Director del Centro San Camilo A.C.
Editorial Pbro. Silvio Marinelli
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Un camino exitoso i pensamos que la psicología, como ciencia que conocemos hoy, tiene poco más que un siglo, podríamos decir que su recorrido ha sido muy exitoso. De los primeros pasos dedicados fundamentalmente a procesos psicoterapéuticos, su ámbito de estudio y de aplicación se ha ido rápidamente extendiendo a los variados sectores de la vida: asesoramiento para niños y jóvenes de los planteles escolares; organización y formación de grupos sociales; reclutamiento-selección y preparación de los trabajadores de empresas y oficinas; estudios y aplicaciones sobre la didáctica y las modalidades de aprendizaje; asesoría a los padres sobre el desarrollo de sus hijos; psicología en el ámbito familiar; psicología que estudia y ofrece orientación a las políticas sociales sobre marginación, migración, integración social y muchos otros sectores sociales; aplicación en los asuntos de criminalística y actividad forense; podríamos citar un sinnúmero de otros aspectos. En realidad, casi todos los sectores de la vida social, en su funcionamiento “normal” o en sus disfunciones, busca y muchas veces encuentra la ayuda de estudios y aplicaciones psicológicas. Por esta razón, algunos autores hablan del siglo XX como el siglo de lo psicológico. Lo mismo se ha dado en el mundo de la sanidad y la asistencia a personas vulnerables. En las últimas décadas, en efecto, se va reconociendo a nivel legislativo la labor de los profesionales de la psicología y se prevé su contratación en los grupos de trabajo sanitario.
LO PSICOLÓGICO: ENTRE MARGINALIDAD Y NECESIDAD Aspectos problemáticos Además de reconocer el gran desarrollo de esta ciencia, podemos también notar algunos elementos que suscitan preocupación. Nos limitaremos al mundo de la salud y la asistencia. Ante todo, los profesionistas dedicados a la salud, en particular los médicos y los enfermeros, rehúsan, en su mayoría, aceptar una presencia – la del psicólogo - que pone en tela de juicio su poder en el sector. Acostumbrados a ser el eje de la respuesta terapéutica, no siempre tienen la apertura mental y la disponibilidad a integrarse con otras profesiones y a valorar su aporte específico. Una queja bastante difundida entre los psicólogos clínicos que trabajan en instituciones para la salud es la que se refiere a su rol marginal, a su dificultad para hacerse aceptar y valorar. Lo que aparece – en la legislación y en los organigramas – como una presencia importante, en la práctica está bastante subvalorada, muy marginal o residual respecto a los asuntos “verdaderamente importantes” – según el gremio médico y los directivos – en un hospital, una clínica o un asilo. Se debe añadir, también, que un profesionista psicólogo algunas veces es llamado a ejercer funciones para las cuales no está suficientemente capacitado. La formación de estos profesionistas, en efecto, es bastante “genérica” y “generalista”. Para hacer un ejemplo, los médicos se van especializando en diferentes disciplinas, con formación sectorial muy precisa, con sus respectivos colegios, revistas y formas de interacción. Todo esto no
se aplica correctamente – todavía – para los psicólogos: deben ocuparse de aspectos psicoterapéuticos, de acompañamiento de otros profesionales, de las familias de los enfermos o ancianos, de dinámicas organizacionales, de comités de bioética y de otros asuntos que se presentan a diario en los hospitales. Claramente se precisa una formación inicial y una especialización, así como una actualización periódica que, en la mayoría de las situaciones, no se da, ni puede darse; podríamos decir: demasiadas demandas para que un profesionista pueda dar respuestas oportunas. La paradoja es evidente: se le pide al psicólogo una variedad de habilidades y competencias que es muy improbable que pueda tener y, al mismo tiempo, no se le reconoce – en términos de responsabilidad, de posibilidad de formación y también de compensación económica – un rol importante. Por otro lado, es prudente mencionar que en algunos sectores – pensemos en la pediatría, los cuidados paliativos, la oncología, la salud mental, la geriatría, por ofrecer algunos ejemplos – el rol de los psicólogos es más reconocido y valorado. Esto se debe, ante todo, a un campo de aplicación más específico que permite una formación más especializada y, también, a la posibilidad de un verdadero trabajo en equipo. En conclusión, nos encontramos en un camino todavía largo para integrar lo psicológico en los sistemas de salud y asistencia. Lo positivo es que de parte de sociedad – así nos gusta pensarlo – hay una petición cada vez mayor de asesoría y acompañamiento psicológico. ENERO - FEBRERO 2022
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