MARÍA DOLORES, TATI, FERNÓS- LÓPEZ CEPERO
A
unque su nombre de pila ha tenido mucha trascendencia en Puerto Rico, aún quienes no la conocen personalmente, pero sí por sus dichos y haceres, la llaman Tati. Tiene mucho que ver con sentirla cercana, cálida, aliada de las causas que más afectan al Pueblo y por la claridad y franqueza para decir y opinar sobre las cosas en las cuales cree. Es fundadora y activista de la Organización Puertorriqueña de la Mujer Trabajadora (OPMT), al tiempo que forma parte de la dirección de importantes organizaciones que contribuyen todos los días al bienestar de nuestra sociedad. Sabemos que la historia o quienes la escriben con frecuencia invisibilizan las vidas de las mujeres, sus características, sus aportaciones y las acciones que las destacan. Tanto así no ha ocurrido con Tati, pero en ocasión de nuestro trigésimo noveno aniversario, nos complace dedicarle este número especial de Mujeres en Marcha, que hemos preparado como revista para la ocasión, justamente porque al considerarla un ejemplo a seguir, queremos dejar consignados algunos aspectos que apreciamos de su vida, muchos que son parte de nuestra propia historia. Nació en Santurce, hija de Doña Rosalina López Cepero y del Dr. Antonio Fernós Isern, quien fuera Comisionado Residente de Puerto Rico en Washington. Su niñez, adolescencia y primeros años de la adultez transcurrieron en Villa Palmeras, junto a su hermano mayor Antonio (Toñito) y el menor, Manuel (Manolete). Cursó la escuela elemental y secundaria en la Academia del Sagrado Corazón. Rebelde contra las desigualdades protestaba porque le tocaba ayudar en las tareas domésticas, pero no a sus hermanos y porque las dos calles del vecindario más cercanas a la casa fueran el límite para las incursiones con su bicicleta. “…y eso me reventaba, no podía ir tan lejos en la bicicleta como mis hermanos” (Entrevista del 31 de enero de 2021 en el Nuevo Día.) Quería seguir estudios universitarios en el campo de las Ciencias Políticas, por lo que se matriculó en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico (UPR), una de las más combativas del recinto riopedrense. Como ha reconocido, el ambiente universitario cambió su mundo. Confirmó la injustica de las desigualdades y descubrió que éstas van mucho más allá de la imposición de determinados roles a las mujeres. Hubiese querido continuar estudios graduados en las Ciencias Políticas, pero al analizar el panorama encontró que la oferta para esa disciplina era muy limitada entonces. Próxima a terminar el bachillerato, optó entonces por el Derecho como una alternativa para alcanzar su principal meta de combatir las desigualdades y adelantar las causas de las personas que vivían en mayor vulnerabilidad por la pobreza, el racismo y defender el derecho al respeto de su dignidad. En su trayectoria como jurista y desde los varios escenarios donde ha ejercido, siempre ha dado fiel cumplimiento a ese compromiso. Obtuvo el Juris Doctor de la UPR en el 1970 con los más altos honores, como ocurrió con el grado de bachillerato. Luego se trasladó a la Universidad de Columbia en Nueva York para cursar una maestría en Derecho, la cual culminó exitosamente al cabo de un año. Eran muy pocas las mujeres en ese espacio académico y, al menos en su clase, la única latina era la boricua de Villa Palmeras. La carrera de abogada de Tati, no pudo comenzar en mejor lugar para demostrar su fidelidad con el pueblo puertorriqueño y los
Mujeres en marcha edición especial OPMT 39 aniversario - 9