilación o buscando quiméricamente alineación de planetas itinerantes se retiraron al cumplir un ciclo. La Cuadra era espontánea por algo no quemó sus na
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ves. Todo ideas y realizaciones. La Cuadra tuvo su faro de luz en una vieja edificación que servía de taller taller, oficina, clases diversas, bodegaje, enmarcación, teléfono disponible para invitar a los asistentes (arte y público). El mejor elogio se escuchó, sin preguntarlo, de transeúntes y taxistas al observar la numerosa asistencia: “Hoy hay Cuadra” (era tan usual que le suprimían La). La Cuadra nunca, en esos veinte–veinte, pretendió opacar, remplazar, comparar, presumir y mil yerbas más, a los otros establecimientos de tradición para mostrar manifestaciones culturales. La Cuadra como se dijo, era una gran sala larga y espaciosa; los asientos eran el pavimento. Como una premonición no patente de Nostradamus, los gerentes voluntarios de La Cuadra anticiparon, no por orden o llamado de la municipalidad oficial, que La Cuadra debería ser suspendida por alguna eventualidad presente o futura.
Si les hubiese llegado el tal coronavirus (que nos tiene hasta la coronilla) y autorizaran los agra dables encuentros, los saludos hubiesen sido como ese gran cuadro o pintura del maestro Miguel Ángel Buonarroti, La creación: esa proyección de una solemnidad humana y una humanidad divina en la que aparecen dos dedos índices tocándose en el punto de encuentro del Supremo Hacedor y la arcilla viviente, Adán. Así hubiese sido el saludo o prevención digital, a la primitiva y a la contempo ránea. Al agradecer a esta civilización urbana y territorial de artistas y asistentes, y pasar a descanso pasajero o definitivo, sea protocolario saludar también a entidades oficiales y empresas particulares su patrocinio y venia de aceptación. Hay una frase muy seca y elocuente: “La Cuadra será irrepetible.”
Columnista habitual de El Diario, Pereira
La Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) es la entidad de la Presidencia de la República que desde 2003 acompaña y brinda asesoría permanente a quienes le apuestan a la paz y hacen tránsito a la legalidad, generando oportunidades que fortalezcan sus capacidades y para que puedan desenvolverse plenamente como ciudadanos.
Desde la entidad se coordina y lidera la política pública de reintegración y reincorporación; de igual forma, dentro de esta tarea, y enmarcado como uno de los objetivos estratégicos se trabaja por contribuir a la convivencia y la reconciliación en los territorios, desarrollando estrategias co munitarias que promueven la escucha, el diálogo y la acción, como punto de partida para acercar comunidades, víctimas, excombatientes, líderes sociales, actores e instituciones públicas y privadas, entre otros, promoviendo la creación de narrativas de inclusión, no estigmatización, reconciliación y convivencia, que permitan la consolidación de contextos de paz y legalidad.
Desde la ARN Eje Cafetero acogimos la invitación que durante varios años nos extendió La Cua dra Talleres Abiertos, una iniciativa con un espíritu de integración social que partía de utilizar expresiones artísticas para provocar diálogos poblacionales, con valor crítico y reflexivo, entre grupos de la región.
La Agencia, con sus funcionarios, contratistas y excombatientes acogimos La Cuadra como una oportunidad para contarle a la comunidad cómo se genera arraigo en la legalidad y se avanza en los procesos de reintegración y reincorporación. También para mostrar cómo los excombatientes son acompañados y orientados en el tránsito que emprenden, para responder a confianza a los ciudada nos en cuanto al compromiso por la no repetición, la convivencia y la cultura de la legalidad.
A su vez, es importante resaltar la acogida de los excombatientes en los Talleres Abiertos de La Cuadra. Las diferentes apuestas artísticas nos permitieron ver el rostro más humano de aquellas personas que antes pertenecían a un grupo armado ilegal. Fuimos testigos de su participación en
actos públicos de reconciliación en los que compartían, al lado de víctimas, sus historias de vida. También prepararon una exposición de bordados que representaban historias de sus luchas y pro pósitos, los vimos caminar por una calle de la ciudad como modelos de diseñadoras locales e incluso comercializaron sus productos en una carpa que le mostró a la ciudadanía algunos emprendimientos con los que generan ingresos para sostenerse en la legalidad.
La Cuadra Paz será siempre una experiencia de un alto valor para la ARN Eje Cafetero en la me dida que incluyó a los sobrevivientes del conflicto armado y le demostró a la ciudadanía que quienes desistieron del uso de las armas, como medio de expresión, están preparados para ser incluidos en los diálogos ciudadanos que buscan construir escenarios de convivencia, reconciliación y no estig matización.
Esta historia se debe escribir por medio de la interacción, la escucha y la confianza, valores que se evidenciaron cuando jóvenes y adultos se estrecharon las manos en la calle con seres humanos que se esfuerzan por cumplir con los compromisos pactados y adquirir habilidades que les permitan avanzar en la legalidad.
Carlos SotoARN – Agencia para la Reincorporación y la Normalización Grupo Territorial Eje Cafetero
“Como por el ápice de un mágico reloj de arena, las muchedumbres del pasado convergen en un punto para abrirse de nuevo hacia las incontables posibilidades del futuro” (William Ospina, De La Habana a la paz, 2016)
Así el calendario registre otra cosa, hace 35 años primero llegaba el viernes que el jueves.
Semana tras semana repetíamos los pasos, vagábamos de exposición en exposición y de coctel en coctel atisbando cómo era eso de que los cuadros se querían bajar de sus marcos. Éramos los mismos, que sin hablarnos nos reconocíamos en la noche, hasta muy tarde, recorriendo ansiosos el centro de la ciudad. Para algunos, todo terminaba con el caldo de pollo a un costado de la Plaza de Bolívar; para otros, el amanecer nos sorprendía entre lo eufórico, lo erótico y lo afanoso. Las esqui nas se llenaban de deseos que poco a poco se fueron inundando de ausencias.
Al fin... nos ganó la vida.
Años después, el jueves nos envió una postal con pinceles y colores –no lo podíamos creer–, era como saborear, nuevamente, ese rico esplendor de la complicidad que dan los encuentros entre desconocidos que, al final, resultan ser amigos de los amigos; asistimos anhelantes a los residuos de un pasado renovado. La 12 bis con 12 terminó siendo el artilugio que desafió la noche de los jueves durante 20 años, para recordarnos que aquello que nos erizaba la piel y nos hacía gozar de nostalgia, jugaba a permanecer; como aquel primero de septiembre de 2011 cuando Lilián y Orlando, desde su hilo de voz a punto de romperse, le confiaron a la multitud que la vida es la suma de pequeñas cosas.
Poco a poco, más y más personas se enteraron de que algo estaba sucediendo. La multitud se apoderó de la calle, y ya éramos tantos que nos fuimos fusionando en una sola cabeza que ondeaba entre cientos de voces, así como la estampa que Felipe capturó con su mirada desde el balcón que dejaba verlo todo: en un instante, una mano arriba con dos palabras: ¡aquí estoy!… y allá, una voz
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susurrante: oye, ¿te conozco? toma mi mano roñosa y léeme las líneas esquizoides que trazan los mapas de lugares imaginados... ven, y bésame en la esquina de mi codo para que no se sepa cuánto tiempo ha pasado desde la última vez... ven y mírame, estoy aquí arriba, en la tarima, esperando la señal para no hundirme en una de las rendijas… oye, nuevamente, ¿te conozco? es que te pareces a alguien que dejé de amar hace mil años y que ahora, así, inmóvil, colgado de una puntilla en la sala del Colombo, siento que no fuiste más que una alucinación… ven, bailemos con la música del tiempo y cortemos esta piel en pequeños lienzos de nueve por doce; imaginemos que en la cábala con “K” emergen victoriosas las raíces del árbol de la memoria y que es posible dejarnos llevar por los cacareos (con “K”) de Elliot’s Happiest Days.
Aquí, en La Cuadra, los tangos no se lloran, se silban; las esculturas caen en picada como por arte del cuerpo; los museos son de palabras; los espectros son continuos, se salen del performance y se incrustan en los diminutos espacios que dejan las trazas del carboncillo en el autorretrato de un desconocido. Aquí, el tiempo, tiene el color de los aguacates y las empanadas son tan amarillas que parece que a alguien se le fue la mano en trementina; los olores se juntan en un manto gaseoso y espeso que ondea por encima y por debajo remedando la imagen del París de Boudelaire.
En silencio vago y divago entre la multitud, para sentir el suave viento que resquebraja el vuelo de los danzantes, el crujiente tremor del blues, del rock, del jazz; el suave viaje en la canoíta de Papá Bocó y, con Falcon, solamente, hablando de amor.
Cómo dejar de decir que se pueden apalabrar los movimientos de las multitudes que reclaman es pacios de solo estar, de solo verse en los ojos indiferentes o amorosos de los otros; cómo no esperar el abrazo de un desconocido que te complementa por estar distante; cómo no hablar de los ausentes y de los que aún presentes parecen estampitas coleccionables. Personas que confluyen, suman, crean, están ahí, existiendo para la mínima caricia, para la contemplación. Son los míticos que le dieron la vuelta a la esquina y no los volveremos a ver jamás… sus pasos seguirán sonando en ese cruce de vi das que fue La Cuadra. No puedo decir que fui su cómplice, pero sus miradas, sus gestos, sus ritmos y grafías me huelen a silencio y… no hay nada más profundo que los tufillos de lo que ya no está. La Cuadra, no va más…
Claudia Mónica Londoño V. Profesora del Departamento de Humanidades, UTPIl y a un peu dix ans de cela « La Cuadra » s’est exportée dans l’est de la France, à la frontière des régions de Lorraine et de Champagne.
Porté par un de ses ambassadeurs les plus remarquables, le peintre Jésus Calle venu de Pereira capitale de l’« Eje de Cafetero » en Colombie, l’esprit de « La Cuadra » a brillé dans mille feux à Bar le Duc (Meuse) Vitry le François (Marne) et Revigny sur Ornain, village meusien, siège de l’association « Enfances 232 France ».
L’« Esprit de La Cuadra », c’est à dire ces noces extraordinaires de la création artistique et de la participation de tous dans la joie populaire et la fraternité, toutes classes sociales confondues. L’« Esprit de La Cuadra », c’est celui qui naît des ces ateliers ouverts sur le Quartier et ses populations pendant toute une nuit de fête. L’« Esprit de La Cuadra » ce sont ces lieux de fête magique où se côtoient dans les rues du Quartier peinture, sculpture, poésie, chansons, théâtre, danse…
L’association « Enfances 232 France » a voulu en 2010, recréer à son échelle et dans la réalité sociale de son tissu territorial, cet « Esprit de La Cuadra ». Durant la phase de préparation elle a su mobiliser l’essentiel des forces vives du territoire à cheval sur l’ouest de la Lorraine et l’est champenois. Les responsables d’Enfances 232 surent mettre autour de la table de travail aussi bien les responsables des instances politiques du territoire (maires, conseillers généraux, député…) que les représentants des administrations concernées, notamment l’Éducation Nationale, les représentants de l’animation socio-culturelle et du monde associatif. Après beaucoup de discussion, d’échanges et… de diplomatie pour faire se rencontrer des cultures et des logiques différentes, on réussit au final à réunir toutes les bonnes volontés qui étaient éparses au départ autour d’un projet commun : animer, pendant pratiquement trois mois, grâce à et par la création artistique, les quartiers populaires de Bar le Duc, Vitry le François et Revigny sur Ornain.
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Ces animations, organisées et encadrées par les responsables d’Enfances 232, mais toujours assurés magistralement (« El Maestro » !) par Jésus Calle, prirent différentes formes en s’adressant à différents milieux sociaux :
Plusieurs expositions d’œuvres de Jésus Calle notamment dans le grand hall de réception du Conseil Général de la Meuse et au cœur du quartier populaire de la Côte Sainte Catherine, dans les parvis de la Mairie de Vitry le François comme au Centre Culturel de Revigny sur Ornain ;
Des ateliers de création artistique dans de nombreuses écoles primaires et maternelles des quartiers populaires, mais aussi dans des clubs de peintres amateurs ;
Des performances dans une grande librairie de Bar le Duc et dans un lieu de concert à Vitry le François;
Des fresques murales réalisées avec la participation de la population des quartiers ;
Une journée particulièrement émouvante de création picturale dans un centre d’accueil de jeunes garçons et filles handicapés mentaux ;
Une matinée d’expression artistique avec les touts petits d’une maison d’accueil de la petite enfance.
Mais les mots sont pauvres pour décrire l’ambiance générale, les atmosphères particulières et la joie fraternelle dans lesquelles se déroulèrent ces événements… oui, les mots sont pauvres pour faire revivre l’ « Esprit de La Cuadra » qui s’est déployé quelque part dans l’Est de la France au printemps 2010. Dix ans après cet « Esprit » reste présent et bien vivant au cœur de tous ceux qui en ont été les acteurs.
François Mercier Revigny-sur-Ornain, 30 septembre 2020Como buena parte de la historia diaria que se ha construido en Pereira, La Cuadra nació de un ejercicio de voluntades, esta vez de artistas. Un grupo de viejos amigos: Viviana Ángel, Javier García, Carlos Enrique Hoyos y Jesús “Chucho” Calle, habitantes –varios de ellos–, de casas contiguas sobre el sector de La Circunvalar (calle 12 Bis con calle 12), decidieron abrir las puerta de sus talleres de trabajo e invitar a la gente, a que siguiera y apreciara, qué obras artísticas adelantaban o qué artista con su obra era el invitado.
La iniciativa nació a principios del año 2000 y tuvo como nombre: La Cuadra Talleres Abiertos. Sus gestores acordaron que la apertura de sus sitios de trabajo y de sus obras, sería el primer jueves de mes, a partir de las 7:00 pm. El proyecto cobró tanta importancia que, desde sus inicios, La Cua dra, se convirtió en un referente cultural para los artistas de Pereira y para el arte de Colombia. Eran los talleres de los artistas. Eran casas de dos plantas, medianos espacios, paredes altas, escaleras hasta de 30 peldaños, ventanales, pisos de madera, esculturas, paleta de colores, pinceles de varios tamaños y olor a óleo. Era estar en la entraña de la vida del artista.
Entonces la cita era los jueves. Las personas agendaban ese día para desplazarse en romería hasta el lugar y así empezar a descubrir cuáles eran las expresiones artísticas y sus exponentes. En un lugar, un conversatorio, en otro una obra reciente, en aquel espacio, una serie de fotografías, en este sitio, esculturas de mediano tamaño, más allá una colección de afiches, boletas y acetatos de grupos de rock del Eje Cafetero. Así el diálogo de saberes, el intercambio de ideas, la construcción de conocimiento alrededor del arte, fue creando un espacio único y auténtico, que tenía como pro pósito, dar a conocer qué pasaba con el arte, qué pensaban los artistas y cuáles eran sus propuestas.
A los pocos meses de inaugurada la idea, se unió el Centro Colombo Americano, la Asociación Germinando, la Iglesia Presbiteriana y la Fundación Raíces. Todos cerca los unos de otros. De esa manera, el recorrido creció, la posibilidad de ver distintas manifestaciones aumentó. Era intere
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sante observar a cada artista dar la bienvenida en su taller y ver cómo guiaba a los visitantes por el espacio. Viviana hablaba del artista y sus tendencias, “Chucho” citaba nombres y períodos de arte, Javier exaltaba la fotografía y “El Flaco” Hoyos, tomaba el carboncillo en su mano derecha y traba jaba sobre el papel mientras la gente lo miraba en silencio. El plan era didáctico y ameno.
El arte se volcó sobre La Cuadra. Desde el performance, las bandas, la academia, los escritores, las editoriales, los pintores y los artesanos, encontraron un espacio para la difusión de sus obras. El proyecto se convirtió en ese espacio de diálogo abierto y sincero, donde el artista daba a conocer su obra y el espectador la recibía, la contemplaba y era en ese instante donde surgía ese contacto informal artista–visitante, que provocaba el intercambio de saberes, el cual era de utilidad para los dos. Eso tenía La Cuadra, esa informalidad, esa frescura, esa espontaneidad que no se daba en otro lugar. Por eso, esta experiencia, en esos 20 años, fue relevante para el arte en la ciudad. La trascen dencia fue tan alta, que artistas de otras latitudes, enviaban sus propuestas para dar a conocer su obra en los talleres de La Cuadra. Nombres de otras partes, nuevas formas de ver el arte, expresiones diferentes, voces diversas, tuvieron en este lugar un espacio de expresión. La Cuadra se convirtió en parte de la agenda mensual del arte en Pereira.
Gestores culturales y artistas de otras ciudades de Colombia, se dieron a la tarea de hablar con los promotores de La Cuadra con el propósito de replicar el proyecto. Lo hizo Manizales, lo promocionó Armenia, lo fomentó Medellín, lo echó a rodar Bogotá y ya había Cuadras en distintas ciudades del país. La provocación y el aliento, solo les duraba unos cuantos meses mientras que La Cuadra y sus talleres abiertos, permaneció 20 años.
Los episodios de cada jueves siempre fueron diferentes. Desde el aguacero que obligaba a la gen te a refugiarse en las esquinas y los costados de las casas, la ausencia de energía y la singularidad de una Cuadra a oscuras, el frenesí del rock and roll, la danza, el desfile de modas, los niños y los lápices de colores, el concierto de la Banda Sinfónica, el homenaje a Martín Abad, el festival gastronómico y decenas de ocasiones que sirvieron para hacer visible al artista y a su obra.
El encuentro finalizaba hacia las 11:00 de la noche, cuando cada taller recogía las sillas, las me sas, algunos toldos, la banda empacaba sus instrumentos, el artesano envolvía su tapete y se mar chaba con su tula de anillos, aretes y manillas; llegaba la hora de la despedida. Los adolescentes en gallada tomaban camino, alistaban su morral y antes de partir guardaban entre las fotocopias de la clase, la postal de ese jueves, recuerdo inolvidable que reseñaba por una cara la programación y, por la otra, la obra de uno de los artistas invitados.
