PASAJES DE IDA III M iguel Ángel Calde rón Solís 7 Rebotamos entre la tragedia y la impotencia, Entre la ira de odiosos remedos de hombres Y la desgracia de saber nuestra inútil fuerza. Hunden sus ingratas espadas Los hijos de la noche desgraciada En las carnes apacibles De quienes solo quieren ganarle a los días Un pasaje sencillo. Tremenda maldición de dioses inicuos De seres poseídos –fábrica de un principio perversoEl cielo y el infierno siempre Siempre en contra de lo terreno De la llanura simple de ser hombre Y de querer serlo.
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Rodamos, sin parar A tumbos violentos, Por la pendiente arisca del horror El horror santificado en las misas cotidianas De los ministros de la muerte.
8 Caen los segundos con la tarde caída, Caída sobre el horizonte Partiéndola en dos Mientras el día se ha transfigurado Se ha puesto su siempre nueva máscara nocturna. Caen como balines Dando golpecitos en la acera Y rodando como hormigas sin patas Delante de agujeros minúsculos, Por donde se retiran Se van los segundos que han formado Los arcos del crepúsculo. Caemos en la tarde como esos Pedacitos de horas que se parten
Con un sonido parecido al tic-tac Que no vuelve Que no se aparece de nuevo Que es y que fue al mismo momento Y se fue, Se cayó Como una tarde Como un día Como una vida que se cae De tarde en tarde. 9 Quiero ver aunque sea por un momento Las formas que esconde el velo del alma humana Su ligera densidad que ronda la carne Y se burla de lo que pronto morirá. Quiero verle la cara –pintada de un tono intenso Como el sonido del viento Atrapado entre las grutas. Quiero escucharle hablar Directamente, sin que haya un mortal Que sea el intermediario, Y que me diga Fuerte y sin rodeos Qué verdad defiende realmente El alma de los hombres, Y que me quede claro. Nunca vemos el alma de otro hombre Más que a través de sus palabras Que son como escudos o acertijos Escondiendo verdades y mentiras. Máscaras del viento ocultando Los rostros desnudos Que hablan con el alma, así desnuda.