Enjuiciamiento a la historiografía tradicional: ¿criterios occidentales? Para cerrar este último capítulo, enjuiciemos un nuevo texto de la Gran Historia del Perú 674 que tiene que ver con este asunto. Se nos dice en efecto que “la reciprocidad puede ser también concebida como asimétrica. La asimetría estaría dada porque el bien que se ‘devuelve’ (en la reciprocidad) o se recibe (en la redistribución) parece, según el criterio de Occidente, no ser equivalente...”. Sin duda se nos ha querido decir: “algunas modalidades de reciprocidad, son erróneamente vistas como asimétricas cuando se las aprecia o analiza con los criterios de Occidente (esto es, con los tradicionales y etnocéntricos criterios de Occidente)”. Debemos admitir que ciertamente han habido –y hay– “criterios occidentales”, como han habido –y hay– “criterios andinos”; esto es, valores y modos de pensar e ideologías que, en general, pueden reconocerse como específicos de dichos mundos. Pero es obvio que reconocer ello no es suficiente. No tenemos ningún derecho a ser tan generales. Porque muchas absurdas y gratuitas generalizaciones siguen dando lugar a graves equívocos como los que estamos enjuiciando. Así, hablando de “criterios andinos” por ejemplo, con todo lo dicho hasta aquí, hay elementos de juicio suficientes para admitir que, así como había “criterios inkas”, había también “criterios chankas”, “criterios chimú”, “criterios kollas” y “criterios cañaris”, para sólo citar unos cuantos. ¿Eran acaso idénticos? En ese orden de cosas, pero específicamente en relación con el arte prehispánico, y
con la cerámica en particular, Pease 675 distingue claramente por ejemplo entre “criterios artísticos inkas” y “criterios artísticos andinos”. Aquéllos sin duda deben ser entendidos como los “característicos y específicos del pueblo inka”. Y éstos, en el contexto en que los distingue dicho historiador, como “la adición o integración de los distintos criterios artísticos del mundo no–inka”. No puede desconocerse, sin embargo, que cuando se habla de “criterios artísticos andinos”, puede también estarse haciendo referencia a otros dos contenidos distintos: la integración de los criterios artísticos de todos los pueblos andinos, incluido el inka –equivalente a sumatoria de conjuntos–; o los criterios artísticos comunes a todos los pueblos andinos –equivalente a intersección de conjuntos–. En fin, en éste como en todos los casos en que estemos ante una evidente polisemia, tenemos pues obligación de ser escrupulosos, precisando específicamente qué connotación estamos usando. Pues bien, si porque son objetivamente distintas entidades, podemos reconocer la diferencia entre “criterios artísticos inkas” y “criterios artísticos no–inkas”, ¿no resulta absolutamente obvio entonces que durante el Imperio Inka también había “criterios inkas” y “criterios no–inkas” sobre la religión, la guerra, la justicia, la reciprocidad, el amor, la familia, etc.? ¿A título de qué, pues, gran parte de la historiografía tradicional, violentando la lógica más elemental, sigue asociando e identificando “mundo inka” con “mundo no-inka”; esto es, confundiendo e identificando una “parte” con su “complemento”? ¿Y por qué también se sigue asociando e identificando “mundo inka” con “mundo andino”; esto es, confundiendo a una “parte” con el “todo”?
TAHUANTINSUYO: El cóndor herido de muerte • Alfonso Klauer
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