EL DESTRABALENGUAS Aprendí hasta decirlo de corrido y sin trabarme, el destraba lenguas de los tres tristes tigres que tragando se atragantaban con el trigo recién trillado. No era clara mi voz, estaba contaminada por tonadas y acentos lugareños. Tan inhábil que patinaba en lábiles sílabas atormentados bisbiseos sibilantes. Ahora quiero que mis palabras fluyan, que se deslicen cristalinas, aceitadas sin tropezar ni atorarse en difíciles vocablos de complicado discurso, ni que se enreden en el arabesco caprichoso de una oración contrahecha. Es que nunca mi elocuencia tuvo un modesto lugar en tus oídos. Sólo gestos, miradas y estas manos 35