42
| n° 35 | marzo 2018
Uno de los impedimentos que tienen ciertos grupos para participar en una controversia urbana en igualdad de condiciones es lo que Bourdieu define como violencia simbólica. La violencia simbólica consiste en la imposición de ciertas convenciones discriminatorias, ocultando las relaciones de poder que permiten dicha injusticia (Castán Broto, 2013). Los individuos que sufren la violencia simbólica la aceptan, porque no la reconocen como tal (Castán Broto, 2013). En una controversia urbana, quienes comprenden las normas que regulan la planificación urbana, las tendencias del mercado inmobiliario o la forma en que se diseña y construye una edificación, pueden excluir fácilmente a quienes no manejan estos temas. Pero además, estos individuos son los que establecen cuáles son los conocimientos necesarios para participar del debate, definiendo así quién queda en mejores condiciones para deliberar. La construcción de torres hiperdensas en la comuna de Estación Central, en Santiago de Chile, durante los últimos años, es un caso que refleja la violencia simbólica que puede producirse en el marco de una controversia urbana. La proliferación de torres se produjo en un sector de la comuna que estuvo regulado por el antiguo Plan Intercomunal de Santiago (PIS), plan que se elaboró antes de que se distinguieran los ámbitos de acción de la planificación comunal e intercomunal en la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones. El PIS, establecía ciertas normas que hoy se definen a escala comunal y no intercomunal. Cuando este se derogó al publicarse el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS), en el sector comprendido entre las avenidas Exposición, 5 de Abril, Las Rejas y Ecuador quedaron sin establecerse ciertas normas urbanísticas de nivel comunal, como la altura máxima permitida.