La última Cuadra fue a inicios del 2020, la gente asistió a la gran fiesta de cierre. Yo estaba en un costado y casi no lograba moverme debido al número de personas en los andenes y las calles, en la tarima estaban Edwin Laverde y Jesús Calle, quien leyó un comunicado donde se anunciaba el cie rre de La Cuadra. La gente decía que no, que el proyecto no se podía acabar, pero lo que se escuchó fue la voz ahogada y melancólica de Jesús Calle, que le puso punto final a una de las experiencias artísticas más importantes de Pereira. Los jóvenes guardaron silencio y a los pocos minutos, se mar charon, no sin antes mencionar que para ellos, el lugar del encuentro para hablar de arte siempre fue los jueves en La Cuadra.
Franklyn Molano Gaona Profesor Fundación Universitaria del Área Andina Universidad Tecnológica de PereiraLa auténtica red social de la cultura
Cuando íbamos a publicar la primera edición de Pulso, en el 2002, lo más importante era tenerlo listo para distribuirlo en La Cuadra. De hecho, la primera edición iba a ser en abril, (“Pulso, tabloide de cultura urbana, en la ciudad desde abril”, decía la cuña que Alonso Molina, en ese entonces direc tor del Instituto de Cultura, nos canjeó en la Emisora 97.7 FM), pero como no alcanzábamos a tener lista la impresión para ese primer jueves del mes, decidimos reeditarla y lanzarla en mayo.
La Cuadra desde el principio fue un referente cultural: yo acababa de llegar de vivir en Bogotá donde estudié arquitectura y recuerdo cómo Viviana Ángel contaba en el Boletín Cultural de la Emisora Cultural Remigio Antonio Cañarte lo que ella y sus compinches planeaban hacer la primera noche del jueves de marzo del 2000. Al escucharla hablar de ese proyecto, uno sentía que en Pe reira podían pasar cosas importantes, transformadoras, ambiciosas en el medio cultural. Nosotros, en Ciudad Latente, todos creídos como éramos, también teníamos nuestros planes, pensamos que íbamos a crear dizque un “parainstituto de cultura”. En todo caso, había un ambiente de renovación cultural en la ciudad. Era la época de la cultura ciudadana, de lo urbano como expresión contem poránea, de encontrar arte en todas las expresiones sociales. En la universidad mis compañeros no estaban leyendo arquitectura sino antropología: Culturas híbridas, La ciudad de los viajeros y Ciudad líquida, ciudad interrumpida… Ciudad, ciudad, ciudad… la cultura tenía que salir a la calle, la ciudad era el gran escenario estético, la renovación se hacía con los ciudadanos. Atrás quedaban esas enti dades paquidérmicas y cerradas que encarnaban la idea de una cultura de élite. La nueva generación de artistas (y no por jóvenes, porque ya había muchos muy consagrados y mayorcitos), se estaba tomando por asalto la vida cultural de la ciudad, con nuevos conceptos y otras formas de gestionar y activar los circuitos artísticos. Los gestores y creadores que estaban emergiendo se desmarcaban de las clases altas y el padrinazgo político y sentían que tenían mucho que decir, por ejemplo, sobre la intervención urbana en Ciudad Victoria, que se iniciaba en ese momento.
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Pulso siguió saliendo por dos años más… nuestro cierre mensual, nuestra “deadline” siempre era La Cuadra. Era la mejor manera de impactar ampliamente a los consumidores de la agenda cultural, a quienes considerábamos nuestro público objetivo, el cual, prácticamente hacía su asamblea mensual en La Cuadra. A veces lo lográbamos, otras no. Después pasó lo mismo con Fotourbe, el festival de fotografía que nos inventamos, el cual tuvo algunas proyecciones en esas noches de los jueves, en los meses de festival. Los eventos culturales tenían metas de asistencia, a veces difíciles de cumplir, y uno como gestor no se podía dar el lujo de desaprovechar el evento que, orgánicamente, siempre convocaba un río de gente. Y creo que le pasó también a muchos otros eventos culturales de la ciudad, que tenían su versión especial para estar en La Cuadra. Así, La Cuadra empezó a dar la pauta para la consolidación de la agenda cultural de la ciudad. Era constante, sistemática, cíclica, pertinente con los temas del mes, una especie de Calendario Bristol de la agenda cultural. El año cultural no empezaba sino hasta el primer jueves de marzo y terminaba el primer jueves de diciembre.
No por casualidad aparecieron otras Cuadras: la del centro, la de Dosquebradas, la de Providen cia. En la ciudad de Armenia “Calle Bohemia”, que duró más de 15 años; también hubo dos o tres en Manizales, otra en Cali, otra en Medellín y el mismo Chucho Calle en el 2010 hizo una en Francia. En su momento, todas trataron de replicar este modelo… Sin embargo, fue Corto Circuito el evento que mejor supo retomar el concepto, haciéndolo de un modo menos literal, para activar diferentes espacios culturales del centro, los segundos viernes del mes. Esa combinación de noche de encuen tro, calle, exposiciones y fiesta, inventada por La Cuadra, era una fórmula aparentemente simple, pero que había que saber retomar y eso fue lo que hizo Corto Circuito.
Entre 2003 y 2004 en Ciudad Latente tuvimos un bar que muchos conocían como “Pulso”. Estaba en La Circunvalar con calle 8, a cuatro calles de La Cuadra. Nuestro reto cada mes era lograr atraer, al menos a una parte de los asistentes de La Cuadra, para que remataran de fiesta en el “Salón de té 3”, que era como realmente se llamaba. Hacíamos promociones y programación especial postcuadra. No siempre lo logramos, pero el jueves se había convertido en el día de nuestra progra mación cultural. En Pulso, la exposición que llamamos “Fotoerótika”, fue la semilla de Fotourbe. Aunque Pulso (el tabloide) se acabó en octubre del 2013, tras 12 ediciones, manteníamos el hábito de ir a repartir publicaciones a La Cuadra, esta vez, “flyers” o volantes con impresión lujosita, que se guardaban como tarjetas de bolsillo y servían para promocionar nuestras fiestas electrónicas. Mucho del público seguidor de este tipo de rumba también asistía a La Cuadra y desde el jueves
79 Tema quedaban notificados de la fiesta del sábado, por medio de estas piezas; en ese momento nadie sabía que era una red social. Esa fue otra virtud de La Cuadra: era una auténtica red social, un espacio tan libre, tan distendido, tan generoso y a la vez tan pertinente, que cada uno se podía sentir más que un participante o un ciudadano: un nodo de una red de producción y consumo cultural. Cada quien encontraba su oportunidad en La Cuadra.
Lo mas bonito es que el equipo organizador de La Cuadra siempre fue generoso, nunca actuaron como si el éxito de su evento fuera de ellos, nunca pensaron en convertir el público en un gran negocio (a pesar de que tenían todo el derecho y legitimidad para hacerlo). Ni siquiera pretendían poner la pauta, ser ese “deadline”, pero lo hacían. Muchos les quisimos “gorriar” público, y ellos lo facilitaban, lo ofrecían con desprendimiento, por una sencilla razón: el proyecto de La Cuadra era de los ciudadanos, era un concepto para el desarrollo social y económico de la ciudad. La Cuadra era un detonante de otras causas. Nada de lo que pasaba en La Cuadra se quedaba en La Cuadra, al contrario de Las Vegas, ahí empezaban muchos procesos, llegaban muchas obras, volvían muchos artistas, solo para salir con ganas de ser más grandes. De algún modo, La Cuadra fue el evento que todo el sector cultural sintió como propio.
Por eso, lo que sucedió en el 3 de noviembre de 2016 fue un suceso apoteósico, pero que no tenía por qué sorprender a nadie: en La Cuadra, el sector cultural unido, puso en jaque al que se creía el alcalde más popular del país. Casi 4.000 personas, incluidas las organizaciones del sector cultural en pleno, conminaron al entonces alcalde de Pereira, Juan Pablo Gallo a que explicara en una pla za pública, de verdad, ¿por qué quería liquidar el Instituto Municipal de Cultura de Pereira? Gallo nunca llegó. El alcalde que gran parte de la ciudad consideraba excelente, que parecía frentero, que encantaba a las audiencias, el más bonito, el más inteligente, el mejor vestido, el más trabajador, y como no, el más mediático, le dio culillo llegar a ese escenario tan real… Fue su primera y, tal vez, su única derrota frente a la opinión publica. Su popularidad bajó en las encuestas solo ese mes. El Ins tituto fue arbitrariamente liquidado, pero el recuerdo de esa enorme asamblea, de ese acto natural de miles de personas haciendo un reclamo político justo, de ver a toda la banda sinfónica de Pereira llegar con instrumentos de cartón, porque les prohibieron sacar los de verdad del Centro Cultural Lucy Tejada. Ver a los gestores culturales subidos en una plataforma, improvisando por primera y única vez en La Cuadra una arenga política, ver un pasacalles enorme, de lado a lado con el grito #AlcaldeLaCulturaNoSeLiquida, constituye un hito, un referente en las manifestaciones culturales de la ciudad y, tal vez, del país, que dudo pueda alguna vez ser superado.
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Los políticos que no lo sabían, quedaron notificados: La Cuadra, además de todo, era un espacio poderoso, capaz de armar, si quisiera, una revolución. Un espacio de poder en el mejor y más envi diable de los sentidos: un lugar de poder ciudadano, el escenario que gestan las nuevas ciudadanías democráticas, participativas y exigentes: La verdadera gesta cívica. Porque La Cuadra también se convertía en el “deadline” para algunos dirigentes. Los políticos que en elecciones pretendieran marcarse con la nuevas ciudadanías, debían darse la pasadita por La Cuadra para un examen, que no por ser espontaneo, era fácil. Por que La Cuadra no presumía de ello, no extorsionaba a ningún político, tampoco fueron serviles jamás, pero estaba claro que La Cuadra era una fiera que podía despertar en cualquier momento.
Y en marzo del 2019 volvió a despertar, cuando tuvo que anunciar su fin. La Cuadra se iba a acabar por falta de recursos. El alcalde Gallo tuvo que recordar esa manada que le gritaba dos años atrás: #AlcaldeLaCulturaNoSeLiquida y, antes de que se impusiera un: #AlcaldeLaCuadraNoSeLi quida, salió raudo en medios a anunciar un aumento de presupuesto general en la Convocatoria de Concertación, que era una de las fuentes de financiación de La Cuadra. Gracias a la presión ejercida por La Cuadra, otras 40 organizaciones beneficiarias del mismo programa de Concertación, vimos aumentado en un 20% nuestros recursos para trabajar ese año. Más que por su propia subsistencia, La Cuadra abogó por el gremio cultural, reafirmando su vocación solidaria.
Once meses después, llegando a los 20 años, La Cuadra anuncia su fin. Un mes antes Chucho me dejó hacer un video en celular de su casa–taller, un espacio cargado de historia, que reflejaba la creatividad, vitalidad y grandeza de él como artista, mucho de lo cual se veía reflejado en La Cuadra. Tal y como lo había anunciado 20 años atrás Viviana Ángel en la Emisora cultural, La Cuadra había encontrado la formula para que el acto, aparentemente simple, de estar en la calle, se convirtiera en una acción cultural y en una experiencia estética. Y esa clave que descubrieron Chucho, Viviana, El Flaco Hoyos, Javier, María, Pablo, Martín, Margarita, etc, esa clave que ahora identifica una forma de la cultura en Pereira, perdurará siempre, así no esté La Cuadra. Lo que La Cuadra prometió hace 20 años, todos vimos cómo lo cumplió con creces.
En Pereira, todo sigue y crece. Quedan más parques, otras calles, nuevas generaciones, nuevos gestores, nuevas obras, creaciones, nuevas maneras y, sobre todo, la necesidad latente de encon trarse como La Cuadra ya nos enseñó.
Mauricio Gómez Ossa Codirector Corporación Ciudad LatenteCuando uno piensa en los inicios de La Cuadra como un proyecto cultural, piensa en los inicios culturales de una Pereira contemporánea, llena de voces del rebusque informal y temerosa aún de enfrentar las dinámicas disparatadas de la vida moderna. Lo intuyó con temor Luis Carlos Gon zález: “Porque se volvió ciudad murió mi pueblo pequeño”. Lo tradujo en una imagen plástica, de antología, Eduardo López: “Aquí, en la aldea, juega un maduro sol/con el cemento. En la plaza ya hay mangos/ y en el zoológico nació ayer un oso gris.” Lo de ambos poetas, esa sensación de ser habitante de un lugar inestable, con su belleza lejana, tenía una raíz en los años veinte, cuando un joven cronista, Luis Tejada, afirmó su estado anímico para un presente continuo: “Maldita sea la tranquilidad sugestiva de la aldea”.
Conectada con las expresiones más diversas de la cultura de masas, la ciudad insistía en ser nom brada. Dos escritores de amplia formación literaria, Alberto Berón y Gustavo Colorado, escucharon esa plegaria y se pusieron en la tarea de escribir un relato polifónico en las páginas de El Diario del Otún. Sus imaginativas Señales para encontrar la ciudad recogieron en el nervio de sus postales el malestar citadino del Silvio Girón de Que griten las paredes y el asombro existencial de Hugo López Martínez en La historia imperfecta. Mientras esto ocurría en las realidades de papel, en las pequeñas salas de cine un hombre de lentes redondos, Germán Ossa, llamaba la atención sobre la importancia del blanco y negro para atenuar la escena romántica gótica de un clásico del cine independiente. Eran los finales de la década del ochenta; no había forma de contener las expresiones musicales, las propuestas narrativas, las experiencias pictóricas, los modelos escultóricos, la poesía psicodélica y las pulsiones de una vida posnadaísta, al son de la música antillana, del rock californiano y de las quenas andinas, perfeccionadas en las montañas del Perú. Estas eran algunas de las voces que so lían reclamar un sitio, desde su marginalia festiva, para hacerse más visibles en la cartografía de la urbe. Y no podía ser un sitio cualquiera. Debía ser un lugar democrático, con luz propia, rumoroso,
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No sería difícil rastrear los antecedentes históricos de La Cuadra. Descubriríamos que en ellos la Sociedad de Amigos del Arte jugó un papel central, mientras desde el ámbito académico los progra mas de artes que ofrecía la Universidad Tecnológica de Pereira, imprimían a los oficios un rigor, una tradición, una memoria que validaba el presente de esa experiencia que una dama alada, Antonieta Mercuri, convirtió en escena por las calles de una ciudad laboriosa, pero inconforme ante la injusti cia social. Menos mal por allí estaba cerca un flâneur, José Fernando Marín, atento a transformar en grata historia el rumor de la urbe, acompañado de sus gatos en la buhardilla radial.
¿Por qué La Cuadra con sus Talleres Abiertos logró impactar en las dinámicas culturales de la ciudad? Quizá porque nació sin pretensiones y daba una respuesta honesta a la necesidad colectiva de proyectar para un público amplio, aquello que el artista moldeaba y manipulaba en la soledad de su taller; aquello que al convertirse en obra reclamaba para sí de un espectador. Aquello que al ser exhibido, al proyectar su aura, enriquecía su forma y su sentido. Para eso se abrieron los talleres de varios artistas y en ellos validaron unas agendas de diversa índole. A partir de allí se creó una dinámica, se impuso un tránsito y se aglutinó a un público expectante.
En las bondades de estas dinámicas populares e incluyentes debieron pensar sus gestores Vivia na Ángel, Carlos Enrique Hoyos, Javier García y Chucho Calle. Los cuatro eran vecinos del barrio blanco de Los Alpes, en los bordes de La Circunvalar. Los cuatro recorrían las mismas calles con tal frecuencia, que algún día coincidieron en el borde de una acera equidistante a sus casas-talleres e imaginaron La Cuadra como un lugar de encuentro y exhibición: una suerte de Aleph para el goce y la contemplación de los objetos más disímiles; como uno de esos singulares “puntos del espacio” de la urbe pereirana que “contienen todos los puntos”. Se trataba de lograr un milagro borgiano, desde luego, ya que por sus ideas y obsesiones íntimas sobre las prácticas del arte era complejo llegar a un acuerdo. Mientras Viviana admitía que el entorno social debía parecerse a un collage y señalar en él un punto de convergencia de lo fragmentario y dispar, Javier se preguntaba si era posible capturar en su cámara oscura la superficie rugosa del afuera. Convencido de que en el contraste de luz, a una hora de la mañana, sucede la belleza, Javier intentaba en vano convencer al Flaco Hoyos de que era urgente establecer en sus pinceladas una armonía. Chucho solo escuchaba, divertido, los ecos de esa discusión infinita. Para él la aparente belleza de las cosas estaba en la amalgama del color, pero,
85 Tema sobre todo, estaba en la fascinación del ojo por lo abstracto. De modo que el único lugar de conver gencia para estos artistas era la calle y su arrabal. En sus talleres cerrados eran testarudos. En sus talleres abiertos pensaron que era factible la generosidad con los otros. Fue entonces cuando a la calle 12 y la carrera 12 bis se las tomaron unas muchedumbres baudelerianas, un bazar de la avidez.
Sospecho que armar la programación de la primera Cuadra fue más difícil que la segunda. Pre sumo que en la tercera se tomaron confianza como para ampliar el radio de sus invitados y para atreverse a crear un nicho en el que fuera posible apreciar el performance de una chica anárquica. Y a partir de la cuarta pensaron que su proyecto cultural tenía futuro. Y sí que lo tuvo, tanto, que ante las naturales crisis por su permanencia como proyecto cultural, siempre han sido múltiples las voces que se han hecho sentir para reclamar su lugar en el circuito cultural de una ciudad todavía joven.
Como calle y forma espacial, La Cuadra se instala en L en la memoria de dos generaciones. La confluencia del 12 en el mapa urbano es un signo de afirmación, una traza indeleble. En ella habitan “sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos”. Basta ir a ese sitio, a ese orbe local, el primer jueves de cada mes, para presentir lo que Borges debió apreciar en el inmueble de la calle Garay en Buenos Aires: “vi la noche y el día contemporáneo”. Como lugar de permanen cia, La Cuadra ha determinado, en gran medida, las líneas culturales de una sociedad que aspira a trascender en las manos y mentes de sus artistas. Como proyecto, La Cuadra ha señalado el destino de lo colaborativo y participativo. Ha señalado, por lo tanto, el camino de una sociedad incluyente y tolerante, a pesar de los tiempos de incertidumbre que, enmascarados, nos obligan a cambiar de acera.
