NĂşmero 42. Agosto 2020
Revista
No. 42. Agosto 2020. Es un proyecto de la Catarsis Literaria
Editada en Matamoros, Tamaulipas. Revista de Circulación Mensual. Dirigida por: Adán Echeverría. Edición: Larissa Calderón. Colaboraciones a romeodianaluz@gmail.com / Consejo Editorial: Javier Paredes Chí, Cristina Leirana, Blanca Vázquez, Roberto Cardozo, Rocío Prieto Valdivia, Mario Pineda Quintal y J.R. Spinoza. Adiós al maestro Calderón. Aleqs Garrigóz 3 Híkuri, poemas premonitorios Melbin Cervantes 6 El ciclo profano de la luz Melbin Cervantes Un hombre formal Beatriz M. Mérida 8 Cinco relatos Luis G. Álvarez 14 Nicodemos Xabi Paredes 21 La barca Astrid Reséndiz 22 Minificciones Anel May 23 Señal del Pacto Xabi Paredes 30 Revuelta en Kardián Ángel Fuentes Balam 31 Desorden Félix Martínez 36 Las carnitas de doña Lupe Daniel Barrera Blake 37 Un encuentro criminal Rusvelt Nivia Castellanos 38 Agua Mario López Araiza Valencia ¿Apocalipsis? Jesús Fuentes 41 La ironía como desmitificación en “Mr. Taylor”, de Augusto Monterroso Ixchel Rodas Los deseos de Serena JR Spinoza 56 Imágenes del amor Jessica de la Portilla Montaño Viko José Martín Hernández Torres 67 Jardín Gema Cerón Bracamonte 68
Contenido
7
A bailar donde suceda Eduardo Barragán Ardissino Depredador Lázaro Mayorga Ayala 78 El puente Édgar A. Rivera 80 Por un trozo de carne Gema Cerón Bracamonte Claridad Pedro Hernández 83 Los fugitivos Ronnie Camacho Barrón El espejo de Eva Rocío Prieto Valdivia
76
82
87 89
Capítulo Piloto María Jesús Méndez
89
Demersales en A Mayor Sofía Garduño Buentello
Interés superior Larissa Calderón
91
93
Introspecciones del Erizo. Javier Paredes Chí
95
Silvia Polanco Euán.
97
Dando vueltas con Silvia. 39
Bajo el barandal. Rocío Prieto Valdivia.
Mi punto de risa. Roberto Cardozo
99 101
La Niña TodoMePasa dice: 42
Jéssica de la Portilla Montaño
Incipit.
Blanca Vázquez
103
105
Desvaríos de la freaky neurosis. 66
Gema E. Cerón Bracamonte
Nos vemos en el slam. Mario E. Pineda Quintal
109
107
Adiós al maestro Calderón Aleqs Garrigóz Falleció el maestro José Luis Calderón Vela, originario de la ciudad de Irapuato y radicado durante muchos años en Tarimoro. Se dedicó a la docencia, a la poesía y la gestión cultural, además de haber actuado y pintado. Fue una persona muy querida y admirada por cientos de personas que conocieron su espíritu sereno pero intenso, su madurez que entrañaba una jovialidad lumínica, su alegría calmosa, su amistad generosa y el dinamismo que imprimía a cada una de sus actividades. La Red Estatal de Tertulias Literarias de Guanajuato que fundó está de luto y comparte su duelo en una infinidad de publicaciones en redes sociales de homenaje que le han rendido quienes alguna vez participaron en ella: aficionados, escritores, juglares, cuentacuentos, historiadores, cronistas, raperos, trovadores, declamadores, músicos, poetas, comunicadores, rimadores y cantautores, etc., de diversas envergaduras. Recorrió con este proyecto todos los municipios del estado de Guanajuato, realizando tertulias en las que el espíritu de comunión y el apoyo de unos por otros se sentían palpables y cálidos. A partir del éxito de estas tertulias, en las que se congregaban lo mismo niños que adultos mayores, decidió editar la antología Letras Interiores, aparecida apenas a inicios de este año, en la que en medio millar de páginas se presentan poemas, narraciones y cuentos de más de un centenar de miembros de esta Red. Edición que fue presentada por Benjamín Valdivia e incluye a algunos autores de renombre, junto a vates, viejas figuras y
amantes de la palabra de todos colores y tonos. Según Valdivia, este compendio toma el pulso de la actualidad de la escritura en el estado “y lo presenta con todos sus matices, con sus realizaciones y sus futuros”. El diálogo entre nosotros se dio de esa forma. Y gracias a tal antología se formaron y consolidaron muchas amistades, algunas revistas literarias, se abrieron nuevos proyectos de difusión, se dieron a conocer jóvenes autores, se trazaron nuevas metas y se abrió la oportunidad para muchos que de otro modo no la hubieran tenido. A través de las coordinaciones en los municipios, la Red crecía, y tenía en los últimos meses presencia en otros proyectos del estado, del país y del extranjero, tales como festivales de poesía, ferias del libro, librerías y estaciones de radio, entre otros. La pandemia no detuvo los esfuerzos y el talento del maestro Calderón como gestor. Su inquietud y su espíritu incansable lo hicieron adaptarse de manera envidiable a las nuevas tecnologías para seguir con la difusión de las letras y la escritura. Mediante plataformas como Google Meet o Zoom, realizó desde los inicios de la pandemia constantes tertulias virtuales de varias horas, que a veces contaban con un invitado de prestigio. Promovió también la grabación de videos y audios para incluirlos en programas electrónicos de diversas páginas de internet o instituciones culturales. A través de Whatsapp y Messenger permanecía en contacto con el equipo que lo ayudaba en su agosto 2020
delatripa 42
3
logística; y gestionaba presentaciones y colaboración con individuos, colectivos y organizaciones. Por Facebook daba seguimiento y compartía convocatorias, oportunidades y los frutos de su labor. Mención aparte merece su trabajo como poeta, que quizá no tuvo el debido reconocimiento en vida, por no haberse integrado a los círculos de poder oficiales de la literatura de estado, y trabajar más bien luchando directamente con la gente, un poco en los márgenes, y viviendo mano a mano con el pueblo su oficio de maestro y actor social. Su poesía, de registros variados, da cuenta de las búsquedas de estilo y la conciencia escritural a las que se enfrentó como artista. Era un excelente declamador de sus poemas, con esa voz grave suya llena de hondura, pero también sutileza y matices de muchos colores. Además de poemas, escribió prosas poéticas, artículos y cuentos. Entre sus obras figuran: Los tiempos desolados, Cuatro cuentos para dormir y Recuento de años difíciles. Fue antologado en Estados Unidos, Colombia, España y México. Su última aparición pública la realizó en el Primer Festival Iberoamericano de Canto y Poesía para La Paz y Esperanza, con sede en Michoacán, mediante Facebook Live. Sin embargo, ya andaba mal de salud y no le gustó cómo realizó su presentación, por lo que, riguroso consigo mismo, decidió borrar el video. Al poco tiempo, ingresó a la sala de urgencias por una fuerte pulmonía, y en algunas horas ya había dejado este mundo. Al saber la
4
delatripa 42
agosto 2020
noticia, el gremio de escritores, sus discípulos, sus amigos, lectores, allegados y cientos de admiradores alrededor del país, no dejaron de expresar sus condolencias, su hondo pesar, sus gratos recuerdos junto al “maestro Calderón” como cariñosamente le solían llamar aquellos en quienes tenía sembrada la semilla de cariño que había depositado con su generosidad. Inmediatamente empezaron los homenajes: lecturas en su honor, dedicatorias, carteles, poemas, ediciones, esquelas. El maestro siempre tenía una sonrisa que dar cuando se fotografiaba uno con él. Siempre tenía un gesto amable para sus cercanos. Y una palabra divertida para sus viejos cómplices. Alguna vez me comentó que lo motivaba mucho y le alegraba la compañía de los jóvenes poetas, porque de ellos reaprendía no sólo el espíritu lozano que uno no debería de abandonar nunca, sino que le maravillaba la capacidad expresiva de sus creaciones. Así, había pensado y estaba preparando para septiembre una tertulia especial para los autores jóvenes de la antología Las buenas nuevas. Antología de poesía de la última juventud guanajuatense, que iba a ser saludada y acompañada por algunos de los jóvenes poetas del estado que ya son reconocidos. Esto da cuenta del espíritu de comunión y fraternidad que animó su labor como gestor. De los gestos cálidos que tenía siempre reservados para seguir promoviendo la luz en el camino tortuoso de la literatura.
Podredumbre
José Luis Calderón Vela
8 am. Te preparas el desayuno mientras oyes y miras el televisor. Las mismas notas rojas. Asombra escuchar con cuánto detalle te informan lo que pasó a kilómetros. Te sientes miserable en medio de tanta podredumbre. Ves cómo se turba e infecta el colectivo universal. Meditas, vociferas, analizas, suplicas. Envejeces prematuramente, tu sangre corre más de prisa. Al parecer el mundo estará siempre sumergido en males inacabables siguiendo la infinita ley natural donde todo ha existido y existirá como es. Comprendes que necesitas perfeccionar tu relación con los dioses pero definitivamente adviertes que los hombres son los hombres y los dioses son los dioses. Nada más. Que hay dos mundos: el de la dicha, donde viven los dioses y el de los infortunados, donde viven los hombres y que no hay conexión alguna entre el uno y el otro.
agosto 2020
delatripa 42
5
Híkuri, poemas premonitorios Abrí los ojos con sobre salto al leer “Aullido” de Ginsberg, y “En una estación del Metro” de Pound, tuve la certeza de que los poemas salieron a la primera. Pero el lector intuye cuando el poema es críptico, y resulta un texto endeble que no puede con los huesos. Con el mismo sobresalto leí “Híkuri” de José Vicente Anaya; son poemas iluminados y rebeldes, con fuerza espiritual; que comparten su mensaje rompiendo la vieja talega de los pensamientos. El híkuri es una planta conocida como peyote. Para la religión huichol es un recurso ritual, una escalera entre el mundo terrenal y el divino. En el poema es lo que ocasiona que el lector dé la espalda al mundo, abra las piernas, forme una curva con el cuerpo y mirando al frente por entre aquéllas, contemple los objetos al revés. Invierte la cámara para tener una mirada distinta. Y desde está posición el poema saluda: ¿Qué ves, en el lugar que pisa tu cabeza? Se exponen lo recovecos más sombríos del ser humano; el dolor de la desigualdad social, el desprecio que no admitimos, con el que tratamos a la naturaleza, a nuestro prójimo, a nosotros mismos. Es una experiencia inmersiva la que nos comparte el poeta José Vicente Anaya; de quien observamos la sinceridad con la que se debe tratar la poesía. Híkuri, ocupa un espacio que todo lo cambia en la poesía mexicana.
6
delatripa 42
agosto 2020
Melbin Cervantes
El ciclo profano de la luz
Melbin Cervantes
Leí el cuento: “La luz”, escrito por Ronnie Camacho Barrón, publicado en delatripa del mes de julio del presente año. La psicología que el personaje logra o mejor dicho, quiere mostrarnos, es la ambivalencia; un contraste, entre el amor y la aberración, e incluso el odio; la novia que causa que al protagonista se le iluminen los ojos, los ricos olores que emanan de la cocina, nos presentan un restaurante o cafetín donde se puede disfrutar de un agradable momento, pero también se nos muestra un cochino lugar, quizá el autor desea engañarnos con las descripciones. Me hubiera encantado que el cuento iniciara con la desesperación del protagonista al verse cautivo en el ciclo profano de la muerte, porque está claro que él sabe lo que ocurrirá. Aunque el inicio nos lleva a intuir un traumatismo psicológico por aquel sitio, que se comprende hasta el final. El desenlace que debió ser una sorpresa para el lector, se vuelve en un giro de tuerca que se desconecta de lo anteriormente narrado, es decir, no encontramos indicios de lo que sucederá. Es un cuento con mucho diálogo que no agiliza la lectura; quitar acotaciones en el mismo, ayudaría, y en su lugar, colocar elipsis o resúmenes breves sería un gran acierto para arrojar luz al texto, no mucha, solo la suficiente, pues, mostrar mucho puede causarnos una lectura aburrida.
agosto 2020
delatripa 42
7
Un hombre formal Rogelio comienza por unos ojos café oscuro profundo, tiene una mirada cargada cuando se concentra en algo que le interesa, ya sea el análisis de una hoja de cálculo en la oficina o la contemplación de una belleza en el parque al que asiste habitualmente en su hora de comida. Sus labios delgados, son una breve línea que nunca se transforma ni muestra sus emociones. Su piel clara, casi transparente, le da tranquilidad a los socios de la firma contable en la que él es el encargado del departamento de nóminas. Su nariz, recta y orgullosa se pone en alto cuando está pensando. Estatura media, complexión media, todo a medias, equilibrado. A Rogelio le sobran invitaciones a comer por parte de sus compañeras de trabajo que ven en él a un buen partido (abstemio: no bebe, no fuma, y tampoco le gusta el futbol), pero fiel a su rutina prefiere comer a solas, un sándwich de jamón con queso, una porción de ensalada, agua de fruta natural sin azúcar son alimentos rigurosos de lunes a sábado. Como aquel mediodía, en que el sol resplandece sobre el cemento en la cancha de basquetbol y los adolescentes no dan tregua martirizando la pelota. Sentado en una banca del parque, su mirada profunda se pasea en la resbaladilla, sobre la nena de 5 años que sube, cae y vuelve a subir bajo la inspección de su madre, que de vez en cuando recorre el dedo sobre el celular. No es la primera vez que la observa, su hermosa carita se le cruzó un día mientras ella, tomada de la mano de su mamá, hacía esfuerzos por zafarse y correr antes de cruzar la calle. Amor a primera vista, el golpeteo en su corazón fue alucinante, aquel hombre hubiera querido acercarse y decirle las cosas que él ya había descubierto del mundo. Pero su mamá siempre cerca de ella como sombra, incluso cuando iba montada en bicicleta. Imposible declarar su amor, con solo imaginarlo siente que hiere susceptibilidades. Nadie comprende su sentir y siempre que lee de controversias sociales de la historia, le viene a la 8
delatripa 42
agosto 2020
Beatriz M. Mérida mente que algún día como cosa lógica simplemente lo aceptarán, –El mundo demora– dice para sí, porque simplemente no puede entender que alguien tenga razón para molestarse de que habiendo tantas mujeres, él un joven adulto trabajador y responsable, decida poner sus ojos en una pequeña mujercita de 4 o 5 años, en cuyo delicado rostro aún no se asoman los vicios y prejuicios que llegan con la adultez. ¡El mundo es un verdadero desprecio a la vida, una admiración sólo a lo que el hombre manipula! Él en cambio, ama la vida, le rinde tributo a la juventud, más allá de eso: al principio de esta. Y así pasa las horas rumiando su ferviente, aunque oculta, lucha por los derechos individuales y colectivos de la sociedad pedófila: sus reflexiones comienzan con la abolición de la esclavitud cuando llegó el día en que trataron a los esclavos como seres humanos; pasa después a 1893 y los primeros años de lucha por el voto de la mujer; en la actualidad por fin los gays se pueden casar y los incomprendidos no tienen empacho en declararle su amor a un árbol para siempre. De esta manera piensa, y sobre esta base dirige todo sus discursos imaginarios, porque en el fondo tiene claro que existe una delgada línea entre el pensar y el hacer y que si la cruza tendrá que dar cuenta de ello. El verano llega a su fin y sus visitas al parque se extienden, además de la hora de comida trota en aquel parquecito después del trabajo. Fiel a la rutina, no dura menos de 45 minutos aunque el sol se oculte pronto. Sin embargo, tiene casi una semana que la tierna niña no aparece, se arrepiente de no haberla seguido antes para saber por lo menos donde vive y de vez en cuando poder mirarla de lejos. Por ello, cuando la ve nuevamente, la emoción lo traiciona y hace lo que nunca antes se había atrevido, acercarse al objeto de su deseo: la pequeña se encuentra sentada en un carrito mecánico, su madre busca monedas en el abismo de un bolso enorme. La niña demanda el funcionamiento del carrito mientras brinca insistente con la esperanza de hacerlo mover aunque solo sea un poco; se dispone a llorar, ya
tiene su pucherito listo cuando llega él con una moneda. Sin dudarlo introduce la pieza y el mecanismo comienza su funcionamiento, en ese momento la madre se acerca desconfiada. Rogelio disculpa su intromisión explicándole que: “Simplemente, no podía verla llorar”, su mirada firme de hombre de trabajo no debe dejar lugar a sospecha, la mujer agradece con una sonrisa. Él está a punto de irse pero se anima y saluda Me llamo Rogelio; trabajo en el edificio de enfrente, y extiende el brazo para señalarle el lugar, la joven madre incómoda, prefiere darle la espalda y no responder. Rogelio siente como si un balde de agua fría lo empapara, ¡quiere alejarse rápidamente, huir! Ya ha caminado unos pasos, cuando a sus espaldas oye su nombre en la tímida voz de la mujer frente al carro mecánico Mucho gusto Rogelio, me llamo Romina. Y voltea estrenando la mejor de sus sonrisas, y se acerca a ella ofreciéndole la mano sinceramente: Encantado.
