Por otra parte, la escuela produce un saber que no es reconocido. Es decir, un saber relacionado con la enseñanza del conocimiento que no es visto como socialmente relevante dentro y fuera de la escuela. No se considera, explícitamente, la facultad que tiene el magisterio para resignificar, replantear y reapropiarse de los programas de estudios y reorganizar la enseñanza de acuerdo con las condiciones concretas en donde ejerce su práctica educativa.66
2.3 La evaluación y los resultados educativos
El énfasis desmedido en la formulación técnica de los objetivos, competencias o aprendizajes clave que se ha promovido desde la SEP y otras instancias a lo largo de los años, está vinculado con una insistente preocupación por medirlos como criterio para evaluar la “calidad” de la enseñanza o del aprendizaje, así como para determinar la eficiencia del sistema educativo en su conjunto. A pesar de que existen otras finalidades, en las últimas tres décadas ha habido una tendencia a vincular objetivos de aprendizaje, competencias y los aprendizajes esperados a estándares curriculares que favorecen, por un lado, la evaluación de las y los estudiantes a través de pruebas estandarizadas promovidas desde la SEP, el extinto INEE, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y organizaciones civiles pro empresariales y por otro lado, se evaluaron las competencias docentes que no eran otra cosa que la medición del desempeño laboral de las maestras y maestros.
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Flavia Terigi (2007), “Exploración de una idea. En torno a los saberes sobre lo escolar”, Ricardo Baquero, Gabriela Diker y Graciela Frigerio (comps.), Las formas de lo escolar, Buenos Aires, Del Estante Editorial, pp. 99103.
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