Rigoberto Gil Escritor y profesor de la Facultad de Educación, UTPCuando Hipodamo de Mileto diseñó el planeamiento urbano apoyado en calles anchas que se cruzaban en ángulos rectos, nació La Cuadra.
En ese universo físico y espiritual se pasearon al mismo tiempo Fidias, Sófocles, Herodoto, Zeuxis, Demócrito, Aspasia, Damo, Safo y tantos seres de una grandeza incomparable, haciendo gala del ejercicio de la libertad como el máximo bien sagrado.
Allí, el demos y el mismo demiurgo asistían al teatro de Dionisio para presenciar la lucha de los poetas, embriagarse con los cantos del ditirambo y con las rimas aladas del verso, un espacio para encontrarse sin privilegios con todo el pueblo representando el triunfo de la vida, de la alegría y el supremo culto a la fuerza creadora de la santa energía de todos los principios: la apoteosis suprema de unidad entre Naturaleza y Humanidad.
Desde ese lejano tiempo, devenido quizás del afán primigenio por compartir la vida misma con otros seres humanos, la cuadrícula se convirtió en la gran mesa donde se servían las experiencias in dividuales y colectivas cincelando nuestras propias historias repetidas de generación en generación.
De las narraciones sobre la libertad, asistimos al paso arrebatado de Alejandro y su sueño de ensanchar el mundo, la cuádriga romana con legiones y sus césares, el nacimiento del judeo cris tianismo en pugna con Juliano, la espera en las aceras para enclavar una cruz erigida en gobierno absoluto, juglares rebeldes alzando su voz alrededor del fuego, maestros albañiles susurrando se cretos en medio de adobes simbólicos, filósofos, músicos y poetas buscando la protección de tejados cómplices para huir de una noc santa inquisición.
Revoluciones que avanzaron por esas mismas esquinas azuzando el trabajo de recuperar la digni dad para todos, sin distinción, conduciéndonos a las declaraciones de los derechos humanos.
Las calles atiborradas de nuestros sueños de infancia en común unión con los amigos converti dos en hermanos descubriendo universos de juegos en los que nos investimos de héroes y heroínas
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dispuestas al riesgo de la aventura fraterna, cambiando canicas por carcajadas, rayando el suelo con pizarra declarando guerras ficticias, escondiéndonos en llevas de colores, ensayando a ser luthiers de trompos, yoyos zumbambicos y panderetas que perseguían a la cuarta y al pepo viejos trozos de barro aplanado.
En una de esas esquinas del mundo los conocí. Los de La Cuadra, como arcanos antiguos deve nidos de pagodas, serenos y sabios, ofrendando consejos y abrazos; Jesús Calle sonrisa de infante esbozando con pinceles rocas que transforma en templos iluminados. Ahí en ese vértice de una ciu dad nacida del paso polvoriento del arriero con el olor a aguardiente y café, juntaron sus almas y sus sueños ramificados en Daniel, Felipe, Pablo, Daniela, Valeriano, María, Sofía, Valentina los primeros habitantes del nuevo ágora sagrado.
Escribir sobre La Cuadra es asomarse al punto donde la nostalgia ebulle, al recuerdo posible de recobrar la puntada emancipada. Es traer a la luz cada instante en el que despistamos a los guar dianes de las cárceles para que los habitantes del mundo del arte se juntaran y, entre pinceles que coloreaban los lienzos de atardeceres, rasgando guitarras, saboreando viñedos en diferentes tona das, se aparecía Delfos rodeado de las ménades exaltadas. Ningún transeúnte fue indiferente y esa cuadra se volvió origen y universo de todo un pueblo por donde transitaron artistas, legos, cantan tes, poetas y artesanos que hallaron por fin su lugar privilegiado y desde allí, se alzaron victoriosas todas sus insomnes formas.
Pasaron veinte años, y misión cumplida dicen. Javier, María, Pablo, Jesús Calle, el Colombo Ame ricano, viviendo como prodigio en una misma cuadra abrieron sus espacios, el fruto de sus trabajos a la gente; cada jueves era la cita, primero íntima y luego multitudinaria, y Pereira montañera se vistió de cultura, punto de encuentro generacional, plataforma parlante, pulso y latido de corazón gigante que propulsó amores y diálogos furtivos, sembrados de esfuerzos de paz y de esperanzas, la oportunidad, por una noche, un jueves de cada mes, de ser libres e iguales.
La Cuadra seguirá siendo la calle de los artistas –de Viviana, del Flaco, de Javier y de Chucho–, de María, de Pablo, del Colombo y de quienes se la apropiaron mes a mes durante estos 20 años de encuentros. La Cuadra, a la manera de las viejas sabias sentadas en una esquina, seguirá esperando la llegada de los transeúntes que la interrogan sobre cómo habitar el mundo, y mientras piensa, en letargo, señalará con alegría festiva la respuesta: cientos de rostros alborozados, por una vez en el mes, en plena unidad con arreboles de multicolor, ecos de coros que explotan con tonalidades en salto continuo hacia el infinito polisonal de la esencia instalada en cada silueta que divaga ataviada
Ahora recuerdo ese espacio, vértice de encuentro de ángulos desolado y pasan en infinita proce sión memorias persistentes de sombras, asentadas, obsecadas, que no quieren abandonar sus sardineles; voces en eco, modo sordina, de cantos que murmuran renuentes a convertirse en ausencia; las figuras de Fidias y Seuxis, los versos de Safo y los cantos de ditirambo.
María de Jesús Gutiérrez Meza Filósofa, Universidad del Valle
89 Tema de plenitud, hasta rendir a la noche bajo su propia mirada, con la íntima convicción de defender, sin tregua, del ensueño de la belleza, el templo de la libertad.
La cultura es un termino globalizador, que incluye todo aquello que la humanidad ha incorpora do en la naturaleza, con el fin de dominarla, transformarla, establecer relaciones sociales acertadas, generar respuesta a sus interrogantes y tener su propia cosmovisión (Beldarrín, 2004). La cultura ambiental es la manera como los seres humanos se relacionan con el medio ambiente. Según Roque (2003, p. 10), cada pueblo impacta en sus recursos naturales y en su sociedad de manera particular. De ahí que el tratamiento a los problemas ambientales involucre la necesidad, no solo de un enfo que educativo, sino también cultural, que se aborde desde los valores, las creencias, las actitudes y los comportamientos ecológicos (Bayón y Morejón, 2005, p. 2).
Es claro que tener una cultura ambiental no garantiza per se un cambio en los comportamientos de los seres humanos en favor del equilibrio ambiental. Sin embargo, algunos estudios han demos trado que las personas realizan acciones responsables con el medio ambiente tras aumentar su nivel de cultura ambiental. Es prioritario, entonces, elevar el nivel de cultura ambiental de nuestra ciudad, de nuestro país y de la población en general; y para esto la educación es el vehículo funda mental, a través del cual las personas interiorizan la cultura, construyen conocimiento, modifican sus costumbres o reorientan sus valores, contribuyendo a la transformación positiva de la realidad ambiental.
Durante 20 años La Cuadra Talleres Abiertos fue un escenario propicio para fomentar espacios de diálogo alrededor de nuestras responsabilidades como ciudadanos y con el planeta. Con las exposi ciones, talleres, conversatorios, dispositivos teatrales, campañas, ferias y conciertos que abordaron la temática de la ecología, La Cuadra Ambiental contribuyó al desarrollo de ciudadanías conscientes, que se interesan, analizan, comprenden y, en consecuencia, se convierten en actores críticos que exigen sus derechos ambientales y se hacen responsables con prácticas sustentables. Estos “talleres abiertos” y sus acciones colectivas, legitimaron y habilitaron al ciudadano para desarrollar un pen
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samiento crítico sobre el medio ambiente y así tomar decisiones responsables. En las dos décadas del evento se realizaron actividades de educación y cultura ambiental, con el acompañamiento de la academia, las autoridades ambientales (nacionales, regionales y locales), ambientalistas, artistas y público en general. Como parte de la memoria de esta valiosa experiencia, vale la pena puntualizar los eventos realizados:
Stands informativos y educativos en la calle:
• “Variabilidad y cambio climático” con la CARDER.
• “Bosques Andinos” con Jardín Botánico de la UTP.
• “Campaña la especie del mes” con Parques Nacionales de Colombia.
• “Vivamos la cuenca” con Aguas y Aguas y la Universidad Católica.
• Conversatorio ambiental “Planeta Azul” con Agenda del Mar Comunicaciones y la Fundación Laverde Biodiversa, entregando material didáctico al público.
Conversatorios y talleres en sala:
• Conversatorio “El mundo de los hongos”, con Jean-Pierre Londoño Grajales.
• Conversatorio “Aves de la región”, con Jaime Andrés Suárez.
• Conversatorio “Variabilidad y cambio climático”, con Yuliana Montoya de la CARDER.
• Taller de construcción de instrumentos musicales no convencionales #Notodoesbasura, con el proyecto músico–ambiental Al ritmo de la basura.
• “Biodiversidad Agroecológica” con la Asociación Cultural Raíces, entidad ambientalista que también fue por años uno de los talleres abiertos de La Cuadra.
En las salas de exposiciones:
• “Dibujar la mente” de José Alejandro Arboleda.
• “Dale la vuelta al cambio climático”, concurso ambiental de fotografía CARDER.
• “Biodiversidad en los Parques Nacionales Naturales de Colombia” (fotografías).
• “Sala de Alas” del biólogo Álvaro Andrés Velásquez (fotografía).
• Exposición “8 Concurso Nacional de Fotografía de Naturaleza Agenda del Mar”.
• “Conciencia del agua”, fotografías de Carlos Mario Sarmiento.
• “Con-Vida ex-tinta”, dibujos de Jorge Flórez.
• “Una parte por millón”, proyecto de Baudó Agencia Pública.
• “Mosaico natura”, fotografía de aproximación de Edwin Laverde.
• “Efímera”, fotografía de Edwin Laverde.
• “Las aves de mi casa”, fotografía de Edwin Laverde.
• “El Mundo de los invisibles”, fotografía de Edwin Laverde.
• “Culpables”, fotografía Edwin Laverde.
Esperamos que sigan surgiendo en la ciudad escenarios como La Cuadra, donde el arte, la cultura, la educación y a la conciencia ambiental se conviertan en espacio de convergencia. De esta manera se podrá contribuir a la transformación de los hábitos de la sociedad frente a su responsabilidad con el equilibrio natural del planeta.
Finalmente, aprovecho este espacio para manifestar mi agradecimiento y mi más profunda admi ración al equipo de cofundadores y cofundadoras de La Cuadra Talleres Abiertos por su impactante y visionario acierto cultural. Lo que ustedes lograron es inconmensurable: un espacio dinamizador de la movida cultural de Pereira, un escenario de plataforma para los artistas y un propósito cultural apropiado por los ciudadanos.
También quiero dar las gracias por la oportunidad que me brindaron, primero como expositor, abriéndome sus salas para exponer en seis ocasiones, segundo, como presentador durante casi las dos décadas (2001 a 2012 y 2016 a 2020) y, tercero, por confiarme la coordinación (2017–2020) del evento cultural más importante que Pereira y la región han tenido en su historia reciente.
Gracias también al maravilloso y entusiasta público de La Cuadra, porque ustedes fueron siem pre el componente más importante de esta iniciativa.
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Beldarrín, E. (2004). En torno al término cultura. Horizontes. Universidad Católica de Puerto Rico.
Roque, M. (2003). Una concepción educativa para el desarrollo de la cultura ambiental desde una perspectiva cubana. IV Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental, pp. 1-29. La Habana.
Bayón, P. & Morejón, A. (2005). Cultura ambiental y la construcción de entornos de reproducción social en Cuba: un reto para el siglo 21. Instituto de Filosofía, Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, pp. 1-6.
Edwin Laverde Coordinador de La Cuadra Talleres AbiertosEn este aparte reunimos una serie de textos, publicados en diferentes medios, en los que se acotan miradas, impresiones o comentarios sobre el devenir La Cuadra. Su inclusión en esta memoria tiene el propósito de aportar algunos matices reflexivos que dan cuenta de la recepción que iba teniendo el proyecto en su desarrollo. Esperamos que esta suma de lecturas, contribuya a reforzar el sentido de la línea de tiempo con la que cierra la publicación.
Primera publicación de La Cuadra, Pereira, Gráficas Blanecolor, mayo de 2007, 20 p.
El proyecto La Cuadra, nació en Pereira en el año 2000 como alternativa cultural y estética para una ciudad movida por las permanentes demandas de transformación y readaptación impuestas por el contexto global y el pragmatismo moderno. La idea surge de la necesidad de articular una comu nidad de diálogo entre artistas, gestores culturales, intelectuales, académicos y público en general, capaz de interactuar en un espacio específico, alrededor de sus prácticas y saberes, con independen cia de intereses y compromisos institucionales.
En este sentido, el proyecto nace con un programa inclusivo, abierto a todas las manifestaciones, receptivo a la polifónico, a lo inacabado, a los contenidos que se gestan en la relación con los lugares y con las singularidades humanas, a la expresión crítica y a la mediación del arte y la palabra, en cuyas dimensiones lo universal se realiza en lo particular, pero sin determinarlo.
Como escenario de encuentro, La Cuadra provee el sentido que simbólicamente articula el pro yecto. En este espacio se generan relaciones de vecindad, de interacción y de corresponsabilidad con lo público que nos hacen interdependientes entre sí, activando un principio ético de reconoci miento y compromiso con el otro, que se contrapone a la individualidad, a la indiferencia y al ano nimato, propios de las ciudades modernas.
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Con base en este principio de reconocimiento en el espacio público, el arte ha posibilitado grandes transformaciones en el contexto de la cultura, dado que cuando los artistas y los gestores culturales ubican al público en el centro de sus prácticas, se opera un movimiento expansivo en el que, además del reconocimiento, también se está apostando por la identidad, no como encuentro en la homogeneidad, sino como encuentro en la diferencia: el punto de sutura tanto de los discursos y prácticas que intentan interpelarnos, como de los proceso que producen subjetivida des, que nos construyen como sujetos susceptibles de decirse (Stuart Hall).
Esta perspectiva nos pone en sintonía con la filosofía del proyecto La Cuadra, en tanto espacio de articulación, de encuentro, de necesidad de toma de postura social y crítica frente a la cons trucción de un proyecto colectivo, diverso y alternativo.
Al iniciar el 2000 un grupo de artistas, vecinos de una cuadra de Pereira, decidieron reunirse para compartir ideas, intereses y proyectos comunes en torno al arte y la ciudad. El propósito inicial era abrir durante un día al mes sus talleres de trabajo para compartir con el público estos espacios íntimos de creación, desvelando el imaginario que coloca al artista en contextos total mente inaccesibles a la comprensión de los espectadores. Teniendo en cuenta que la alta espe cialización de las prácticas artísticas y la falta de espacios alternativos para la circulación de las obras y la recreación del diálogo espontáneo en torno a los asuntos del arte, han sido las variables que más han contribuido a alejar a los públicos de los escenarios culturales, se buscó estimular un proyecto estético, de carácter pedagógico, para la promoción de experiencias de creatividad colectiva y social, todas ellas articuladas alrededor de las múltiples manifestaciones del arte y la cultura: teatro, danza, música, literatura, pintura, escultura, fotografía, arte de acción, artesanía, diseño y todas aquellas disciplinas colindantes que hoy participan de la producción de bienes simbólicos y de sentido social.
El 4 de marzo del 2000 los talleres de Viviana Ángel, Jesús Calle, Javier García y Carlos Enrique Hoyos abrieron por primera vez sus puertas al público, para compartir el nacimiento del proyec to que más adelante llamarían La Cuadra, Talleres Abiertos. Aunque en sus primeras aperturas el número de visitantes fue reducido, la convocatoria se fijó para el primer jueves de cada mes, captando rápidamente la atención de otros artistas, organizaciones culturales, gestores, acade mia y medios de comunicación. En este mismo año se vinculó al proyecto el Centro Colombo Americano, coordinado en su área cultural por Lucía Molina, y se planteó una estructura básica de operación para cada evento: en cada taller se presentarían, mes a mes, exposiciones en las que
99 Tema se acogería, tanto obras tradicionales como aquellas prácticas estético–artísticas vinculadas con lenguajes contemporáneos, asimismo se daría cabida, por igual, a jóvenes creadores y a artistas con proyectos y trayectorias más consolidadas.
Para articular el espacio de la calle y recuperar el sentido de encuentro y comunicación que comporta el imaginario de La Cuadra, se proyectó la realización de conciertos, presentaciones de grupos de danzas y de teatro, además de actuaciones espontáneas, performances y ejercicios lúdicos de interacción con los asistentes, consolidando un variado público con intereses y gustos particula res. Para atender la permanente concurrencia de artesanos de todo el país, se dispuso un espacio de exhibición y promoción de sus trabajos, al cual podían acceder los interesados, previa inscripción de sus productos.
La heterogeneidad de los visitantes y la multiplicidad de intereses que empezaron a conver ger en torno a La Cuadra motivaron la inclusión de otras iniciativas de promoción y participación, como el lanzamiento de libros, la socialización de investigaciones, la presentación de proyectos de intervención estética y social, y la realización de conversatorios con personalidades locales, nacio nales e internacionales. Estos espacios de encuentro para el diálogo han contribuido a fortalecer el intercambio de ideas, y el análisis y la reflexión de temas trascendentales para la construcción de nuestras propias nociones de cultura. Al momento de proponer esta publicación, por los talleres de
La Cuadra habían pasado aproximadamente 700 artistas plásticos y visuales, músicos, escritores, poetas, gestores culturales y creativos de diferentes regiones del país.
Tarjeta de invitación a la primera exposición de Talleres Abiertos, propuesta que dio inicio el nacimiento del proyecto La Cuadra. Exposición de Viviana Ángel, Carlos Enrique Hoyos y Jesús Calle. Noviembre 26 de 1999.
