LOS ANIMALES Y SUS DERECHOS
S A M I T IC O V N R A E S UM O N OH A O SUM H C N E O R E LC D EL DE Los animales no fueron creados para ser devorados por la humanidad, no siendo indispensable la carne de ninguno de ellos en el régimen de alimentación humana. La masacre organizada en los mataderos Como un invento maléfico propio de quien ve a los animales como cifras, en modernas granjas fabriles se utilizan a los animales en la denominada cría intensiva, con el fin de producir mayor cantidad de proteínas y bajo métodos que establecen condiciones de vida totalmente artificiales. “Estas granjas han traído un alto costo en sufrimiento animal y en la economía, debido a los alimentos empleados, equipos e instalaciones”, afirma el premio nobel de Física Alfred Kastler. La tendencia actual es criar a los animales intensivamente y en total confinamiento. Todos los recursos científicos son empleados para el avance de mayores réditos en la producción, siendo más rápido y eficiente cuidar terneros estaqueados con tablas de madera, mantenidos en la oscuridad, privados del contacto social y su intimidad, a tener que cuidarlos en establos libres sobre paja. Los animales productores de carne son alimentados con arsénico y otros estimulantes del apetito así como con hormonas para promover su crecimiento. Obligados a sobrealimentarse con raciones muy concentradas y bajas en forraje natural, utilizadas para producir más leche o engorde, se originan problemas como indigestiones ácidas, abscesos en el hígado, úlceras en el tubo digestivo, disminuyendo así la resistencia al stress originado por las enfermedades y temperaturas extremas. Hombres de ciencia como Lorenz y Hediger insistieron en la inaceptable crueldad que significa para los seres vivos permanecer en estado de inmovilización impuesta, como la que hoy se aplica a las aves, cerdos, terneros, etc. Según la investigadora británica Ruth Harrison, los animales no sólo son privados de toda posibilidad de movimiento vegetativo sino que, además, son sometidos a otras restricciones y operaciones que, según informes autorizados, importan verdaderas
torturas. Gallinas ponedoras son sometidas por medio de la electricidad y en total confinamiento, a días interminables de luz artificial; luego de su ciclo ponedor, son forzadas a un nuevo ciclo de producción basándose en inyecciones de hormonas, o bien las matan y destinan para sopas o alimentos para mascotas. Muchas mueren bajo el agudo stress y agotamiento; otras caen por sus débiles huesos carentes de minerales. Debido a inadecuadas plantas de procesamiento muchas de estas aves son puestas a hervir vivas, o son degolladas sin ser atolondradas. Los pollitos machos que no producen huevos ni carne suelen ser aplastados y ahogados.
“Los animales más longevos, más fuertes, bravos y vigorosos son vegetarianos, representando un desmentido categórico a los que creen en la necesidad de la carnicería”. Dr. Angel H. Roffo, patólogo argentino (1882-1947)
El principal hacinamiento suele estar dado en la cría de cerdos y pollos parrilleros. Este sobrehacinamiento es estresante física y psicológicamente pudiendo llevarlos, ante de ser sacrificados, a quitarse las plumas y hasta el canibalismo, alterando procesos fisiológicos que aumentan la susceptibilidad hacia ciertas enfermedades. Por ello las granjas fabriles son dependientes de vacunas, antibióticos y drogas. Aparte de esta aislacion social y privaciones de necesidades básicas, los animales de granja están sujetos a dolores y mutilaciones. Al ganado marcado
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se le quitan los cuernos, los toros son castrados sin anestesia y a los pollos se le quitan los picos y se les extraen las crestas y barbas. Los pisos de cemento y alambre son otros factores de incomodidad y stress. Los cerdos que nacen por operación cesárea son colocados en esferas de plástico transparentes, sin volver a tener contacto alguno con su madre, permaneciendo en estos espacios reducidos hasta el momento de su muerte. Similarmente el ternero destetado es retirado y encadenado en la oscuridad. Las crueles condiciones y malos tratos que reciben los animales que son víctimas durante el transporte, evidencia el estado de conciencia de los pueblos donde la proteína animal es requerida. Grandes distancias precediendo a las matanzas y en condiciones climáticas extremas, producen pérdidas cuantiosas anuales de animales por el stress, heridas, apretujones y resbaladas, provocando contusiones y patas rotas, enfermedades, agotamiento general, sin contar la falta de agua y alimento. Todos los sistemas imaginables en un escenario del horror son empleados en animales completamente conscientes, encadenados y levantados sobre un transportador, antes de ser atolondrados. La tortura de las reses, que aún con vida son colgadas por las patas traseras, termina cuando se las mata cortándoles la garganta con sierras de motor. A otros se los cuelga desde la cabeza por cuyo peso se distienden las vértebras cervicales y los músculos del cuello; si se resbalan y se descoyuntan las patas o se quiebran, los animales caen con todo su peso. Porcinos degollados y chillando aún, son arrojados en tinas con agua hirviendo; los novillos, colgados de una pata, se retuercen, luchan, cortándose los tendones y fracturando los huesos de la pata sacudida; matados unos a la vista de otros, en suelos regados por la sangre y entre los cuerpos de los que ya han sido sacrificados...