agosto 2020
delatripa 42
9
10
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
11
12
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
13
Cinco relatos
Luis G. Álvarez
El club de los Elefantes Rosas Congregación No. 34. —Comenzamos la sesión. No se han otorgado los resultados esperados. El concilio determinará si las causas son factibles sobre los sucesos ocurridos ayer por la tarde; nuestros allegados alegan, no con hechos, sino con la osadía de sus convicciones, que lo que pasó fue un acto inhumano. Si nos basamos en lo que ha marcado la historia, hemos demostrado que no se considera un acto terrorista, ni tampoco son acciones de una versión moderna de Jack el Destripador. Sino de algo divino, que va más allá de nuestro conocimiento, una lógica; por tal razón, exijo que se haga una investigación exhaustiva. No podemos permitir que lo que se hizo en esta parte del mundo, se vuelva a repetir. Hermanos, hemos mantenido nuestros secretos por muchos años y un suceso como éste podría poner en evidencia todo lo resguardado. Lo divino nos ha caracterizado, pero este suceso va más allá de nuestro conocimiento y los invito a tomar una decisión: si debemos o no, interceder. Lo que conlleva a la siguiente pregunta hacía el Gran Arquitecto ¿se ha catalogado este suceso como una equivocación? ¿Qué tanta de nuestra reputación se verá afectada? Los medios han estado hablando acerca de nosotros, igual las redes sociales; sin embargo, y todos lo sabemos, no es más que un 10% de lo que en verdad somos, de lo que la luz representa, lo que ustedes mismos, están mostrando al mundo, con nuestra postura de anonimato, pero en reconocimiento para nuestros hermanos. El tiempo ha determinado que la decisión tiene que ser precisa en este momento; sin embargo, los invito a reflexionar sobre qué es lo que ganaremos y lo que perderemos. —No podemos levantar la sesión; si es imprescindible que otorguemos más tiempo, así será. El tiempo por sí sólo no determina una buena acción y menos una decisión. El castigo de lo divino es una muestra de purificación del alma, 14
delatripa 42
agosto 2020
esconde dentro el parlamento de la fuerza fraternal. Hermano, lo que tienes ante tus ojos no es más que un efecto dominó causado por malas decisiones que no nos conciernen. El traer el problema a este recinto sólo ha creado el caos dentro de la austeridad que buscamos emplear para nosotros mismos. Los allegados han fanfarroneado solamente las cuestiones que has comentado esta noche. La ceremonia agendada fue severamente afectada, aislada, rechazada, prejuiciada y abandonada. Debemos… —es interrumpido—. —No se trata más que de mera cobardía; si las intenciones son con el factor del cambio ideológico, entonces esta debe esclarecerse no sólo bajo condiciones morales, pues nosotros no actuamos de esta manera. La vitalidad de la verdad que buscamos encontrar es la luz misma de aquella primera reunión. La promesa adquirida, el vaivén emocional y el juramento dictado, ¿fueron solo falacias? Oh, es que las intenciones cambian cuando nuestros hermanos encuentran el motivo de cada persona, relacionando la oportunidad de establecerse a sí mismos con la promesa de una vida digna, de luz, esperanza y conocimiento. —No creo que lo que ahora es punto de debate, deba ser considerado como un hecho dentro de nuestra congregación. Si el resultado de la verdad determina que el acto provocado por uno de nuestros hermanos va dentro del lineamiento social, debe ser castigado por su infracción en una situación alejada a lo que nosotros hacemos en este recinto. Su falta de conocimiento e ignorancia nos ha brindado una mejor percepción de lo que solía ser cuando acudió a nosotros; sin embargo, su determinación nos enseñó aquellos pasajes que el mismo libro nos muestra, y que creíamos ya no existían; por tal motivo, lo invito a reflexionar si vale la pena deshacerse de todo cargo que ha adquirido por un problema que no nos corresponde. —Las enseñanzas aprendidas han sido gracias a la congregación, a mi maestro, a nuestro Gran
Arquitecto y todo aquello que me ha sido confiado, pero no puedo dejar pasar por ningún motivo, este acto de cobardía y dejar a uno de nuestros hermanos a la deriva si me necesita, cuando nos necesita… —es interrumpido —. —Usted no ha sido más que un miembro del cual aún está en reconocimiento. Y reitero que considere sus acciones, pero sobre todo sus decisiones, si decide dejar todo por un asunto ajeno. ¿O acaso ya olvidó que su objetivo era buscar la verdad? Todos los dotes que se le han otorgado, se le retirarán, será sólo un recuerdo de las malas circunstancia y su memoria quedará pasmada, igual que cuando arribó con nosotros. —Parece que olvidan que lo que solían pregonar, ideales despojados de sus ropajes, túnicas y collares, que sólo han demostrado ser más que un gran nombre. Por esta única razón es que he decidido inclinarme por aquello en donde no llega la luz, a la cual le hice un juramento, ahora sosegado por la incertidumbre, lo visible, la humildad y hermandad, decidiré dejar todo lo adquirido por el resguardo de uno de mis hermanos. —¡Que así sea! Se trasladará a la siguiente habitación, no quiero que siga manchando este recinto con su pobre idealismo. —Lo haré, pero que quede claro que mi postura en este recinto es la misma, e incluso mejor, de la primera vez que pise este lugar sagrado. La congregación ha determinado mi postura y mi conocimiento. El dador de luz ha atribuido a mi bienestar convirtiéndome en un hombre diferente, de paz, reconciliación, redención, sobre todo de conocer para impartir y compartir con nuestros hermanos lo que aquí se me ha otorgado. Todo quedó en silencio por unos minutos. —No cabe duda que dentro de una sociedad tenemos a una persona moral, disciplinada, que cumple con lo establecido por la ley. Con nosotros más que un hermano, es una persona de conocimiento, dador de la verdad, distinguidor de la sabiduría. Servidor mas no sirviente. Por tal motivo he decidido, por el poder otorgado en este concilio que hemos formado el día de hoy, su ascenso a Maestro. La situación controversial en la que se ha envuelto, no es sólo más que una prueba de carácter la cual ha sido forjada con el único propósito de
conocer su determinación y lealtad. Ha demostrado ser un hombre de bien, lo ha demostrado. No tenía palabras para expresar lo que acaba de escuchar. Me quedé en silencio unos segundos. —No tengo palabras para describir mi frustración e ira, al considerar que mis servicios fueron puestos en duda al escuchar todo lo contrario, que me mostraron al inicio. Lo único que puedo decir es gracias y en mi postura civil, agradezco que la vicisitud haya sido una ligera cortina, que todo se encuentra en perfecto estado. Nuestros corazones han comenzado a latir como uno solo. —Adelante, Maestro. Su conocimiento aguarda. Su sabiduría ha sido y será la mejor herramienta de su persona. Y juntos entramos a la siguiente habitación iluminada solamente por algunas velas. Los símbolos los reconocía. Estaba ansioso por saber lo que me aguardaba, pero al mismo tiempo me sentía como un estafador; puse en duda mis convicciones por creer las verdades ocultas de las personas que buscarán de alguna manera perjudicarme. Al final, es lo que sucede con nuestra sociedad, esta doctrina nos encamina hacia el conocimiento. La capacidad de resolución y como ser miembro de esta carrera llamada vida. —Bienvenido una vez más al Club de los Elefantes Rosas, maestro!! De nuevo me sentí libre y próspero.
agosto 2020
delatripa 42
15
El Malamen Durante toda mi vida fui criado de manera diferente. Siempre les preguntaba a mis padres las razones por las cuales mis amigos no usaban una Kipá, pero sólo me contestaban con otras preguntas como: ¿Si me avergonzaba de usarla? Ó ¿qué tenía de malo usarla?, al final terminaba sintiéndome mal y me marchaba a mi habitación. Veía jugar a los niños con la pelota desde mi ventana, recargado, sin entender por qué debía ser diferente para mí, si yo sólo quería ser normal. Después de unos minutos mi padre me recordaba que tenía que estudiar ''La Torá''. Toda mi tarde se iba en mis lecturas, aunque también me gustaba escribir historias, tenía semanas planeando la novela de un chico que, a través de regresiones, descubrió que en su vida pasada conocía a Ana, logró un ligero enamoramiento con ella, hasta la encontró en el campo de concentración minutos antes de que falleciera. Cuando Tata me contó esa parte de la historia no pude evitar enamorarme una vez más de ella. La amaba tanto y estoy orgulloso de ser quien soy. Hasta entonces comprendí lo que representamos en el mundo. Nadie me dijo que este camino, que esta vida sería tan difícil, pero sin duda la volvería a tomar. Quería aprenderlo todo, aunque sintiera que estaba sacrificando mi infancia para lograrlo. A mis doce años, jugamos, estamos con amigos, pero yo no, yo estudiaba. Mi padre Juan Carlos Barcelotiz, es Gran Maestro del ''El Club de los Elefantes Rosas'', y debo responder como tal, para asumir esta herencia familiar. Después de varios días de aprendizaje, me asaltó una duda sobre un tema que llamó mucho mi atención, a pesar de que era en un punto budista, quería intentarlo. Cuando era pequeño, tuve un amigo imaginario del que podría jurar era de verdad, pero nadie lograba verlo. Jugábamos, me ayudaba a estudiar La Torá, incluso le gustaba escuchar ''Hava Nagila'', me enseñó a danzarla. Pasábamos horas en la habitación divirtiéndonos, pero con el paso del tiempo se marchó. A veces llegaba en las mañanas o me visitaba en las madrugadas. Recuerdo que la última vez que lo vi, me dijo que tenía que marcharse, que debía ayudar 16
delatripa 42
agosto 2020
a ''Peter''; si lo lograba regresaría, pero si no, jamás lo volvería a ver. Creo que está de más mencionar que nunca volvió. Ahora reflexiono que sólo fue un Tulpa creada en mi niñez. Cuando le pregunté a Tata sobre ellos, se disgustó, pero me contestó: Son seres creados a través de la meditación en la religión budista, pero para las demás personas se crea a través de necesidades, nadie más puede saber de ellos, sólo los que los crean. Supongo que así fue el mío, acompañándome todo el tiempo posible hasta que pudiera llevarme. Recuerdo en una ocasión un sueño, en el cual, me encontraba en otro país, hablaba otro idioma, estaba seguro que no comprendía pero sabía lo que la gente decía. Sus palabras articulaban otro idioma, pero en mi mente era español. El lugar tenía forma de caracol, los chicos y chicas de mi edad estaban ahí, era como una escuela, había computadoras, libros, tiendas para comprar bocadillos. Cuando me senté, dos chicos acompañados de una chica, me preguntaron por Marisol, no tengo idea de quién fuera ella, pero debió ser alguien importante, porque cuando la encontraron, uno de ellos la abrazó como si tuvieran años de no verse. Unos minutos después me desperté o eso creí. Escuché a dos personas conversando afuera de mi habitación. Cuando salí era mi papá hablando con uno de sus amigos. Estaba muy preocupado, cuando se volteó, no lo reconocí, no físicamente, sabía que era mi padre, pero en otro cuerpo. Me dijo que pusiera ropa en una mochila y que me vistiera con la mayor cantidad de prendas posibles. Regresé a mi habitación, pero era diferente. Descubrí que aún no regresaba a mi tiempo actual, me encontraba atrapado, quizá para siempre. Me veo en el espejo, no sé quién soy en realidad, no me reconozco, no sé en qué tiempo debería estar, ni siquiera supe cómo llegué aquí.
En un mar de muertos. — Y luego?, ¿te la chingaste? — Pues claro – mostraba mucha seguridad y seriedad en su confirmación. — No manches. Una persona como tú, puede chingarse a la que quiera, cuando quiera y como quiera. Sin embargo, no desearía ser tú de todas maneras. — Ah, chingao, ¿y por qué no? — ¿Sigues trabajando donde mismo, que no? — Así es, en la misma morgue.
La cantata del Diablo 21:16 ¿Inspiración? Nahhh… Sólo otro tonto susurro de palabras distorsionadas porque realmente no sé qué pensar. Y es curioso porque su idea no parecía tan descabellada, e incluso podría tener algo de razón. ¿Quién podría determinar su hora de muerte? ¿O quizá el día? Según la historia que hemos encontrado a través de los navegadores de internet, el demonio Zozo es uno de los pocos que puede decirte con exactitud tu fecha, pero hablar con él es como condenarte a ti mismo, además prometer algo que no te pertenece. Aaaaah no aguanto el dolor de cabeza que he tenido desde hace semanas, supongo que la deshidratación me llega a crear alucinaciones, y ni siquiera sé porque se me viene esto a la mente. Tengo calor, necesito salir de aquí, siento el cuerpo escurrir, necesito gritar. Me llevo las manos a la cara sólo para jalarme el cabello, quiero arañarme, sentir el fresco. Escucho mucho ruido que siento que me taladran la cabeza. Quisiera odiarlos a todos, pero no puedo. Mis manos no me dejan, (tengo 5 minutos viendo la pantalla) me quedé idiotizado con su luz blanca. He estado escribiendo en un cuaderno pequeño que forré con papel periódico, aquellos temas que me llaman la atención. Los investigo y después hago un resumen, lo cargo a todos lados por si un día surge el tema de mi investigación. Lo último que tengo en mi lista es la clavícula menor de Salomón y es interesante, porque la gente está dividida, lo toman como una persona que hacía rituales, conocía de demonología, pero los demás lo consideran sabio, es un ying yang, lo bueno y lo malo envuelto en una sola persona, es como nosotros, porque de eso estamos creados, somos mitad lo que debe ser, seguir las reglas, desobedecerlas. Juzgándonos nosotros mismos. El libro no lo he leído, no lo tengo en físico, no lo encuentro, el PDF sí tiene muchos demonios escritos, pero está incompleto. Ahora el libro ni siquiera fue entregado a su hijo cuando murió porque no lo consideró digno, lo sepultaron con él; frailes y sacerdotes fueron en su búsqueda, argumentaron que no lo habían encontrado, y lo dejaron de buscar. El mundo está regido por ángeles y demonios. ¿Pero si está dentro de tu mente? Existe una teoría que marca que todo se basa en una semana. Lo que has vivido son sólo recuerdos implantados en tu agosto 2020
delatripa 42
17
mente, cómo aseguras tus años de niño, si no hay evidencia. No aguanto la cabeza. Hasta ese pantalón que está en el suelo se mira más fresco que yo. Sólo quiero dormir, me da igual si despierto o no, y la muerte sólo se volvió una especie de amiga que jura que vendrá, pero no dice cuándo. ¿Es interesante, no? Saber qué es lo que existe más allá, ¿pero sin boleto de regreso? Puedes cerrar los ojos para no escuchar ningún ruido. ¿Qué es lo más difícil? ¿Llorar por algo inevitable o llorar porque sabías que sucedería? Sólo vi su cuerpo, la mirada de sus padres me decían que estaban tranquilos porque al menos no murió a manos de una persona desconocida. ¿Habrá visto a la muerte antes de morir? Según dicen que la miras, pero qué pasa cuando la sientes cada vez más cerca de ti. Los vivos suelen comportarse muy raro cuando están a punto de morir, porque lo saben, sienten cuando el momento ya está cerca. ¿Te has visualizado en el futuro? Quizá no puedes porque no vivirás tanto y al final, ¿a dónde vas? El suavitel huele muy rico, se mira apetecible, pero sólo tengo una oportunidad para probarlo. Me gustaría poder describirles el sabor a los demás, pero sé que no me escucharían. Ni
18
delatripa 42
agosto 2020
siquiera sabré si recordaré algo. No sé, estoy muy confundido, no sé qué es bueno y qué es malo. Cuando busqué a alguien para que me diera la respuesta o al menos me comentara qué piensa, resultó ser que todos estaban ocupados; ahora sé que no lo estarán y el tiempo que necesitaba para conmigo, me lo dedican. De verdad tengo que morir para que estén ahí, para escuchar lamentaciones. No quiero dudar de todo, pero sin respuestas no puedo hacer nada, puede ser mi propósito, pero, no lo sé, tengo miedo de fallar. Voy a publicar mi texto, sé que no le gustará a muchos; no lo sé, siento que el mal, me impulsa a que lo haga, pero por qué DIOS no me ayuda a olvidarlo. ¿Por qué siento que me deja solo? No quiero perder, no quiero olvidarme ni siquiera a mí mismo, no puedo avanzar si no sé hacía donde voy. No puedo si no tengo la seguridad de que tendré una segunda oportunidad. Ahora sólo observo triste, peor que cuando comencé. Y me marcho, quizá para siempre. No todos eran monstruos, pero estaba seguro que yo si lo soy.
Malos pensamientos Cuando pregunté sobre los lugares más interesantes para visitar, todos me hablaban de las discotecas, bares, restaurantes, lugares de fiesta e incluso museos, pero nadie mencionaba lo que la naturaleza les regalaba al final de la playa. Un gran risco al cual los lugareños tenían miedo. Su secreto se guardaba a los turistas como yo, nos impresionaban con sus luces, fuegos artificiales y sus fiestas tan alocadas que duraban toda la noche, pero yo quería algo más. Me intrigaba lo que había debajo de ese risco. Una cueva olvidada a la que no dejaban que nadie entrase. Las historias indicaban que hubo un asesinato y que era mejor alejarse. Otras personas le componían a la historia diciendo que ahí descansaban las almas de sus muertos, que no se debía interrumpir su eterno descanso. Las más escépticas decían que al entrar a esa cueva me encontraría con una caída libre de muchos metros, que una vez perdido, jamás te encontrarían. No podía estar quieto, así que comencé a vagar por la ciudad, me adentré en los temas de construcción, la arquitectura de esa paradisíaca playa. Casas con tantas historias, familias que tenían mucho tiempo ahí. No había dolor, pesadez, preocupación. Esta parte de la tierra estaba olvidando las cosas malas que existen en el mundo, un lugar del que no sabía. Llegué por accidente. Me dirigía a casa de mis padres en otro estado, pero el avión se detuvo aquí por una emergencia. Después de salir a conocer, me gustó tanto que decidí pasarme unos días más. La gente es muy amable, caritativa, pero algo me dice que es desconfiada. Me adapté un poco y dejé de hacer preguntas. Tiempo después visité un viejo cementerio un poco alejado. Si estaba pensando en quedarme a vivir, quería conocer todo el lugar. Lo que descubrí fueron dos cosas, la primera, es que las familias que aquí viven lo han hecho por generaciones, estos lugareños se conocen desde hace cientos de años; la segunda cosa que descubrí y creo que la más importante, es que estas personas han tenido comunicación entre sí durante mucho tiempo, tienen mucho viviendo aquí, pero no hay suficientes
tumbas para sepultar a más de tres generaciones. En las lápidas no vienen fechas, sólo nombres. Había recordado la historia de la cueva, quizá existan pocos muertos en este cementerio casi olvidado porque los demás tuvieron una muerte trágica en la parte baja del risco. A las personas a las que me les acercaba para preguntarles, me cambiaban el tema o me recordaban las historias que ya me habían contado. Una noche llena de incertidumbre, decidí investigar en medio de la noche, me oculté entre las sombras para llegar al risco. Había personas en la playa nadando e incluso en fiestas, pero algo me decía que eran los mismos lugareños que se quedaban a vigilar, se mezclaban con los turistas. Recorrí la orilla del risco para entrar, era un lugar seco a pesar de estar en la playa, de lejos se veía una entrada grande, pero el acercase era pequeña. Su profundidad no era mucha, solo unos cuantos metros llegué a una especie de playa en medio de la cueva, el agua era cristalina, mucho más de lo que estaba afuera, estaba quieta, no se movía. La toqué y parecía que era más suave que liquida. Tomé un poco, lo guardé en el frasco que llevaba. Salí de ahí sin que nadie me viera, regresé a casa, me quedé observando la botella y su contenido. Quería saber más, pero la noche ya no me dejaba. Al despertar al día siguiente, me sentí raro, mi cuerpo era diferente, por dentro me sentía estupendo. Al verme al espejo ya no tenía las marcas en mis ojos, arrugas en la frente, mi cara se veía muy limpia, las cicatrices habían desaparecido. Dejé el frasco, me duché, salí, traté de hacer mi vida normal, le puse atención a las personas y sus rostros eran perfectos, no se veían marcas de la edad o cicatrices. Tenía una vaga idea de lo que estaba pasando. Regresé a casa, tomé un cuchillo, me hice una cortada en la pierna, nada profundo, sólo quería que saliera sangre. Cuando comenzó a gotear, vertí el agua del frasco que había extraído de aquella playa misteriosa de la cueva. Cuando tocó mi pierna, agosto 2020
delatripa 42
19
el agua se evaporó, cuando tocó la herida y sangre, esta se limpió y al instante ya no tenía nada. Era la fuente de la juventud, por esa razón las tumbas no tenían fechas, sólo nombres. Quizá los lugareños llegaron a un acuerdo de límite de vida. En eso alguien toco a mi puerta. Cuando abrí la puerta, unas personas parecidas a policías me comentaron que ya había transcurrido un mes, que ningún turista podía quedarse más tiempo. Uno de ellos comenzó a mirarme extraño, comentándole al otro que mi rostro estaba muy limpio. Sin duda sabían que había bebido el agua de la fuente de la juventud. Me pidieron que los acompañara. Llegamos a la jefatura de policías y me condujeron a un cuarto que se encontraba al fondo. Sólo escuché como los demás hablaban entre dientes. En la habitación estaba una silla esperándome. Me sentaron. Me apuntaron con una
20
delatripa 42
agosto 2020
pistola para después decirme que sabía demasiado. Alcancé a escuchar un fuerte estruendo y después nada. Cuando abrí los ojos, me encontraba en otro lugar, había un sol intenso, enfrente de mí una carretera, césped por ambos lados muy bien podado. Miré mis manos, eran más chicas, mi cabello lo sentí muy corto al tocarlo. Llevaba conmigo una caja para limpiar zapatos. Acercándose a mí venían dos chicos con una chica, parecían confundidos. Ya los había visto en alguna parte. Cuando pasaron enfrente de mí, me observaron con mucha intriga, pero continuaron su camino. Tomé la dirección contraria a donde iban. Era una persona diferente, un cuerpo diferente, debía encontrar esa fuente de nuevo e investigar bien lo que estaba ocurriendo, pero no tenía ni la mínima idea de por dónde comenzar.
Nicodemo
Xabi Paredes
Entre la multitud que se dirigía al monte Gólgota había un judío llamado Nicodemo. Este hombre se opuso a que Simón de Cirene cargara la cruz. A gritos afirmaba ser el único digno de compartir el calvario con su rabí. Los principales de la ley, a fin de que la disputa no leudara en el pueblo, acordaron dirimirla mediante una jornada de elecciones. En total, fueron más de siete los comicios: una mitad siempre votaba por Nicodemo, y la otra elegía al cireneo. Por consecuencia, se le pidió a Jesús que estableciera el desempate; pero él no podía otorgarle la mayoría de votos a ningún candidato sin antes discutirlo con el resto de la Trinidad. Así que una gran asamblea se organizó en el Tercer Cielo, dando como resultado que Dios Padre, el Espíritu Santo y las huestes angélicas le dieran permiso a Satanás para que inclinara la balanza. La serpiente antigua se transformó en paloma y se posó sobre la cabeza de Nicodemo. Abrió el pico y dijo: ¡ya no demoremos más la crucifixión! Cuando el viacrucis se detuvo en la cima, el Hijo del Hombre se conmovió tanto, que lloró más de lo que había llorado en Getsemaní; ya que su novel discípulo era el primer descendiente de Abraham que descubría la verdadera luz del Evangelio, el principio de la Sabiduría y la Vida Eterna. Jesucristo no se opuso a que la muerte y la ira profetizada desde tiempos muy antiguos se consumaran en Nicodemo.
agosto 2020
delatripa 42
21
La barca
Astrid Reséndiz
Había una luz al final del túnel. Me encontraba sentado a la orilla de una barca. El barquero que me transportaba llevaba una túnica andrajosa de color gris que cubría todo su cuerpo, incluyendo su rostro. Sostenía un báculo con el que remaba y su respiración era profunda y prolongada, como si le faltara el aire. Intenté hablar, pero por alguna razón las palabras no me salían, solo un quejido. La criatura que estaba a mi lado emitió un sonido como si se tratara de una exhalación. El túnel por el que navegábamos parecía interminable, a los lados había pequeños destellos de diferentes colores que adornaban la densa oscuridad que nos rodeaba. Me recargué a un lado de la barca y pude notar que el agua lucía como una sustancia gelatinosa. De las profundidades de dicha sustancia se asomó una calavera con colgajos de carne o al menos los vestigios de lo que alguna vez fue. Pegué un salto hacia atrás y ante mi deseo de gritar solo se escuchó un quejido débil. El resto del trayecto me quedé recostado en la barca, admirando la extraña belleza de aquel túnel. Después de un rato mis pensamientos comenzaron a tomar un poco de claridad y sumergido en ellos fue como el largo trayecto se volvió mas llevadero. Imágenes comenzaron a aparecer en mis pensamientos, eran recuerdos de mi vida pasada. Me veía cargando a una dulce niña de cabello rizado de color café oscuro, la acercaba a mi para besar sus mejillas, en mis pensamientos resonaba la dulce y melodiosa voz de una mujer que me llamaba por mi nombre, o al menos el que tuve alguna vez. Decía “José, amado mío, la cena esta lista”.
