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n Ibarra, en el seno de una extensa familia, nace en 1945 Ruby Larrea, hija de Hugo Larrea Andrade, periodista, poeta, dramaturgo, novelista y ensayista; autor del poemario Almas en éxtasis; en prosa, Fontana; la novela Destino; el relato “Tierruca” y varias otras obras; profesor en la Escuela 28 de Septiembre, secretario del Consejo Provincial de Imbabura, pertenece a la redacción del diario El Sol de Quito, dirige en Ibarra la Revista Municipal y la Revista Comarca; en 1937 es director de Obras Públicas Municipales de Ibarra, al año siguiente inspector de Obras Públicas de la misma ciudad, director de La Voz de Imbabura de 1951 a 1952, de 1955 a 1962 jefe del Archivo Municipal de Ibarra, de 1962 a 1967 delegado de la Caja del Seguro en Ibarra; su madre, Inés Benalcázar Ruales, aunque maestra titulada, nunca ejerció la profesión, dedicándose por completo al cuidado de la familia. Ruby Larrea crece en un ambiente cultural favorable para el desarrollo del arte; su padre y algunos de los miembros de la familia habían sido poetas, escritores, periodistas, etc., intelectuales dedicados al mundo de la cultura. Su infancia se desarrolla en Ibarra, en una casona grande ubicada en la calle Grijalva, a unas calles del río Tahuando, según cuenta la artista, llena de patios y jardines, y con una biblioteca magna en la que se consagra durante horas al cultivo de la lectura. Esta es quizá la clave para que Ruby Larrea decidiera dedicarse al arte, pues desde siempre pintar fue su única ilusión, y cuenta desde luego con el apoyo total y absoluto de sus padres y hermanos. Qué te diré, en mi casa yo viví muy contenta con mi familia, yo era una niña feliz, nunca me prohibieron nada, yo siempre fui libre para hacer lo que quisiera, y bueno, yo siempre pensé que lo que quería era ser pintora. En la escuela, en el jardín, en mi casa, en todo lado yo siempre estaba dibujando, nunca fui prohibida (R. Larrea, comunicación personal, 15 de junio de 2018).
Formación Artística Ruby Larrea cursa la educación básica en su ciudad natal. A los catorce años, durante una visita a casa de una de sus hermanas en la capital, decide que quiere quedarse estudiar en la Escuela de Bellas Artes y así se lo comunica a su padre, quien acepta de buena