Las transformaciones de la ciudad en la época contemporánea, están particularmente ligadas a las intervenciones que realizan los sujetos en tanto apropian, transgreden, deconstruyen y reconstru yen las multiplicidades de un espacio diverso y mutable, hecho de contenidos y contextos, en el que tienen cabida todas las formas posibles del encuentro. En este escenario, el arte ha jugado siempre un papel relevante, toda vez que no impone límites que coarten el despliegue de la subjetividad, el enriquecimiento de la sensibilidad y la ampliación del horizonte de realidad de las personas.
Así lo entendió el grupo gestor de La Cuadra en el 2000, quienes decidieron abrir mes a mes sus talleres de trabajo, para permitir al público participar de cinco espacios alternos, en un apretado pero dinámico circuito expositivo. Este proyecto, que se despoja de los prejuicios estéticos e institu cionales de muchos procesos de creatividad y pedagogía artística existentes en el medio, subvierte además los códigos museográficos oficiales, para priorizar la iniciación y maduración paulatina de unos creadores y un público que empieza a reconocer en el espacio de La Cuadra, una posibilidad para pensar en el sentido y la sensibilidad que detona el arte. Es por esto que la calidad de los artis tas expuestos resulta siempre desigual, lo que genera críticas y hasta rechazo de la comunidad de expertos. Sin embargo, en esa diferencia o aparente “falta de criterio” para escoger los expositores, se afianza también una postura política y cultural, que resulta clave para entender la filosofía del proyecto y una de las principales razones de su éxito: la de ser un proyecto alternativo e incluyente. Esto posibilitó el encuentro desprevenido entre artistas con una trayectoria amplia y consolidada, con aquellos que por primera vez se arriesgaban ante el público. Aunque todavía nos reconocemos hijos de esa tradición que considera que las intervenciones del espacio público son atribuciones exclusivamente gubernamentales, a pesar de la poca efectividad y nula coherencia de sus acciones, es clave reconocer que los ejemplos que desbordan esta limitación son cada vez más frecuentes y reveladores. Gracias a La Cuadra, Pereira puede inventariar uno de los resultados más positivos de intervención y participación en lo público, liderado por un grupo de artistas locales, in(ter)depen dientes, quienes arriesgaron otros espacios de interlocución alrededor de las prácticas estéticas y los procesos culturales, interpretando las expectativas de una ciudad que crece vertiginosamente, ignorando el sentido de su propia evolución cultural.
Margarita Calle Directora Maestría en Estética y Creación, UTP102 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
El proyecto La Cuadra es una excelente idea que se les ha ocurrido a cuatro artistas pereiranos: Viviana Ángel, Jesús Calle, Javier García y Carlos Enrique Hoyos, cuyos talleres colindan en el espa cio de media cuadra. Han tenido la feliz idea de abrirlos el primer jueves de cada mes para, cada uno y entre todos, hacer una exposición colectiva. Además tienen un artista invitado, a quien le abren un espacio, que generalmente le es esquivo en otras latitudes.
Quienes hagan el recorrido tendrán la ocasión de conocer a estos artistas en su vertiente más hu mana, más espontánea y más interesante. En primer lugar, ofician de anfitriones, alejados del acar tonamiento propio de las salas de exposición y así uno tiene la oportunidad de compartir un rato con Viviana; hacer con Chucho Calle proyectos (hasta ahora nunca rematados), de tenidas mastica torias; sacarse unas fotos surrealistas con Javier y beberse un té con Carlos Enrique, mientras vemos surgir de entre sus pinceles un rostro o una guitarra y hablamos de los amarillos de Van Gogh.
El proyecto La Cuadra es una estupenda oportunidad para que los pereiranos recorran, el primer jueves de cada mes, un itinerario cultural, en contacto directo con las obras de arte y con sus auto res, además supone otra alternativa para la ciudad de Pereira.
Continuamente los jóvenes nos quejamos por la falta de espacios donde se pueda interactuar con el arte, criticamos la seriedad de los museos y hasta su costo, solo para tener una buena excusa para no asistir a ellos. Por otra parte, cuando hablamos de arte, nos imaginamos grandes cuadros, con temáticas abstractas y pintores y escultores encumbrados en su pedestal; pero no es así. Es la hora de entender que el “arte” es una expresión tan viva y cercana como la vida misma y que se puede encontrar en el sitio menos esperado.
Los creadores del proyecto La Cuadra, buscan reivindicar la calle para presentar propuestas ar tísticas al público. En este proyecto, además, participan jóvenes talentos que desarrollan paralela mente expresiones estéticas como música, joyería, teatro, artesanía, poesía y escritura. La Cuadra busca que la gente encuentre el significado de los espacios públicos como calles, parques, plazas, esquinas y que, desde allí, se acerquen al arte con la sensibilidad de la cotidianidad de los espacios abiertos, que día a día deben ser transitados. Desde el periódico del Gimnasio Pereira, nos unimos a tan maravillosa idea e invitamos a nuestros lectores a participar en La Cuadra.
Manuela Toro Periódico Gimnasio Pereira, 2005Logré hacer parte de unas 70 Cuadras, en las que además abrí las exposiciones de la Galería Maga; un proyecto cultural de galería de arte, al que le metí todo mi amor... Por sus paredes pasaron muchos de los artistas a los que les debo haber dedicado mi vida a este oficio.
María García Isaza
106 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
A medida que La Cuadra empieza a crecer, otras instituciones se sienten motivadas para adherir a sus iniciativas. Es así como en el año 2002 la Asociación Raíces, ONG cuyo objeto social es traba jar en pro de la ecología y el medio ambiente, la Fundación Cultural Germinando, ONG ocupada de desarrollar proyectos de intervención social en comunidades vulnerables, el artista Alfonso Silva, el Colegio Americano y la UNE–Telefónica de Pereira, se vinculan al proyecto con nueva oferta cultural: sala de lectura, talleres experimentales, espacios para conciertos, etc. La vinculación de la UNE se mantuvo hasta el 2004 y estuvo básicamente circunscrita al patrocinio de la edición de la tarjeta promocional de cada evento. Por tratarse de un espacio de amplia convocatoria, el proyecto ha construido alianzas con Caracol y RCN Radio para la difusión de los eventos. Asimismo, la Emi sora Cultural Remigio Antonio Cañarte, los periódicos La Tarde y El Diario del Otún y otros medios impresos de la ciudad, participan mensualmente del cubrimiento de las actividades.
El impacto de la oferta cultural de La Cuadra en el contexto de Risaralda ha sido bastante signi ficativo y se ha extendido a otras ciudades del país. El propósito inicial de contribuir a la construc ción de escenarios de encuentro, la participación y el reconocimiento de las más diversas manifes taciones de la cultura, no solo se ha consolidado en el perímetro donde se gestó el proyecto en el año 2000. Su acción se ha extendido a otros sectores de la ciudad replicando el modelo con otros públicos y con otras dinámicas de interacción con lo local. Los proyectos La Cuadra del Centro, La Cuadra de Dosquebradas” y 360 grados en el barrio Providencia, son la materialización de estos nuevos desarrollos. De igual manera, e inspirados en este proyecto, fue creada en el año 2002 La Cuadra en el barrio San Fernando de Cali. Aunque este proyecto fue clausurado en el 2004, de mane ra coincidente, es creado en Armenia el proyecto Calle Bohemia, el cual adopta una filosofía similar de apropiación y transformación del espacio público. Este espacio alternativo se ha convertido en un escenario fundamental para la cultura quindiana.
Equipo gestor de La Cuadra
Conmemoración seis años de La Cuadra, marzo de 2006
La Cuadra ha sido para los niños y niñas de la Fundación Enfances 232, un lugar de formación y de expresión, donde encontraron un mundo de posibilidades y realizaciones, un sitio de expresión, crítica y de análisis, que les ayudó a pensar y analizar colectiva y personalmente el espacio que habitan.
Amparo Villegas
La Cuadra es la territorialización de un espacio concreto durante un lapso de tiempo en el que el arte sale de los talleres de los artistas y se instala en la calle y, al mismo tiempo, permite que cualquiera entre a esos recintos que suelen ser privilegio de una élite.
Este proyecto, que se despoja de los prejuicios estéticos e institucionales de muchos procesos de creatividad y pedagogía artística existentes en el medio, subvierte además los códigos museográficos oficiales, para priorizar la iniciación y maduración paulatina de unos creadores y un público que empiezan a reconocer en el espacio de La Cuadra, una posibilidad para pensar en el sentido y la sensibilidad que detona el arte.
Margarita Calle
En sus talleres cerrados eran testarudos. En sus talleres abiertos pensaron que era factible la generosidad con los otros. Fue entonces cuando a la calle 12 y la carrera 12 bis se las tomaron unas muchedumbres baudelerianas, un bazar de la avidez.
Rigoberto Gil
124 Cuadra Talleres 20
La Cuadra renacerá cuando por fin entendamos que Pereira, además de centro comercial, logístico y de servicios, debe ser una ciudad abierta al arte, a la imaginación, a la capacidad transformadora que tienen las expresiones culturales. Porque, en lugar de crear resistencias en el vecindario con frases arrogantes, nuestro auténtico reto es ser capital de nosotros mismos, de nuestra identidad, de lo que somos.
Juan Antonio Ruiz Romero
Con la temática “Memoria viva” La Cuadra realizó una instalación efímera del “Rincón Clásico”, lugar de bohemia que se ha metido muy hondo en el corazón pereirano; aquí su propietario Don Olmedo fumando imperturbable una vieja cachimba que parecia escapada de algún cuento de Andersen.
Alberto D’a Pena Pérez Agosto de 2004
130 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
La cultura, en su origen etimológico, alude a “cultivo”, es todo lo que los hombres y las mujeres hacen, modificando la naturaleza, de acuerdo a ciertos valores y actitudes que los identifican.
Desarrollando este concepto de cultura surgió el proyecto “La Cuadra”, como inquietud de cuatro amigos que compartimos intereses comunes en nuestro quehacer cotidiano: el arte. Habitar en el mismo sector, una cuadra, nos movió a celebrar actos de recuperación de espacios, donde los ciudadanos demostremos que somos capaces de vencer la violencia y la amenaza de guerra, mostrando la ciudad que queremos, celebrando nuestra convivencia plural en un gran rito colectivo de renovación y esperanza; poniendo en movimiento nuestra riqueza y diversidad cultural: teatro, danza, música, literatura, pintura, escultura, fotografía, artesanía, diseño y todas aquellas expresiones que forman parte de la cotidianidad de nuestra cultura. Imaginación abierta a todas las posibilidades artísticas para realizar mes a mes una gran fiesta a la vida. Este momento especial, ha estado marcado por el único interés que nos une, el de la dinámica de la interacción por un trabajo colectivo con ideales de tolerancia y respeto...
Por “La Cuadra” han pasado innumerables artistas e instituciones, ha sido una propuesta abierta a todas las personas o grupos que desarrollan un trabajo creativo individual o colectivo, con el interés de mostrar sus obras o vincular sus talleres al itinerario de este proyecto. La participación y apoyo de la comunidad ha sido grande, como lo muestra el número de asistentes...
Participación de La Cuadra en el Foro de Cultura de Pereira, septiembre 22-23-24 de 2005 La Cuadra y su compromiso con la cultura Taller de Javier García - Memoria - Retrospectiva de José García Jaramillo Marzo de 2005...La idea del proyecto se ha ido extendiendo a otras ciudades del país como Cali, Armenia, Medellín, Manizales y, próximamente en Tuluá, gracias al entusiasmo de artistas que han participado en las exposiciones y programas de La Cuadra.
• Fomentar las expresiones artísticas en nuestra región, invitando a participar a jóvenes talentos y personas que desarrollan, paralelamente, otros oficios y expresiones de gran contenido estético.
• Crear espacios alternativos y nuevos escenarios, como nuestros talleres y la propia calle, para presentar abiertamente al público las diversas manifestaciones culturales de nuestro medio.
• Propiciar motivaciones diversas para otros movimientos y así conformar, a mediano plazo, un gran bloque cultural.
• Demostrar que el espacio de trabajo (el taller), puede ser el mejor escenario para visibilizar las expresiones individuales y colectivas.
• Abrir espacios alternativos de fácil acceso para otros públicos y recuperar la calle como posibilidad para los proyectos creativos.
• Potenciar el sentido de pertenencia y convivencia, reconociendo los valores propios y particulares de la comunidad.
• Propiciar, a nivel de cuadras, la unión de actores culturales y agrupar ocupaciones que multipliquen espacios nuevos, que siempre han estado en la ciudad pero que no se visibilizan.
Jesús Calle La Cuadra, septiembre 23 de 2005
132 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
Hechos como el que ha ocurrido un jueves de cada mes durante veinte años en La Cuadra, son acontecimientos de resistencia civil frente a los intentos de linealización de las realidades urbanas por parte de los planificadores de ciudades, habida cuenta de que una ciudad no sólo se compone de arquitectura, espacios públicos y ayuntamiento, sino y sobre todo de la gente que la habita, de los nacidos en ella, de los recién llegados, de los visitantes de paso, de los desplazados, de los marginales, de los sin techo.
...muy pronto La Cuadra resultó ser eso: un ritual, un acto de comunión ciudadana en el que varias generaciones se reunieron durante dos décadas para reafirmar su particular manera de sentirse ligadas a unas calles, a unos modos particulares de ver el mundo.
Gustavo Colorado Grisales
I have had the privilege of watching my daughters grow up in La Cuadra. Every month, we looked forward to the unexpected. It was an essential space for our family where the girls participated in storytelling at the Colombo and painting marathons in front of Chucho Calle’s studio, created kazoos out of an old hose, danced in the streets, laughed at the spectacles, and watched the crowd from the balcony of Maga’s studio. We loved to be in a space where we felt safe - where anything was possible. La Cuadra gave our family the city we always imagined - one of art, music, creation, inclusion.
La Cuadra, a la manera de las viejas sabias sentadas en una esquina, seguirá esperando la llegada de los transeúntes que la interrogan sobre cómo habitar el mundo, y mientras piensa, en letargo, señalará con alegría festiva la respuesta.
María de Jesús Gutiérrez Meza
Cómo
Y así fue durante veinte años en los que, al menos, una vez al mes los peatones recuperamos nuestra condición de personas y nos tomamos la calle para disfrutar la vida, sin que los vehículos pudieran atropellarnos.
Y así fue durante veinte años en los que, al menos, una vez al mes los peatones recuperamos nuestra condición de personas y nos tomamos la calle para disfrutar la vida, sin que los vehículos pudieran atropellarnos.
Juan José Baena Restrepo
Juan José Baena Restrepo
La memoria de La Cuadra no debería quedar solo en este libro, podrían abrirse espacios expositivos para estas y para las futuras generaciones, como estrategia para atender la necesidad sentida de soportar la construcción de ciudadanía en el arte, en la cultura, en la historia y en el territorio.
Adriana Vallejo de la Pava
Mais les mots sont pauvres pour décrire l’ambiance générale, les atmosphères particulières et la joie fraternelle dans lesquelles se déroulèrent ces événements… Mercier
La Cuadra de los niños, tenía como objetivo visibilizar el papel protagónico de la población infantil en el área de las artes. Las actividades buscaban motivar sus propias creaciones a través de talleres y exposiciones didácticas.
La Cuadra nos mostró la fuerza de las relaciones cercanas que se construyen cuando nos organizamos alrededor de la música, la danza o las artes. Y es que esa fuerza se concretiza en una vecindad diversa en todos los sentidos.
Daniela Botero Marulanda
La Cuadra siempre propició el encuentro, la interacción, el diálogo y la dinamización de los imaginarios estéticos de la ciudad; un performance que se reanudaba mes a mes, con lenguajes, acciones y sonoridades diferentes; que cuestinó y planteó nuevos interrogantes en el imaginario colectivo.
Jesús Calle
Nada de lo que pasaba en La Cuadra se quedaba en La Cuadra, al contrario de Las Vegas, ahí empezaban muchos procesos, llegaban muchas obras, volvían muchos artistas, solo para salir con ganas de ser más grandes. De algún modo, La Cuadra fue el evento que todo el sector cultural sintió como propio.
La Cuadra llegó a sus quince años. La celebración fue la ocasión oportuna para reencontrar, en la familiaridad de este espacio, a sus fundadores, a los artistas y creativos que han presentado su trabajo a lo largo de este tiempo, a los asiduos visitantes que desde el inicio del año reservan en el calendario el primer jueves de cada mes, para disfrutar uno de los pasajes culturales y sociales más queridos de la ciudad. Quienes participamos como testigos y activadores de los intereses y las motivaciones que dieron lugar a este espacio, hemos visto cómo se ha robustecido el proyecto y cómo se ha ido transformado en el imaginario de los organizadores la idea que dio impulso a su creación. Recordemos que en un principio los artistas gestores abrían las puertas de sus talleres para compartir con los visitantes la intimidad de su propio proceso creativo: pintaban en vivo, realizaban talleres, exponían obra en pequeño formato y aquello que podríamos llamar “los residuos de su obra mayor”, es decir, bocetos preparatorios, pruebas, apuntes, cuadernos de artista, que los públicos escudriñaban con curiosidad e incluso compraban a precios muy cómodos. Todo sucedía en los talleres, es decir, de puertas hacia adentro.
Sin embargo, La Cuadra se vio en la necesidad de reinventarse, de activar nuevos dispositivos estéticos, sociales y culturales que disolvieran los límites entre las prácticas artísticas y las acciones sociales. Hoy, como lo señala el profesor de la Universidad Nacional de Medellín, Jairo Montoya, La Cuadra es, en esencia, un escenario de despliegue afectivo y, sobre todo, permisivo, en el que entran en relación multiplicidad de formas expresivas o de contaminaciones visuales y auditivas, que revitalizan la posibilidad del encuentro y los intercambios sociales. Gracias a esa dimensión expandida y contaminada de lo estético, gran variedad de registros de música, arte, artesanías, fotografía, gastronomía, baile, poesía, literatura, performance, ecología, grafiti, arte infantil, pedagogía, moda, diseño, entre muchas otras expresiones, han encontrado el espacio propicio para su visibilización, transmisión y cohesión.