22
delatripa 42
agosto 2020
Algo sacudió la barca tan fuerte que me expulsó de mis pensamientos. Eran cientos de manos huesudas que se columpiaban de la barca, intentando subir en ella. La criatura que me acompañaba las golpeaba con su báculo. Luego de pasar lo que parecía una eternidad dentro de aquella barca, me sorprendió notar que el túnel no parecía tener final. Los párpados me parecían cada vez mas pesados y aunque lo intentaba, no podía mantenerlos abiertos. La barca se mecía de un lado a otro con tanta suavidad que parecía estar danzando sobre las aguas, todo me daba vueltas y cada una de las luces que adornaban el panorama se fueron apagando una a una. A lo lejos se escuchaban quejidos y lamentos. Por un breve momento caí en un sueño profundo. La mujer que había visto un poco antes me llamaba por mi nombre, entre sollozos, sentía como se aferraba a mi mano, incluso cómo la besaba. La voz de un hombre decía “lo siento mucho, es hora de proceder …” En la habitación se escuchaba la voz de una niña que rogaba a su madre que no lo hicieran y poco a poco sus voces se fueron apartando de mí. De pronto, me vi caminando a un lado de la criatura que había en la barca. Después hubo un silencio profundo y una densa oscuridad me rodeaba. En mi mente resonaban las preguntas ¿Quién soy? ¿Cuál es mi nombre? ¿En dónde estoy? Elevé mis parpados con total lentitud, cerca de mí se escuchaba el sonar de un riachuelo y pajarillos cantando.
Minificciones
Anel May
Minino minino Hoy amanecí con ojos de gato, me puse unos lentes oscuros para que nadie lo note. Me lastima la luz del sol y no quiero salir a la calle. Cerré las cortinas y me encerré en mi cuarto. Ronroneé un rato y me quedé dormido, pasaron segundos u horas, pero me desperté con sueño. Estiré mis patas, pegué un brinco del susto al ver mis extremidades y caí parado. Mi sueño se había cumplido, me he vuelto un felino.
Cuando llegue la cosecha
Las palabras del hombre caían suaves en el silencio del salón oscuro, cascada de agua dulce, riachuelo joven que baja por la montaña, lamiendo con cada frase las raíces mohosas de mi alma. La bebé que se gestaba en mi vientre se arrullaba con el tono de voz masculina, que será la misma que ella buscará de forma incesante cuando su corazón de niña madure florido de esperanzas olorosas como fruta fresca.
Nuevos amigos Siempre supe que había algo ahí afuera, sentía que me observaba en la oscuridad, pero no podía verlo. A veces hacía algo de ruido, pensaba que estaba loca, pero hasta ladraban los perros. Siempre estuvo ahí observando por las noches cuando me iba a dormir. Nadie me creía, decían que era mi imaginación, que mejor rezara para espantar los malos pensamientos. Pero los rezos no acallaban los ruidos ni las voces que me hablaban en sueños. Sin embargo, poco a poco comenzó a agradarme la oscuridad de la noche. Cada vez me gustaba más pasar tiempo afuera sola, a oscuras, observando las estrellas y la luna. Los ruidos y las voces nocturnas nunca cesaron a lo largo de mi vida. Hasta que una noche por fin tuve un primer encuentro con ellos, tuve mucho miedo, mi piel estaba erizada pero era más mi curiosidad. Quería saber qué eran, cómo eran. Los perros no dejaban de ladrar, fue un clímax de ladridos y aullidos furiosos, hasta que ellos se acercaron a mí y se hizo el silencio. Entonces lo entendí todo. Ahora soy yo quien mira fuera de las ventanas de las casas por las noches sin luna.
agosto 2020
delatripa 42
23
24
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
25
26
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
27
28
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
29
Señal del pacto
Xabi Paredes
Al tercer día del viaje encontraron el lugar. Era la misma caverna que Ismael había visto en aquel sueño. Le dijo a su padre: Aquí debemos hacer el altar y ofrecer el sacrificio. Abraham no dudaba de Ismael, pues siempre ocurría lo que Dios le mostraba. No obstante, les hacía falta el cordero. Él tiraba del asno, en cuyo lomo habían atado la leña. Isaac llevaba una antorcha, e Ismael un cuchillo. Así que le preguntó a su primogénito dónde lo encontrarían, y le respondieron que adentro ya estaban preparados el altar, la hoguera y la ofrenda. La antorcha proyectaba tres sombras deformes en las paredes de la caverna. Isaac quería salir, pero Ismael le advirtió que, si lo hacía, su cuerpo iba a sufrir dolores sin reposo. Y como antes había constatado que quien se resiste a los mandatos divinos sufre irremediablemente, no le quedó de otra que permanecer ahí hasta que el ritual concluyera. Un ruido fuerte y continuo antecedió a la llegada del ángel. Su aspecto no era antropomórfico, sino más bien se parecía a una esfera de crisólito. En cada una de sus rotaciones emitía relámpagos y la voz que profirió: ¿Recuerdas, Abraham, cuando te saqué de Ur de los caldeos y prometí engrandecer tu nombre y que tu descendencia sería tan vasta como los astros? Pues es tiempo de que obtengas el fruto de tu fe. Por cuanto no esperaste que curara la esterilidad de Sara y engendraste con tu sierva Agar a este joven que me ha servido de profeta, hoy vas a morir. Tus hijos te enterrarán en esta cueva. Luego, la voz se dirigió a Ismael y le ordenó que con ese cuchillo le cortara el cuello a su padre, tal y como habían acordado en aquel sueño.
30
delatripa 42
agosto 2020
Revuelta en Kardián
Ángel Fuentes Balam
Muchos de los que viven ahora desaparecerán de nuevo. Aún si la humanidad muere, la Tierra todavía girará alrededor del sol. ARJUNA Shoji Kawamori 1 Al año veintitrés de contingencia sanitaria, correspondiente al sesenta y cinco del Resguardo, Kardián —la ciudad de los muros espejo—, comenzó su estrepitosa conquista de los pueblos ignotos. Acostumbrados al Estado totalitario que se impuso décadas atrás para controlar la epidemia de CVD-20, los kardianos no pudieron imaginar que aquel minúsculo grupo terrorista de la bandera negra traspasara la frontera. Las fuerzas militares no esperaban la emboscada nocturna de esa célula armada. El gobierno había subestimado a aquellos fundamentalistas que surgieron en el año cincuenta y cinco, clamando por la inexistencia del virus y considerando falaz el poder de los Leucanos, nuestros enemigos naturales. Bajo la consigna de que nuestro Primer Ministro y el Parlamento habían mentido por más de medio siglo, habían ganado gran cantidad de adeptos que se mantenían en la clandestinidad: nuestra administración era una maquinaria de exterminar conspiracionistas de ese grado; bastaba con que rastrearan publicaciones en las redes virtuales (proexteriores y antivirus), para que llegaran hasta tu umbral con la fuerza pública. Ningún capturado volvía. Yo estaba en mi iglú cuando la noticia apareció en todas las pantallas: “el grupo fundamentalista SNK, ha masacrado a un escuadrón de batería del ejército kardiano y abrió una brecha en la pared sureste, en el Distrito Cuarto. Solicitamos quedarse en los iglús y en las esferas de ascensión-reposo. Los Leucanos tienen libre acceso a la ciudad. Las fuerzas armadas harán lo posible para defender las zonas aledañas. No habrá evacuación para evitar aglomeraciones. Use su máscara antiviral. A la gente de los mencionados sectores, le solicitamos cooperación máxima. Kardián combatirá al enemigo y salvaguardará a sus
ciudadanos. Manténganse en sus casas. El Círculo Unido será eterno”. Mi esposa se estremeció al punto de la histeria. Todo kardiano había estudiado las atrocidades del CVD-20 y de los Leucanos, aquellas bestias semikardianas que propagaron la enfermedad y habitaban en aldeas vecinas: seres repulsivos destinados a masacrar a nuestra raza con indignante brutalidad. Desde la enseñanza primaria nos sometían a ver las grabaciones de las primeras guerras, antes de la construcción del muro. Nos provocaban un temor inaudito: su enorme altura era casi del doble que la nuestra; su hocico largo, con dos hileras de dientes torcidos y azulados; sus ojos tapados por la carne de la frente, sus tres extremidades largas que se articulaban al extremo y se retraían adentro del cuerpo blanco, sus brazos escamosos… En los registros no había información de cuánto tiempo tenían habitando el mundo ni por qué su tecnología, exclusivamente hecha para matar kardianos, llevaba años sin progresar. El muro nos protegió durante mucho tiempo, acostumbrándonos a no penar en el exterior: era imposible ver lo que había fuera de él. Había sido construido con un metal hiperlustrado que reflejaba el interior, así la luz artificial podía rebotar en su materia e iluminar cada rincón de la ciudad. La pared espejo hacía parecer a Kardián un lugar sin fronteras: infinitos corredores y edificaciones se replicaban en los bordes, hasta lo imposible. Toda construcción en Kardián tenía un doble. Recuerdo que de niño yo me preguntaba por qué el mundo era tan oscuro, por qué no existía la luz natural, por qué el cielo tenía ese permanente rojo, por qué el aire que respiráagosto 2020
delatripa 42
31
bamos era tan viscoso. Mis padres me reprendían, ordenando que pusiera atención a la escuela y no hiciera esas preguntas de conspiracionista. Aquel día del año sesenta y cinco, abracé a mi esposa, acaricié sus profusas antenas y le dije que no temiera. Habíamos aprendido a vivir con el CVD-20 desde hacía veinte años, cuando se presentó el primer caso en Kardián. Actualmente, nuestra sociedad era muy avanzada: aprendió con múltiples sacrificios a vivir en su nuevo orden, miles de muertes a manos del virus nos dieron el derecho a subsistir entre los muros. —Kardián seguirá en pie —le dije a Maia, observando en la pantalla del computador la transmisión en vivo del noticiero: la brecha que había abierto el Sendero Nacionalista Kardiano. “—Aún no se sabe el número de los terroristas que participaron en el ataque. Se reportan siete miembros del SNK muertos y cerca de tres soldados sobrevivientes, pero heridos de gravedad. El Tercer Pelotón de la Cuarta Compañía, no alcanzó a ofrecer refuerzos. Se cree que el grupo radical usó una bomba de ácido fluorosulfónico, una tecnología muy avanzada, incluso para nuestras fuerzas armadas…” Los medios omitían deliberadamente el número de activos caídos en batalla. Mientras Maia lloraba, mirando cómo el ejército acordonaba la zona, yo había comenzado a grabar en mi rastreador ocular: era un día que perduraría en la memoria de nuestro pueblo. Caravanas de vehículos blindados del gobierno rondaron por la ciudad, prohibiéndonos salir de nuestros iglús o esferas. En el sector destruido, dos regimientos armados con cañoneras se asentaron en espera de la aparición de los Leucanos. El único noticiero que podía seguir los acontecimientos, se instaló a unos cientos de metros. Su transmisión era irregular y poco precisa. Esa noche, las luces de Kardián se apagaron tres horas antes de lo establecido. Los ciudadanos acataron la medida, ya que según palabras del Primer Ministro: “Los Leucanos son menos eficaces en la oscuridad. Esta medida es para proteger al pueblo. El Círculo Unido será eterno”. El único brillo artificial que iba a prevalecer era, por obvias razones, el del Distrito Cuarto. 32
delatripa 42
agosto 2020
2 Recordaré hasta la muerte esa gloriosa noche. Cuando Maia se durmió entre mis brazos, después de intranquilas vueltas en la cama, fui silenciosamente a la pantalla del computador y abrí el portal clandestino. Tecleé mi contraseña. Ante mí apareció la bandera de SNK, nuestra bandera real: el círculo rojo, inconcluso en la parte superior, sobre el fondo negro. Bajo mi ID encriptado aparecieron las noticias de nuestro frente: “Ataque -01. LS exterminados. Amanecer. Verdad”. Cerré la pantalla. Mi cuerpo palpitaba excitado, exudando gas turquesa. Faltaban unos minutos. En la mañana, todo Kardián sabría la verdad. Los conspiracionistas no estábamos locos. Era nuestro momento de ascender. La rebelión sería consumada. Años de anonimato y de infiltración en la élite gubernamental rendirían fruto. Nuestro iglú se alzaba en el quinto nivel de una esfera perteneciente al Distrito Tercero. Desde ahí, se alcanzaba a ver el resplandor blanco de las luces, en el puesto de guardia de la brecha. Salí al balcón. Conté los minutos, nervioso. Una honda ráfaga de líquido eléctrico se revolvió en mi vientre cuando se hizo la oscuridad. Se alcanzó a escuchar el ruido de los cañones y las armas. Diversas explosiones retumbaron en nuestras paredes. Maia se despertó, aterrada. —¿Qué pasa? ¡Los Leucanos! ¿Entraron? Yo expedía un gas totalmente verdoso, como muestra de mi alegría. Me aproximé a ella y clavé mis cefalofilamentos en los suyos. Compartimos nuestro líquido esencial. Era el mejor método para intercambiar impulsos o estados corporales. Ella sintió mi tranquilidad y cerró los ojos. —No, querida. No son los Leucanos. Ven. Quiero mostrarte algo. Kardián amaneció para renacer. Cuando los reflectores se encendieron en los Doce Distritos en la hora sexta, frente a la abertura, que ahora tenía el doble de ancho, estaban de pie tres compañías paramilitares del SNK: unos trescientos elementos. Habían asesinado a los regimientos y a los reporteros, amparados por la oscuridad anterior. Un grupo de comunicaciones había intervenido la
señal del noticiero anclado en el sitio. Antes de esperar repuesta de las compañías todavía fieles al Círculo Unido, comenzaron a transmitir una grabación, la misma que yo le había enseñado a Maia antes: un video que mostraba a un grupo de kardianos fuera de los muros. En su desesperación, grababan decenas de Leucanos muertos en el inhóspito lugar donde se hallaban. Los cadáveres se veían secos, como si hubieran muerto de debilidad o vejez. Uno de los kardianos decía, mientras filmaba: “no hay virus. Llevamos tres días avanzando en zona de Leucanos y nada nos ha pasado. El virus se ha ido, al igual que nuestros enemigos”. Pude sentir la conmoción de mi esfera habitacional, algunos gritos afuera de confusión y pavor cimbraron en nuestros filamentos. La señal se interrumpió y la transmisión comenzó a ser en vivo. Las filas de kardianos del SNK acaparaban la pantalla, las banderas negras con el círculo inconcluso ondeaban en el aire espeso. Una desbordada pulsación interna hacía vibrar mi piel: los magníficos líderes militares del Sendero demostraban un poderío incalculable; sus rostros serios, matizados con los destellos del muro espejo, parecían los de una deidad cruel y severa. Uno de los generales, se acercó a la cámara y habló: “—¡Kardianos! Hoy es el día de la revuelta contra un gobierno que nos ha mentido. Lleva mintiéndonos por casi un siglo. —Los camarógrafos se movieron y tomaron un camión blindado de cuya parte trasera dos soldados dejaban caer cadáveres al piso: eran Leucanos. Luego, otro camión, repleto de los mismos seres muertos—. El día de hoy, les enseñamos la verdad: los Leucanos ya no son una amenaza. Se están extinguiendo. El virus CVD-20, ya no existe. La idea de que aún perdura, matando a nuestros compatriotas es una estrategia de control masivo por parte del Círculo Unido que encontró por ese medio el arma política definitiva. —La cámara volvió a mostrar en primer plano al General—. Por años nos preparamos para este golpe, moviéndonos en el anonimato. El video que vieron primero, ha sido nuestra fiel prueba, nuestra arma de afiliación. Los militantes del SNK, actualmente son tantos que seguramente ustedes conviven con ellos, comparten esfera e iglú con
ellos. Nos hemos infiltrado en el parlamento, en el ejército, en el sector religioso, esperando silenciosos este día, en el que romperemos el círculo de opresión. Salgan a las calles. Kardián es suya. Asesinen a los falsos mandatarios. Vayan a los centros de salud, vacíos, manipulados, destrúyanlos. Hoy, comienza una nueva era. Hemos salido del muro. Ayer llevamos a cabo un ataque coordinado para abrir estas paredes y exterminar a los Leucanos de la periferia. Esa grabación que han visto, es sólo una parte de las que encontramos hace años. Conocemos que afuera existen más pueblos, pueblos libres que se mueven por nuestro vasto mundo. Pueblos que no nos desean y que están aliados con nuestros enemigos, su brazo armado. Pero ya no significan nada. Los kardianos hemos permanecido latentes, fortaleciéndonos, perfeccionándonos. Nuestras armas son capaces de hacer frente a cualquier enemigo. El mundo será nuestro. Nunca más nos encerraremos.” Acto seguido, dos soldados del SNK entraron a cuadro, con un prisionero kardiano: era nuestro Primer Ministro. Mi trémulo ser, no daba crédito a lo que percibía. Maia temblaba, expeliendo el gas púrpura del miedo. Desde que le revelé ser partidario del Sendero Nacionalista, no había dejado de contraerse y expulsar ese tipo de gas. Tuve que controlarla, explicándole que la revuelta era necesaria, que nosotros no corríamos peligro. Aquellos soldados portaban armas leucanas, diseñadas expresamente para aniquilarnos. Despedazaron al Primer Ministro frente a las cámaras. Maia gritó, volviéndose una irreconocible bruma morada. Yo registraba todo, seguro de que el futuro necesitaría esa parte de mi memoria. 3 La rebelión duró un escaso mes y fue aplastante. Las armas leucanas junto a las bombas de diseño de ácido fluorosulfónico, devastaron a las fuerzas militares que siguieron fieles al Círculo Unido. El SNK había tomado tanta potencia de espionaje e infiltración (y tenía agosto 2020
delatripa 42
33
tantos adeptos no militares en Kardián) que la guerra civil se evitó a toda costa. Los militantes sabíamos que el régimen ascendente podía ser incluso más despiadado con sus contrincantes, pero estábamos dispuestos a pagar el precio. Con demostrar nuestra fidelidad al SNK era más que suficiente para salvaguardar nuestro patrimonio o la vida. Hospitales fueron incinerados, sedes gubernamentales, lapidadas; los campos de concentración que albergaron a tantos de nuestros compañeros conspiracionistas fueron centro de reclusión de aquellos que pertenecieron al gobierno caído. Las pruebas que el SNK ofreció fueron suficientes para que la mayoría de los ciudadanos de Kardián se convencieran de que habían sido engañados. Por supuesto, algunos rehusaron del cambio, al principio. Fue necesario que todo el sector del muro del Distrito Cuarto cayera para que se dieran cuenta de la verdad. El Círculo Inconcluso tomó el poder y disipó cualquier indicio de contragolpe; la bandera negra vistió cada edificio en la ciudad. El sistema se restauró en tiempo récord. Kardián volvió a estar poblada de sus hijos en la calles, sin mascarillas ni miedo. Y así comenzó la era de expansión. Los Leucanos atacaron al décimo mes de la instauración del nuevo gobierno, con un ejército de apenas tres mil soldados. Otra mentira del antiguo régimen, que los contaba por billones. Nuestras fuerzas llegaban a doscientos mil elementos y esperaban el ataque. Era cierto que uno solo de ellos era capaz de exterminar a muchos de los nuestros, pero sus números no podían ganar la batalla. En una jugada inteligente, el Círculo Inconcluso no derribó el muro, para protegernos del ulterior embate. Las crónicas dicen que la batalla terminó en cuatro horas. Masas muertas de cientos de Leucanos se amontonaban afuera de Kardián. Cuando las armas de largo alcance no pudieron contener la avanzada, el combate fue cuerpo a cuerpo, pero los contrarios no llegaron a penetrar ni cincuenta metros de la ciudad. Las bombas ácidas jugaron un papel determinante en la destrucción de los cuerpos enemigos. Un tercio de nuestros atacantes huyó de la batalla, la otra parte,
34
delatripa 42
agosto 2020
fue destruida. Esa fue la última vez que los kardianos tuvimos que confinarnos, movilizándonos algunos a la parte céntrica de Kardián, para dejar libre del Distrito Tercero al Sexto. 4 La noticia de nuestra victoria se conoció a la hora décima. El festejo nacional se prolongó por dos meses. Los Leucanos no volvieron a atacar. Entonces, el Círculo Inconcluso dio un aviso inédito para la población kardiana: era el momento de salir de la ciudad y fundar colonias extramuros. Maia y yo nos habituamos a la nueva vida, felices de que nuestro encierro, el terror a ser atacados por agentes extranjeros, la paranoia constante de enfermar y el desconcierto por el futuro, terminaran. Kardián iba a florecer como la nación más poderosa del mundo. Los kardianos sometieron a los demás pueblos con fiereza. A los que se resistían se les asesinaba sin mediación. No significaban un peligro para nosotros. Sus cuerpos eran débiles, parecidos a los Leucanos, pero irremediablemente blandos, débiles cáscaras de seres sin alma. En poco tiempo, se levantaron las primeras aldeas foráneas. Los kardianos comenzamos a reproducirnos con avasalladora rapidez. La bandera negra ondeó por el mundo, instalándose en regiones ricas para nuestro asentamiento. Las nubes de gas verde de nuestros compatriotas felices comenzaron a liberar el aire de su espesura. El mundo estaba cambiando, modificándose para albergar a nuestro pueblo. Conforme pasaron los años, Maia y yo nos reprodujimos varias veces. Nuestra familia se instaló en una colonia creciente muy al norte de Kardián, donde tuvimos un descubrimiento que cambió todo lo que sabíamos del universo conocido: la luz natural existía y llegaba a nuestros cuerpos sin modificarlos, nutriéndonos incluso con proteínas completas para nuestro ARN. Los científicos kardianos no se daban abasto: conforme más descubríamos nuevas zonas del territorio, nuestra composición ácida se fortalecía, y no sólo eso: nuestra sociedad incidía en esos segmentos, haciéndolos más aptos para vivir. Los
Descifradores Universales habían llegado a una conclusión que nos conmocionó: probablemente habría otros mundos, con seres inferiores o iguales a nosotros. Si a medida que nos expandíamos ganábamos fuerza y multiplicidad, debíamos ser una raza indestructible, la raza elegida, la raza definitiva en el universo tangible. Pasó poco tiempo para que el primero de nosotros lograra salir a la superficie. Lo que observó, nos dejó perplejos, pues era la noticia que esperábamos ansiosos, dueños de la realidad conocida, destructores de los organismos ínfimos que habían intentado erradicarnos, destinarnos a una existencia en el claustro permanente. El primer kardiano que logró caminar en el exterior de nuestro mundo, habló así: “fuera del cielo rojo, el aire espeso y la oscuridad constante, existe un universo de luz, cuyos límites son inabarcables. Podríamos definir nuestro mundo como otro compendio de muros en la sombra. Así como los kardianos logramos escapar de nuestra ciudad de espejos, así escaparemos hacia el más allá, donde la luminosidad es cegadora pero óptima para nuestros cuerpos. No pararemos hasta multiplicarnos por toda la eternidad”. Maia y mis hijos se regocijaron ante el descubrimiento. Yo quedé aturdido por la emoción, incrédulo ante la magnificencia de nuestro pueblo que había surgido de tanto sufrimiento. El futuro no podía ser más alentador. La bandera negra iba a viajar hacia otros lugares, maravillosos sitios que sólo habíamos podido soñar. No importaría que nuestro propio mundo se agotase y muriese. Siempre había un destino para los kardianos. Era un gigantesco paso para nuestra raza.
