Where You Been
Wenceslao Bruciaga @distorsiongay
Hardcore y slam de ambiente controlado: Idles en San Francisco
P
dos y algo asustados, se cagó de risa y gritó: rimero y antes que nada: Joe Talbot tiene unas pin—¡A la verga, hagan lo que quieran, vamos a bailar! ches nalgotas. Y lo sabe. Tanto, que se pone unos panY empezó con «Car Crash» de su más reciente álbum, talones tipo Dockers tan ajustados que, a su lado, el Latin Crawler, lanzado este 2021. Todo lo que vino después fueLover se vería tan plano como mis propias nalgas. ron cascadas de grandes éxitos que el público coreaba con Está bien pinche sabroso el bato. violenta religiosidad, bravuconería barbona, mensajes posiConseguimos los boletos tarde. Pero pudimos entrar a tivos a favor de la diversidad, contra la discriminación, y un uno de los conciertos más esperados en San Francisco, serosario de disculpas por ser hombres. Idles bien podrían ser gún contaban los asistentes. Y organizadores de otros evenla versión post-hardcore de Coldplay. tos. Como el compa que había armado un pequeño festival La cosa es que el truco de los Idles consistió en barajar de synthpop-darkwave en un buen espacio y con bandas provocaciones de punk-hardcore con interesantes ese mismo sábado. Me envió un mensaje de texto minutos antes de Cuando terminaron de tocar consignas contra la masculinidad tóxica para que, es especial los hombres, no se que Gustaf, la banda telonera, empezara «Colossus», el track con el sus aventuras de postpunk travieso y caque arrancó el concierto, Jon sintieran culpables de fomentar el pacon un baile tan orangután cosi feminista, resignada a la ansiedad que Talbot se dirigió a los asisten- triarcado mo lo es el moshpit. Por momentos, en provocan los monólogos del Instagram: tes al borde del escenario que rolas de clímax violento como «Anxiety», «¿Quieren venir después? Esto está casi habían empezado los brotes «1040 Gotho» o «I’m Scum», Talbot daba vacío. Toda la Bay Area está con los Idde slam —¿Así que quieren la espalda al público para bailar afeminales», escribió. Sus sospechas parecían ciertas. La fiponerse muy violentos?— de damente, contrarrestando la tendencia del hardcore. Pero esos meneos me parela para entrar al Teatro Warfield llegaba a un modo intimidante. cieron un plagio de la coreografía de Brela esquina de Market y daba la vuelta a la tt Anderson de Suede cuando interpreta «Animal Nitrate». derecha, sobre la calle Turk. Las expectativas eran altísimas. Mientras, Adam Devonshire permanecía tieso, sacando el La gente avanzaba inquieta, como si hubieran ingerido pílbajo y los sangrientos gritos que le han dado personalidad a doras de 2CB al mismo tiempo. Era comprensible. Además los Idles, y las guitarras de Mark Bowen y Lee Kiernan bailade sentir que la vida va regresando, más o menos, a como ban como lo haría Marc Bolan. Incluso con los mismos panera la normalidad hasta antes de la pandemia, Idles es la talones de glam vintage. banda que ha popularizado el punk hardcore a niveles que El toquín fue bueno, sin duda. La energía de Talbot al sus canciones compiten en el mismo nivel que los temas de golpearse el macizo pecho con su mano derecha era conmoda de reguetón, k-pop o el último hit de DuaLipa. Varios tagiosa. Me recordó los videos porno gay de corte leather. de los asistentes llevaban playeras de la cantante inglesa o Cuando los hombres se golpean los pechos mientras choBillie Eilish. can sus bigotes y se besan con gorras de policía. Esos moIdles no son muy distintos a la escuela de Lipa y Ellish. El vimientos también excitaban a la raza. Contagiaba su furia quinteto comparte la espiritualidad de su generación en la milenial que se diseminaba como el mismo coronavirus. Y que la justicia social es una obsesión creativa. Y la masculila infección tomaba forma de agresividad bañada en sudor nidad tóxica es el origen de todos los males que nos aquehumano. Con todo y que vimos la marea de cabezas a punto jan. Por ello hay que vencerlo. Deconstruirlo. de desnucarse desde una hilera en la planta alta del teatro El pedo es que los Idles no solo se toman en serio sus Warfield en San Francisco. Hubo dos momentos en los que ñáñaras por hacer de este un mundo mejor. Para ellos, el la platea del Warfield cimbró como si un temblor de maghumor británico es cosa de honor. Cuando terminaron de nitud 7.1 en escala de Richter sacudiera San Francisco. Con tocar «Colossus», el track con el que arrancó el concierto, epicentro en los brincos de los asistentes en la zona geneJoe Talbot se dirigió a los asistentes al borde del escenario ral. Sobretodo cuando sacaron «Heel/Heal» de sus primeros que habían empezado los brotes de slam —¿Así que quiesencillos, pero sobre todo con los coros de «Never fight a ren ponerse muy violentos?— de un modo intimidante. GiMan with a Perm» de ese grandioso disco que fue Joy as an ró un par de órdenes para que el moshpit se diera de manera Act of Resistance. Con el que los Idles se convirtieron en la organizada, con el tono de un militar cargante. Al percatarse banda de culto viviente que es hoy. • de que había conseguido poner a los mozalbetes confundi-
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