4.2 La comunidad como eje articulador de los procesos educativos
La escuela pública es el legado social del programa que surgió de la Revolución de 1910, que se expresó oficialmente con la promulgación de la Constitución de 1917, pero también en un proyecto de nación que apostaba por una renovación moral y política del Estado, desde donde se construiría un país con absoluto respeto a la voluntad popular, el reconocimiento de las garantías sociales y los derechos laborales colectivos y el reparto de la tierra. La escuela pública debía preparar a las personas para que pudieran exigir sus derechos y respetar los de los demás, sobre todo a los pueblos indígenas a los que se les había privado de educación.117 En este espíritu, una de las características de la escuela pública es que en ella los conocimientos se transforman en bienes comunes y, por lo tanto, proporciona a sus estudiantes el potencial para transformar el mundo. Reúne a niñas, niños y adolescentes en torno a lo común, aquello que se manifiesta en el mundo y que se hace disponible para una nueva generación. Los conocimientos, saberes, experiencias, prácticas que ofrece la escuela pública a través de su currículo son cosas tangibles e intangibles de carácter público que están disponibles para ser apropiadas libremente, por lo que proporcionan a las generaciones más jóvenes la oportunidad de experimentarse a sí misma como una nueva generación. La escuela pública es el espacio fundamental en el que se verifica la igualdad para todas y todos; la igualdad como potencial de las niñas, niños 117
Álvaro Obregón (2009), Ocho mil kilómetros en campaña, México, FCE, pp. 727 y 732.
83