Sistematización de la experiencia y reflexiones para compartir
ANEXO 3 ANTECEDENTES DEL CONTEXTO SOCIOPOLÍTICO NACIONAL
1.
EL RESCATE DE LA DEMOCRACIA Y SU SOTERRADO SECUESTRO POR LOS PODERES ECONÓMICOS
A la larga noche en que estuvo sumido el Perú desde el 5 de abril de 1992, cuando el presidente Fujimori disolvió el Congreso de la República e instauró su dictadura pseudodemocrática33, no le siguió un nuevo día de sol y alegría como la población peruana esperaba y merecía. Pese al retorno del régimen aparentemente democrático, el aparato estatal, los medios de comunicación y el imaginario de la ciudadanía siguieron –y siguen aún, a fines de 2020– mayormente capturados por una coalición de grandes poderes económicos –legales e ilegales– armándose organizaciones partidarias a partir del año 2000. Las dos primeras décadas del siglo XXI han sido como un largo día de invierno, húmedo y oscuro, con escasos momentos de sol que desatan la algarabía popular. La esperanza en el cambio social que nos llevará a una sociedad inclusiva, justa y democrática que anhelamos, a la utopía posible. Esa esperanza, que en el imaginario de las mayorías –por obra y gracia de la cultura hegemónica, sus libros de historia, héroes y narrativas– descansa en la llegada de un “salvador”; solo puede hacerse realidad por la acción consciente, organizada y concertada de los pueblos en movimiento, no por la milagrosa llegada del príncipe o el mesías. Pero los movimientos sociales, los llamados “nuevos movimientos sociales”, que emergen y se levantan, a ellos apenas se les abre un espacio, un poco de aire; son mucho más débiles y tardíos en el Perú que en el resto de Abya Yala, debido sobre todo, a que acá el ambiente, el clima social, sigue envenenado con la narrativa terrorista, criminalizando toda actividad política organizada que no vaya a favor del statu quo, narrativa instaurada desde el régimen fujimorista en adelante.
33 Sinesio López denomina a este régimen “democradura”: cuenta un congreso formal, pero es un autoritarismo real que concentraba el poder en el Ejecutivo. Las elecciones de 1995, orquestadas desde el sillón presidencial para legitimarse ante la comunidad internacional y la ciudadanía, confirmaron su carácter autoritario, la captura y el abuso de las instituciones de los diversos poderes del Estado, bajo la apariencia de una democracia electa en condiciones justas y libres.
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