ARTÍCULO
ALMA MATER
EL “EFECTO URGENCIA”
POR UNIVERSIA MÉXICO
¿
Por qué nuestro cerebro nos desvía de nuestras prioridades cuando sabemos que tenemos algo importante de qué ocuparnos? Procrastinar es el término que designa la tendencia a demorar, retardar o retrasar una actividad que nos toca realizar. Todos somos procrastinadores en alguna faceta de nuestra vida, y esto se debe al “efecto de urgencia”, un fenómeno cuyo responsable es nuestro cerebro. Aunque la procrastinación se considere una actividad negativa, el proceso tiene beneficios para la salud y nuestro equilibrio mental. Es ley de vida: basta con que sepas que tienes encima la fecha límite para entregar un informe o un trabajo para que surjan cientos de actividades complementarias que requieren tu atención y de las que debes ocuparte urgentemente. Así es: aunque no seas consciente de ello, es tu cerebro quien está dirigiendo tu voluntad y buscando satisfacción inmediata frente a las recompensas a largo plazo. Es esta inmediatez en sentirse satisfecho lo que hace que hablemos del “efecto de urgencia”. Nuevos estudios arrojan luz sobre el comportamiento humano que tiende a llevarnos a realizar tareas prioritarias pequeñas primero, posponiendo las obligaciones realmente importantes y que nos condicionan. Esto se debe a la interpretación del cerebro que
hace de estas obligaciones, porque las actividades importantes con resultados grandes suponen alcanzar una meta más lejana, mientras que las tareas urgentes, pero con menor relevancia, se traducen en una calma y satisfacción reales y palpables al instante. Por eso motivo, durante la semana de plazo para entregar tu proyecto decidirás poner al día las carpetas de tu PC y contestar varios mails acumulados, o recordarás que debes pedir cita al dentista lo antes posible. ¿Cómo controlar al cerebro para que no nos conduzca a la demora? Planificar y racionalizar las obligaciones es una buena forma de superar una procrastinación desmedida, que puede conducirnos a situación de estrés. Un ejercicio muy sencillo es hacer una clara división y valoración de las tareas, colocando las etiquetas de “Urgente o “No-urgente”, y de “Importante” o “No-importante”. Así decidirás cuándo abordar tus verdaderas prioridades. Para engañar a tu cerebro es muy útil que, tras valorar la importancia de tus tareas pendientes, urgentes y prioritarias, las organices en pequeñas tareas y apliques un proceso de microprogreso, de manera que vayas alcanzado pequeñas metas que, en poco tiempo, se convertirán en el gran resultado buscado. Recuerda que dejar a tu cerebro vagar y detenerse en otras actividades puede ser muy beneficioso para tu capacidad creativa, siempre que mantengas tus niveles de productividad y de compromiso con tus obligaciones. También permítele realizar actividades con las que disfrute, se distraiga y le aporten un estado saludable. Así que, ya sabes: mima a tu cerebro de vez en cuando y deja que sea un poco caprichoso.
Foto: Shutterstock.
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