Aquí la tolerancia y el respeto no se expresan en el marco cargado de la retórica académica o política. Se practica en la acción, porque en ese pequeño perímetro urbano que delimita La Cuadra se configura una manera de hacerse un lugar, con el cuerpo propio y con el de los otros, con las miradas cruzadas, las sonoridades, lo disarmónico, lo imprevisto, lo provocador e incluso lo insolente.
Durante tres horas, los primeros jueves de cada mes, los ciudadanos de Pereira somos capaces de amalgamarnos en nuestras diferencias, tejiendo el sentido que debe impulsar nuestras socialidades. Modos sugerentes de experimentar lo público, afinados por el tamiz de la estética, el arte y la cultura. Felicitaciones por estos 15 y largo aliento para los tiempos que vienen.
Directora Maestría en Estética y Creación, UTP Periódico La Tarde, marzo 7 de 2015
176 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
La Cuadra Talleres Abiertos, nace en Pereira el jueves 5 de marzo del año 2000. Durante sus más de 15 años de existencia La Cuadra ha realizado actividades culturales relacionadas con las artes visuales y prácticas colectivas de relevancia para la ciudad, como el rescate de “la memoria histórica”, “la memoria viva“, “las fiestas populares”, “las modas”, “los sabores”, “los imaginarios, lo tradicional y lo contemporáneo”, “las narrativas, los protagonistas de nuestra historia”, “lo propio y lo foráneo.”
Igualmente, focaliza su actividad en segmentos específicos de la población como los niños y jóvenes, comunidades indígenas de la región, comunidades del Pacífico colombiano, grupos en condiciones de vulnerabilidad, y prácticas artísticas tradicionales y contemporáneas, como: fotografía, escultura, pintura, grabado, diseño, performance, instalación, videoinstalación, intervenciones desde la arquitectura, arte efímero, arte digital, la música, el teatro, la danza, la literatura, el cine, entre otras expresiones que agrupan los colectivos de ciudad.
Desde su creación La Cuadra ha realizado más de150 eventos de manera ininterrumpida, ha presentado a más de 2.500 artistas en todas las disciplinas mencionadas, 85 procesos educativos y conversatorios, 40 talleres prácticos, 60 proyectos temáticos de conservación de memoria, 600 artistas independientes, 250 fotógrafos, 45 diseñadores, 95 colectivos, 60 exposiciones y actividades para niños, 250 artistas y bandas musicales, 200 presentaciones callejeras, 25 performances, 30 proyecciones al aire libre, 12 convocatorias abiertas a todo público, 16 lanzamientos de libros y revistas. En estas actividades se han vinculado más de 80 entidades e instituciones regionales y nacionales.
Conscientes de las demandas que la misma Ley General de Cultura hace a los colectivos organizados y a las comunidades para participar activamente en la construcción, promoción y regulación de aquellos bienes, memorias y patrimonios culturales que refuerzan la identidad, animan el reconocimiento y estimulan actuaciones éticas y responsables, este proyecto es trascendente, viable e inclusivo, toda vez que:
• Promueve dinámicas de creación, producción y disfrute cultural, como de preservación del patrimonio.
• Estimula el trabajo colaborativo, la concertación y la participación de todos los grupos sociales sin distingos políticos, culturales, económicos o religiosos.
• Dinamiza la producción, circulación y consumo de una oferta novedosa de bienes y servicios culturales de calidad.
• Refuerza la capacidad de actuación de diversos colectivos, agentes culturales y comunidades, en relación con su desarrollo cultural, ampliando a otros grupos las posibilidades de disfrute de la vida cultural urbana.
• Reconoce y redimensiona prácticas, tradiciones y saberes empíricos y académicos.
En este sentido, La Cuadra es un espacio incluyente, libre de las presiones de una institución museística o galería tradicional, que reúne en un mismo lugar diferentes expresiones estéticas y culturales.
La Cuadra se fundamenta en el desarrollo de propuestas culturales y artísticas abiertas al público en general, las cuales convocan a públicos de todas las edades, así como a gestores, artistas, intelectuales y académicos que disfrutan de las actividades, generando un punto de encuentro vital en el espacio público de la ciudad. Durante 15 años se convirtió en el primer espacio de la ciudad que resinifica la calle y la vecindad, haciendo parte del imaginario de los colombianos y convirtiéndose en un referente cultural de Pereira. Como escenario de encuentro, La Cuadra provee el sentido que simbólicamente articula el proyecto.
En este espacio se generan relaciones de vecindad, de interacción y de corresponsabilidad con lo público, que nos hacen independientes entre sí, activando un principio ético de reconocimiento y compromiso con el otro.
Para su gestión se ha recurrido a instituciones privadas y públicas, las cuales han apoyado los eventos desde años de su creación; además se ha participado en las convocatorias del Ministerio de Cultura y del Instituto Municipal de Cultura y Fomento al Turismo de Pereira, siendo ganador por varios años.
La Cuadra ha sido posible gracias a la unión de voluntades, además de sus gestores originales, ha contado con la vinculación de Instituciones como el Colombo Americano Pereira y la Asociación Raíces, quienes han brindado la posibilidad de abrir sus espacios cada mes, sin intensión de lucro, tanto en salas de exposición como escenarios de calle, donde participan, tanto artistas con trayectoria, como aquellos que están iniciando y necesitan espacios para promocionarse. Cada involucrado tiene un espacio de exposición el cual es abierto mensualmente al público, además cada uno cumple un papel específico en cuanto al manejo logístico, administrativo, curatorial y de coordinación.
Las actividades se desarrollan de acuerdo a un cronograma establecido desde principio de año, el cual comprende un tema diferente para cada mes. Cada miembro de La Corporación desarrolla al interior de su espacio expositivo actividades correspondientes al tema preestablecido y, en conjunto, se distribuyen las responsabilidades y tareas para la actividad que tiene lugar en la calle.
La Cuadra ha generado eco en otros proyectos tanto locales como regionales: Corto Circuito Escenarios para el arte (10 años), La Cuadra del Centro, La Cuadra Dosquebradas, 360° en Barrio Providencia, La Calle del Arte en Cali, Calle Bohemia en Armenia (10 años), La Ronda en Manizales. La Cuadra también ha sido producto de exportación, en el año 2010, fue invitada a Bar-le-Duc, departamento de Meuse en Francia y destacado por la prensa como un importante ejercicio en la construcción de ciudadanía.
La Cuadra Talleres Abiertos www.lacuadra.co - www.fb.com LaCuadraTalleresAbiertos
La Cuadra, fue un evento que se originó por el encuentro de amigos y su cercanía geográfica, por el deseo de la bohemia que trae aquello de hacer compartido con otros creadores.
Nosotros, hombres y mujeres, los que hemos vivido por más de 60 años el exilio del territorio de la paz.
Nosotros, que como Ulises, atravesando este mar lleno de sangre hermana, hemos decidido desafiar la inclemente la fuerza del odio.
Nosotros y nosotras que a diario vencemos nuestros propios monstruos: la desesperanza, la rabia, el odio y el olvido.
Nosotros hoy decidimos enarbolar la libertad, la reflexión crítica, la memoria y la dignidad como banderas… Alejar el oprobio para garantizar que el horror no se repita…
Portar la alegría como estandarte y herramienta, para construir una sociedad más justa y solidaria.
Desterrar la vileza de la violencia y de la injusticia aquí y en cualquier otro lugar…
Reconstruir una sociedad integrada, justa y soberana para que nunca más la hierba del olvido nos cubra de espanto.
Estamos dejando atrás, intentamos, persistimos en dejar atrás las ruinas de ese puerto cegado por la rabia fratricida, entre los escombros del conflicto armado… Unimos nuestros esfuerzos para mejorar el mundo, nos alejamos de la desesperación y la soledad.
Nos rehusamos a quedarnos perdidos en el odio, reconocemos en el otro a un hermano y una hermana sin ninguna diferencia…
Elegimos quedarnos con la música de la vida, con el pincel colorido de la eterna infancia… Hemos cerrado los ojos y los oídos a las sirenas de las promesas veleidosas que pretenden robar nuestra inocencia, para ligarnos al imbatible mástil que llamamos PAZ
Enfances 2/32 Francia Colombia
Exposición “Del horror a la esperanza”
Julio 7 de 2016
Llegué a pintar paisajes cuando me daba miedo mostrar mi propia alma, eran unos paisajitos de mucha calidad, pero eran de una tranquilidad muy tonta, no soy pintor de palmas con chontaduros.
Un guayacán es un guayacán, y todavía hay gente que es capaz de pintar eso.
Guillermo Vélez, (1955-2016)
Siempre he caminado artísticamente hacia la búsqueda temática y técnica. Siempre en mi vida hay alguna sorpresa, alguna cosa nueva, todo lo cual corresponde a una clara intención: después de cada exposición hay que cambiar.
Lucy Tejada, (1920-2011)
186 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
Martín Abad, la vida como obra Palabras iniciales
Para La Cuadra, Talleres Abiertos, es un privilegio participar en la edición de este “libro-homenaje” con el cual el Departamento de Risaralda rinde tributo a la vida y obra del artista Martín Abad. Este proyecto nació en el corazón de un grupo de sus amigos más cercanos, quienes consideran oportuno el reconocimiento a su labor silenciosa e incansable en los escenarios del arte. Sabemos de la contribución de Martín a la formación de nuestra cultura, de sus lecciones de respeto por la vida y la naturaleza; pero, sobre todo, reconocemos el valor de esa manera suya y particular de ver, sentir, interpretar y recrear nuestro entorno.
Martín, como pocos de su generación, aprendió el legado que nos dejó el aviador francés Antoine de Saint-Exupéry; él como nadie pudo recrear El principito, y a su manera lo construyó y lo deconstruyó con sus elementos más primarios. De ahí que hoy habite El principito Nº 3, como un refugio que lo aproxima a la realidad íntima y poética de las cosas y los objetos.
Pero esto no es todo: como creador, amante y defensor de la libertad, a manera de resistencia y contracorriente frente a la sociedad actual, Martín hace del bosque su hábitat y su taller. Allí, en soledad crea y escribe su obra y ofrece un modo profundo de hacerse humano en medio de los árboles y las piedras. En él se desliza una lección de vida y naturaleza como la que enseña Henry David Thoreau en Walden, la vida en los bosques; lección que se representa en todo su trabajo como fruto de un sentimiento propio y descontaminado, que le permite hacer visible lo que es esencial al corazón.
Agradecemos al señor Gobernador Sigifredo Salazar Osorio por el homenaje de reconocimiento a Martín. Hacemos extensivo el agradecimiento a nuestros amigos invitados, los que con sus textos y fotografías hacen posible este libro que hoy entregamos como testimonio de memoria y de vida de un artista ejemplar.
A propósito del libro Martín Abad, la vida como obra, cuya edición y cuidado se encomendó al equipo de La Cuadra, amigos todos de Martín
190 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
El habitante del asteroide B-612 *
Al tercer día de lluvia, temprano en la mañana, lo vi en la calle, con overol desteñido, un morral terciado a sus espaldas, unas chancletas de pescador judío y una barba cana, espesa y larga, de monje franciscano. Su barba cruzó primero la esquina de la veintiuna con séptima y luego cruzó su cuerpo flaco, juvenil, de hombre habituado a comer berenjenas y coles hervidas y a beber soya en horas impares, bajo un árbol de guayabas. Parece un viejo con unas alas enormes, de latas de zinc, pensé. Un vagabundo sabio lo vio a su paso y midió con lástima mi perplejidad:
— Es un ángel –me dijo—. Seguro que venía por los recicladores de los puentes de la novena, pero el pobre está tan viejo que lo ha tumbado la lluvia.
Otro día lo vi en el salón central del Museo de Arte de Pereira. Exhibían algunas de sus obras y dos de ellas me impactaron: un autorretrato hecho a base de puntillas y alambres clavados sobre una tabla y una tira inmensa, de plástico transparente, que él se enredaba en su cuello como si fuera un collar de perlas coralinas. Se trataba en realidad de una tira de bolis, donde el agua mezclada con el azúcar y la anilina de colores, detonaban en la tira una composición calidoscópica. Lo escuché hablar, experto y devoto, de las empanadas como el producto comestible más importante del país para edificar iglesias, barrios, parques y comunidades cristianas. Mientras hablaba y dibujaba tuercas y tornillos con sus manos de carpintero-herrero, un destello de neón descubrió las arrugas de su frente y en ellas vi cómo se dibujaba su leyenda de artista iconoclasta.
Alguna vez detallé en su mirada luminosa, en su rostro curtido por el sol, mientras recogía del piso una lata de cerveza para guardarla en su morral. Una puta vieja se le acercó y le regaló un arete. Un reciclador sin dientes le puso en sus manos una olla a presión. Nuestro hombre en Pereira cruzaba el parque La Libertad, muy cerca del mural de Lucy Tejada y vi en sus ojos la forma del asteroide B-612.
* Tomado del libro Martín Abad. La vida como obra
Martín Abad Abad, (1939-2017) “In-memoria” - Fotografía de Javier García, 2016Los procesos académicos de la Maestría en Estética y Creación de la Universidad Tecnológica de Pereira se orientan a poner en relación la teoría y la práctica, para ampliar la comprensión de los fenómenos estéticos y culturales contemporáneos. Las nociones de obra y de creación se afianzan en el trabajo experimental, en la preocupación por los soportes, en horadar el espacio emotivo y las formas de interacción que tejen los grupos humanos en los contextos sociales. En coherencia con esto, La Cuadra ha sido uno de los espacios más valiosos para ampliar estas nociones, convocar nuevas miradas y ensayar modos alternativos de puesta en obra, que alimenten el carácter plural y diverso con el que hoy se construyen los acercamientos al campo de la estética, las artes y la cultura.
¿Cómo abordar la investigación-creación en artes? esta constituye una de las preguntas que surgen al asumir la construcción de un proyecto en el campo de la Maestría. Desplazar la experiencia inicial de cada estudiante hacia lógicas de la estética, el arte y la cultura en contextos específicos, da la posibilidad de especular sobre los procesos creativos, a través de la experimentación, la experiencia y la pluralidad social. Las versiones de las cosas, creadas en cada proceso nos sitúan ante un mismo suceso, del cual se nos presenta siempre la visión traducida, referida, narrada, descrita de múltiples formas. Cada versión, bien puede contraponerse o extender la anterior; así podemos hablar de “la última versión o de “su versión de los hechos”. La estética y el arte son el pretexto para narrar, haciendo de los acontecimientos una experiencia que, como lo dice Vattimo, nos hace vivir otros mundos posibles, mostrándonos la contingencia, relatividad, finitud del mundo dentro del cual estamos encerrados.
Los espacios concedidos a la Maestría en Estética y Creación de la UTP en La Cuadra, nos posibilitaron proponer miradas sobre las ideas germinales de proyectos de investigación-creación, los cuales, en el ejercicio cotidiano de los laboratorios y seminarios, van ganando forma para luego transitar a la configuración de pequeños microrrelatos, piezas en proceso, relacionadas con el interés de cada estudiante.
En el espacio colectivo de La Cuadra, estos ejercicios encuentran resonancia y le dan vigor a las apuestas que comprometen la mirada de los estudiantes y egresados del programa.
Margarita Calle
Directora Maestría en Estética y Creación, UTP
Alejandro Múnera Sin título Giovany Serna B. Proyecto Maquinodermias192 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
Hace 17 años el artista Carlos Enrique Hoyos participó en la cofundación de La Cuadra. Su entusiasmo y creatividad le imprimió gran vitalidad a este espacio, para que permaneciera y se transformara en el tiempo. Hoy hacemos un reconocimiento a su trayectoria, exaltando su presencia en el devenir del arte local y nacional, como referente obligado para entender la contemporaneidad de la pintura y la singularidad de un imaginario estético que no ha reconocido límites ni cortapisas a la hora de asumir la práctica del arte.
La muestra que Carlos Enrique Hoyos presenta en este contexto, sintetiza aquellos motivos y las expresividades que han marcado su extensa trayectoria: la naturaleza, el entorno cotidiano, el cuerpo y el universo femenino.
Tres series de 99 piezas cada una, en pequeño formato, integran la exposición: La primera, conformada por pinturas sobre lienzo, en las que de nuevo recurre a la demarcación del plano pictórico, el tachismo, la veladura, la superposición cromática, la repetición y el gesto, para proyectar versiones de un bestiario alucinante y fantasioso. La segunda recoge una serie de retratos realizados en dispositivos digitales en los que juega con la temporalidad constructiva y visual que le posibilitan los propios dispositivos y graficadores. La última, reúne una muestra de dibujos en tinta china en las que se sintetiza el gesto, el trazo y la expresividad contenida en todo el proceso plástico de Carlos Enrique.
Puestas en relación estas tres maneras de experimentar el proceso creativo dialogan y se complementan entre sí, invitándonos a una observación detenida en el tiempo, desde la singularidad que entraña cada soporte de inscripción.
carlos enrique hoyos
Es el tiempo… son los tiempos de la comprensión para capitular ante la inutilidad de la violencia que ha segado miles de vidas y ha dejado insepultos a otros miles de hermanos y hermanas que encontraron el odio ajeno en aquella tarde en que desaparecieron, dejando su recuerdo en quienes los aman con la persistente búsqueda de una respuesta.
Hemos acometido el viaje afuera de selva guerra y con los harapos de conciencia que nos ha dejado esta madrugada de muertos inolvidables, abordamos una barca tripulada por la esperanza.
Trazamos nuestra ruta hacia la ciudadela de un nuevo comienzo, contribuyendo a enfrentar las dificultades de la siembra en marcha, con rezagos de los rencores ajenos, que nos negamos a guardar en nuestras valijas. Nuestro desayuno se compone de interrogantes y memorias sin reclamos; almorzamos debates pacíficos que no exigen eliminar al hermano; cenamos ensayos de preludios para la convivencia y de postre elegimos palabras que endulcen el sueño.