5 Kun Zhōu muere en la camilla de un hospital, en el Distrito de Luwan. Los médicos, consternados, entran y salen de su habitación. Las enfermeras llevan el cubrebocas sudoroso e infectado por su cálido aliento. Los síntomas de la enfermedad que lo aquejan son feroces y lo han reducido a ser un demacrado recordatorio de la fugacidad humana. Nadie reconoce el brote viral que ha destrozado sus pulmones. Unos dicen que puede ser alguna variante de SARS, pero las características parecieran responder a un agente mutágeno. Esta última opción les hiela los huesos: ¿podría ser un ataque biológico o una cepa desconocida? Al nosocomio han llegado veintitrés pacientes con la misma sintomatología. Un agente del gobierno ha llegado hasta la administración para sondear el peligro. Los rostros preocupados respiran un aire espeso que los abruma. La tensión puede tocarse con las yemas de los dedos. —Tenemos que cerrar las fronteras —espeta un doctor, sin meditar sus palabras. Los demás lo miran, como se mira una llama a punto de extinguirse. —Ya no es seguro estar afuera —añade, mirando un ventanal por el que se divisa el resplandor de la luz matutina, refractada en los cristales de los rascacielos.
agosto 2020
delatripa 42
35
Desorden Félix Martínez El desorden tal vez viene de mentes desubicadas, ¿o solo es falta de coherencia? En cierta ocasión viajaba con una persona que traía su carro lleno de basura, y en una parada a echar gasolina, le pedí me abriera el carro para sacarla, porque creaba hasta cucarachas, pero no quiso; me dijo que así estaba bien; y es que hay personas que se acostumbran a ese estado de cosas, a buscar el caos; si visitas su casa, prefieres que te atiendan en la calle. A mí me pasa algo no tan grave, pero a veces se me acumulan documentos que tardo mucho en guardar, acumulo libros, vasos, etc. De tal forma que se amontona de todo en mi escritorio, pero pasa un mes o dos, y se llega el día que ya no se puede, y comienzo de hoja en hoja a guardar en legajos, y por ahí me encuentro cosas que traía pérdidas desde hacía mucho. Si bien, lo físico pasa a segundo término cuando lo intrínseco se me vuelve desorden a causa de aplazar, de dejar para después aquello que tuve que hacer hace 5 días, 5 años, o 30; es entonces que después de ver que no puedo postergar la decisión de acomodar la vida de alguna forma. Y busco aquella carpeta, –no hablo de lo físico, sino de aquello que sirve para acomodar la vida–, para guardar lo que quedó mucho tiempo expuesto sin arreglar, solo causando molestias; y me percato que no existe un archivador donde se acomode, que ya no está esa persona que requiera de mi labor de ayuda, o simplemente nos dice ahora: ''no''. Es probable que ese desorden que tenemos intrínsecamente aún esté a tiempo de acomodar, guardar en esa carpeta, ordenar de una vez nuestro entorno.
36
delatripa 42
agosto 2020
Las carnitas de doña Lupe Daniel Barrera Blake En medio de aquella fiesta de depravación alimenticia, se encontraba doña Lupe. Vestía su típico delantal. Repartía tacos de carnitas y otras delicias al héroe anónimo, que con carácter, combatía el hambre, socavando las cazuelas de los deliciosos antojitos. Era un hombre muy obeso, que había llegado al pequeño establecimiento de la doña, a rendir su homenaje nocturno a la diosa de la gula. Sorprendida, la doña se dio cuenta que ya casi no tenía nada para vender, el inmenso comelón por poco arrasaba con todo, solo quedaba la mitad de una cazuela. Con preocupación, el hombre miraba la cazuela entre bocado y bocado. Tanteaba que no le alcanzaría el contenido restante para llenar su prominente panza. Y doña Lupe, también con preocupación, pedía al cielo que la cartera de aquel comensal estuviera tan llena como su barriga… ¡me lleva la chingada!, fue lo que pensó doña Lupe al comprobar, que la cazuela ya no daba ni para un taco más y que la cartera del gordo no daba ni para la mitad de los que ya se había tragado. Pero acordándose que su compadre le había regalado varios costales con mazorcas tiernitas, una idea nació en su cabeza, así que con buen disimulo de su enojo, invitó al gordo a su casa donde tenía más carnitas. Se fueron juntos a dos cuadras de ahí, donde la doña vivía sola. Lo sentó a la mesa, le sirvió como rey con todo lo que tenía en su refrigerador, para mantenerle la muela ocupada mientras ella cocinaba unas mazorcas con grasa y jugo de cerdo para restarles la insipidez. El gordo comió las mazorcas guisaditas con un obsceno deleite durante horas, hasta quedar rendido de cansancio, más que de satisfacción. Como lactante recién nacido, cada tres horas despertaba para pedir más comida entre gritos y chillidos desesperados. Doña Lupe se la pasó en vela alimentando aquella máquina devoradora, que había entrado en un estado hipnótico extraño. Oscilaba entre el frenesí y el sueño profundo. Al día siguiente, la doña le guisó
otro costal de mazorcas con su toque especial. Mientras el seboso dormía, se las ordenó por todo el piso, haciendo un caminito hasta el baño de huéspedes, al fin que nunca nadie la visitaba. En la regadera le dejó el resto de las mazorcas haciendo, un montoncito en la esquina. Para la tarde, la doña se fue tranquila a trabajar, pues sabía que había mazorcas para mucho rato. Sin embargo, se aseguró de regresar cada tres horas a seguir alimentando a su nuevo huésped. En una de esas visitas encontró al inmenso individuo tirado de costado, ahí mismo en la regadera. Dormitaba muy incómodo. Las ropas ya desgarradas, por el volumen que había adquirido en las últimas horas, le apretaban en varias partes. La doña le metió tijera sin despertarlo, liberó sus carnes de las ligaduras tortuosas, dejándole solo el calzado y la trusa. La extraña dinámica se extendió por tres días más. En otra visita, lo encontró despierto, arremolinándose con desesperación sobre sus propias heces y restos de comida, gruñendo por más mazorcas guisadas. Después de cocinarle otro costal con apuros, le aventó el guiso a la regadera y se tranquilizó. Degustaba de las mazorcas con alegría, mientras con una de sus puntiagudas orejas se espantaba una mosca. Doña Lupe aprovechó que estaba de buen humor, para sacarle el tenis por donde ya le comenzaba a asomar una pezuña tosca. Le acarició todo el lomo hasta llegar a los calzones y arrancárselos, para que pudiera desenroscar su juguetona cola. Le dio unas palmaditas en los cuartos traseros como despedida. Se fue a traer la leña. Ya era hora.
agosto 2020
delatripa 42
37
Un encuentro criminal Rusvelt Nivia Castellanos Mueren las horas. Se caen las auroras del día. Naufragan los sueños. Luego entonces, surgen las sombras de esta noche en la ciudad del crimen. Y con una precipitada voracidad renace la incertidumbre, para descollarse en más homicidios. En tanto, tras este lóbrego suceder de tinieblas, va reapareciendo una mujer delgada. Ella deambula por la calle oxidada. Camina sola y cabizbaja, con la mirada perdida en su interior. A su instante, va preocupada y percibe un ahondado temor en su flagelada alma. Descubre, las ráfagas del mal que parecen recorrer su cuerpo, agolpando la ebriedad suya que la consume. Más acosan las doce nocturnas; el espacio roto en que salen los espectros del patíbulo para espantar a los ángeles. Y llueve con relámpagos. Mientras la joven atraviesa las luces de los faros por una calzada. Trasciende a paso presuroso, bajo la leve penumbra. Lleva su falda de color blanco, un tanto húmeda. Según el ritmo, ve de lejos hasta el fondo donde de a poco se va difuminando el ambiente. Por otra parte, hay un hombre aparcado en la esquina inmediata. El desconocido tiene cara de pícaro, sus cabellos son largos, usa una chaqueta negra. Al parecer se esconde con sagacidad, entre los resquicios, espera por su víctima. No obstante, la vagabunda alcanza a distinguirlo. Ya sin mente, disminuye su andar con algo de disimulo. Trata de no enfrentarlo a los ojos y comienzan a hacerse los segundos más terroríficos. Luego dobla hacia la derecha por una desembocadura para evitar al putañero. En causa, todo se carga de dolor y frenesí agobiante. Según lo variable, su odio femenil acaba por regarse como una ola sucia. En el pensamiento sabe que debe enfrentarlo o si no podrá ser asesinada por ese rufián. Desigual, ella permanece con su rumbo; cruza por unas casas tenebrosas, sortea varias ratas de alcantarilla y veloz se aproxima hasta la avenida del vicio más que torrentoso. En cuanto al cegador, elige perseguirla con sigilo. Pasa a saltar unos charcos de agua, sin hacer ruido. Acto seguido saca su revólver de atrás del pantalón. Da otras tantas pisadas por entre la oscuridad, evitando los reflejos luminosos. Por suerte ella logra pillarlo de reojo. Así que ágil, alista su navaja de tal modo como se ubica detrás de un poste. Según lo decisivo, aguanta sola hasta que aparezca el maleante. Y, furiosa, apenas lo ve asomar la cara sale a su contienda, le lanza una cuchillada al cuello, lo desangra con repulsión.
38
delatripa 42
agosto 2020
Agua Gema bebió con tristeza el agua que quedaba. Los ojos apagados de Elvia lamentaron el suceso desde su catre en el rincón de la habitación. ─Se acabó – dijo con amargura y la garganta áspera. Gema, la única hija que le quedaba, dejó el vaso sobre la mesa. La joven intentó no sentir culpa, recordando que tenía desde la mañana sin beber. Lo necesitaba. Lo último que habían conseguido de un contrabandista se terminó en tres días, estableciendo la dosis de dos vasos al día para cada una, uno en la mañana y uno en la noche. Podía imaginar a su organismo en estrés constante por la hidratación deficiente, trabajando con lo poco que captaba, resistiéndose a sentirlo conscientemente. Era cuestión de tiempo que alguna enfermedad reflejara la falta de líquido, así que optó por reducir el riesgo rompiendo la regla establecida. Ninguna de las dos mujeres tenía empleo y se les negaba el suministro por tubería por no poder pagarlo, propiedad de una empresa de la que solo sabían su nombre. ─Tenemos que salir a buscar – comentó la hija. Ayudó a su madre a ponerse de pie, se envolvieron con sendos mantos para protegerse de la contaminación fuera de casa y se colocaron sus respiradores. El desolado exterior las recibió con sus habituales paisajes coloridos, producto del material suspendido en la atmósfera que chocaba con la luz solar. Gema aseguró el respirador de su madre para evitar que alguna partícula se filtrara a través de él. La mínima concentración en las vías respiratorias era un riesgo para la salud. Elvia, a quien la vida le mostró los cambios del cielo azul a rojo, ríos caudalosos convertidos en charcos saturados de moscas, suelo fértil a fragmentos de polvo, agradeció los cuidados de su hija. Su rostro repleto de manchas y pliegues recordaba a quien se tuvo que exponer a lo agresivo del medio sin poner en pausa su vida por sacar adelante a sus tres hijos, dos de los cuales ya no estaban con ella: Ángel,
Mario López Araiza Valencia
fallecido después de inhalar un compuesto en la fábrica para la que trabajó; Romina, a la que se le diagnosticó un problema en la piel que le invadió todo el cuerpo. Sus dos hijos se le encajaron entre las vértebras, encorvándola. Se llevaron parte de su fuerza vital y de sus ganas. Se le dibujaron en las ojeras y en sus manos callosas. La única en el hogar era Gema, a la que podía abrazar, a la que agradecía su ayuda desde que le costaba seguir. Y por la que en secreto rogaba porque se mantuviera a su lado. Gema caminaba junto a su madre en aquellas avenidas lúgubres, dejando que el brazo de la mujer mayor descansara sobre el suyo. Bajo el respirador que le impedía hablar, repasaba los detalles de los rostros de sus hermanos y las emociones de cada día sin ellos. Su partida le dolía tanto como a su madre, sin embargo, reconocía que era el soporte de Elvia y juntas debían arreglárselas para salir adelante. Tras varias semanas sin empleo, vivían a expensas de lo que por mucho tiempo lograron acumular en casa y de lo que obtenían de contrabandistas y algunos amigos. Ahora salían a buscar agua, cada una cargando un balde destartalado. Gema sabía que el agua del río Yamo estaba sucia. Las industrias explotaron el acuífero por años y nadie les exigió tratar sus descargas. Por si fuera poco, los sistemas de saneamiento municipales eran insuficientes y se localizaban en otras zonas de la ciudad, donde los que podían pagar tenían acceso a ellos. El río era el recurso que Gema tenía a su alcance y consideraba que podía consumir el agua si la trataba. En la cocina tenían un filtro, recuerdo de Ángel, proveniente de la fábrica que le causó la muerte. El filtro, además de ser altar y memoria del hermano perdido, servía para purificar el agua. Lo usaban de vez en cuando, debido a que requería refacciones que no podían costear y trataban de retrasar el momento lo más posible. Gema y Elvia acarrearían el agua suficiente para agosto 2020
delatripa 42
39
dos días y luego verían qué hacer. Así era siempre. Satisfacer lo inmediato y ya lo demás cuando se tuviera que plantarle la cara. La ribera del río rebozaba de residuos que despedían olores nauseabundos que se colaban por el respirador. Por su condición delicada, Elvia se quedó junto al cuerpo de agua mientras Gema realizaba la tarea. La muchacha se deslizó desde el margen del río hasta el agua. La turbidez y coloración oscura del líquido la hicieron dudar, pero sus opciones eran limitadas. Sumergió cada balde y cuando estuvieron llenos, regresó a donde le esperaba su madre. Emprendieron el camino de vuelta, acongojadas por la situación. A nadie parecía importarle que los ríos arrastraran veneno, que la basura fuera madriguera de alimañas, que sobre el suelo se acumularan troncos secos en lugar de plantas vigorosas. Que tuvieran que batallar diariamente para conseguir lo necesario para vivir. Las enfermedades las perseguían dentro y fuera de la vivienda, como amenaza constante al despertar y al ir a dormir. El aire irrespirable, la gente aguantando. Sabían de la existencia de
40
delatripa 42
agosto 2020
instituciones y empresas, realidades lejanas, que sabían a mitos de ciudades antiguas. Gema olvidó la última ocasión que un funcionario visitó su barrio o la vez que el camión de la basura dejó de pasar por su calle. Elvia rememoró el sonido del agua saliendo del grifo de la cocina y los baños, allá cuando era niña. Cuando en Sábado de Gloria iba a casa de sus primos y se mojaban porque la Resurrección del Señor estaba cerca. Ahora ni un crucifijo adornaba el cuarto, a ningún dios dirigía sus plegarias. Solo a la pared desgastada y sorda le pedía por conservar sana a Gema. Ese era el peregrinaje de las dos mujeres entre fantasmas y callejones sin salida. Pasando por viejas alegrías, dolores a flor de piel, carencias que se estacionaron a la puerta de su hogar. Se tenían la una a la otra, el consuelo de la desgracia compartida. Una ráfaga de aire les indicó que el frío se aproximaba. Agradecieron los mantos que las cubrían, pues en ese momento al menos contar con algo para conservar el calor era a lo que podían aferrarse para seguir andando.
