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in memoriam
Balcei 199 enero 2022
#alcorisasaleunida
El reconocimiento debido de Alcorisa a don Ricardo Alcón
D. Ricardo Alcón Alcón (epd).
Murió el día 20 de noviembre del 2021. Tenía 86 años y había seguido trabajando, más allá de su jubilación profesoral a los setenta, como sacerdote, ayudando en diferentes parroquias. Los alcorisanos que tienen ahora entre 29 a 33 años posiblemente no lo conocerán, pero habrán oído hablar de él y a muchos de ellos les pudo administrar el bautismo, durante su segunda estancia en nuestro pueblo como párroco. Y no digamos los vecinos que lo conocían desde el año 1959, cuando vino, recién ordenado sacerdote, a trabajar en el Seminario Menor de la Diócesis de Teruel y Albarracín. Don Ricardo, el cura con aspecto de profesor británico, pelirrojo, con calva, pelo rizado y algo revuelto en su juventud y gafas finas, siempre volvía a Alcorisa. Se fue a Roma, a cursar la licenciatura en Filosofía y los estudios de Psicología en la Universidad Pontificia de Santo Tomás, el Angelicum, y en la Salesiana. Volvió al pueblo y atendió también parroquias vecinas, como Los Olmos y La Mata de los Olmos; se fue a Teruel, el año 1976, designado Rector del Seminario Mayor y el 1977, además, Rector y profesor de Filosofía, Latín y Griego, en el Colegio Diocesano Las Viñas. Volvió otra vez a nuestro pueblo, en 1988, para trabajar con el sacerdote y amigo Paco Domingo, como párrocos «in solidum», durante cuatro años, de Alcorisa, Berge y Molinos. En 1991 se marchó nuevamente, iniciando un recorrido por diferentes parroquias: Cañada Vellida, Galve, y el grupo de Camarillas, Jorcas, Aguilar, Villarroya, Allepuz y Miravete de la Sierra, a la vez que seguía como profesor de Bachillerato. Tras su jubilación, ayudó atendiendo a Castralvo, la Aldehuela y en la parroquia turolense de Nuestra Señora de la Esperanza. A pesar de este trasiego geográfico nunca dejó de frecuentar Alcorisa, bien por razones pastorales o por
los trabajos en el campo de la arqueología. Bajaba a recorrer nuevamente las tierras del valle del Guadalopillo, o a prestar algún servicio en las parroquias. Nos mostró también su apego cuando fue Pregonero de las Fiestas Mayores del pueblo. Y tanto es así, que dejó muy claro a los amigos que quería ser enterrado en nuestro cementerio, donde actualmente ya descansa. Pero en Don Ricardo, hay muchos Ricardos. El Ricardo sacerdote y amigo de Alcorisa; el Ricardo profesor, culto, amigo de la música clásica, de la fotografía y buen conocedor de sus alumnos; el Ricardo arqueólogo y el Ricardo amigo de sus amigos. En cada una de estas facetas hay una persona inolvidable, con un talante singular, atravesado por un carácter fuerte y, a la vez, reflexivo, dialogante, cercano y vitalista. Sabía manejar la ironía, con sentido del humor y coherencia, gustándole mucho los divertidos juegos de palabras de los que era un somarda especialista. Como sacerdote, se dedicó a la juventud alcorisana. Era abierto, avanzado en planteamientos sobre las necesidades del mundo de los jóvenes y la manera de acercarse a ellos. Así nos lo han manifestado quienes formaron parte de los numerosos grupos juveniles, vinculados a la parroquia y al colegio de las Hijas de la Caridad. Conocía muy bien la Historia de la Iglesia y los planteamientos de cambio del Concilio Vaticano II. Su estancia en Roma, viviendo en el Colegio Español, en el antiguo edificio del desvencijado Palacio Altemps, junto a la Piazza Navona, incrementó su cultura clásica y el conocimiento de los caminos de renovación que trajo el Concilio aludido. Como profesor, citaremos varios mensajes de sus antiguos alumnos y la hermosa columna que el periodista Lizaga, antiguo alumno suyo, le dedicó en el Diario de Teruel. Escribían unos alumnos: – «Maestrooo. Vida plena. Vigía y apertura de mente. Muchas gracias por todo. Maravillosa persona y docente DEP». – «Un gran hombre con el que tuve la suerte de hablar mucho en el colegio. Daba gusto hablar con él de cualquier cosa. Una pena enorme» – «Uff. Ha sido una persona muy influyente para mí. Creo que llevo conmigo una parte de él… me repitió (por suerte para mí) en innumerables ocasiones «eres un diamante, pero sin pulir». En el artículo citado, del Diario de Teruel, el autor manifiesta: …«Cuando otros aún dejaban caer alguna hostia sin consagrar, don Ricardo solo te prestaba libros, como para pedirte un favor, para ver qué te parecía tal o cual editorial (…..) ahora, cuando ponen en duda la Filosofía, me acuerdo que decía que lo peor
El joven Ricardo con Santos Abril (derecha), actual cardenal emérito en Roma.