Renunciamos a la venganza y damos la bienvenida para reconciliarnos, es decir, forjamos desde el diálogo la armadura de la solidaridad, reconociendo que somos seres capaces de comprender la inmensa posibilidad que significa derrotar al odio. Este espacio re-presenta nuestro universo, nuestro país, caminando a través de las cenizas calientes que ha dejando la absurda guerra. Les invitamos a que se vistan del otro… Sí, del excombatiente, del campesino, del niño huérfano, de la mujer extraviada cuando la muerte le arrebató la alegría, del sobreviviente que aún se pregunta ¿qué sucedió?, de la esperanza que se agazapa como preludio de tiempos de cambio, de palabras que construyen un acta de rendición a la inanidad de la guerra. Les invitamos a dejar pasar la victoria de la reconciliación… a que derroten la soberbia y siembren, en este presente, solidaridad.
Hoy, emprendemos el camino de la reconciliación, sabemos que todos somos responsables del crimen de la guerra; somos culpables de guardar silencio ante la valentía y la integridad de cada Antígona que silenciaron, y por esta noche estamos convencidos de que es el tiempo de la reconciliación.
En este viaje universal, nuestra tarea también es exiliar al déspota fantasma bélico y desalentar su parásita crueldad.
Fundación Enfances 2/32 Francia Colombia Exposición Del horror a la experanza, septiembre 2017
194 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
La Cuadra de los niños y las niñas, es un llamado a escuchar las voces de la infancia que piden a los adultos un mundo donde la vida vuelva a ser sagrada e intocable; que los alejemos de la barbarie, les permitamos vivir su infancia con amor creatividad y con este esperanzado amor construir nuevos cuadros, para emprender un viaje rumbo a mejores tiempos.
Fundación Enfances 2/32
Aprovechando las celebraciones por el mes de los niños, La Cuadra Talleres Abiertos realizó una edición del proyecto enfocada en actividades lúdicas para niños y niñas e hicimos de ellos los protagonistas de la noche, resaltando sus talentos. En asocio con la fundación Volver, La Cuadra, atendió a cerca de 50 niños con discapacidades cognitivas, así como niños afrocolombianos e indígenas en situación de vulnerabilidad, en consultas oftalmológicas y de salud visual. Los niños y niñas en retribución, nos contaron, a través de un dibujo como quieren e imaginan un nuevo mundo.
Hacia las cuatro de la tarde, abrimos de manera simultánea todos los talleres presentando trabajos en técnicas variadas: dibujo, fotografía, collage entre otros, producto de talleres y procesos de formación con niños y niñas que presentaron sus obras en los diferentes espacios. La Cuadra destinó un lugar para el rescate de los juegos de la infancia; contamos con la presencia de LEO el Bibliobús de Trazasueños y Laboratorio Creativo, y la participación musical de diversas agrupaciones infantiles de la ciudad.
La Cuadra de los niños, realizada en el mes de octubre, es una forma de visibilizar los procesos artísticos que inician desde temprana edad, así como resaltar la labor de maestros y artistas que dedican su vida a la formación y promoción de las expresiones infantiles. Los niños y niñas, expositores y participantes, son un ejemplo de compromiso, que nos inspira a seguir trabajando por los espacios de encuentro para el arte en Pereira.
198 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
Mi rol en la sociedad, o la de cualquier artista o poeta, es intentar expresar lo que sentimos todos. No decir a la gente cómo sentirse. No como un predicador, no como un líder, sino como un reflejo de todos nosotros.
Cumplimos 18 años y seguimos contando... hemos logrado consolidar una alternativa cultural y estética, que se mantiene gracias al apoyo de los programas de Concertación, tanto del Ministerio de la Cultura como de la Secretaría de Cultura de Pereira. Sin embargo, es tal vez, la participación activa y la constancia del público, lo que más ha incidido en la continuidad y el impulso de las iniciativas que se revitalizan en cada evento. La presencia de personas con diferentes intereses culturales, la interacción con artistas y gestores movidos por una comprensión amplia del arte y la estética, el diálogo generoso entre intelectuales y académicos y, en general, el encuentro de creativos que reconocen en este escenario un espacio propicio para transmitir sus ideas y movilizar la imaginación de los públicos, constituye el principal motor de este espacio, que se valora como un proyecto de ciudad, como una oportunidad para cohesionarnos y actuar responsablemente como comunidad.
Cada puesta en escena se constituyó en una oportunidad para fortalecer la cultura ciudadana en la ciudad, para afianzar lazos de confianza y vecindad con los habitantes de la zona, para estimular los vínculos afectivos y la sensibilidad y para materializar estrategias de mediación y corresponsabilidad con lo público; experiencias todas en las que se activa un principio ético de reconocimiento y compromiso con el otro, que se contrapone a la individualidad, a la indiferencia y al anonimato, que dominan las ciudades contemporáneas.
El equipo de gestores, integrado por Javier García, María García, Pablo Calle y Jesús Calle compartimos algunos aspectos de las iniciativas que nos ocuparon durante el año, como testimonio de las posibilidades que generan los proyectos culturales cuando son apropiados por la comunidad, en la medida en que ellos fortalecen lo colectivo, lo diverso, lo abierto, lo independiente y alternativo. Se trata, en suma, de seguir cultivando una postura estética, social y crítica frente a la construcción de los imaginarios de ciudad y a las maneras comprender y promover las prácticas del arte y la cultura en sentido amplio.
Agradecemos a los artistas, gestores, creativos, intelectuales, organizaciones vinculadas, amigos y vecinos por la confianza y el apoyo permanente.
Jesús Calle
Javier García Jaramillo - Manhattan, 2017El Colombo Americano, referente cultural de Pereira, desde sus inicios alberga con orgullo una colección de pinturas, fotografías y esculturas de artistas pereiranos, risaraldenses y algunos artistas nacionales. Para diversificar su actividad cultural, el Colombo Americano tuvo como prioridad invitar artistas plásticos a exponer sus obras, no solo a los que ya habían adquirido una trayectoria, sino también a aquellos que estaban surgiendo. Desde entonces y hasta hoy, el Colombo Americano se ha preocupado por ser escenario para jóvenes talentos de la ciudad y la región.
A partir de 1978, se empezaron a realizar exposiciones en espacios poco convencionales que se establecían para este fin. En ese entonces no se contaba con la infraestructura adecuada de una sala de exposiciones. En los años 80 el Colombo impulsó la creación de “Propuestas gráficas”, iniciativa que, en asocio con otros Centros Colombo Americano del país, buscaba la circulación de artistas plásticos nacionales dándoles la oportunidad de ser reconocidos en otros territorios. Posteriormente, en el 2000, el Colombo Americano hizo parte de la creación de “La Cuadra: Talleres Abiertos” con quienes hoy celebramos 18 años de existencia. Asimismo, en el 2005, el Colombo Americano estableció su programación mensual de exposiciones en su sala actual, participando también como miembro fundador del ya conocido proyecto “Corto Circuito: Escenarios para el Arte”.
La Pinacoteca del Colombo Americano Pereira-Cartago es un legado para la ciudadanía, teniendo en cuenta que el Colombo es una entidad sin ánimo de lucro, que fue creada por los ciudadanos cívicos de Pereira hace 50 años con el fin de promover el intercambio cultural entre Colombia, Estados Unidos de América y otros países. Para conocer las obras, sólo basta con visitar nuestras diferentes sedes del Colombo en el centro, en la Circunvalar o en Cartago y admirar en todas sus paredes las creaciones de estos artistas locales, nacionales e internacionales.
La Pinacoteca del Colombo Americano es una colección de arte local y regional; protege un patrimonio con sentimientos de consideración y admiración y permite establecer vínculos con la memoria colectiva, cumpliendo así su misión de contribuir al desarrollo del arte y la cultura.
Lucía Molina de Botero Exdirectora Cultural del Colombo Americano Pereira-CartagoEl arte y su responsabilidad con el posconflicto
A tous les artisans de la paix, merci au nom de l’humanité !
« La pierre n’a point d’espoir d’être autre chose que pierre. Mais de collaborer, elle s’assemble et devient temple. » Antoine de Saint Exupéry
Quelles que soient les difficultés d’application au quotidien des accords de paix ratifiés entre le gouvernement colombien et les FARC le lundi 26 septembre 2016 mettant ainsi un terme à cinquante-deux ans de conflit armé, ces accords représentent pour l’humanité un magnifique symbole porteur d’espérance. Le prix Nobel de la Paix décerné en 2016 au président colombien a été un signe de reconnaissance, par la communauté internationale, des efforts extraordinaires des différentes parties pour aboutir à la paix civile et une adhésion à cette espérance.
Espérance, sur le plan humain d’abord, car les souffrances endurées par le peuple colombien pendant un demi-siècle ont souvent été au-delà de l’imaginable et il a fallu, il faut, et il faudra encore beaucoup d’efforts pour surmonter les conséquences des blessures subies.
Espérance, sur le plan interne ensuite car ces accords ont montré comment la volonté de dialogue et de compréhension mutuelle pouvait surmonter les pesanteurs et clivages traditionnels et panser les plaies encore lancinantes des esprits.
Espérance, enfin, sur le plan international, car ces accords ont montré la voie à la résolution de conflits armés qui semblent aujourd’hui inextricables, dans de trop nombreux pays, et que la Paix est toujours possible, si l’on en a réellement la volonté. Il faut maintenant CONSTRUIRE cette Paix, et remplacer progressivement dans les esprits la culture de haine, de vengeance, du refus et du rejet de l’autre par celle du respect, du pardon, de la confiance, et de la foi dans l’avenir.
Nous, cofondateurs en 2002 de la Fondation Enfances 232 France Colombie, lançons un appel à tous les artisans de la Paix, quelle que soit leur place et leur rôle dans la société colombienne, à continuer d’« assembler pierre après pierre » l’édification du temple de la Paix dont ils ont assurés les fondations.
Tous ceux qui, de par le monde, croient, encore et toujours, au progrès possible de l’humanité, vous regardent et partagent par l’esprit et par le cœur votre espérance et vos efforts.
François et Martine Mercier Revigny-sur-Ornain, mai 2018
202 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
La Sociedad de Amigos del Arte de Pereira organizó por varios años, desde la segunda mitad de los setenta, el Salón de Agosto. Este evento tuvo una trascendencia entre los artistas jóvenes de la ciudad pues era el único de ese entonces.
Participábamos con el objeto de medir fuerzas entre todos. Siempre había un jurado reconocido que era invitado de varias ciudades del país, como Bogotá, Cali, Medellín, entre otras, era meritorio para el artista ser seleccionado y reconocido por dicho jurado. En estos certámenes conocimos a Guillermo Restrepo Valencia, cuando fue premiada su obra en varios salones.
“…una discretísima insinuación de figuras y temas, una leve sugerencia de ideas y sentimientos” escribió de su obra Germán Rubiano Caballero en uno de sus catálogos de la exposición en la Galería Skandia de Bogotá, 1979.
La Cuadra que dedica el mes de agosto a Memoria Viva, quiso rescatar el recuerdo de Guillermo Restrepo con una retrospectiva de su obra pictórica, realizada entre 1972 y 1985. En esta muestra podremos observar la genialidad de un hombre que veía el mundo a través de una mirada artística, un mundo construido a partir de las texturas, las formas y el color, Lo que verán en estas salas es solo una pequeña muestra de lo que Guillermo, a través de sus formas expresaba, la variedad de técnicas con la que podía representar lo que tenía en frente, y claro, lo que tenía en su mente.
El profesor Rubiano Caballero destacó la obra del joven Guillermo Restrepo en su libro El dibujo en Colombia (Bogotá, 1997): “Una segunda etapa fue aquella en la que hizo la escenografía y la producción de la Opera de Colombia en el Teatro Camarín del Carmen (1995-1997). Con certeza, su gran compromiso con la compañía teatral hizo que se retirara de la Universidad Nacional de Colombia por el lapso de un par de años. De esa época procede el gusto del profesor por las manifestaciones plásticas del barroco aristocrático.”
Somos conscientes de quedar en deuda con sus otras actividades de arquitecto y reconocido diseñador de espacios interiores y mobiliario.´
Javier García JaramilloLa Cuadra Talleres Abiertos Memoria Viva, Pereira agosto de 2018
“Sin título” Carboncillo, x 70La Cuadra Talleres abiertos muere y quien se encargó de darle la última estocada fue la Secretaría de Cultura, es decir, la Alcaldía de Pereira. Habíamos proyectado que La Cuadra desarrollaría su proyecto hasta cumplir 20 años de fundada y que ya mayor de edad, cerraría su ciclo, dando por cumplida una labor constante de ciudadanía y promoción cultural, iniciada en el año 2000.
Pero no!, le asestaron el último golpe de manera anticipada: el estímulo oficial no alcanzó sino para otorgarle el 63% de lo asigna do el año pasado; el incremento presupuestal para la bolsa de Concertación y Estímulos prometido por el alcalde, no se cumplió.
No bastaron 500 conciertos con artistas locales, nacionales e internacionales; 1.055 exposiciones de dibujo, pintura, fotografía, vídeo, performance; aproximadamente 60 proyectos de conservación de memoria histórica; 95 cursos de formación y 57 talleres prácticos. Un total de 2.595 artistas implicados en los proyectos hasta hoy, no fueron un indicador suficiente para garantizar su supervivencia por otro rato.
Ninguna circunstancia hizo que La Cuadra desapareciera hasta hoy. Tenemos nueva sangre, los hijos de los fundadores, María García y Pablo Calle, y el personal del área cultural del Colombo Americano, entendieron el sentido de esta iniciativa y se compro metieron con su gestión, siempre dispuestos a dinamizar los proyectos, con ideas renovadoras y articuladas. La verdadera muerte la produce la falta de interés de la autoridad cultural de la ciudad. Los habitantes de Pereira, la ciudadanía y el público asiduo han sido los verdaderos hacedores del evento; un público que cada mes se siente convocado para asistir a La Cuadra, sin importar la condición climática, tan variante en nuestra ciudad. Sin embargo, la institucionalidad cultural fue incapaz de sumarse a la pro gramación del evento y, en lugar de aportar a su logística, acompañamiento y protección (movilización que ellos realizan cada que inauguran una calle, un andén o un puente), se dedicaron a generar exigencias que, por el carácter del proyecto, están lejos del alcance de los gestores de la organización.
La Cuadra Talleres Abiertos es una organización sin ánimo de lucro, integrada por artistas cuya ocupación se enfoca en crear, pro mover y difundir el arte local y nacional, facilitar la participación en sus proyectos de personas y agentes vinculados o no al sector cultural, para generar un espacio de diálogo y encuentro que ayude a cualificar el contexto y las ciudadanías en formación. No somos un ente que actúa deliberada o caprichosamente, cada que lo requiere un funcionario o un burócrata, sin criterio diferen ciador para valorar las actividades que impulsamos. Nuestra razón de ser, entre otras, obedeció a intereses afectivos, favorecidos por la vecindad y la convergencia geográfica: los gestores, amigos todos, residíamos a menos de 100 metros unos de otros. Este proyecto lo quisieron replicar en otros barrios de Pereira y en otras ciudades del país: En el centro, en Dosquebradas, en Arme nia, Manizales y Cali. Incluso, gestores de Bucaramanga se interesaron por conocer la iniciativa para replicar en esa ciudad. Sin embargo, solo La Cuadra gestora ha logrado sobrevivir 19 años, sin interrupción.
Desde muy joven La Cuadra mostró sus fortalezas como iniciativa independiente y colectiva. Fue invitada a exponer su expe riencia en Argentina con una empresa cultural llamada Trama, viaje que no se realizó porque la organización no contaba con recursos para hacerlo y la entidad que administraba la cultura en su momento argumentó no tener presupuesto para apoyar la movilidad de uno de los gestores.
El 7 de marzo de 2019, cuando nos reuniremos para hacer un tributo a la memoria del artista Carlos Enrique Hoyos, uno de los entusiastas fundadores de La Cuadra Talleres Abiertos, apagamos la antorcha de este proyecto y declaramos, públicamente, su muerte, tal vez de forma prematura, por falta de motivación, de estímulo y de acompañamiento.
Corporación La Cuadra Talleres Abiertos Pereira, febrero 28 de 2019Algunos de los mensajes de solidaridad, de los muchos que inundaron las redes sociales (más de 8.000), después del anuncio de que La Cuadra NO IBA MÁS...
“La Cuadra es un lugar muy especial donde gente de todas artes se reúnen y se sienten apoyados se identifican los unos a los otros para apreciar el arte.”
“La Cuadra ya es parte de la juventud pereirana como un evento de esparcimiento y reencuentro, donde el arte se expone de manera natural y donde la sana convivencia nos muestra lo diversamente especiales que somos desde nuestra pluralidad cultural.”
“La ciudad necesita más cultura, quitar La Cuadra es retroceder, es defraudar a las personas, en vez de aportar iniciativas de arte y cultura para todos los ciudadanos, ¡Pereira necesita más espacio para la comunidad La Cuadra es de todos y para todos!”
Alberto Gómez Font
“Considero un grave error y una grave pérdida para Pereira el cierre de las actividades de La Cuadra, tan consolidadas ya en la ciudad.”
Juan Manuel Medrano Restrepo
“Les cultura abierta para todos y un motivo más para que la gente se salga de las cosas malas y este ocupada. En vez de gastar presupuestos en guerras y otras babosadas... inviertan en CULTURA.”
Carlos Alfredo Crosthwaite Ferro
“La Cuadra Talleres en Pereira es un esfuerzo de un grupo de artistas e intelectuales que ha mostrado a propios extraños que en Pereira hay mucho talento y amor por el arte.”
Liliana Bernal
“La cultura une en todos los aspectos. LA CUADRA ES CULTURA PEREIRANA.”
Felipe López
“Espacios culturales para tener de que hablar y evitar el Whatsapp. Espacio de compartir, más cultura, más música, más pintura, más arte, más baile.”
Enrique Castrillón
“Pereira requiere espacios para la cultura.”
Andrés Giraldo
“Antes que clausurar este espacio, deberían pensar en abrir otras cuadras en otras localidades de la ciudad, para que, al unísono, la ciudad respire arte, cultura, música y hermandad por todas partes. #MeCuadroConLaCuadra”
Jaime Ochoa Ochoa
“La Cuadra Talleres Abiertos es uno de los más importantes espacios culturales y artísticos que Pereira le ofrece a sus habitantes y a quienes nos visitan y visitan La Cuadra. Porque son 19 años de una experiencia artística multiplicada en el país. Porque lo que se ha construido para el bienestar colectivo no puede borrarse por la pésima administración que los políticos y politiqueros le dan a la cultura ciudadana. #LaCuadraserrespeta, ¡Carajo! ¡Viva La Cuadra viva. Vive La Cuadra viva!”
