¿El arte fue una vocación temprana en Elsa Núñez, es decir, desde la infancia, o surgió más tarde como una opción profesional, motivada por los estudios? Realmente fue una vocación temprana. Comencé a dibujar en el hogar y luego pintaba los paños de la capilla del colegio. Cuando cumplí los 12 años mi padre me llevó a la Escuela Nacional de Bellas Artes. El director de entonces era Gilberto Hernández Ortega y nos explicó que la edad reglamentaria para ingresar como alumna era 14 años. Yo me puse a llorar, pero Gilberto era muy humano y decidió hacerme una prueba. Si mal no recuerdo, me puso a dibujar la cabeza o un pie del David, de Miguel Ángel. A Gilberto le gustó mi trabajo y fui aceptada en la escuela. Tuve unos profesores magníficos: Jaime Colson, Clara Ledesma, el propio Gilberto y José Gausachs, quien, tras enfermar de asma, fue sustituido por Marianela Jiménez. Ella impartía la clase de paisaje. Recuerdo que íbamos a Güibia para pintar barcos y, sobre todo, el entorno. Terminé mis estudios de pintura y en el año 1970 viajé a Madrid para hacer un posgrado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
¿La inspiración nace en ti a partir de estímulos externos, de circunstancias particulares o brota de tu mundo interior como una fuente latente? La inspiración está dentro de mí, pero aflora frente a situaciones que me afectan fuertemente. Durante varios años, así surgieron mis obras más expresionistas. También me inspiro en la música clásica, o, mejor dicho, no es que me inspiro: la música clásica me inspira. Cuando voy a pintar pongo música de Vivaldi, Beethoven... y frente a la tela en blanco, dejo que la música me sugiera imágenes, manchas, co-
por Marianne de Tolentino
Elsa Núñez: «En mis obras abstractas predomina el sentimiento por la Madre Tierra» 140