MUNICIPAL DE SANTIAGO
ARGUMENTO > Primer acto Cuadro II En el interior de la casa del Doctor Bartolo, Rosina está a solas y piensa en su amor por Lindoro. Aparece Fígaro y, tras confesar su complicidad, se esconde cuando llega el Doctor Bartolo, quien sospecha algo. Luego aparece Don Basilio, quien se ha enterado de que el Conde de Almaviva está en Sevilla, y aconseja alejarlo pronto, difundiendo habladurías que predispongan a todos en su contra. Ante las dudas del Doctor Bartolo, Don Basilio le explica la poderosa arma que puede ser una calumnia. El Doctor Bartolo decide casarse con Rosina ese mismo día. Escondido, el barbero ha oído todo e informa a Rosina tanto de los planes del tutor como del amor que Lindoro siente por ella. La joven le entrega una carta para su amado. Fígaro se va y aparece nuevamente el Doctor Bartolo quien, celoso, acusa a Rosina, diciéndole que un doctor de su rango no aceptará excusas ni explicaciones. Llaman a la puerta. Almaviva, disfrazado de soldado borracho, trae un documento falso que exige ser alojado en la casa. Para crear confusión, comienza a discutir con el Doctor Bartolo y, en un descuido del anciano, le entrega a Rosina una carta; el tutor se da cuenta, pero la joven la cambia a tiempo por una lista del lavado de ropa sucia, y se queja de las acusaciones del tutor. Almaviva no se contiene y arremete, espada en mano, contra el Doctor Bartolo, quien pide auxilio. Fígaro intenta poner orden, y también llega Don Basilio, quien no entiende lo que está pasando. Finalmente golpean la puerta y llega la policía. Antes de que el falso soldado sea arrestado, éste da a conocer en secreto su condición de Conde al oficial, y queda en libertad.
Cuadro I Frente a la casa en la que vive el Doctor Bartolo con su pupila Rosina, aparece el criado Fiorello, quien pide a los músicos que lo acompañan, no hacer ruido. Llega su patrón, el Conde de Almaviva, que da una serenata a la joven, de quien se había enamorado en Madrid y ha seguido hasta Sevilla, fingiendo ser Lindoro, un humilde estudiante. Amanece y el barbero Fígaro, el “factótum” de la ciudad, enuncia todos los oficios y asesorías que desempeña en la ciudad, incluyendo el de casamentero. El Conde lo reconoce y Fígaro ofrece ayudarlo a conquistar a Rosina. Él es también el barbero del Doctor Bartolo y puede entrar fácilmente a la casa. Convence al Conde de entonar una nueva serenata, ahora presentándose como Lindoro y manifestando sus honestas intenciones sentimentales. Rosina sale al balcón y agradece la serenata. La ventana se cierra bruscamente, pero ella alcanza a lanzar una nota en la que expresa su interés por Lindoro y lamenta vivir bajo el control del tutor, quien a su vez desea casarse con la joven para obtener su dote. El Conde acepta la ayuda de Fígaro quien, luego de asegurarse una buena paga, urde un plan para que Almaviva entre en la casa y libere a Rosina. Aprovechando la llegada de un regimiento a Sevilla, Almaviva fingirá ser un soldado borracho que solicita hospedaje en la casa del Doctor Bartolo. Fígaro habrá prevenido a Rosina y los enamorados podrán encontrarse.
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