Osvaldo Miguel Castilla Sánchez
“La Cuadra es un espacio de encuentro y expresión cultural que por más de 19 años viene trabajando por la ciudad y la cultural, permitir su cierre sería una pérdida invaluable para la ciudad.”
206 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
“La cuadra hace parte del patrimonio cultural de Pereira y le ha abierto las puertas a muchos artistas para dar a conocer sus obras.”
Néstor Chavarriaga
“Las comunidades libres tienen derecho a los espacios públicos.”
Jorge Mario López Moreno
“Considero que este espacio de encuentro permite el crecimiento cognitivo y cultural de la ciudadanía y la misma ciudad.”
Héctor Pascuales
“Soy de Cali y una de las cosas que más me a gustado de Pereira son cosas como esta; un lugar donde hay como un choque de culturas, hay respeto por el pensamiento de las demás artes, creatividad, amistad etc. #salvemoslacuadratalleresabiertos.”
“Yo viví mi infancia y parte de mi juventud en La Cuadra y cuando supe de su fundación me alegré mucho. Ahora pienso que un patrimonio cultural y debe permanecer para siempre.”
La Cuadra Talleres Abiertos es un patrimonio de la ciudad y un evento de los ciudadanos, un bien común, ninguna administración puede venir a sepultar 19 años de éxito continuo, dedicación y compromiso de sus gestores. Este evento es un referente de la ciudad. Debe ser fortalecido y apoyado por la alcaldía.”
“¡Cómo vamos a dejar cerrar La Cuadra, un aporte cultural para Pereira y la región tan importante y concurrido! ¡¡Es el aporte culturales MÁS importante y exitoso que tenemos!! ¡Increíble!”
“El arte y la cultura son un patrimonio de la humanidad, en Pereira Risaralda, La Cuadra aporta al país y al mundo iniciativas de avance transformador. Alcalde, no destruya este gran proyecto de artistas que beneficia a todos los ciudadanos.”
“Ya no soy joven, pero envejecí con la satisfacción de ver convertida a Pereira en un referente cultural a nivel nacional e internacional, gracias a proyectos como el de La Cuadra; una innovadora experiencia replicada en muchos lugares. Su muerte será un daño irreparable.”
Yulima López Toro
“Debemos promover mas el arte y la cultura, ocupar la mente fe muchos jóvenes para evitar que caigan en las drogas que tanto daño les hace.”
Luis García
“¡Hay que fomentar el arte y la cultura! En honor Al Flaco Hoyos.”
“Este espacio es para los Pereiranos y como tal debe de seguir porque es la manera de expresarse nuestros artistas en todos los ámbitos, no lo podemos dejar morir por la politiquería, adelante con este proyecto.”
“La cita con la cultura es y siempre será obligatoria y el gobierno solo debe garantizar no solo su permanecía sino su mejoramiento. Esta iniciativa lleva años de gloria y aguante porque todos nosotros la pedimos y la vivimos, porque la necesitamos.”
“En La Cuadra se puede ser libre sin prejuicios.”
Ana Lilián Valencia“La Cuadra es un ejemplo a exportar Una de las mejores muestras de llevar el arte a otro espacio de comunicación y de integración con la comunidad. La Cuadra es un orgullo pereirano.”
Edwin Hoyos“Reconozco y me representa La Cuadra como escenario integrador de la cultura y muchos de los artistas pereiranos, creo que es un escenario que debe posicionarse al declararse permanente.”
Dilan Andrey Montoya Grisales“He asistido en multitud de ocasiones a la cuadra, y sin importar el número de personas que asistan, las bandas que haya tocado su música, los artistas que expongan su trabajo o el comercio que se de en la zona, siempre pasó un buen momento. Recuerdo mi adolescencia yendo mensualmente a socializar con desconocidos, a pasar un rato agradable y poder despejarme de mis ocupaciones. Pero más importante aún, valoro de este espacio la posibilidad que nos brinda a los jóvenes de abrir nuestra mente por medio del arte, de la música, de la socialización y la participación. Es en este tipo de proyectos que realmente de debe invertir, en los factores que influyen en la mentalidad de los jóvenes.”
Juan Carlos Martínez Vélez“La Cuadra es la mejor expresión viva de la pereiranidad.”
Guillermo Alberto Guarín Castrillón“Si nuestros ‘dirigentes’, no son capaces de asumir voluntad política. Los ciudadanos, que los elegimos, debemos empoderarnos de nuestras manifestaciones populares culturales. La institucionalidad de los espacios, tiempos y actos, es de nosotros todos, sin importar la falta de pertenencia, de los etéreos políticos.”
“La Cuadra es patrimonio y orgullo de Pereira. Es un espacio muy importante para el arte en la ciudad, si eres un artista puedes ofrecer lo mejor de ti y si no lo eres puedes oír, ver y apreciar la labor de los que tienen ese don. La Cuadra promueve un sano espacio de recreación, cultura y convivencia ciudadana.”
César Valencia
“La Cuadra es símbolo de libertad, de fraternidad, tolerancia y creatividad.”
María Juliana Cornejo Hurtado
“Las buenas costumbres son las que primero se pierden, que noticia tan triste, extrañaré por siempre este espacio que mes a mes por 19 años nunca me dejó de sorprender y del que me sentía orgullosa por ser pereirana.”
“¡Si las 3 mil personas que asistimos y disfrutamos La Cuadra cada mes, salimos de las redes a la calle, seguro esta no se acabaría... vamos a la acción ¡Movámonos pues! #SiempreenmiCorazónFlacoHoyos”
Luz Stella Tisnés Ocampo
“Me da mucha tristeza no haberme demorado más el jueves, no sabía que era la última.”
Guillermo Alberto Guarín Castrillón
“Si nuestros “dirigentes”, no son capaces de asumir voluntad política. Los ciudadanos, que los elegimos, debemos empoderarnos de nuestras manifestaciones populares culturales. La institucionalidad de los espacios, tiempos y actos, es de nosotros todos, sin importar la falta de pertenencia, de los etéreos políticos.”
208 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
Franklyn Molano Gaona“Abracemos La Cuadra. Hemos crecido al rededor de esta actividad. Allí, en cada uno de los talleres de los artistas que habitan el lugar, vimos y conocimos el arte que se crea en la ciudad y en la región. La Cuadra es un performance por donde circulan voces y talentos comprometidos con el arte. La Cuadra creció, se hizo nuestra y trascendió las fronteras. Hoy, La Cuadra y sus gestores son del público, de la ciudad, del país, de los artistas y de los ciudadanos de a pie. Vamos el jueves. Veámonos allá y rodeemos La Cuadra. Creo que debemos pensar y actuar para mantener vivo este espacio. ¿Qué hacer? Propongo que aprovechemos este jueves para reunirnos al rededor de La Cuadra y lancemos ideas. Aprovechemos que estarán los artistas, los cantantes, los pintores, los docentes, los teatreros, los escultores, los gestores, los periodistas, los jóvenes, los estudiantes para escucharnos y buscar salidas efectivas al rededor de La Cuadra. Vamos, Vamos.”
“En el año 2000 este espacio cultural, hace parte del patrimonio de la Capital Risaraldense. Espero que las entidades públicas contribuyan y no permitan que se acabe este espacio que enaltece a la juventud en nuestro departamento. #YoApoyoelArte”
“Gracias a La Cuadra he podido conocer gran parte de nuestra cultura ciudadana, así como el gran talento que hay detrás de ella, además el arte siempre será importante para el desarrollo personal; cómo joven, cómo persona íntegra y como ciudadano tengo la necesidad de unirme a esta causa.”
“He presenciado como Control Físico y policías persiguen a los artistas callejeros con el vacuo y vacío argumento de que la calle no es un espacio para el arte y la cultura. A los politiqueros solo les interesan las iniciativas que signifiquen votos y embrutecimiento con alcohol, y como el arte y la cultura inspiran el pensamiento crítico y la confrontación de las injusticias sociales”
M Liliana Valderrama Fitzgerald“Así es.... fue en mi época noches de arte y bohemia se vendía lo expuesto, las gentes iban a comprar y apoyar lo nuevo en propuestas... era delicioso encontrarse con caras conocidas. Pero algún alcalde se le ocurre permiso para los artesanos de la calle, aquellas que están en cada esquina con sus tendidos en el suelo, y detrás de querer apoyar este gremio, entra la juventud loca, que ve en La Cuadra, como yo no, el lugar para descargarse con permiso urbano.... llega el olor a marihuana, etc., convirtiendo La Cuadra en todo menos noches de arte.”
“No podemos dejar que muera La Cuadra. Vamos este jueves masivamente, escribamos al alcalde, a los secretarios. Hay que lograr mantener este bello espacio pereirano.”
“La Cuadra Talleres Abiertos es un evento de todos los ciudadanos, patrimonio de la cultura, una administración no puede enterrar a capricho un evento que le pertenece a la ciudad. Debería fortalecer y apoyar, este evento es un referente nacional e inspiración a otros debería ser declarado Patrimonio inmaterial por ser es un espacio cultural. La Secretaría de Cultura podría tomar una “Master Class” con los organizadores y replicar este evento en otros sectores de la ciudad.”
Hoy ha sido un gran día para la sociedad civil, para los amigos del arte y de la cultura; su voz manifestando su derecho a conservar un espacio de arte, de inclusión, de encuentro, de diversidad, de libertad se ha hecho escuchar.
Diez y nueve años de trabajo y energía, de largas jornadas en el montaje de exposiciones, de las intensas jor nadas de creación de los artistas que han pasado por cada uno de los talleres, de hacer realidad los sueños de jóvenes con gran talento que han tocado las puertas de nuestros talleres, no han sido en vano. Con asombro y emoción hemos podido constatar cómo el público ha defendido lo que les pertenece; cómo la administración pública ha escuchado la voz y demanda de una ciudad que exige más espacios para el arte y la cultura.
Las propuestas del señor alcalde de incrementar el presupuesto para la cultura le da un respiro, no solo a La Cuadra, sino a otros trabajadores de la cultura y del arte de la ciudad. ¡Celebramos este logro! Agradecemos inmensamente los gestos de solidaridad de los amigos y público que hacen posible este en cuentro; a quienes activaron las acciones en redes sociales, defendiendo lo que han ganado; a los medios de comunicación que siempre nos acompañan; a la administración municipal por la sensatez y a los dirigentes públicos y privados; queda demostrado que La Cuadra Talleres Abiertos es un patrimonio de y para la ciudad
Este es un proyecto que debe ser fortalecido; el presupuesto derivado de la propuesta de la administración municipal aún es insuficiente para que el proyecto sea viable. Estamos evaluando las posibilidades para con tinuar este año, bajo las condiciones adecuadas, con los recursos pertinentes, con un real, continuo y perma nente acompañamiento institucional, de muchas dependencias de la ciudad. Después de la “celebración del aniversario 19” este próximo jueves, nos espera un gran trabajo: nuestro compromiso en la búsqueda de las mejores soluciones para continuar.
Les esperamos este jueves 7 de marzo en La Cuadra Nº 190, no solo para la celebración de los 19 años y rendir tributo póstumo al pintor Carlos Enrique Hoyos, cofundador del proyecto, sino también para celebrar los al cances de una sociedad organizada, que haciendo uso de la palabra y la movilización, ha demostrado que un sueño, cuando se hace colectivo, no puede morir…
¡A todos y todas muchas gracias!
Corporación La Cuadra Talleres Abiertos Pereira, marzo 5 de 2019
210 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
2019 fue para La Cuadra un año de muchos retos. La especialización del sector cultural en Pereira y la calidad, cada vez mayor, de las propuestas que se presentan a las Convocatorias de Estímulos y de Concertación, es un hecho que hay que celebrar; pero que a su vez hacen un llamado importante a la institucionalidad para que se comprometa cada vez más con los proyectos, para que dicha especialización no vaya en contra de los proyectos mismos.
A pesar de las dificultades, pudimos superar la situación, gracias a la convocatoria municipal y nacional de Concertación y de Estímulos, al alcalde Juan Pablo Gallo, a nuestros patrocinadores y al compromiso de nuestro equipo de trabajo. Encontrarnos cada mes con un público como el de La Cuadra, diverso, activo, respetuoso y que disfruta de todo tipo de manifestaciones artísticas y culturales, le da sentido al arduo trabajo que representa el sostener un evento de esta magnitud, de manera periódica.
Los 19 años se nos van... y estamos seguros de haber cumplido con lo que se plantearon en el 2000 los cuatro artistas fundadores, que querían cambiar la realidad en la que vivían: democratizar y hacer más amable el acceso a la cultura, permitir la circulación de artistas y músicos de la región y, sobre todo, cambiar el imaginario de una ciudad donde se sentía que no pasaba nada.
Hoy Pereira es otra ciudad, hay ya varias generaciones que disfrutan y creen en el arte como una manera de vivir, incluso yo puedo decir que me dedico a la gestión cultural gracias al ejemplo recibido de mi papá y de Chucho; de quienes los acompañaron en el inicio de este sueño, Viviana, Lucía y el Flaco –quien nos dejó este año–. A ellos, gracias por hacernos la vida en la ciudad más amable y por lograr que hoy Pereira sea la ciudad de la región con mas oferta cultural.
Nos vemos en marzo del 2020 para celebración de los 20 años de La Cuadra Talleres Abiertos, un sueño hecho realidad.
María García Isaza Directora, La Cuadra Talleres AbiertosLa vida de los hombres es indiscernible de la de sus obras, advierte Jean-Luc Nancy, con lo cual estas permanecen en la medida en que procuramos, no solo hacer obra de nuestras vidas, sino también dejar que la vida haga a través de nosotros o con nosotros, sus obras de vida y de muerte. En pos de las realizaciones materiales y de la vida hecha obra vamos de continuo, como un modo de reafirmar que el acontecimiento de la muerte no toca del todo al creador, porque con su obra y en su obra, el artista cobra presencia en el tiempo, se rebela contra su finitud, reclama una trascendencia que lo lanza al futuro cuando logra, a través de sus realizaciones, delinear la estructura de los sueños: esa frágil madeja que nos anuda al pasado, ese hilo de inquietud que teje un sentido en los umbrales de la creación.
En este vaivén de temporalidades y en esta perturbación del acontecimiento, se va cristalizando una memoria como la que se quiso recuperar en el contexto de la exposición que articuló La Cuadra y el Muro Líquido del Centro Comercial Pereira Plaza: la creada por el artista Carlos Enrique, “El Flaco Hoyos”, a través de su obra expresiva y de la recreada por nosotros, sus amigos, testigos inmutables de la vida de artista, presente hoy en una serie de imágenes y objetos recobrados a la luz de un tiempo nebuloso que extraña su cuerpo vital.
El homenaje a la vida y obra del “Flaco Hoyos” fue una ocasión para exaltar el ímpetu creativo y el espíritu enérgico que este artista excepcional le imprimió a su trabajo. La posibilidad de volver a mirar su obra, ampliada en los bocetos y notas cotidianas de sus libretas de apuntes, y de conectarnos con el gesto exacerbado de sus pinturas y dibujos, nos motiva a seguir recreando el acontecimiento de una existencia fecunda e inagotable, que no perece, sino que más bien se revitaliza en este tiempo de la memoria compartida.
Texto a propósito de las exposiciones realizadas en memoria del artista
214 La Cuadra Talleres Abiertos 20 años
De la boca de las madres escuchamos aterrorizados la narración sobre las noches en que miraban a lo lejos pasar a hombres armados quemando casas pobres, asesinando sin consideraciones de raza, sexo o edad a los ”elegidos” por el amo partidista del momento; y mientras ojeábamos “La alegría de leer”, nos tropezábamos con textos sobre diversas historias de la violencia en Colombia, donde no era necesario descifrar las letras para comprender a través de las fotos, las barbaries descritas por la voz de la madre...
De la madrugada en que el terror los eligió y salieron corriendo, dando tumbos entre árboles y ríos, hasta retomar el aliento para no ser asesinados, cargando a sus hijos como única pertenencia no negociable, tocaron puertas de extraños, guiados por la necesidad empezar de nuevo en tierras lejanas, diferentes a aquellas en las que cada mañana acariciaban el amor campesino de sus entrañas... exiliados en su propio país.
Las desventuras de Caperucita Roja, de Hansel y Gretel o de la Bella Durmiente, daban risa en paralelo con las realidades abiertas y descarnadas que han vivido muchas familias colombianas. Con la diferencia que el horror no ha terminado y aún no hay finales felices, ni príncipes que gobiernen con respeto o equidad después de un beso, porque cuando nacimos nosotros, nos esperaron los estatutos de seguridad y los estados de sitio promulgados año tras año por el gobernante de turno.
Sabemos también de millones de desaparecidos, de la guerra que cambia de disfraz entre el hambre y los ejércitos mutantes de nombres, de falacias, de estratagemas para enervar nuestros ánimos y seguirnos matando.
Los niños, las niñas y jóvenes de la anterior y de esta generación, enarbolan las banderas de nosotros los adultos, los viejos y los de ahora sufren las consecuencias demenciales de unas guerras ajenas, enlistados como soldados sin elección ni conciencia, engrandecen las cuentas oficiales del recurso de un país que piensa que la felicidad está resuelta con la compra de armas para contrarrestar a los otros, cualesquiera que sean. La guerra, una oprobiosa confrontación que ha condenado la vida de niños y niñas que aún no nacen, esclavitud tatuada en el alma.
Porque en Colombia la paz es como una dama o más bien una vieja loca que se empecina en entrar a una casa rota, caída, casi en ruinas, destrozada, para ordenarla; camina como perdida, noche y día, por calles bombardeadas y no se cansa, no se cansa de gritar con palabras vivas a un mundo de muertos... Va mal vestida, demacrada, con rasguños de metrallas, muchas veces atrincherada, cojeando, despeinada, con la melena mal peinada, enfrentando nada más que a la guerra, señora de nuestras tierras... Qué valentía, qué integridad, qué persistencia la tuya, Señora Paz. Bienvenida, por siglos era esperada.
