zándose los pobladores de las distintas naciones de los Andes. Ello puede contribuir a apreciar cuán rapidamente entendieron los pobladores andinos los mecanismos discriminatorios que, poco después, pusieron en práctica los conquistadores europeos 439. Resulta sugerente sin embargo poner algún énfasis en un aspecto de este problema social. En efecto, los pobladores de las naciones andinas se percibían, con claridad, mutuamente distintos unos de otros, aun cuando sus diferencias (idiomáticas, de vestido, etc.) fueran muy sutiles. No obstante, percibieron como un conjunto homogéneo a los conquistadores europeos: “todos parecían muy iguales” –registró Huamán Poma de Ayala 440–. Es decir, no percibieron diferencias entre extremeños, andaluces, manchegos, catalanes, etc. Ni las de esos españoles con los portugueses e italianos, e incluso moros y judíos, que los acompañaron en la conquista.
tas, y reconquistas militares, puede presumirse que la población masculina era sensiblemente menos numerosa que la femenina, en particular –insistimos–, en los pueblos y naciones sometidos dentro del Imperio Inka. ¿Puede suponerse algún porcentaje? Sí. Los resultados de un censo en Lunahuaná, en 1577 –a 45 años de iniciada la conquista española–, cuando todavía no se habían borrado muchas de las secuelas de la política imperial inka, muestran que allí la población femenina era 29 % más numerosa que la masculina. María Rostworowski 442, en efecto, reproduce la siguiente información censal:
Cuadro Nº 7
Población de Lunahuaná (1577) A su turno, los primeros conquistadores europeos no hicieron distingo entre las diferencias nacionales de los pobladores andinos. Y si las percibieron, no les concedieron importancia, les resultaron irrelevantes. Para ellos, en la práctica, todos los hombres andinos “eran iguales”. Así, Paulo, un hijo de Huayna Cápac con mujer huaracina, que se autoreconocía como bastardo, y por consiguiente impedido de acceder al trono imperial, fue sin embargo coronado Inka por Almagro 441.
De hecho, entonces, conjuntamente con el sexo y el estrato social al que pertenecían los individuos, la nacionalidad fue pues también un importante factor de discriminación social en el mundo andino, específicamente durante el Imperio Inka, pero muy probablemente desde mucho antes.
El celibato masivo: dramática consecuencia Como consecuencia de las cruentas guerras de conquista, rebeliones independentis-
Hombres Tributarios Viejos Niños Mujeres de toda edad
740 89 601
Total %
1 430 100
Mujeres
1 846 1 846 129
Asumiendo, con carácter de hipótesis, que la población de mujeres en el conjunto del imperio fue superior en ese orden de magnitud (30 %) a la de hombres, ¿puede presumirse, a su vez, que con la poligamia se absorbió dicho excedente de población femenina? Huamán Poma, el célebre cronista mestizo, registró una escala que muestra probablemente la máxima cantidad de mujeres a las que tenía derecho cada funcionario que estaba a las órdenes del emperador Inka 443. Y Valcárcel 444, logró reconstruir la escala jerárquico–organizativa que se puso en práctica
TAHUANTINSUYO: El cóndor herido de muerte • Alfonso Klauer
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