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Otro profesor que marca su quehacer artístico desde el punto de vista personal es Fernando Venegas, docente de pintura, que impulsa su confianza y seguridad. De acuerdo con la artista, Venegas es un profesor que se preocupa por el ser humano, de que el alumno adquiriera seguridad en sí mismo, y no solo de que alcance los conocimientos técnicos. Uno de los ejercicios que desarrolla su sentir como ser humano, es cuando Venegas lleva a los alumnos a dibujar al centro histórico de la ciudad, durante la noche. Esta experiencia enfrenta a los alumnos a una cruda realidad social, cargada de pobreza y marginación, pues se encuentran con gente durmiendo en las calles, en los portales tapada con periódico, prostitutas transitando por las calles, etc., imágenes que invitan a la reflexión sobre la condición social y de desigualdad que vive el ser humano (García, 2018b). Yo era una persona muy retraída, muy calladita, y eso en el arte es un punto menos, porque si eres artista tienes que ser más bien lo contrario, extrovertido para poder salir adelante; entonces me acuerdo de que, con la confianza y el impulso que nos daba, ibas ganando seguridad, y yo pienso que eso a la larga ha marcado bastante en mi seguridad ante la vida (García, 2018a). En 1988 se gradúa del Colegio de Artes Plásticas de Quito, consiguiendo el título de Bachiller en Artes, en la especialidad de pintura. Inmediatamente después de aprobar el curso preuniversitario, ingresa al tercer nivel de la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador, pues la ley establecía tal equivalencia para los alumnos derivados de los colegios de artes. Desafortunadamente estos estudios se ven truncados por la falta de recursos económicos, teniendo que abandonar los mismos al mes de haber iniciado.
Taller-Escuela Bernardo Legarda En 1989, se hace acreedora a una beca por parte del Museo Guillermo Pérez Chiriboga del Banco Central del Ecuador para realizar estudios de escultura colonial en el taller-escuela Bernardo de Legarda por el período de tres años. La enseñanza en esta institución es clásica, tradicional, de acuerdo con el modelo de los talleres coloniales. Los cursos estaban enfocados en las técnicas antiguas de la imaginería, orfebrería, construcción de retablos, elaboración de muebles de estilo barroco, taraceas, etc., que contrastaban con la educación contemporánea que había recibido en el Colegio de Artes. Las principales materias de estudio eran el encarnado, la policromía, el esgrafiado y el estofado, así como también algunas complementarias como: dibujo técnico, dibujo artístico, modelado, historia del arte y anatomía artística.
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