CABEZA DE KARRERA
¿QUIÉN ES IKER KARRERA? UNAI UGARTEMENDIA
Soy hijo de Joxe Karrera y Juanita Aranburu, y vine al mundo el 18 de septiembre de 1974. Mis primeros pasos los di en el caserío Lizeaga de Amezketa, en el mismo donde residían mis padres. El caserío está a la sombra del monte Txindoki, y allí jugaba al fútbol junto a mi hermana Aitziber, mis hermanos Eneko y Neritz, y mis primos. Al no tener mucha habilidad con el balón en los pies, desde muy pequeño jugaba en la posición de portero. Estudié en Amezketa mientras completaba la Educación General Básica, y después me fui al instituto Orixe de Tolosa. En el campeonato que se jugaba en los recreos, un año recibí el premio al mejor portero. El premio tampoco lo recibí de manos de cualquiera, ya que me lo dio Juan Mari Musti Mujika, que entonces jugaba en la Real Sociedad de Fútbol. Pero allí se acabaron mis asuntos futbolísticos. Con los últimos días del instituto terminaban las vacaciones para nosotros. Los cuatro hermanos teníamos que trabajar en el caserío durante el verano. Mis padres no tenían vacaciones, ya que la mayoría de las veces había algo que hacer. Aunque hiciéramos una gran juerga, no teníamos muchas ocasiones de quedarnos en la cama. El padre no perdonaba. ¡No! No olvidaré en mi vida que una vez en agosto, tras regresar de las fiestas de Leiza (Navarra) y con la segadora averiada, tuvimos que cortar toda una parcela con
la guadaña. ¡Aquel día vacié hasta el agua del bote donde se lleva la piedra de afilar la guadaña! Mi padre no cortaba el ritmo del día a día, y siempre nos dejaba claro antes de salir de casa: «¡haced toda la juerga que queráis, pero aquí mañana ya sabéis lo que hay!». Era de los que si decía, cumplía. Tuvimos que empezar a responsabilizarnos muy temprano. Son las leyes del caserío. Dicen que le gustaba mucho el caserío y la política. Mi padre participó en los primeros años del sindicato de baserritarras EHNE (Unión de Agricultores de Euskal Herria), y la política siempre era tema de conversación en nuestro caserío. Por su parte, el tío Antton, que estuvo siete años en la cárcel, también formó parte del Proceso de Burgos. En el caserío, entre tíos y hermanos, eran muy frecuentes los temas y las discusiones sobre política. Todas las mañanas, para ir a la escuela, los hermanos bajábamos a pie desde el caserío a la calle. Nos cambiábamos el calzado en casa de nuestra tía María, y leer el periódico era uno de los primeros deberes del día cuando llegábamos allí. Cada noche, ver las noticias en la televisión también era muy habitual a la hora de la cena. En la televisión no había tantas opciones como hoy en día, y desde luego tampoco estaba en nuestras manos decidir qué ver en la televisión.
Fragmento extraído del libro Cabeza de Karrera. Madrid, Ediciones Desnivel, 2021
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