FUERTEVENTURA
REPORTAJE & FUERTEVENTURA
ABR - MAY 2021 42
LAS PLAYAS DE LOS SUEÑOS Y MUCHO MÁS Dice una vieja canción que “uno vuelve siempre a esos viejos sitios donde amó la vida”. Suelen contarse entre esos espacios, aquellos que fueron testigos de momentos felices; hay, sin embargo, otros lugares capaces de eclipsar cualquier memoria que no sea la de su propia naturaleza, como la isla de Fuerteventura.
Soñar –dormidos o despiertos– con inmensas playas de arena dorada y aguas transparentes ha sido sin duda un hecho recurrente durante los momentos más duros de este año de pandemia y de cuarentenas intermitentes. Las playas de mis sueños tienen nombre, y muchas están en Fuerteventura como La Playa de Juan Perdomo, Cofete, El Cotillo, Corralejo o los extensos arenales del Sotavento de la península de Jandía. Sin embargo, no son esos espacios los únicos responsables de mi pasión por una isla, de la que me enamoré al conocer su litoral de barlovento, con sus playas levantadas –auténticos joyas geológicas– como la de Ajuy y los atardeceres de La Pared. Fueron estos lugares, el legado arquitectónico de Betancuria, la originalidad de las pequeñas iglesias disemi-
nadas por la geografía insular, la majestuosa Tindaya, con su memoria de rituales sagrados tatuada en la cima o los majoreros que mantienen las tradiciones de la Apañada, de los Empedrados de Mejillones o de los delicados bordados, los que me conquistaron para siempre. Guardo en la memoria, como auténticos tesoros, la Ruta del Viento, que desde Tiscamanita lleva de molino en molina- sí, en molina- por la columna vertebral de la isla, hasta la Oliva, las historias de piratas; la música de El Colorao, la soledad de Lobos y la hospitalidad de los amigos que allí dejé. No hay duda, de que hay que regresar a esos lugares que hacen amar la vida. Yolanda Soler Onís
Juanga Bastante