Prólogo
Literatura: (Del lat. litteratūra). 1. f. Arte que emplea como medio de expresión una lengua. 2. f. Conjunto de las producciones literarias de una nación, de una época o de un género. Esto, según la Real Academia Española. Que si lo dice la RAE, es que es verdad. Como que «whisky» se escribe «güisqui». Aunque suene como si vivieras dentro de un tebeo de Mortadelo y Filemón. Literatura, decía. Vaya historia. Para muchísima gente, la literatura es parte esencial y fundamental de la vida. Ya no por todos los que vivimos del ramo: escritores, correctores, traductores, agentes, editores, publicistas, libreros, cretinos, comerciales, distribuidores, almaceneros, reponedores, cajeros, periodistas…; ay, coño, si te paras a pensarlo, parece que viva más gente de esto que del mercado inmobiliario. Claro que ahora mismo casi nadie vive del mercado inmobiliario. En fin, que somos muchos, decía, los que vivimos de la iteratura; incluido un servidor, que iba para historiador y acabó haciéndose librero. Y de todos estos, somos bastantes los que la amamos. Seguro que tú también tienes alguna experiencia al respecto. Aquel libro que te confortó tras aquella ruptura, lo que leías aquel verano cojonudo, o lo afortunadamente aburrido que era ese autor, tanto que levantaste la vista y viste ese par de piernas, ¡oh, sí! Cuántos culos, cuántos torsos musculosos, cuánto escote de vértigo hemos podido contemplar gracias a Los pilares de la tierra, libro que todos hemos leído, y cuyas descripciones catedralicias casi todos nos hemos saltado. Sí, para muchos de nosotros, la literatura es parte de la vida, de la misma forma que puede serlo comer, respirar o echar un polvo.