Lee+ 149 Moda: la dictadura perfecta

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José Luis Trueba Lara

S. Nob. H

asta donde tengo noticia, la nueva palabra comenzó a popularizarse en las primeras décadas del siglo xix. Su nacimiento en Inglaterra no era resultado de una chiripada: aquí y allá se miraban las personas que no nacieron en buena cuna y que, sin ningún recato, se sentaban en los lugares más chic, con la ropa que —por lo menos a golpe de vista— rimaba a todo dar con el último alarido de la moda. El más poderoso de los caballeros les abrió las puertas que durante siglos se mantuvieron casi cerradas. A pesar de su dinero, los pelafustanes marcados por el arribismo provocaban que las cejas de la realeza se alzaran con desprecio. Ellos eran los snobs, quienes se ganaron el apelativo gracias a las listas de los exámenes de Oxford y Cambridge, en las que los profesores anotaban la abreviatura S. Nob. para que no se les olvidara que ese alumno era alguien sine nobilitate (sin nobleza) y, por lo tanto, no se parecía a sus compañeros que llegaron al mundo gracias al afortunadísimo coito de una pareja con blasones.


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