Niños y niñas de la Fundación Enfances 2/32 Francia Colombia
La Cuadra, exposición “Puntada sin dedal”, julio de 2019
Los primeros hombres bajaron del cielo en el estómago de una anaconda, que también era canoa. Navegaron río arriba y desembarcaron en el centro de la selva donde se dispersaron para levantar maloca y hacer gente serpiente Mito de la tribu amazónica Desana del Vaupés
Hace años, persiguiendo el conocimiento chamánico, navegué los ríos Inírida, Guaviare y Vaupés, visitando las comunidades indígenas y participando de sus relatos y ritos. En el 2015, inspirado en las imágenes de los petroglifos tallados en la piedras, y tomando los mitos y ritos de la tribu Desana del Vaupés, hice un libro de dibujos llamado Los cantos del Chamán.
Tomar los mitos indígenas es una forma de recuperar la memoria viva de los hombres, que conservando la cultura de sus ancestros, cuidan para todo el planeta el equilibrio ecológico de la selva, ese inmenso pulmón de la humanidad, cada día más acosado por la guerra, la contaminación de la minería, la deforestación y el robo de la biodiversidad. La anaconda es el símbolo del agua. Consciente de esto, y uniéndome a los cientos de artistas que hoy día hacen con su arte resistencia contra el cambio climático, inicie por los ríos de Colombia y algunos del exterior, el proyecto artístico titulado El camino de la anaconda. Este consiste en dibujar in situ, con tinta china sobre papel de seda, largas serpientes de seis metros, que enseguida arrojo a la corriente. Estos dibujos están hechos con la técnica china de insuflar cada trazo con aliento, la energía vital de la respiración. Cada dibujo se convierte así en geometría resonante, mantra gráfico, en talismán. Por eso, cuando la serpiente toca el agua, cobra vida y cumple el propósito de sanarla. Esto recuerda el trabajo de la palabra, aplicada sobre las moléculas de agua, de Masuro Emoto.
Mi serpiente, una propuesta de arte contemporáneo, que es dibujo, caligrafía y performance, tiene ahora seis estómagos donde están representadas: la palabra–hacha, la energía cósmica, los dioses y los hombres, los animales, las semillas, los signos y las imágenes. Es como una nueva Arca, que tiene el propósito de invitar a todos a defender los ríos, a conservar el ambiente que nos queda.
Viajar con cien serpientes de papel, recuerda al culebrero, ese desaparecido personaje popular que nos enseñó en los parques el asombro, con su cuento, poesía, teatro y performance. Esta bitácora contiene las serpientes pequeñas, hechas en los viajes hacia los ríos, tanto por tierra, como por aire. Los dibujos están hechos a 10 mil pies de altura, en las páginas de las revistas de avión, en la libreta de apuntes, sentado en las pirámides de la Luna y el Sol en Teotihuacán, y al borde del Sena en París. Otras serpientes resultan de frotar piedras con fósiles y de hacer palimpsestos sobre la memoria de mis antiguos dibujos. La mayoría son a lápiz y tinta, pero también las hay con sangre de dedo cortado o simbólicamente trazadas sobre mis últimos electrocardiogramas. Todas están dibujadas con ojo de serpiente, mano de tigre, mucho aliento y un corazón resonante.
Dioscórides Pérez Julio 31 de 2019
Serpiente Serpiente SerpienteBordamos, tal vez, porque unas manos pueden transformar las cosas y necesitamos transformarlas en cosas bellas porque ya muchas manos trabajan en hacer lo detestable, lo innombrable, lo incomprensible.
Teresa Sordo VilchisEntre punzadas de agujas, momentos de reflexión y agradables conversaciones se entretejen puntadas de esperanza, amor y perdón, que esbozan anhelos, sueños e inclusive miedos de aventureros que se animan a dar vida a un bordado simbólico, con tan solo una aguja y una hebra de hilo, niñas, niños, jóvenes, madres y padres plasman en un lienzo las coordenadas de aquello que quieren decir anudando en un lenguaje propio la imagen de lo que para ellos representa, un esfuerzo personal e inseparable a su propia subjetividad.
Cada uno de ellos esta inmerso en un contexto cultural que interviene en su forma de pensar y de comportarse hasta el punto de prohibir sus deseos y mas grandes sueños. Nada llega a ser mas placentero que poder satisfacer ese deseo indestructible que nos gobierna o aflige diariamente.
El bordado como manifestación del arte le permite a cada uno de ellos expresar lo que no se puede expresar, decir lo que no se puede decir y sentir lo que no se puede sentir.
Las puntadas dadas transformaron, permitieron que el dolor retorne al campo de la conciencia y se pueda trabajar con ello, se pueda saber y hacer.
Ha sido un proyecto de construcción grupal donde cada uno deja un pedazo de si para que cualquier persona que observe el trabajo elaborado y encuentre un sujeto fragmentado que busca unir constantemente su deseo para poder superar, perdonar y continuar con lo que ha descubierto.
Por ello las risas, los silencios y las memorias que surgen durante una jornada de bordado logran mantener con vida los momentos especiales y las tragedias que quisiéramos olvidar pero no podemos, y esta bien, así un pañuelo no hará un país en paz ni le dará justicia a un pueblo, pero si humaniza y refleja consigo momentos de dolor, retratos de quienes hemos amado, películas que nos han encantado, frases que nos inspiran, sueños personales y también aquello que no logramos comprender.
Se crea, se sublima y se simboliza como una carretera de vida que se pavimenta con cada puntada.
Nicolás Muñoz Giraldo Fundación Enfances 2/32 Francia Colombia Proyecto ”Hilvanado historias”, octubre de 2019
Una vez al año La Cuadra se vestía de tango y de milonga, la bohemia llenaba sus calles y las salas de exposición; ese día el público cambiaba, volvían esas personas con las que empezamos a soñar este espacio, se juntaban con los jóvenes ávidos de arte y música. Ese día ellos no bailaban, se quedaban sentados y se deleitaban viendo a la pareja en su danza sensual, escuchando historias de amor y desamor a ritmo de bandoneón.
JESÚS CALLE. Estudió en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Tecnológica de Pereira. Ha realizado más de 100 exposiciones individuales y colectivas dentro y fuera del país, especialmente en países como Suiza, Francia y Estados Unidos. Además de haber consolidado un proyecto artístico propio, ha sabido combinar su trabajo con la docencia y el diseño gráfico, campos en los cuales ha ob tenido reconocimientos en convocatorias y concursos a nivel local, nacional e internacional. En 1986 participó de la fundación de la Galería El Taller de Pereira, espacio expositivo que permaneció abierto una década. En el 2000 participa en la cofundación del proyecto cultural La Cuadra Talleres Abiertos y se mantiene vinculado a él hasta su terminación en 2020. En 2007 recibió de la Alcaldía de Revignysur-Ornain en Francia, la medalla “Ciudadano de Honor” por su trabajo en la Residencia de Artista con las escuelas, colegios, y centros culturales de Revigny y Bar-le-Duc. En el 2010 es invitado nuevamente a Francia donde realiza tres exposiciones en el marco del programa Residencia de Artista en los de partamentos de la Marne (Vitry-le-François) y de la Meuse (Bar-le-Duc y Revigny-sur-Ornain), donde realiza múltiples talleres de creación con artistas locales, escuelas, colegios, instituciones educativas y con la comunidad en general. Su obra hace parte de importantes colecciones dentro y fuera del país.
VIVIANA ÁNGEL CHUJFI. Licenciada en Artes Plásticas de la Facultad de Bellas Artes y Humanida des de la Universidad Tecnológica de Pereira. Realizó estudios de Pintura en la Escuela Massana de Barcelona y un Stage en Restauración en el Atelier des Petits Champ en París, Francia. Su formación incluye trabajos realizados para diversos museos e instituciones en Francia y Colombia. Ha expuesto en Austria, Francia y Colombia. En el 2000 participa en la cofundación del proyecto La Cuadra Talleres Abiertos y se mantiene vinculada a él hasta 2007. De 2006 a 2012 participó como curadora para la Con vocatoria Imagen Regional del Banco de la República por los departamentos de Antioquia, Eje Cafetero y Tolima. Viene incursionando en el área editorial con algunos libros ilustrados de diversos géneros, publicados por Comfenalco Quindío, entre los cuales se encuentran: El viaje de Amelia (2005), La gran aventura (2006), Antología poética de Federico García Lorca, primera edición (2007), segunda edición (2020) y Rondas y cuentos infantiles (2020). Ha ganado dos convocatorias de investigación histórica con la Secretaría de Cultura de Pereira: “Memoria e historia social del río Otún en la cuenca media-alta”, (2014) y “Martín Abad no ha muerto - Entre la Plaza y el Río”, (2017). En la actualidad participa en proyectos de urbanismo táctico con obras en espacio público y en procesos pedagógicos de formación en artes plásticas para agentes educativos en instituciones públicas y privadas en el Eje Cafetero. Tam bién con talleres para comunidades y programas de mosaico en diversas ciudades de Colombia.
LUCÍA MOLINA DE BOTERO. Gestora cultural del Colombo Americano Pereira, Cartago, cargo que ejerció por espacio de 38 años. Hizo parte del grupo de confundadores La Cuadra Talleres Abiertos y gracias a su gestión logró la vinculación de la sucursal del Colombo desde septiembre de 2000. Ade lantó una importante labor en el campo cultural de la región mediante el desarrollo de programas culturales y académicos que buscaban ofrecer espacios propios y alternativos para lograr una mayor cobertura en la difusión y promoción de las artes. Como gestora mantuvo una estrecha relación con los artistas de la región, no solamente por la oportunidad que les brindó para presentar sus obras en la Sala del Colombo Americano, sino también por la gestión de espacios en otras ciudades del país.
JAVIER GARCÍA JARAMILLO. Ingeniero Civil y fotógrafo. Desde 1975 expone su trabajo en diferentes contextos del país, en eventos colectivos y salones nacionales. En 1977 realiza la primera exposición individual “El color en Javier García”, en Pereira, Manizales, Bogotá y Cali. En 1986 participó de la fundación de la Galería El Taller de Pereira, espacio expositivo que permaneció abierto una década. En 1989 “Jaulas abiertas”, Sala Quimbaya, Fomento al Turismo Pereira, trabajo que itineró por todos los municipios del Departamento de Risaralda. En 1989 “En algún lugar del tiempo”, Museo de Arte de Pereira. En el 2001 “Inmersión” Centro Colombo Americano Pereira y Sala Torre de Estancias, Univer sidad Nacional Sede Manizales. En el 2005 “Carta-Color” en el Centro Colombo Americano de Pereira. En 2000 es seleccionado en IX Salón Regional de Artistas, Museo de Arte de Pereira. Su trabajo fue incluido en la exposición y libro “Historia de la Fotografía en Colombia 1950-2000”. Artista invitado al Salón Imagen Regional V, Zona Centro en la Sala Múltiple Banco de la República, Manizales en 2006, con la serie ¡¡Fuego!! Seleccionado con la misma obra para participar en Imagen Regional V en la Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá en 2007. Las últimas exposiciones se articulan en las siguientes muestras: “Arena”, 2011; “Carta color”, 2014; “Festival de teatro 1997”, 2014; “Fuego” segunda serie, 2014; de la serie “Laguna del Otún, 1979”, 2016; “Refracción”, 2016; “Manhattan”, 2018; “Risaralda años 70”, 2019; “Cartas color”, 2020. Entre el 2000 y el 2001 participó de algunos talleres de formación con el maestro Luis Fernando Valencia.
CARLOS ENRIQUE HOYOS BAENA “El Flaco” (1951-2019). Un muchacho de provincia con ganas de viajar y pintar para comerse el mundo. Recordado como un personaje icónico en el ámbito cultural contemporáneo, con un disciplinado oficio como pintor, dibujante y grabador. Dejó una prolífica obra neoexpresionista, con un trazo influenciado por sus ancestros calígrafos, una paleta vibrante y fuertes contrastes, que hablan de su personalidad fuerte y controversial. Después de terminar su Licenciatura en Artes en la Universidad Jorge Tadeo Lozano (1975), decidió recorrer y vivir en distintos países de Europa como Francia, Italia y España, donde estudió y desarrolló obra. A su regreso a Colombia se instaló en Cartagena donde creó un importante repertorio de su trabajo. Su obra puso a Pereira en el mapa del arte contemporáneo nacional a partir de sus participaciones en el Salón Atenas del Museo del Arte Moderno de Bogotá, curado por Eduardo Serrano. Expuso en las principales salas del país, siendo seleccionado en varias ocasiones para el Salón Nacional de artistas (1978-1990-1992-1994). Además, expuso en la Roma (1980), Barcelona (1981), el País Vasco (1984), la Bienal de Sao Pablo (1985), la Bienal de la Habana (1986), Francia (1989) y Bruselas (1989) por mencionar solo algunos lugares. En el 2000 participó de la creación del proyecto cultural La Cuadra Talleres Abiertos y, posteriormente de la iniciativa Corto Circuito, Escenarios para el Arte. Durante varios años se desempeñó como curador de la Sala Carlos Drews Castro de la Secretaría de Cultura, una labor en la que buscó impulsar jóvenes talentos del arte local. Una parte importante de su obra hace parte de la colección del Museo de Arte de Pereira, quienes la recibieron en donación, como un tributo a la memoria de su hijo Valeriano Hoyos Fadul.
233 Tema
MARTÍN EDUARDO IBÁÑEZ. Gestor cultural y miembro fundador del proyecto cultural La Cuadra Talleres Abiertos. Durante los años 2004 y 2013 coordina para la CARDER el programa de huertas co munitarias, enmarcado en las temáticas de agroecología urbana. Durante los años 2015 y 2018 viaja a Brasil, vinculándose al proyecto cristal de agua, reserva natural ubicada en el estado de Goiás, cerca a Brasilia. Desde finales del 2018 coordina las actividades del proyecto Arka de la tierra, propuesta de protección y conservación en la vereda Volcanes, vía La Florida, municipio de Santa Rosa de Ca bal, donde se desarrollan labores encaminadas a la producción con tecnologías limpias, basadas en conocimientos ancestrales, así como la dinamización y propagación de técnicas agroecológicas para abastecimiento de verduras y vegetales sin agrotóxicos, para que sean replicadas en las comunidades. Asimismo, desarrolla proyectos orientados a la protección de los sistemas hídricos de la zona.
EDWIN LAVERDE. Fotógrafo documental de la naturaleza y la biodiversidad de Colombia, desde 1998. Ha realizado más de 40 exposiciones de su trabajo en Colombia y Estados Unidos. Ha unido la fotogra fía, el arte, los medios de comunicación y su interés por la naturaleza, a partir de la creación de piezas editoriales y educativas; la escritura de crónicas de viaje y artículos de naturaleza; la realización de do cumentales sobre la diversidad biológica del país y el desarrollo de charlas sobre fotografía de natura leza y conservación de la biodiversidad en colegios y universidades. Su búsqueda artística se centra en la belleza matemática de la naturaleza y cómo poder evidenciar, a través de sus capturas fotográficas, el vínculo que tenemos todos los seres vivos. Sus obras de fotografía de aproximación, son el resultado de un trabajo consciente, basado en la investigación desde lo científico, biológico, ambiental, cultural y artístico, cuya raíz es la experiencia constante y directa con la naturaleza. Actualmente es el Director de la Fundación Laverde Biodiversa.
MARÍA GARCÍA ISAZA. Magíster en Gestión Cultural de la Universidad Complutense de Madrid, Maestra en Arte con énfasis en Artes Plásticas de la Universidad de los Andes. Dirigió la Corporación La Cuadra Talleres Abiertos entre el 2014 y el 2020. Crea y expone su obra fotográfica. Actualmente es la coordinadora cultural de la Alianza Francesa de Pereira.
PABLO CALLE VILLEGAS. Diseñador gráfico, dibujante, ilustrador digital y fotógrafo. Ha participado de varias exposiciones de dibujo y pintura en La Cuadra Talleres Abiertos; en 2017 fue invitado a par ticipar de la exposición Quand Gaïa rencontre Aluna, performance de música y pintura en la Galería Living Art’s en Marsella Francia. Desde el 2015 hizo parte del relevo generacional de La Cuadra; ac tualmente se desempeña como diseñador y editor de libros, también como profesor de arte y diseño en la Fundación Enfances 232 Francia Colombia.
DANIEL HERRERA. Técnico de sonido, músico y fundador de la empresa SPL. No fue fundador del proyecto de La Cuadra, pero estuvo desde el principio cumpliendo con su labor de sonidista. Sobre la experiencia La Cuadra, señala: “Miro hacia atrás y recuerdo un montón de historias. Mi rutina del primer jueves de cada mes empezaba varios días antes, con una llamada del coordinador del momen to para revisar el rider técnico de cada evento. En mi trasegar por este espacio hice grandes amigos: Viviana, Edwin, María, Lucía por citar solo algunos. Siempre llegaba primero que todos, para hacer el montaje del sonido y luces; los últimos años la instalación del fluido eléctrico corría por cuenta de la Empresa de Energía de Pereira; antes lo hacía yo personalmente, desarmando la caja de los tacos en el taller de “El Flaco”, luego en el taller de Chucho y, por último, en el Colombo Americano. Todo trans curría entre las pruebas de sonido y el show. Cuando todo sonaba era tiempo de la primera cerveza, luego hacía un recorrido por los talleres, aunque a veces no terminaba por diferentes circunstancias. En algunas ocasiones no me podía mover de la tarima porque había varias bandas, sin embargo, cuan do todo fluía, me encontraba con mis amigos y veíamos las exposiciones, comíamos, tomábamos algo o simplemente nos parábamos a hablar. Al terminar la música me iba de visita donde mi buen amigo Javier y allí empezaba la tertulia, después era posible que se presentara una fiesta o simplemente, me iba a mi casa, agotado del trajín.”
Este libro se terminó de imprimir el 30 de octubre de 2020, en Panamericana Formas e Impresos S.A. La edición estuvo al cuidado del equipo que realizó la coordinación editorial y contó con el apoyo de voces y solidaridades que desbordan la extensión misma del proyecto.
¡A todos, muchas gracias!