es la ignorancia de la ignorancia, no saber que no sabes, no lo decía él, sino Platón, que explicaba que solo obrando bien puede uno saber lo que es el bien. E imaginábamos que la clase se nos llenaba de ideas como globos encima de nuestras cabezas (…). Don Ricardo falleció la semana pasada y le tengo que dar la razón otra vez, no seríamos nada sin las ideas de los que pasaron antes por aquí. Infinitas gracias». Si glosamos a Ricardo como arqueólogo, tenemos que remitirnos al homenaje que le hizo un grupo de arqueólogos españoles, publicando en su honor el número 26-27 de la Revista Kalathos, del Seminario de Arqueología y Etnología Turolense, del Campus Universitario de Teruel. Se le ha reconocido como un gran prospector para localizar yacimientos arqueológicos. Recorrió el valle del Guadalopillo, colaborando con quien suscribe; participó en todas las campañas de excavación en La Guardia y en la primera de los hornos ibéricos de Mas de Moreno, descubiertos en una de las prospecciones anteriormente citadas. Colaboró con el Museo Provincial en las prospecciones de otras áreas de la provincia y participó en diversas publicaciones, como la relacionada con el estudio de los materiales romanos, procedentes de la excavación que realizamos en su día, en el sótano del Ayuntamiento de Cella. Aficionado a la fotografía, ha dejado numerosos testimonios de la riqueza etnológica de nuestro territorio. No cabe duda que en su experiencia arqueológica influyeron los conocimientos adquiridos durante su estancia en Roma, Ciudad que conocía detalladamente. Cada vez que me desplazaba a Roma, me indicaba lugares desconocidos, donde encontrar alguna calle, alguna iglesia u otros hallazgos, ya sean arqueológicos o artísticos. Como amigo, a todos nos interesaba por su generosidad, su amplia cultura greco-latina, las dilatadas conversaciones y debates que manteníamos, su discreción y sencillez y la amenidad y sentido del humor irónico que sabía administrarlo con oportunidad. Son testigos de ello, los alumnos universitarios que participaban en las excavaciones de La Guardia y del Valle del Guadalopillo. La mayoría, ha seguido cultivando su amistad con él y algunos se desplazaron tanto en Teruel, como en el sepelio de Alcorisa, a darle una merecida despedida. Ricardo era un forofo del filósofo Teilhard de Chardin, sobre el que hizo su tesis de licenciatura. Por su indicación, leímos «El fenómeno Humano», entendimos el vitalismo que practicaba y los amigos nos enriquecimos con el fraternal afecto que cultivamos durante 48 años de amistad. Descanse en paz, Ricardo, en la paz merecida y en la tierra alcorisana que tanto ha signficado para él. Montserrat Martínez
En Camarillas con el obispo D. José Manuel Lorca.