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A los cuatro meses de confinamiento en donde empezamos a reorganizar actividades laborales, me di cuenta que llegar a la oficina ya no era ese lugar de socialización, desarrollo y confort, era un espacio de miedo, de aislamiento y de incertidumbre, con quien conversar sin tener miedo al contagio, yo recurrí a encerrarme en mi oficina y regrese a fumar, no era uno o dos tabacos, me di cuenta que llegué a fumar tres cajetillas en la mañana y por la tarde y noche consumía una más, tenía ganas de ir a verle a mi mamá, pero mis hermanos que pasaron el confinamiento con ella, llegaron a decirme que para entrar a la casa era necesaria una prueba negativa de COVID, ya que yo estaba saliendo y no era segura mi visita, aquí fue en donde pensé ¿no que esto saco lo más humano de nosotros? ¿En dónde queda la confianza de la familia? En unos momentos reflexioné y sentí esta preocupación, y en otros me dolía sentirme rechazada… aprendí a estar sola, a tener que comer unos días y otros no, a entender que mi familia era mi hijo y yo, aprendimos a sostenernos, aprendimos a parar el tiempo y llorar juntos por el miedo de perdernos, deje de fumar hace poco y regrese a conectar con el ejercicio no con el fin de moldear el cuerpo, sino con el fin de conectar con la tierra, he llegado a correr 18 km y sentirme agradecida de que mis pulmones están sanos. A qué me llevó todas estas vivencias, a entender que lo que se proyecta en las redes sociales no es real, que quienes postean sus vidas perfectas están más jodidos que uno, porque no tienen vida, porque no saben lo que les espera afuera en la vida real en donde no hay filtros ni TIK-TOK para demostrar a los otros lo feliz que te sentías en el encierro, eso no es real, el encierro nos desmembró, nos fragmento como sociedad, ya no sabemos qué es felicidad, porque ahora somos los súper coaching de la alegría en un tras cámaras que ahora nos obliga a entretenernos acumulando títulos, en espera de que el Estado garantice en algún momento la incorporación de la normalidad, algo que creo durará mucho tiempo.