¿Apocalipsis? Nos vemos a las 12, a la una tendríamos poco tiempo para platicar, ya que tengo que trabajar. ¿Qué opina? ¿Puede? Ahí lo veo. Dije por teléfono, cuando el reloj marcaba las ocho con doce minutos del 19 de marzo. Sí, en Sanborns, afirmé. Puntual, ahí estaba, me acerqué a él, se me escapó una sonrisa. Un beso en la mejilla y un abrazo suave, cálido y tierno (así lo sentí). El día fresco, poco sol, un día todavía invernal, agradable. En la cafetería, escogí un gabinete con vista al bulevar costero, junto al amplio ventanal, donde la luz bañaba nuestros rostros. Ordenamos café descafeinado con esplenda y leche fresca para mí. Él, café americano regular. “Está bueno éste, pero me gusta más el que tú sirves en Vips”, comentó. Por respuesta sonreí. Y agregó: ¿Gustas comer algo?, vas a trabajar más tarde, ¿qué te parece, si pedimos? Cominos arrachera con huevo frito, chilaquiles rojos con queso gratinado, frijoles chinitos y tomamos jugo de naranja natural. Sentía curiosidad de tratarlo, conocerlo, saber cómo era. Lo había comentado con mi novio, él, claro se opuso a esta cita (es mayor que yo, tú sabes que me gustan chavos, le dije para convencerlo), lo convencí y aceptó a regañadientes. Será solo un amigo, aseguré. Recordé cuando lo conocí, esa tarde noche, cerca de Navidad, en Vips. Entró con una mochila negra colgada en su brazo izquierdo. Se sentó en un gabinete con vista al estacionamiento de la Macro plaza. De su mochila sacó un cuaderno de pasta azul, un libro y los puso en la mesa. Yo estaba en el conjunto de servicio. Me acerqué al momento que abría el libro y le ofrecí café. ¿Desea ordenar algo más? Apartó sus ojos del libro y los fijó en los míos, titubeó y “por el momento, café americano, por favor”, dijo amable. Le servía el café cuando llegó una mujer de unos cuarenta y tantos, lo saludó, se sentó frente a él. ¿Café?, preguntó él. No, gracias. Hablaron. A los pocos minutos, ella se retiró. Él leía y de vez en vez, anotaba algo en su cuaderno, entre sorbo y sorbo a su aromático café. Le ofrecí más café y en broma le pregunté que si a la mujer que estuvo con él, se la deschongaría
Jesús Fuentes más tarde. Sólo sonrío y dijo: No, es una amiga, necesitaba un favor. Varios fueron los días que lo vi llegar. “Americano y leche fresca, por favor”, ordenaba y lo endulzaba con stevia. Así como lo tomo yo, solo que descafeinado. Una ocasión, a mediados de febrero, llegó un poco más temprano, pidió su café y se puso a escribir en su cuaderno de siempre. Después de dos o tres cafés, me ordenó la cena: puntas de filete de res. Eligió muy bien, están muy buenas, eso fue lo que comí, aseveré. En seguida pregunté: ¿qué escribe? Un cuento corto, contestó y remarcó, también escribo poesía. Me gusta más la narrativa. Yo también escribo, le comenté eufórica, aunque hace rato que no lo hago por temor. Soy dramática y asesina al escribir. Sera agradable leer algo de lo que escribes, interesante, me gustaría leerte, dijo. Le di el número de mi celular. Mi nombre lo había leído, en el gafete que cuelga en la blusa blanca. Presuroso, inquieto, (imaginé) anotó nombre y número, al pie de algo que escribía en una hoja de su cuaderno de forro azul. Atento, su cabello entrecano se veía bien, me agradó su sencillez. Hubiese querido no ir a trabajar hoy. Estaba, de verdad, súper a gusto. Contenta. Mirándolo fijo a los ojos, pienso, siento que es una buena persona. ¿Sera un día apocalíptico? Nos empezamos a comunicar por messenger; supe, viajaba constante por su trabajo. Me sorprendió sobre manera su mensaje: ¡Felicidades!, los primeros minutos del diez de marzo, fecha de mi cumpleaños treinta y cinco. Nunca le había dicho que día era. ¿Cómo lo supo? Fue el primero en felicitarme. Me dio tanto gusto, lo confieso. Él, estaba en donde nací, en Culiacán. Acordamos, para conocernos mejor y festejar mi cumple, encontrarnos hoy, (aquí estamos) día de San José. Hablamos, reímos, quién sabe de qué tanto. El tiempo, un fluido. Me quedé con ganas de seguir ahí.
agosto 2020
delatripa 42
41
La ironía como desmitificación en “Mr. Taylor”, de Augusto Monterroso En el siguiente ensayo nos proponemos realizar un estudio de la desmitificación en el cuento “Mr. Taylor”, del escritor guatemalteco Augusto Monterroso, a través de la ironía que plantea el autor, analizando algunos fragmentos de la obra y discutiendo su función a lo largo de la misma. Si bien, en primera instancia podríamos interpretar el trasfondo del cuento como una crítica social hacia la intervención política y económica en Sudamérica, nos parece atractivo estudiarlo desde 1 un discurso desmitificador. El planteamiento de este ensayo supone responder a la siguiente cuestión: ¿En qué medida la ironía provoca el surgimiento de nuevas narrativas y propone un discurso alterno? Si algo distingue la obra de Monterroso esta crítica social – en ocasiones sutil-, así como la ironía y la sátira en su narrativa. Tal y como menciona acertadamente Francisca Noguerol Jiménez en La trampa en la sonrisa: sátira en la narrativa de Augusto Monterroso: La obra de Monterroso aborda una gran variedad de temas que alcanzan unidad conceptual por el empleo del modo satírico. En ella se rastrea la denuncia – explícita algunas veces, camuflada otras – de hechos sociales específicos y, más frecuentemente, de las circunstancias que rodean la vida cultural en Hispanoamérica (2000: 51). “Mr. Taylor” no es la excepción, este breve relato, aparece en Obras completas (y otros cuentos) publicado en 1959. A grandes rasgos, la historia se desarrolla en la selva amazónica en el año de 1944 y cuenta las andanzas del mítico Mr. Pierce Taylor, un “gringo pobre,” a quien un indio le regala una cabeza reducida. El tono burlesco e irónico se intensifica cuando Mr. Taylor crea una sociedad con su tío, Mr. Rolston, quien vive en
Ixchel Rodas
Nueva York, al obtener las cabezas humanas reducidas en escala industrial y venderlas con gran éxito. Con relación a la narrativa de Monterroso, ésta refleja dos cuestiones: el imperialismo y el etnocentrismo. Este rechazo hacia la dominación que ejercen las potencias del Primer Mundo sobre los países subdesarrollados, entre los que se encuentran los hispanoamericanos, se encuentra reflejado especialmente en “Mr. Taylor” y “El centenario” relatos incluidos en Obras completas (y otros cuentos) (Noguerol, 2000: 67). Esta cuestión está estrechamente ligada al consumismo –reflejado en la compra y la venta de cabezas reducidas– así como la ambición tanto de Mr. Taylor como de Mr. Rolston, quienes buscan impulsar el mercado a toda costa. El relato en su totalidad puede representar una desmitificación al desarrollo económico en América del Sur mediante las compañías internacionales que, desde luego, se verían beneficiadas en mayor medida con la explotación mercantil y cuestiona la sociedad de consumo. Podemos identificar una crítica a la industrialización y la explotación de los recursos a partir de la constante referencia a las cabezas y su altísima demanda en el extranjero, más concretamente en Estados Unidos. Monterroso, siendo un escritor astuto y consciente de la realidad que azotaba América Latina, reafirma su postura y desmitifica en su discurso verdades incomodas ligado al sistema capitalista. Concordamos con Francisca Noguerol cuando afirma que “Mr. Taylor crítica la doble moral del capitalismo, que se apoya en peregrinas ideologías para defender sus dudosos principios” (2000: 69). Al tomar en cuentas todos estos tópicos, podemos hacer una reinterpretación de la lectura e
1. La idea de desmitificar suele consistir en evidenciar los atributos reales de un objeto, un acontecimiento o un individuo.
42
delatripa 42
agosto 2020
identificar el tratamiento de la ironía en su función retórica, la cual está íntimamente ligada a este sentido del humor y a una reconstrucción de sentido. En términos narrativos, se puede mencionar que Nueva York y la casa Mr. Rolston son espacios heterotópicos, es decir, en estos solo ocurren acciones secundarias mencionadas por el narrador como el comercio de las cabezas o, hacia la parte final, el suicidio de Rolston. Para entender la ironía en este relato es fundamental recurrir a la definición propuesta de Helena Beristáin como “una figura de pensamiento que consiste en oponer, para burlarse, el significado a la forma de las palabras en oraciones, declarando una idea de tal modo que, por el tono, se pueda comprender otra” (2008: 271). En este texto breve el autor sabe cómo explorar la ironía mediante referencial culturales y estereotipos como el propio personaje de Mr. Taylor, a quien describe como un “gringo pobre”, pero “hombre de vasta cultura”. El narrador cumple una función esencial, ya que se vale de este carácter irónico desde el inicio: “Menos rara, aunque sin duda más ejemplar- dijo entonces el otro-, es la historia de Mr. Percy Taylor, cazador de cabezas en la selva amazónica” (29). Podemos referir al narrador como intradiegético, casi extradiegético, alguien que ha escuchado o conoce los acontecimientos por completo y se dispone a contar la historia. De manera que este narrador señala un lugar de oposición: oposición al protagonista, oposición al lector-oyente, oposición también a un o unos narradores previos que pudieron haber contado otra/s historia/s. (Intersimone, 2012: 321) En este sentido, la ironía en este relato está enfocada a esa mirada exotista del personaje empresarial norteamericano. Todas esas antífrasis que identificamos son parte de la construcción de la ironía en este relato de Monterroso, el cual se apoya en otras figuras retóricas como la hipérbole o la exageración para crear una realidad ficcional más caricaturesca, ofreciéndonos así, una mirada cómica del suceso mediante las referencias culturales –explicitas– que aparecen dentro del relato:
“Una, muy rara, con bigotes prusianos, que perteneciera en vida a un general bastante condecorado, fue obsequiada al Instituto Danfeller, el que a su vez donó, como de rayo, tres millones y medio de dólares para impulsar el desenvolvimiento de aquella manifestación cultural, tan excitante, de los pueblos hispanoamericanos” (32). Como bien apunta Intersimone “La ironía reside en que el desarrollo del capitalismo implica abrazar la producción en serie, lo cual sistematiza la barbarie –ahora se reducen las cabezas en proporción aun mayor que antes, a escala industrial–” (2012: 329). En este sentido, es preciso tener en cuenta el contexto social que alude Monterroso, tanto por la articulación política, como lo fue el golpe de estado a Arbenz, como por el horizonte intelectual de la época2. En suma, este relato está construido a partir de una crítica al modelo neoliberal de los Estados Unidos, en el cual el capital está por encima de toda ética e incluso de la vida del negociante, presentada de una manera humorista sin desmeritar la mirada crítica: “Pero, ¿qué quieren? No todos los tiempos son buenos. Cuando menos se lo esperaban se presentó la primera escases de cabezas […] Para compensar esta deficiencia administrativa fue indispensable tomar medidas heroicas y se estableció la pena de muerte en forma rigurosa” (32). Con respecto al fragmento anterior, podemos interpretar la tribu de reducidores de cabezas como una alegoría de América Latina, o más precisamente de la nación (latinoamericana), podemos ver en esta situación un reflejo del “colonialismo interno” al administrar los negocios con el extranjero, hace posible el colonialismo “externo” entre EE.UU. y América Latina (Intersimone, 2012: 331).
2. “Mr. Taylor” fue escrito en Bolivia en 1954, y está dirigido particularmente contra el imperialismo norteamericano y la United Fuit Company, cuando estos derrocaron al gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz. Noguerol Jiménez, Francisca. La trampa en la sonrisa: sátira en la narrativa de Augusto Monterroso, 2000.
agosto 2020
delatripa 42
43
Es necesario advertir que el carácter lúdico del relato establece una complicidad con el lector, que puede ser entendida o pasar desapercibida. Por lo cual al sacar el discurso del narrador fuera del contexto primario, este adquiere un significado distinto e ironiza la situación en sí misma. De esta manera el relato pone en entredicho el absurdo de la inversión mercantil, que se ve reforzado en la última escena: “Mr. Rolson, desesperado, pedía y pedía más cabezas. A pesar de que las acciones de la Compañía, sufrieron un brusco deceso […] Los embarques, antes diarios, disminuyeron a una por mes, ya con cualquier cosa, con cabezas de niños, de señores, de diputados” (35). Lo que hay que preguntarse es cómo la ironía genera un discurso que desmitifica la cuestión del imperial. En principio podemos suponer que en “Mr. Taylor” la ironía radica precisamente en que el conocimiento de los americanos es idéntico al de los indígenas, y la conciencia del discurso colonial vendría a fracasar de igual manera. A la par debemos prestar atención al énfasis el lenguaje convencional propio de la narrativa popular, en especial la adjetivación y los adverbios hiperbólicos. De igual manera el comentario metanarrativo entre paréntesis por medio del cual el narrador evalúa distintas posibilidades de dicción: De un salto (que no hay para qué llamar felino) el nativo se le puso enfrente y exclamó: — Buy head? Money, money. Es innecesario decir que Mr. Taylor no estaba en capacidad de comprarla; pero como aparentó no comprender, el indio se sintió terriblemente disminuido por no hablar bien el inglés, y se la regaló pidiéndole disculpas (30). El manejo del lenguaje es interesante por las presuposiciones en los enunciados, ya que a pesar de que los sujetos de la región tratan de hablar el inglés lo mejor posible, terminan por sentir
44
delatripa 42
agosto 2020
avergonzados cuando no consiguen hacerlo aceptablemente. Este evento origina que Mister Taylor comience un negocio de exportaciones a los Estados Unidos, con ayuda de su tío, donde estas mercancías se popularizan en buena parte al atractivo cultural de los pueblos hispanoamericanos, que se exhiben en el extranjero. El discurso narrativo no deja en ningún de apuntar en ningún momento a esta crítica social y económica, ligada implícitamente a las cuestiones mercantiles. De esta manera, a lo largo de todo el relato Mister Taylor se apropia de un producto cultural para explotarlo, pero que al mismo tiempo amenaza con la destrucción tanto de la cultura en cuestión como de los recursos naturales. Por otra parte, el hecho de que las referencias a escritores anglosajones (Knight, Silliman), conocidos por el culto protagonista se presenten para conferir una autoridad superior a Mr. Taylor, al mismo tiempo disminuye a los nativos, que los desconocen: “porque había leído el primer tomo de las Obras completas de William G. Knight que si no se siente envidia de los ricos la pobreza no deshonra” (29). Si leemos con detenimiento y corroboramos estas referencias, nos daremos cuenta en realidad de su inexistencia y, así, Monterroso estaría dejando al lector al mismo nivel de ingenuidad que los mismos indígenas. Para entonces advertiremos el guiño del narrador que nos está diciendo que fuimos engañados con gran facilidad y astucia. Esta práctica de Monterroso juega con la actitud escéptica del lector y yuxtapone de manera ingeniosa escenarios que resultarían incompatibles. Por ejemplo, que en plena tribu amazónica hay escuelas, presidentes y ministros de relaciones exteriores, periodistas y bicicletas, por mencionar algunos. Lo valioso de su narrativa es que muestra la realidad desde su carácter anecdótico y parece que el cuento está dividido por escenas, muchas de ellas contadas en un presente histórico: “Contados meses más tarde, en el país de Mr. Taylor las cabezas alcanzaron aquella popularidad que todos recordamos” (31) o “Al margen recordaré que uno de estos periodistas, quien en cierta ocasión emitió
un lluvioso estornudo que no pudo justificar, fue acusado de extremista y llevado al paredón de fusilamiento” (33). Esta aproximación al cuento es una de las muchas maneras en que podemos interpretar la lectura como receptores. No hay inocencia en el mundo hispanoamericano de Monterroso, más bien, desentraña aquella América Latina más allá de las fronteras y el pensamiento colonizador y nos hace ver que si una cultura cae en desgracia, será con la iniciativa o al menos el consentimiento de algunos de sus propios habitantes como ocurre en este relato. Desde luego, hay una intención irónica que permea todo el texto, que va más allá de lo anecdótico, porque la ironía se convierte en parte del discurso mismo: “Creo que con ésta será la segunda vez que diga que no todos los tiempos son buenos” (34). Así, Monterroso deja claro que el individuo puede burlarse de su cultura, sus formas sociales, sus sistemas políticos, pero, sobre todo, y lo más importante, es capaz de reírse de sí mismo. El autor se mofa de la incredulidad de la situación que, hasta cierto punto, cuestiona la prosperidad y el desarrollo económico: “Al principio eran privilegio de las familias más pudientes; pero la democracia es la democracia y, nadie lo va a negar […] Un hogar sin su correspondiente cabeza teníase por un hogar fracasado” (31-32). Finalmente, Monterroso al utilizar la ironía como un medio, más como no un fin, permite ver el discurso imperial norteamericano como un mito que se contradice y choca entre sí, cuestionando, así, su autenticidad y proponiendo un discurso alterno. Después de todo, nos parece difícil distinguir de quién se está burlando el autor ¿del personaje, de él mismo o del lector? Quizá detrás de esta desmitificación pueda estar la alegre burla de desenmascarar verdades o, dicho de otro modo, contar historias con ese humor y picardía que tanto caracterizó a Monterroso.
Bibliografía. Beristáin Helena. Diccionario de retórica y poética. México: Porrúa, 2008. Intersimone, Luis Alfredo. "Postcolonialismo e hibridez en dos cuentos de Monterroso." A Contracorriente: una revista de estudios latinoamericanos 9.2 (2012): 319-340. Monterroso, Augusto. “Mister Taylor”. Obras completas (y otros cuentos). Barcelona: Anagrama, 1990. Noguerol Jiménez, Francisca. La trampa en la sonrisa: sátira en la narrativa de Augusto Monterroso (2da. Edición). Sevilla: Universidad de Sevilla, 2000.
agosto 2020
delatripa 42
45
46
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
47
48
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
49
50
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
51
52
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
53
54
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
55
Los deseos de Serena
JR Spinoza
(fragmento de novela) CAPÍTULO TRES. Lo primero que hice en París fue contactar a Eric Drumont. El muchacho con quien la Gusana y yo mensajeábamos y compartíamos fotos. Me dijo que podría verme a las diez (hora de Francia), por lo que busqué un sitio donde pasar el rato. En los Campos Eliseos existe un restaurante donde sirven un delicioso cappuchino y el pan más suave y esponjoso que había probado en la vida. Le Jardin Du Petit Palais, era el nombre de aquel pintoresco y estético lugar. Sus mesas de cristal y sus sillas de caoba me hacían sentir como si fuese alguien muy importante. Ciertamente, las personas a mi alrededor se veían acaudaladas, como si fueran parte de la realeza o las altas esferas del poder. La mesera era hermosa, parecía una modelo, a decir verdad, todos los que trabajaban ahí eran atractivos. —¿Necesita algo más señorita? —me dijo aquella exquisita mujer. El deseo número diez que le pedí al genio fue saber francés, después de un tiempo de meditarlo, caí en la cuenta de que hubiera sido mejor pedir saber todos los idiomas del mundo, así economizaría en deseos. Me quedaban sólo veinte, y debía ser más cuidadosa. —En absoluto. Ha sido fabuloso, Nadine, daré todas mis recomendaciones a mis amigas en México. —Esperamos que pueda volver pronto a visitarnos, señorita Serena. Le traeré la cuenta entonces. La mesera volvió con una pequeña cartera de cuero. Al abrirla noté que acababa de consumir el café y el pan más caros de mi vida. Pero tenía para pagarlo. Después vi el letrero: “Sólo se aceptan euros”. Solo cargaba conmigo varios billetes de cien dólares. El problema se resolvía fácil, pedir a James cambiar los dólares a euros,
56
delatripa 42
agosto 2020
pero cada vez que viajase sería el mismo problema. Tenía que pedir algo que me sirviera después. —Deseo —dije en voz baja —que en todos lados me reciban los dólares. —Concedido —respondió mi benefactor, justo antes de dar un gran sorbo a la taza de café que el mismo se había procurado. Pagué con un par de billetes. Nadine, al tomar la cartera abrió sus ojos como platos. Metió nerviosamente la mano a su bolsa y se guardó los billetes. —Enseguida regreso —dijo. —No es necesario, quédate con el cambio. —Es usted muy… muy amable señorita —dijo, haciéndome una reverencia. Comenzó a caer la noche, y con ella el aire fresco. Comparado con México, Francia es un lugar frío. Arriba de la torre Eifel ese viento gélido me hacía tiritar. Por fortuna, apenas llegó Eric, me ofreció su chaqueta. Era varios años mayor que yo, de cabello negro y brazos con enormes bíceps. Me tendió su chaqueta de cuero color maple, forrada con lana por dentro. —No esperaba verte, eres más bonita que en las fotos. Le agradecí el cumplido. Hablamos mucho. Le conté sobre Axel y la traición de Susana. Sobre un tío rico que me había dejado una herencia. Él me habló de su carrera que estaba próxima a terminar. Era estudiante de literatura en la Universidad del Sur de París. Me agradaba. Platicamos por horas. —¿Y dime, pequeña?, ¿tú crees en los vampiros? —su voz era muy varonil. —No —reí— ¿tú crees en los genios? —Me fascina el tema; llevo un blog: Le Monde Éternel. —Creo que ya me lo habías mencionado antes, tal vez lo lea. —Estás pasándola muy bien —noté en la voz de James cierto desdén —pero ya casi son las nueve en tu país.
