Francois DELSARTE. El precursor francés de la danza moderna. La ciencia de Delsarte: la estática, el dinamismo, la semiótica. De qué modo la obra de Delsarte se propagó por los Estados Unidos de América. Francois DELSARTE. (Solesmes, Sarthe, 18 de noviembre de 1811 - París, 1871). Es extraño que sin haber creado un sistema, sin haber inventado un método, sólo por el hecho de haber descubierto unos principios, Francois Delsarte sea considerado hoy en día como el precursor de lo que se ha convertido en la base de la técnica de la danza moderna. La ciencia de Delsarte influyó la evolución de la expresión corporal que se propagó por los Estados Unidos a finales del siglo XIX. Los principios de este innovador se convertirían en las bases sobre las que reposan, después de casi un siglo, las distintas corrientes que animan la danza moderna. Actualmente, los descubrimientos resultantes de los trabajos de Delsarte, que fueron transmitidos oralmente por sus discípulos, ya no se enseñan. Sin embargo, son estos mismos principios los que, asimilados y aplicados por sucesivas generaciones de bailarines, encontramos en las técnicas específicas de los distintos sistemas de la danza moderna que hoy en día se practican y se enseñan. A la edad de seis años, Francois Delsarte perdió a su padre, que era médico. Su madre, desprovista de recursos y esperando encontrar trabajo en la capital, fue a establecerse en París con sus dos hijos. Pero la adversidad se ensañaba con el joven Francois; su madre y su hermano murieron también, y se encontró huérfano y solo en París. De adolescente, para satisfacer sus necesidades, se vio obligado a desempeñar toda clase de oficios: primero, trapero; luego, panadero, y finalmente, aprendiz de pintor de porcelana. Afortunadamente para él, conoció al padre Bambini, que descubrió su vocación musical, lo tomó bajo su custodia y le aconsejó que estudiara canto y arte dramático en el Conservatorio. Allí recibió una enseñanza defectuosa, que resultó fatal para su voz, y muy pronto se vio obligado a renunciar a la carrera de cantante, a la cual parecía estar predestinado. Decepcionado de su paso por el Conservatorio, llegó a la conclusión de que ningún principio artístico puede ser enseñado de manera inteligente por unos profesores que no son capaces de aconsejar beneficiosamente a sus alumnos, a los que obligan a seguir unos métodos que no son más que el resultado de unas costumbres desprovistas de reflexión.
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