—¡Es cierto! —¿Cómo dices? —preguntó Eric quien se dio cuenta de que no le estaba prestando la misma atención que él a mí. —Tengo que irme. Estaba por dar la media vuelta cuando me sujetó del brazo. —Espera —volteé hacia él, y me soltó de inmediato— quisiera darte un beso, ¿puedo? Me acerqué a él. Sabía que no lo volvería a ver en persona, bueno, a menos que yo quisiese. Tal vez por eso lo hice. Por eso y porque estaba muy ardiente. Luego entré a un baño público, cerré la puerta y le pedí al genio estar en mi casa. Aparecí justo delante de la puerta. —Llegas muy tarde —Ami arremetió contra mí apenas entré— ¿dónde estabas? A papá no le gusta que llegues tarde. Va a estar enojado… —¿Cuánto quiere la nena por callarse la boca? —me sacaba de quicio. —¿Cómo? —mi pregunta la dejó desorientada. —¿Cuánto quieres por cubrirme? Llegaré tarde estos días, necesito saber que puedo contar contigo. El asombro de mi hermana se convirtió en molestia. Tenía la misma mirada que mi madre cuando me regañaba. —Pero ¡qué te pasa, Serena! ¡No me puedes comprar! —se cruzó de brazos, achinó los ojos reflexionando y agregó— ¿qué me vas a dar?, ¿cincuenta pesos? Saqué un billete de quinientos y lo abaniqué frente a su rostro. Era apenas uno que me había sobrado de cuando me compré ropa. Lo pasé lentamente frente a sus ojos y lo puse en su mano. —Podrás comprarte el libro de tapa dura que tanto querías. Mi hermana había pedido para su cumpleaños un libro ilustrado de cuentos, pero mi padre no estaba dispuesto a gastar más de cien pesos en libros, y mejor le compró algo de ropa y le hizo una cena con la familia. —¿De dónde sacaste…? —Trabajo por las tardes —mentí—, con un contador. Le preparo de comer o voy a hacer pagos y pendientes, mientras él trabaja en lo suyo. —Pero eres muy joven —mi hermana se debatía entre creerme o no. —Por eso no quiero que lo sepan mamá y papá. Estoy ganando buen dinero, no quiero renunciar tan pronto —traté de sonar lo más sincera posible. Un sonido familiar se aproximaba hacia nosotras. Era el ronroneo de un viejo motor. Me miré en el espejo de la sala. Debía cambiarme o tendría que usar otro deseo para convencer a mi padre de que siempre había tenido la ropa que traía. —Cuento contigo; ¿sí? ¿por favor? —le dije, y ella, dubitativa, seguía sosteniendo el billete en su mano. Me apuré, me puse un short negro de licra y una blusa blanca y salí a recibir a mi padre fingiendo un bostezo. agosto 2020
delatripa 42
57
—¿Estabas dormida? —preguntó. Mi padre era un hombre grueso y moreno. Diez o quince centímetros más alto que yo. Tenía un espeso bigote y siempre vestía playeras polo. —Sólo recostada— mentí. Pude sentir cómo sostenía su mirada en mis pechos. Era la primera vez que noté que me incomodaban sus miradas. Supongo que se le hizo extraño el cambio de tamaño tan repentino. —Estoy creciendo— dije con una risita nerviosa, doblando los brazos sobre el pecho, en un intento de parecer pudorosa; temiendo que mi padre reaccionara de mala manera. Él era muy reservado con los asuntos sexuales, nunca me había dejado usar minifalda. —¿Qué dices? —sacudió la cabeza bruscamente— deja de decir idioteces y ve y ayuda a tu hermanita a poner la mesa. Durante el resto de la noche todo me pareció normal, salvo porque mi padre me evitó con la mirada y apenas me dirigió la palabra. Hubiera querido esperar a mamá, pero estaba muy cansada, y no tardé en quedarme profundamente dormida. —Serena… Serena —la voz de mi madre me despertó. —¿Qué pasa? —dije mientras limpiaba la saliva de mi rostro. —Quiero hablar contigo. —Es muy noche, ¿no puede esperar? —No —dijo tan brusco que por un momento perdí el sueño. —Está bien, entonces dime, te escucho. —¿Te operaste los pechos? —vaya, la mujer iba al grano. —No mamá, cómo crees, qué clase de pregunta es esa —contesté tajante— ¿ya me puedo dormir? —No —dijo ella ahora más molesta— Hablé con tu hermana, le pregunté si pasó algo raro esta tarde. —¿Y qué te dijo? —dije tratando de sonar lo más grosera posible. Mi madre se pasaba todo el día trabajando, sólo venía a casa a regañarme y complicarme la vida. —Dijo que no —contestó secamente. —Ahí lo tienes —le lancé mi sonrisa más cínica. —Se cuando ella miente. Sé que está tratando de taparte. Ella te quiere mucho. “Si cómo no. Esa sabandija sólo quiere el dinero”. —Mañana tengo escuela, podrías dejarme dormir, por favor. —No me hables así, niña grosera —la mirada de mi madre se detuvo, por la oscuridad de mi habitación no pude ver lo que llamó su atención hasta que lo levantó —¿de dónde sacaste esta ropa? —¡Qué te importa! —le dije con furia. Apenas comenzaba a ser feliz y ella venía a querer arruinarlo todo. Recibí una cachetada que más que en la cara me dolió en el alma. —¿Debo suponer que ya andas en malos pasos?, ¿Qué algún mafioso o patrocinador te compró esta ropa? ¿Y esas bubis? —No, yo no —no podía creer que pensara eso de mí. Sabía que ya no me apreciaba, pero no pensé que me odiara de esa manera. Recibí otra 58
delatripa 42
agosto 2020
cachetada. En esta ocasión, en vez de darme tristeza, mi corazón se llenó de furia. Me levanté la blusa y le mostré mis pechos. Encendí la luz como si fuera un león enjaulado. —¡Lo ves!, ¡No hay cirugía!, ¡son naturales! —mi madre dejó su ira y me miró con los ojos bien abiertos, con un poco de vergüenza en sus ojos. Pero era tarde, yo estaba fuera de mí. —¡Te odio! —le grité mientras me bajaba la blusa— te odio, odio que quieras más a Ami, odio que no creas en mí; que sólo vengas a regañarme —No sabía que tenía tanto rencor guardado en mi corazón— Deseo que no te vuelvas a meter nunca en mis asuntos. Mi padre entró en la habitación en ese momento. Nos miró sin saber qué hacer. Entonces. Mi madre salió de mi habitación. Papá fue tras ella. Yo aproveché para cerrar la puerta de golpe y ponerle seguro. Después sólo lloré hasta quedarme dormida.
CAPÍTULO CUATRO: Había un monstruo delante de mí. Yo seguía tirada en el suelo donde me había quedado dormida después del llanto. Me levanté despacio mientras miraba aquella aberración que se sacudía violentamente alrededor de mi cuarto. Era de dos veces mi tamaño, y tenía la cara de un perro como salido del infierno, del hocico le chorreaba una baba oscura, que yo imaginaba la rabia que había en mi propia cabeza por el rencor que en ese momento había acumulado en contra de mamá; una especie de algas pardas le salían al monstruo de ambos lados de la cabeza, y caminaba sobre dos espeluznantes patas que terminaban en garras afiladas que relumbraban con la poca luz de la luna que filtraba desde los resquicios de la puerta. Lanzó un mortal zarpazo contra mí, pero yo lo esquivé dando una pirueta en el aire, y créanme que jamás pensé que tuviera una agilidad tal como la que ahora miraba. Mis manos, mis muslos se habían accionado de tal forma que giré en el aire para ponerme a salvo. Lo que son las ganas de sobrevivir, y la adrenalina del terror corriendo por las venas. Lo que ocurría era ya demasiado extraño hasta para la fantasía de una chica de 14 años a la que siempre le habían parecido fascinantes las historias de monstruos, hadas y cuentos fantásticos. Intenté correr hacia los árboles que había a mi alrededor, pero en vez de eso mi cuerpo se desplazó como flotando aligerado en dirección contraria levantando la antorcha del suelo y evitando nuevamente otro de los ataques de aquella fiera que nuevamente venía por mí. La bestia estaba ya demasiado cerca, tanto que podía sentir su respiración en mi mejilla. Me detuve cuando llegué a un pequeño lago. —Sólo retrasas tu muerte, bolsa de carne —aquel monstruo tenía una voz que me resultaba familiar. Giré la cabeza y miré en dirección al agosto 2020
delatripa 42
59
lago que me parecía profundo como una garganta de la tierra. Mi reflejo en el agua era borroso, pero fue tornándose más claro. Sólo que no era yo. Era el reflejo de un hombre de cabellos largos y rojos, vestido a usanza de los campesinos del medievo, con una ropa amarillenta hecha de una sola pieza, sacudí entonces el agua para aclarar el reflejo ante mi sorprendido rostro, y la bestia al mirarme de rodillas se lanzó contra mí aprovechando mi confusión y desperté. James estaba parado frente a mi cama. Vestía una camisa color celeste y un pantalón café claro, usaba unos zapatos que estaba segura había visto en un catálogo cuando visité la actual Francia de apenas hacía una tarde. —¿No duermes? —pregunté tras un largo bostezo. —No. Tampoco como, bebo, ni uso el sanitario. —¿Y tu termo? ¿Pensé que era tu casa? —Más bien se trata de mi prisión —respondió haciendo una mueca de disgusto— Soy un esclavo, obligado a cumplir deseos, y después regresar a mi cautiverio; condenado por la eternidad a hacer felices a otros, a aquellos que tienen la fortuna de toparse con mi prisión, y usarla a su favor; y así seguiré por la eternidad satisfaciendo los deseos de los demás sin importar los míos —sonaba muy dolido. —¿Puedo desear tu libertad? —pregunté con esperanza. En la película de Aladino, el genio era liberado con aquel último deseo. —Si pudiera liberarme con el poder que tengo, hace muchos siglos que ya lo habría hecho —respondió hosco y alzando un poco la voz. —No pretendí ofenderte —me desagradaba la idea de perder la simpatía de James. Un genio malhumorado no es buena compañía, mucho menos si no podía sacármelo de los oídos. —Tranquila. Vamos a olvidar esta conversación —dijo frotándose la nuca—. Mejor dime, ¿cuáles son tus deseos para este día? Estaré gustoso en complacerte. —¡A regañadientes, claro! Pero… deseo un guardarropa de lujo, con toda la ropa de moda, que sea de mi talla y de las mejores marcas y diseñadores. —Trabaja guardarropa de súper estrella —dijo mi querido genio frotándose las manos. Mi viejo clóset con la madera podrida y los cajones medio rotos, se convirtió en un enorme mueble de madera que apenas cabía en mi habitación. Lleno a reventar de ropa y más de cuarenta pares de zapatos, todos nuevos y de alto precio, zapatos de tacón de diez centímetros, cinco centímetros, dos centímetros, zapatos flats, botas, chanclas, pantuflas, zapatillas de lo más coqueto y atractivo. Tardé media hora en escoger el atuendo (aunque, la verdad pude escoger cualquiera, todos eran asombrosos). Un vestido casual negro escotado, sin mangas, un cinto color rosa “Guess” y unos zapatos con un poco de tacón marca “Buylevard”. —Deseo diez juegos de los mejores cosméticos del mundo. Sobre mi cama estaban un montón de cosméticos, todos finos y de 60
delatripa 42
agosto 2020
una amplia gama de sombras colores, además de tubos de bilé de colores brillantes, mates y pastel. —Deseo saber maquillaje profesional. Entonces comencé a pintarme frente al espejó. Salí de mi casa hecha una diosa. Mi hermana derramó su cereal de la impresión que le causara verme. El taxi de mi padre seguía en casa. Seguramente se había quedado dormido. Por un momento pensé en despertarlo. “No, tengo una mejor idea”, me dije a mí misma. —¡Deseo un auto! —siempre había soñado con un automóvil deportivo. James levantó sus manos para comenzar a usar sus poderes, así que agregué rápidamente las especificaciones —Un Lamborghini murciélago rojo; no, no, que sea amarillo limón. El vehículo que apareció frente a mí era una obra de arte. Tuve que dominarme a mí misma para no llenarlo de besos. Abrí hacia arriba la puerta del conductor, y lo abordé. Me senté en el asiento más cómodo de mi vida, hecho de piel y con un delicioso olor a pino. Tomé la llave y lo encendí. El motor ronroneó como gatito. —Deseo saber conducir —James chasqueó los dedos mientras tomaba el asiento del copiloto. Conduje por la ciudad hasta dar con el café restaurante más lujoso y costoso de la zona. Cuando esperaba mi pedido en la ventanilla de autoservicio el sujeto del vehículo tras de mí me gritó: “¡Cásate conmigo!”, era algo mayor que yo, por lo que sólo le sonreí por el retrovisor y negué con la cabeza. El café tenía un sabor cremoso, con un toque de vainilla francesa. Me di cuenta que nunca había tomado café como en estos últimos días, y que aquellos sueños se debían seguro a toda la cafeína que le había estado inyenctando a mis venas. Aún así, con un poco de ardor en las tripas, decidí que las niñas bien como yo, necesitaban ponerse al día en todos los gastos consumistas tenían al alcance de la mano. Me tomé varias fotografías con el celular de última generación que había adquirido para que hiciera juego con mi nuevo estilo de vida. Mientras las estaba subiendo a Instagram escuché el sonido de unas sirenas. Un oficial de tránsito me estaba haciendo un cambio de luces. Tuve que detenerme. El agente se me pegó a la ventanilla, yo sabía que no tenía ni la edad, ni el permiso necesario para andar en este carro. Además, no tenía la certeza que el vehículo estuviera en regla, es más, ni siquiera me fijé si tenía o no placas y papeles. “Tiene razón James, tengo que ser mucho más específica en mis deseos”. Pero ahora tendría que salir delante de este embrollo legal sin acudir a los deseos. No se trataba de despilfarrar la magia en cosas que se resuelven con dinero. —Señorita, ¿sabe su padre que tomó su auto? —dijo con ese aire déspota que suele tener la autoridad. —El auto es mío —abrí la guantera y le mostré los papeles del vehículo a mi nombre. James me sonrió cómplice, el auto venía con todas las de la ley.
agosto 2020
delatripa 42
61
—¡Imposible!, ¿qué edad tiene? —dijo quitándose las gafas de sol y haciendo muecas de incredulidad. —Dieciocho —mentí. —Quiero ver tu credencial de elector y tu licencia. —Oficial, justo ando apurada, y como cambié de bolso no las traigo conmigo —dije muy segura de mí— dígame que puede ayudarme. El auto tiene papeles, y si usted me lo permite, ambos podemos ayudarnos, por favor. —¿A qué estás jugando? —dijo el oficial haciéndose el desentendido. Le sonreí, toda divina, y extraje un billete de 100 dólares del bolso. El oficial de tránsito no tuvo más remedio que dejarme ir, con una cara de satisfacción en el rostro. Conduje a la escuela con mayor precaución y el resto del camino lo hice sin mayor novedad. —Me agrada que seas mi ama, Serena—James estaba recostado en el asiento. Lucía como alguien que tiene la vida resuelta. —¿Y eso por qué? —La mayoría de mis amos anteriores no disfrutan tanto los deseos, es agradable poder hacer feliz a alguien. ¡Qué valen los siglos de prisión, si tengo la oportunidad de mirarte con esa cara de felicidad que el mismísimo agente ha visto en ti! —¡Oh, James!— me estaba empezando a encariñar mucho con mi genio. Me estiré un poco para plantarle un beso tronado en la mejilla. Su reacción fue sonrojarse. Se aclaró la garganta y se dirigió a mí, con algo de vergüenza. —¿Deseas que yo también te bese?… hace un tiempo tuve una ama que deseo que ella y yo… —No, no, no… am… eres mi amigo —ahora yo era la ruborizada—. No quiero que hagas nada de eso. Él sonrió con cierto alivio. Volvió a recostarse en el asiento y se colocó unas gafas de sol. —¿Sabes?, la mayoría de las personas siempre pide dinero, poder y diversión, belleza y amor. No siempre en ese orden, pero son deseos muy recurrentes. Tú ya pediste cuatro de ellos. Pero no me has pedido nada que tenga que ver con una pareja. —Creí que no podías hacer que alguien se enamorara —repliqué un poco indispuesta. —No puedo —aseveró— pero puedo hacer que le gustes a alguien, o que te desee de muchas maneras. —Voy a pensarlo —pensaba en el divino de Axel, aunque aún no estaba muy segura de cómo debía plantear mi deseo. Haberlo visto con Susana me había descompuesto en verdad. Sobre todo por pensar que ella lo tuvo sin nada de magia, o bueno, su magia consistía en ser capaz de desaparecerse la ropa de inmediato si un hombre se lo pedía, su magia era saber el arte del Kamasutra y llevarlo tatuado en cada movimiento de su cuerpo. Yo no usaría la magia para que Axel me deseara, necesitaba ganarle a Susana a las buenas. Mi autoestima lo necesitaba. Habían sido
62
delatripa 42
agosto 2020
años de ayudar a esa maldita, para que su traición fuera de este nivel. ¿Cuántas veces le dije lo que sentía por Axel? Y aquella gusana se lo había echado a la bolsa a mis espaldas. Cuando entré a la escuela el portero y todos los que se encontraban en el patio fijaron la vista en mí. Yo no les miré, me limité a caminar erguida, entre todos ellos, que iban formando una valla a los costados de mi derrotero. Yo iba contoneando las caderas, como si estuviera en un concurso de belleza. ¡Fue grandioso! Una mata de cabello chino y rubio se me acercó. Aquella joven tenía una complexión delgada y ojos de color azul. —Diría que te hiciste una manita de gato, pero más bien fue un zarpazo de tigre— Dina Sagnité me escaneaba con la mirada, como si estuviese ofendida de mi nueva apariencia— ¿Y esas bubis?, ¿no me digas que es papel higiénico, como el de tu amiga Susana? Se nota que la fruta no cae muy lejos del árbol. Seguramente iba seguir lanzando improperios en mi contra, pero la detuve; sujetando su mano con violencia y atrayéndola hacia uno de mis pechos. Me acerqué a su cara para poder ponerla en su lugar. —Toca, son cien por ciento reales; pero me había negado a mostrarlos, tal vez por pudor; no lo sé —puse mi mano derecha en uno de sus diminutos pechos—. No te preocupes, los tuyos quizá crezcan algún día, y puedas saber lo que se siente pasearse como diosa entre estas bolsas de carne de dos cabezas que son los hombres. Dina estaba perpleja. Aun así, entendió el sarcasmo y rio conmigo; me di la media vuelta y la dejé parada en el pasillo como la idiota que sabía que era. Maldita convenenciera. Había llegado temprano y las clases aún no comenzaban. Sólo estábamos cuatro personas en el salón. Francisco, que era alto y regordete. Mi eterno rival, a quién esta vez estaba segura de quitarle el primer lugar del cuadro de honor. Mónica, una muchacha de piel muy blanca y cabello oscuro, una de las divas, y amiga íntima de la Dina. Y Luis, mi acosador personal, enanito, flácido y sin chiste. —¡Qué bello ángel ha caído del cielo! ¡Exquisita pieza de arte! La Monalisa de las mujeres escapada de las paredes del museo —lo más triste es que el pobre diablo creía que su poesía funcionaba, que sus frases hechas tenían algo de ingenio. —Vamos, Luis —dije con la seguridad que me daba tener a James conmigo— ya hemos pasado por esto. ¿Por qué sólo no buscas a otra chica a la cual darle toda tu poesía, y me evitas tener que mandarte al cuerno todos los días? —entonces se me ocurrió ser mucho más punzante en el abuso que supe podía hacer de él. Después de todo, aquel pelmazo me había ayudado a encontrar a mi maravilloso genio. Me libraría de él, le devolvería el favor y me vengaría de Dina Sagnité. —Pero, Serena, ¿cómo me pides que arranque este sentimiento que me quema el pecho? —Te diré qué vamos a hacer contigo —le dije tranquila— olvidé algo en el baño, ¿por qué no me acompañas a buscarlo? agosto 2020
delatripa 42
63
Un hombre enamorado es estúpido y fácil de manipular. No me cuestionó e hizo tal como le dije. Entré al baño, le dije que me esperara paradito en la entrada; y me aseguré de que nadie me oyera, que el baño estuviera vacío. —Deseo que a Dina le enloquezca la cabeza a Luis, y que él le resulte muy atractivo. Me acerqué a la puerta del baño. Luis comenzó a recitar su poesía prefabricada. —De amor se encuentra mi alma encadenada... De amor yo muero y vivo día a día... De amor es mi razón apasionada… —¡Ahhhh, eso es hermoso, Luis! ¿Es tuyo? Dime que sí —Dina Sagnité estaba parada frente a él, con los ojos brillosos. Yo me desternillaba de la risa sujetándome de la puerta de uno de los cagaderos. James reía sentado en la meseta del baño, junto a los lavabos. —Muchas gracias —dijo el otro, jugueteando con sus dedos con mucho nerviosismoo. —¿A quién le compones tan hermosos versos? —dijo ella jalando uno de sus ondulados cabellos, enredándolo en sus dedos hasta meterlo entre labios y dientes. Luis no tenía más ojos para ver esa mata de pelo mordisqueado entre labios, lengua, dientes. —A la mujer —, remató el imbécil, y se podía cortar las hormonas en el aire. Ella estaba dando muchas señales con su cuerpo. Yo mientras tenía que hacer que Luis se embruteciera: —¿Con quén estás hablando, Luis? —Con nadie. Es decir… —A veces una puede estar muy ciega… o cerrada a conocer nuevas personas —Dina estaba roja como un tomate— lo cierto es que… a mí me gustaría que me dedicarán ese tipo de poemas. La chica a la que se lo preparaste debe ser muy afortunada—“afortunada de tener un genio”, pensé. Pero Luis se debatía en no saber qué hacer, teniendo a dos mujeres, una enfrente que se mojaba los labios, y estiraba los dedos de uñas largas y pintadas de azul para desarreglarle los botones de la camisa, y otra metida en el baño que le había dicho que esperara quietecito como el cachorro que era. —La verdad es que lo estaba ensayando —dijo él— pero ahora ella ya lo escuchó, supongo. —Creo que me engañas, Luis. Si quieres ya no me esperes y diviértete con tu amiguita —dije para hacerlo sudar el nerviosismo. —¿Quieres decir que… si te lo pido, me escribirías a mí? —Sí Dina...yo, lo…lo…lo… escribí para ti —No me digas”, “¡Malditos hombres!, todos son iguales”. Estaba pensando que el deseo había sido más de lo que ellos merecían. Había creado un cerco de placer que los circundaba, pero el tiro se me escapaba, y en vez de humillarlos, ahora resultaba que Luis se comenzaba a sentir como un dios todopoderoso, como un gran varón, el perdido casanova de los tiempos modernos. Dina se acercó a él y lo tomó de la mano, mirándolo fijamente a los ojos. Fue cuando yo salía del baño, para ver cómo el pantalón del 64
delatripa 42
agosto 2020
pequeño Luis se había estirado hacia el frente en el área del zipper. Él se inclinó, para tratar de controlar la erección, y Dina lo besó enardecida. Fue un beso largo y mojado, de labios abiertos y lengua exploradora, la chica rubia exhibía su poder sobre la boca de Luis, quien terminó mojando sus pantalones en ese chisguete de placer que no pudo controlar. —¿Luis, qué fue eso? —dijo ella en un suspiro jadeante. —Ha sido un acto de justicia, supongo. Te robé un beso porque tú llevas meses robándome el sueño —ahora estaba plagiando descaradamente a Benedetti, una fortuna que Dina fuera una completa iletrada. Yo me reía parado frente a ellos, con la boca abierta en una mueca irreal llena de diversión que hizo a los demás detenerse a mirar la escena. El olor a humedad impregnó el ambiente, y la mancha en el pantalón de Luis, más la erección que tardaba en ceder fueron suficiente evidencia para que se desatara la burla. Los dejé hechos la burla del pasillo y de la escuela. Las risas y los dedos señalándolos fueron la estela que dejaba a mi paso, mientras me dirigía al salón. Las clases estaban a punto de empezar. —¡Alto ahí, Sánchez! Esa voz pedante y fingida sólo podía pertenecer al prefecto Medrano. Un hombre alto, que rondaba los cuarenta. De espeso bigote y una prominente barriga, que hacía ver a su cuerpo desproporcionado, producto, seguramente de la cantidad obscena de cerveza que le metía a su cuerpo. Famoso por ser indulgente con algunas alumnas de su predilección y juicioso e inflexible contra quienes no eran de su agrado. —Buenos días, —saludé ocultando mi infinito desprecio por él—Iba camino al salón. —No le creo, Sánchez —dijo mientras sonreía mostrándome sus dientes amarillos— al único lugar que iras será a orientación. Llevas un buen rato fuera de clase. Y tú, junto a esa comparsa que escandaliza junto al baño tendrán que pagar por su falta. Y como tú estás más cerca de mí, comenzaremos contigo. —¿Quién es el feo? —preguntó James, haciendo que se me escapara una risita. —¡Oh!, ya veo que le divierte. Incluiré eso en su reporte, además del hecho de no traer el uniforme de la escuela —el hombre tenía la costumbre de retorcerse el bigote con la mano derecha cuando se molestaba. —¡Usted no va a ponerme reporte! —le grité con la seguridad que da el poder de contar con un genio a tu disposición—. Usted va a recibir su merecido y nunca más va a volver a meterse conmigo. —¿Te has vuelto loca, pequeña insolente? —dijo tomándome del brazo. Y cansada de él, y de mi pasividad de tantos años, le propiné una cachetada. Estaba fuera de mí, consumida totalmente por el nuevo y excitante poder que mi genio me otorgaba. agosto 2020
delatripa 42
65
—James —me importó poco decir el nombre de mi genio en voz alta —deseo que el prefecto Medrano obtenga un gran escarmiento justo ahora. El prefecto hacía acopio de todas sus fuerzas para no golpearme. Se paró delante de mí y antes de poder pronunciar palabra, la directora, acompañada de un par de oficiales de policía con gafas oscuras se acercó a él. —¿Usted es Marcial Medrano? —preguntó uno de los oficiales. —Sí —respondió con voz chillona mientras se sobaba la mejilla. —Acompáñenos —dijo el otro oficial sacando unas esposas —queda detenido para responder por una denuncia de estupro y perversión de menores. Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede y será usado en su contra. Tiene derecho a un abogado.
Imágenes de amor
Jéssica De La Portilla Montaño
Miraba un par de fotos de imágenes de amor con intenciones de matar el tiempo. En mis horas de búsqueda hubo reflectores, mas no celulares con cámara ni memorias portátiles. Courtney Stodden, culpable obsesión cuya historia terminó en anonimato promedio. Borra sus huellas, tal vez se avergüenza cuando aterriza en sus cinco sentidos. Me recuerda a Lindsay Lohan, reina del drama de hace una década de quien ya nadie habla porque pasó de moda. Agradezco perder un par de fotos de gente que ya ni está viva. La lluvia que arruinó el papel impreso de mi secundaria y prepa. No conservar negativos de aquellos rollos. Que mis sinapsis hayan enterrado situaciones en completo olvido. Un par de fotos de imágenes de amor de Courtney Stodden y su físico cambiante. Sonríe a los paparazzis mientras imita a Marilyn Monroe. Ni ella misma sabe en cuántas fiestas ha estado ni con quién, o para qué. La imagino en su despertar canábico o benzodiacepínico, un shot más de cafeína o de coca mientras peina sus extensiones para irse a otro antro. Un periodista de chismes entrevista al locutor que fracasó al brincar a la tele. El minuto que cambió el destino de alguien que hoy a nadie importa. ¿Quién llorará por la voz que cientos sintonizan pero que pocos aman? ¿Quién será el siguiente John Lennon por el que las masas desgarren sus vestiduras? Me conformo con que una persona diga que valió la pena conocerme.
66
delatripa 42
agosto 2020
Viko Desde chiquillo vio el empeño que poníamos su madre y yo por conquistar la vida. Salíamos oscura la mañana para llegar a la parcela y empezar a pizcar el bombó, tratábamos de ganarle al sol y a los zancudos. Empezábamos temprano para terminar antes del mediodía. El ejemplo transmitido fue de trabajo. En la primaria era travieso, siempre llegaba con raspones, moretones, a veces teníamos recados de su maestra en el cuaderno, “su hijo no hace las actividades a tiempo”, “su hijo se distrae fácilmente”. Después, en la secundaria; pidió un celular; según, para hacer tareas, se volvió tranquilo, pasaba las horas viendo el aparatito, constantemente pedía “saldo”. Nos alegraba saber de la mejoría en comportamiento, del gusto por hacer los trabajos encargados por sus maestros. Siempre le teníamos, hasta donde era posible, el teléfono con saldo. Nuestra alegría duró poco, al paso del primer mes recibimos un recado de la escuela, “por incumplir con las actividades encargadas para resolverse en casa”, hablamos con él, nos convenció de que era un malentendido. No le dimos importancia, aceptamos la idea de “la maestra me tiene tirria”. Los recados de la escuela no dejaron de llegar, un día nos citaron, la mamá fue a investigar el motivo. Me contó sobre un pleito con otro compañero, pedían platicáramos con nuestro hijo acerca del incidente violento. Mi mujer me advirtió no ser tan duro, pues ella ya lo había regañado. Dejé el asunto en sus manos. No supimos de más recados. Los surcos están recién regados, el sol cae a plomo, mi sombrero mojado por el agua evaporada, el sudor no se puede secar con el paliacate, los dedos de pies y manos están llenos de lodo. La sed pega de lleno y uno trata de destapar el bote del agua, mis dedos se resbalan, ensucian el pico del bote, para por fin tomar agua sabor a lodo, refrescante para aminorar mi sequedad. La breve pausa para tomar aliento y
José Martín Hernández Torres continuar con la tarea es un momento de mucho placer. Levemente escuché el timbre de mi “cacahuatito”, tardé tanto en sacarlo de la bolsita de plástico que no logré contestar la llamada, era de la escuela, mala suerte, ni saldo tenía para devolverla. Por fin, la jornada terminó, desvíe mi camino para pasar a la secundaria, en el trayecto imaginaba los motivos de la llamada. Me recibieron amablemente ofreciéndome silla y agua, dejé el colote afuera de la oficina, mis pies llenos de lodo acompañaron mi pena. Esperaba quejas como “su hijo ha vuelto a pelar, debe llevárselo”, “su hijo incumplió nuevamente con las tareas”, “su hijo se golpeó con un banco” o algo así, pero, me tenían una pregunta y no supe responder al momento, ¿Por qué no ha venido su hijo a clases durante el mes? Salí de la escuela con ganas de llorar por el engaño de mi hijo, molesto por estar en una situación que demostraba la falta de cuidado; aceleré mi paso; quería llegar cuanto antes a casa para platicar con mi esposa y esperar a mi hijo, ver su cara explicándome. Pasó el tiempo, se hizo tarde, noche y no llegó. Pensamos si sus amigos le habían avisado de mi visita a la escuela, entonces prefería esconderse de mí. Casi a la hora de regresar a la parcela, fuertes golpes se escucharon en la puerta, mi corazón aceleró su ritmo, deseaba fuera mi huerco; pensé en advertirle que esperará a mi regreso para tener una plática. Mi mujer abrió la puerta, escuché una voz pidiendo hablar con los padres de Viko, salí de inmediato, un militar nos dio la noticia de que nuestro hijo se encontraba en un canal de riego, atado de pies y manos con cinta canela, muerto por golpes en la cabeza que le dejaron deforme. Me pidieron identificar algunas pertenencias, la credencial y el celular, en tanto me encaminaban a uno de sus vehículos, la credencial mostraba la foto de mi hijo y el celular no se parecía al que habíamos comprado.
agosto 2020
delatripa 42
67
No pude ni siquiera encenderlo para revisarlo, uno de los militares me auxilió y empezó a mostrarme las fotos y recados. Ni un recado de tareas, fotos de armas y personas portándolas en poses retadoras llegaban a mis ojos a través de ese aparato. Busqué consuelo en los ojos de mi esposa, los encontré rojos de llorar, vi su rostro desfigurado por el dolor. Un fuerte dolor en el pecho nubló mi vista y no supe más de mí.
Jardín Gema Cerón Bracamonte Julia observaba las rosas mientras el sol de mayo le atormentaba. Siempre deseó un huerto lleno de flores, perfumando sus días grises. Para pintar su mirada cuando paseara por el jardín. Ese sería su refugio, un oasis de paz anhelado desde antaño. Quería ser una rosa, de pétalos delicados y al mismo tiempo, espinas para alejar a quien deseara importunarla. Era muy tarde para escapar. A menudo lloraba en silencio. Marco nunca quiso abandonarla. Siempre estuvo con ella, en las buenas y en las peores. Julia no sabía si agradecer o aborrecerlo. Con frecuencia se descubría odiándole. Rechazando cada gesto servil de su parte. Marco se preguntaba si ella estaría enojada de nuevo, si atravesaba por otro ataque depresivo o de pánico. O simplemente estaba demasiado abstraída en sus pensamientos. Él la amaba, la amaba más que a nadie en el mundo. Julia lo sabía, pero no le importaba. ¿Acaso seguía pensando en Gonzalo, aquel intruso por quien deseara abandonarlo? Fue bueno luchar por ella. Julia nunca supo lo que le convenía. Él debía cuidarla, así lo prometió ante el altar. Sus amigos criticaban sus cursilerías. Julia era demasiado hermosa 68
delatripa 42
agosto 2020
para dejarla ir. Además, era la madre de sus hijos. ¿Cómo podría vivir sin ella? Las personas son como las plantas, se repetía Marco, mientras observaba a Julia en la distancia. Las hay nobles, proporcionando refugio, oxígeno y alimentos. Pero también existen hierbas malas que debemos arrancar de raíz. Incluso hay otras bellas pero venenosas, que intoxican y envenenan nuestra sangre. Marco apretó los puños, mientras sus nervios se crispaban. Recordó aquella impotencia. El dolor y la humillación al descubrir los mensajes de texto en el celular de Julia. Y los mails de Gonzalo que ella, por descuido, había dejado abiertos en su computadora personal. Recordó los nervios de Julia, al perder el celular. Mientras Marco se aseguraba de interceptar a Gonzalo, antes que ella lo hiciera. “¿Podemos vernos en otro lugar?” fue el mensaje enviado por Marco, desde el teléfono de su esposa. Gonzalo contestó de inmediato. Aquella noche, Julia esperó a Gonzalo, pero él jamás se presentó. Nunca respondió sus mails y tampoco encontraba el celular para llamarlo. La lluvia la obligó a buscar refugio. Cabizbaja y pensativa, no se percató del auto
que aceleraba y se la llevó de frente. Cuando despertó, estaba en el hospital. Marco no se despegaba de ella, ni un segundo. Lo más difícil, fue acostumbrarse a la parálisis, que la inmovilizaba de la cintura hacia abajo. A partir de ese momento, estaría confinada a una silla de ruedas. Marco hizo los ajustes necesarios a la casa, e incluso llenó de rosas el jardín. Como Julia siempre deseó. Su esposa no podría huir y eso lo tranquilizaba. Sin embargo, su felicidad se ensombrecía al recordar a Gonzalo. La rabia incontenible que se apoderó de él, cuando lo conoció, y aquella pelea vespertina. Nunca imaginó tener tanta fuerza en los brazos. Y cuando Gonzalo cayó, no supo de dónde salió aquella roca con la cual asestó el último golpe. Marco había ganado. De pronto se sorprendía pensando en los fantasmas del pasado. Aquellos espectros le asaltaban por las noches, como penitencia por sus acciones. Y se preguntaba, si acaso Julia, en sus más terribles pesadillas, habría descubierto el rostro del conductor que la arrollara. Por eso, los ataques de pánico al despertar en la cama del agresor. Marco no se arrepentía. Para conservar la paz en el edén, debía arrancar la mala hierba.
agosto 2020
delatripa 42
69
70
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
71
72
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
73
74
delatripa 42
agosto 2020
agosto 2020
delatripa 42
75
A bailar donde suceda Recuerdo que ese fue el quinto intento, sin embargo no consigo acordarme de nada en concreto de los otros cuatro, por más que lo he intentado en más de una oportunidad. Bien, si debo sincerarme, no es que realmente lo haya intentado mucho, solo lo justo y necesario, por así decirlo. Por sencilla y pura curiosidad que se apodera de mi de vez en cuando. Ya de por sí, ese tonto entretenimiento que obsesiona a tantas personas (llegando algunos a referirse a éste como un "estilo de vida") nunca ha llamado mi atención. Tal vez es por eso que solo he conservado imágenes borrosas de esos primeros cuatro lugares que visitamos, de esos cuatro intentos fallidos. Después de todo, me uní al grupo esa noche porque... Creía que sabría qué escribir, pero me equivoqué. No puedo decir con seguridad cuál fue la dichosa razón que me motivó a aceptar su invitación (y menos qué los llevó a invitarme justo a mí, inclusión quizás), no recuerdo los nombres de ninguna de esas personas. Nunca los supe. Puede que haya sentido una especie de presión social, o una urgencia de hacer amistades, o algún deseo de cambiar mi forma de ser, aunque fuera un poco. Quién sabe. Pienso, sin embargo, que una buena parte de mí quería estar ahí cuando todo sucediera. Al resto le emocionaba tanto el evento en sí, como la idea de bailar en el sitio donde todo pasaría. A mí, como ya aclaré, nunca me interesó la idea de salir a bailar, sólo me importaba un poco el evento. Por semanas todo el mundo habló de eso. En las redes sociales posteaban el cómo deseaban que la fecha llegara; en las noticias se informaba sobre ello; cada vez que yo, por casualidad, escuchaba a dos personas conversar, ése era el tema de discusión; no podían esperar más. Querían celebrar y bailar esa noche, donde todo pasaría. Era la única persona que no podía sentir esa proximidad. Al hablar de lo ansiosos que estaban 76
delatripa 42
agosto 2020
Eduardo Barragán Ardissino
porque esa gran noche llegara, decían también que sentían muy dentro suyo que indudablemente no pasaría de aquella noche, que el suceso al fin ocurriría. Por eso no podía entender ni el hecho de que yo no sintiera nada, ni el que las personas con las que estaba siguieran con tanta paciencia y entusiasmo, luego de cuatro fracasos. Íbamos por el quinto intento pero, por la expresión de sus rostros, cualquiera hubiera dicho que era el primero. —Cambiá la cara, seguro que es en la próxima —dijo alguien del grupo, probablemente a mí. No supe quién, pues estaba mirando hacia el piso mientras caminábamos. Al inicio de la salida me dispuse a sentir entusiasmo, para no desentonar. Sin mencionar que no quería que descubrieran que yo no podía sentir la proximidad del acontecimiento. Pero, para esas alturas, ya estaba perdiendo interés en todo eso, a diferencia de mis acompañantes. Me acuerdo que, en ese momento, empecé a preguntarme si realmente ellos sentían lo que afirmaban sentir, si realmente alguna de todas las personas, de toda esa maldita ciudad, sentía algo de eso, e inclusive en el momento de escribir las presentes líneas no dejo de planteármelo. No me sorprendería para nada que alguno hubiera dicho que podía sentirlo (para engañar ingenuos, por el deseo de sentirlo, o por lo que fuera), que alguien más lo hubiera escuchado para posteriormente exclamar: "Yo también", lo que habría sido oído por otra persona, que luego dijo lo mismo, propagándose por todos lados como si de una epidemia se tratase. La noche llegó y ninguno de los lugares a los que fuimos era el correcto. —¡Ya casi llegamos, falta poco! —una voz distinta a la que se había dirigido a mí momentos antes cortó mis meditaciones. La exclamación recibió por respuesta una señal de asentimiento por parte del grupo incluyéndome, pues me apresuré a
hacerlo, aunque seguía igual de insensible. Lo único que podía sentir era el presentimiento de que esa salida iba a terminar siendo una perdida de tiempo. Perdimos varias horas yendo de acá para allá, y en esos momentos faltaba poco para el amanecer. Según lo que todos dijeron el evento sería esa noche, por lo que si amanecía antes de que ocurriera, significaría que nada iba a pasar. Fue cuando lo vimos. Llamémosle el "punto de reunión". Ya había una gran cantidad de gente reunida, conversando, esperando el momento de comenzar a bailar. Algunos llegaron caminando como nosotros, otros en transporte público, y otros en sus propios vehículos. Muchos de estos últimos llevaron equipos de sonido, ansiosos por encenderlos. Supongo que se habrían puesto todos de acuerdo en poner la misma música. No lo sé y nunca lo sabré. Cuando llegamos al amplio lugar tan concurrido, vi como varios de ellos ya habían bajado el equipo de sus autos, y otros estaban haciéndolo justo en ese momento. El sitio fue mucho más memorable que los anteriores, los cuales han desaparecido casi por completo de mi memoria. Era una enorme plaza que nunca había visitado. La considerable cantidad de árboles que presencié en ese lugar fue agradable a mi vista, a diferencia de la mayoría de las cosas de esta ciudad. Ni siquiera presté atención a las edificaciones que la rodeaban, no me acuerdo en qué consistían... Creo que había una iglesia pero no estoy seguro, de todas maneras eso no es lo importante, sino la misma plaza porque creo que fue ésta la que me hizo tener una mínima esperanza de que no tendríamos que cambiar de lugar otra vez. Me gusta caminar, pero me encontraba realmente aburrido y me negaba a aceptar que toda la noche, las largas caminatas, y el unirme a este particular grupo, fuera para nada. Fue un alivio contemplar a tantas personas preparándose para tan anhelado baile, y a tantas otras encendiendo sus equipos de música.
Volví con mi grupo cuando algunos ya estaban bailando. Nunca se me ha dado eso de bailar, pero sabía que solo debía imitar lo que viera lo mejor que me fuera posible. Bastante sencillo. La amarga sensación llegó cuando me estaba preparando para hacerlo. Pensé que en el quinto intento sería distinto, pero estaba pasando de nuevo: los equipos de música estaban siendo guardados otra vez y las caras largas se hicieron presentes. Tampoco sería en esa plaza. Con la mirada mis compañeros me indicaron su frustración, así como el deseo y la esperanza de que la sexta fuera la de la suerte. No lo entendí y creo que no lo entenderé nunca. Ese instinto, que supuestamente tenían todos, ya se había equivocado cinco veces y, sin embargo, todos partían convencidos aún de que en el lugar siguiente podrían al fin comenzar con la algarabía, incluyendo mis acompañantes. —¡Esperen, hagamos el baile acá, ya fue! —grité con la intención de que me oyeran, no sólo mi grupo, sino la mayor cantidad de gente posible. Los pocos que me escucharon voltearon a verme con expresiones despectivas en sus rostros, para luego seguir caminando sin haber formulado una respuesta— ¡Falta poco para que la noche termine, olvídense de todo eso! —nadie me oyó. Todos se fueron, determinados a bailar donde suceda, ni más ni menos. No sé por cuanto tiempo me quedé parado en ese lugar, teniendo a mi soledad como única compañía. —Hay más como vos —escuché una voz junto a mí. Me gustaría extenderme mucho más pero no puedo, el vehículo que estamos usando mis nuevos acompañantes y yo ya está llegando a su destino, así que ya debo concluir la narración con estas últimas palabras: por favor únanse a nosotros.
agosto 2020
delatripa 42
77
Depredador Cuando arribaron al ranchito que se encontraba a varios kilómetros de la carretera, ya empezaba a oscurecer. Al mirar la casa en penumbras, Terezita sintió recorrer por su cuerpo un ligero escalofrió, como un mal presentimiento. Se juntó más a su novio Rodrigo, que ya se disponía abrir la puerta de la casa principal. –¿No dijiste que aquí se iba a juntar toda tu familia para celebrar el cumpleaños de tu mamá? –Todavía es muy temprano, de seguro ya no tardarán en llegar– Y sin más explicaciones la pasó a la sala y encendió la luz, quedando el resto de la casa a oscuras, y por lo cual no se dieron cuenta de que tres figuras penetraban por una de las ventanas. Mientras preparaba unas bebidas, Rodrigo miraba de reojo a su novia con ojos de lujuria. Era una hermosa joven de 17 años. Morena, robusta. De pechos y caderas pronunciadas. ¡La chica más tímida de la prepa! En cambio, él, era todo lo contrario. ¡Un galán incorregible! Con su 1.80 de estatura. De cuerpo atlético, tez blanca y el pelo casi rubio. Con su buen porte, era el azote de las chicas. Casi ninguna se resistía a sus galanteos. Y de unas semanas para acá, presumía de este trofeo. Hacerse novio de esta guapa muchacha, que por su seriedad era inalcanzable para muchos, pero para un conquistador como Rodrigo, no había mujer imposible. Y esta noche la tenía ahí, ¡en su guarida de soltero! Terezita apenas probó su bebida, en tanto que Rodrigo se terminaba la suya. Y mientras la distraía con su plática, le comenzó a dar besos por todo el rostro, rozándole apenas los labios. Ella cerró los ojos, saboreando cada caricia que el experto joven le hacía. En un momento dado, sus labios apresaron los de ella, en un apasionado beso. Las caricias subieron de tono. Con destreza desabrochó los dos primeros botones de su blusa, y su mano atrapó uno de sus senos. Al acariciarle varias veces el pezón, notó con orgullo que la agitación de ella subía.
78
delatripa 42
agosto 2020
Lázaro Mayorga Ayala
Entonces su mano dejó aquel seno y bajó hasta sus piernas. Sin dejarla respirar con los besos, fue subiendo por los muslos hasta llegar a su sexo. Aquí le ganó la pasión y le dio una fuerte estrujada. Al sentir el dolor en su parte, ella reaccionó, rechazándolo con energía. –¡Noo, Rodrigo, Espera. ¿Qué haces? –Sin contestarle, la jaló hacia el piso, arrojándola sobre la alfombra. Con la caída, su falda se subió, dejando ver parte de la pantaleta blanca. Al verlo, Rodrigo lanza un aullido de deseo, y sin darle tiempo de reaccionar, se abalanzó sobre ella. Al mismo tiempo que trata de besar su mano sigue estrujando su sexo. Ella se retorcía bajo el cuerpo de él, y gritaba enojada. –¡ Noo, cobarde, déjame, déjameee! –Para tratar de callarla, le puso la mano libre sobre la boca. Con un rápido movimiento, ella la atrapó y le dio una fuerte mordida. –¡Aaah, perra, a mí no me muerdes! –y con la misma mano le dio un fuerte revés que la hizo estremecerse y soltar el llanto. Él se puso de pie, despacio. Y mientras se quitaba la camisa y la arrojaba sobre el sofá, saboreaba de antemano su victoria –¡Así está mejor, perrita! Por más que grites, no hay nadie alrededor que te escuche. Así que, pórtate bien y ya no te golpearé –en ese instante, escuchó una voz masculina a su espalda, que lo hizo brincar de sorpresa. –¿Te estás divirtiendo “güerito”? –¡Pero quién chingados…! –Al darse vuelta, descubre tres figuras semiocultas por la penumbra del resto de la casa. –¿Que, quienes son ustedes? ¿Qué quieren? –Moviéndose casi al mismo tiempo, los intrusos avanzan hasta el centro de la sala. –¡Qué onda “güerito”! ¿Ya no te acuerdas de nosotros? –Rodrigo achicó los ojos, y su mirada fue recorriendo los ojos de aquellos individuos, ¡Los reconoció! Eran del poblado que se
encontraba más adelante. Maleantes y azote de aquél lugar. Carne de presidio desde muy chicos. Cayendo primero en la correccional para menores, y después en la cárcel, por sus múltiples fechorías. Rodrigo los conocía y les temía, pues andando por esos caminos, varias veces lo habían asaltado y golpeado. Y ahora, ¡precisamente ahora!, los tenía frente a él, echándole a perder su conquista. –Bueno, me imagino que ya se habrán llevado las cosas de valor. ¿Porque no se van? –¡Calma “güerito”, que nosotros también queremos fiesta! –Rodrigo miró de reojo, como Terezita se había puesto de pie, avergonzada, se bajaba la falda y trataba de acomodarse el seno que le había quedado al descubierto. –¡Muy bien amigos! –dijo Rodrigo– Entiendo. Ustedes se quedan con la mujer. Está nuevecita, no la alcancé a estrenar y, bueno, yo me marcho. –Sin ponerse siquiera la camisa, trató de abrirse paso entre los tres, rumbo a la puerta. El líder de los maleantes lo detuvo poniéndole una mano sobre el pecho y lanzándolo hacia atrás, que lo hizo tambalearse. –No tan aprisa “güerito”, que la fiesta no es como tú crees –Caminó hacia él, y mientras le acaricia el rostro le dice: –¡Siempre tuve ganas de acariciar tu carita de putito! –¿Qué te pasa imbécil! –contestó Rodrigo, y de un manotazo se quitó la mano del rostro. El delincuente sin dejar de sonreír, se ladeó un poco, solo para tomar impulso y darle un tremendo golpe en la quijada; Rodrigo cayó noqueado hacia atrás, sobre el sofá.
El líder le dice a uno de sus secuaces, A la chica enciérrala en la recámara, que cuando terminemos con éste, seguimos con ella. Terezita quiso hablar, protestar, pero al ver los rostros drogados de los individuos, guardó silencio, y se dejó conducir al cuarto. Rodrigo recobra el sentido, y creyendo tomar desprevenido a su rival, se abalanzó sobre él. Pero este que ya lo esperaba, esquivó fácil los golpes, para después golpearlo duro, en la boca del estómago. Rodrigo se dobla de dolor y deja escapar unas lágrimas de impotencia y coraje. Así como estaba, el maleante se acomoda la cabeza de él entre sus piernas, apretándosela con fuerza. Desesperado, Rodrigo alza las manos tratando de zafarse, pero su oponente lo sujeta de las muñecas, y se las jala hacia atrás. Otro de los bandidos se puso detrás de Rodrigo, y de un jalón, la bajó al mismo tiempo el pantalón y la trusa. Al sentir su trasero al aire, Rodrigo lo mueve de un lado a otro, y trata una vez más de librarse de tan terrible castigo. Provocando las risas burlonas de los individuos. En la recámara, Terezita había logrado abrir una ventana, y se disponía a saltar para escaparse de aquel lugar, y justo cuando lo hacía, escuchó el grito desgarrador de Rodrigo. –¡Noo, déjenme, noooo…!
agosto 2020
delatripa 42
79
El puente
Edgar A. Rivera
Se despertó abrumado, aún sobre el césped con el Sol calándole en los ojos. Se puso de pie y miró alrededor. No sabía dónde estaba ni recordaba cómo había llegado a ese lugar. Se talló la cara y dejó que los ojos se adaptaran a la luz, todo resplandecía con un brillo peculiar, el cielo lucía un azul intenso y frente a él lo encandilaban los rayos del mediodía rebotando sobre las aguas claras. Primero pensó que se trataba de un río, luego lo reconoció como un lago, largo y estrecho que dividía al bosque en dos, bordeado por un camino de piedra, en medio de un mar de cedros, pinos y fresnos. Anduvo por el camino unos minutos un tanto confundido, pero reconociendo el entorno a medida que avanzaba. Vio a la distancia un árbol que crecía a la orilla del agua, alto, de ramas gruesas y sombra amplia, debajo del cual había una banca, y sentada ahí, enmarcada por un aura tersa, una mujer. Aceleró el paso. Usaba un sombrero blanco con un listón de terciopelo y un vestido floreado hasta las rodillas, sus manos se movían con gracia a través del aire denso mientras arrojaba migajas al agua para que se le acercaran los patos. Corrió. Ella escuchó sus pasos sobre el adoquín y volteó, descubriendo su rostro y confirmando lo que él ya sabía. Lo recibió de pie con los brazos abiertos. Él se lanzó sobre ella con el rostro bañado en lágrimas, la apretó fuerte contra su pecho y sin querer le tiró el sombrero, pasó los dedos entre su cabello lacio azabache, la besó en las mejillas, en la frente y por último en los labios. –Helena –suspiró, besando su cuello y aspirando el aroma de su piel. –Te estuve esperando. –respondió ella, dando un paso atrás para observarle, frotando la sien de su amado– Has crecido, tienes canas. ¿Cuánto tiempo ha pasado? –Seis años. Te extrañé muchísimo. –¿Solo seis años? Te ves más viejo… pero más guapo también. Limpió sus lágrimas con el manga de la camisa, riendo. 80
delatripa 42
agosto 2020
–Tú no has cambiado nada, eres igual de hermosa e inoportuna como siempre. Fue muy difícil estar sin ti. Cada día te lloré, no hubo un instante que no te pensara. –Mi amor, ya estamos juntos, no tienes que preocuparte ya por nada. Tomó su mano y haló de él, llevándolo al camino. –¿A dónde vamos? –A ningún lado, este es nuestro espacio. –Sí, lo es. –Te ves cansado, tienes canas. Cuéntame, ¿qué hiciste este tiempo? Hizo un esfuerzo por recordar. –Todos los días veía tu foto, intenté recrearla. –Eres muy dulce, ¿me pintaste? –No, no exactamente. Trabajé mucho, aprendí bastantes cosas… Observó con atención el movimiento lento de los árboles a la derecha, las ramas meciéndose de un lado a otro por el viento y el agua en calma a su izquierda. –Ya había estado aquí antes. –Le dijo inseguro, a medida que comprendía la naturaleza de aquel sitio. –Es un lugar muy bello. Ahora estas aquí conmigo, en nuestro espacio. Solíamos venir aquí cuando éramos novios, hace una eternidad. ¿Lo recuerdas? –Sí, pero estuve solo. Muchas veces vine solo a este lugar. ¿Por qué tenías que irte? –Todos debemos irnos a su tiempo. ¿No estás feliz de haberte equivocado? –¿A qué te refieres? –A esto. Nunca creíste que fuera real, siempre tuviste miedo a morir. –¿Morí? Es verdad, no podría ser de otra manera. –¿Cómo fue? Cuéntame. –¿Mi muerte? No estoy seguro. Lo último que recuerdo antes de despertar aquí es que había muchos cables, estaba acostado sobre una cama de metal, había un ruido, un rumor de máquinas y
ventiladores, luces verdes parpadeantes y una pantalla de descarga… descargaba algo… ¿Qué era? Se llevó la mano a la frente y cayó de cuclillas, mareado. –Estás bien, tranquilo. Ahora estas aquí conmigo. No tienes que preocuparte ya por nada. Lo tomó de la mano y lo haló de vuelta al camino. Caminaron alrededor del lago hasta llegar al puente que partía el lago por la mitad. Se apoyaron en el barandal y en silencio, tomados de la mano, vieron los peces nadar bajo la superficie por unos minutos. Llamó su atención un pez de manchas negras y anaranjadas, que daba pequeños círculos en forma de ocho sin nadar más lejos. –¿Qué has hecho tú todo este tiempo? Se le acercó y retiró el cabello de su rostro hacia atrás para besarla en la mejilla –Te estuve esperando. ¿Además de eso? Me gusta darle de comer a los patos y ver los peces. Más adelante hay una familia de tortugas, ven. Tomó de su mano y lo haló para que fuera con ella. Poco antes de llegar al otro lado, sobre unas rocas, cinco tortugas tomaban el Sol. Helena se sentó y sacó un poco de pan, las tortugas se arrojaron al agua y se acercaron al ver caer la comida. –Mira lo bellas que son, siempre se ponen contentas cuando les arrojo migajas, igual los patos. Extrañaba mucho cruzar este puente contigo, me alegra poder hacerlo de nuevo. La observó con mayor atención. Su sonrisa, cabello, piel, todo era perfecto, excepto una cosa. Se frotó la nuca y la frente, buscando algo que no atinó a encontrar, se recostó sobre el regazo floreado y le quitó un poco del pan para imitarla. –El puente lo construyeron un año después de tu muerte. Nunca lo cruzamos juntos en vida, pero supuse que te habría encantado caminar sobre las aguas, tan cerca de los peces, por eso estás aquí. Ahora que lo pienso quizás habría sido mejor caminar directamente sobre el agua, que tonto soy. Un grupo de peces con manchas negras y anaranjadas daban pequeños círculos en forma de ocho. Las tortugas se juntaban para comer lo que ambos arrojaban, Helena sonreía mientras su mirada se mantenía fija en el lago, más allá de las
tortugas, del agua, hacia la infinita inexistencia que les rodeaba. –Siempre te gustaron mucho los animales, quisiera que hubiera estado repleto de ellos, pero mis recursos son limitados. Quisiera haber tenido más tiempo, pero mi condición empeoraba rápidamente. –Tranquilo, no tienes que preocuparte ya por nada. Olvídate de todo, ahora estás aquí conmigo, en nuestro espacio. –Estudié la física como no tienes una idea y sin embargo decidí ignorar ciertas cosas en pos de la operatividad. Es difícil replicar el movimiento del agua y sus interacciones con la luz, pero no es nada comparado con la complejidad de la mente. Me esforcé, te juro que en verdad me esforcé para que todo fuera perfecto, aunque sabía que nunca lograría igualarla. Desearía haber comenzado esto cuando aún estaba viva, así los dos en verdad estaríamos juntos pero todo fue muy repentino. No obstante, es agradable tenerte a mi lado ahora que ya no debo despertar. El código en pantalla marcaba el funcionamiento de todos los subsistemas a la perfección. La transferencia se completó y desconectó el ultimo cable que aún tenía pegado a la cabeza. Revisó una última vez la fuente de energía y vio con gusto que todo iba en orden. Mientras no ocurriera una catástrofe que hundiera el suelo 50 metros, la computadora podía correr sola durante otros mil años. –Mil años –pensó –incluso la eternidad tiene un fin. Subió por las escaleras, abrió la escotilla y salió para nunca más regresar. El esfuerzo lo hizo toser. Tosió tan fuerte que el dolor lo dobló de rodillas, se limpió la boca con la manga de la camisa y la manchó de sangre. Selló la escotilla soldando los bordes y la cubrió con tierra. Salió del sótano hacia la cocina de su casa, pasó frente a las fotografías de Helena que cubrían una pared completa, observó por un par de minutos, como todas las tardes, la foto al centro, donde llevaba puesto un sombrero blanco con listón. Se puso su chamarra y subió a la camioneta. Condujo un par de horas, hasta la entrada de un agosto 2020
delatripa 42
81
parque, estacionó debajo de un cedro y caminó por el sendero de piedra hasta llegar al puente que cruzaba el lago por la mitad. Apreció a lo lejos un fresno enorme con una banca de madera debajo, donde unas niñas corrían detrás de unos patos a expensas de lo que parecían ser regaños de sus padres. Tosió un poco, pero se controló. Dio un vistazo rápido alrededor, no había más familias cerca. Se sentó en el barandal, viendo los peces de colores escabullirse hacia las profundidades, sacó el revólver del bolsillo interno de la chamarra y colocó la punta del cañón bajo su mandíbula, tiró del gatillo y cayó al agua.
Por un trozo de carne Gema Cerón Bracamonte Verán, tenía mucha hambre. Llevaba días sin comer. Además, me habían encerrado en una pequeña habitación sin misericordia alguna. No recuerdo exactamente cómo sucedió el secuestro, pero desde que tengo memoria, me han trasladado de un lugar a otro. He olvidado a mis padres, era muy pequeño cuando me arrancaron de mi país natal. Al principio quería huir, al pasar el tiempo me fui acostumbrando. “No está tan mal”, pensaba. “Ellos me alimentan, me acicalan y me tratan relativamente bien”. Casi me sentía parte de la familia. Hasta me dieron un lujoso obsequio, un brillante collar que rodeaba mi cuello. Todavía no comprendo la razón por la cual perdí mis privilegios. Un día me quitaron el collar y me trasladaron a un lugar lejano. Quienes me alimentaban habían desaparecido y quedé al cuidado de un infame carcelero. En cuanto tuve oportunidad, escapé. Temeroso y buscando alimento corrí hacia la zona residencial y a un mercado. Muchos transeúntes se alejaban de mí, nadie quiso ayudarme. Al fin, percibí un gesto amable en un hombre. Creí que me alimentaría y me acerqué a él. Sin embargo, de nuevo me encerraron en un vehículo y todos parecían felices con mi captura. No había salida. De nuevo me recluirían. Aclarando, nunca he sido el rey de la selva. En primera, provengo de la sabana de África. En segunda, toda la vida me han tratado como esclavo.
82
delatripa 42
agosto 2020
Claridad Las sábanas se vieron absorbidas mostrando la dentadura perfecta del individuo; por acción involuntaria, sus manos retiraron la sábana de su cuerpo desnudo volviendo a tomar otra gran bocanada de aire mirando a su alrededor confundido mientras se llevaba su mano al pecho, como si tratara de mantener el oxígeno en sus pulmones que los sentía secos y muertos. El chico de cabellera larga hasta sus hombros se sacudía al son de su cabeza al moverse por cualquier lado de la habitación; se trató de levantar de la cama siendo inútil. Sus piernas, sus brazos tenían la fuerza de un niño pequeño en comparación de su edad de veinte y tantos, su respiración se agitaba más y más tratando de almacenar más oxígeno en sus músculos distrofiados. —Qué está pasando? Término de pensar mientras estaba a punto de salir de la habitación arrastrándose. Frío, era lo primero que sentía recorrer su cuerpo, justo antes de asomarse en los pasillos del hospital gritó con sus fuerzas por ayuda. Segundos después, pasos apresurados se escuchaban a la lejanía de los pasillos acercándose. Su vista comenzaba a ser borrosa, escuchó un chirrido horripilante a tal modo que se sintiera aturdido como si estuviera en un tiroteo. —Oh por dios! Enfermera!— gritó el doctor mientras ayudaba al chico levantarse y ponerlo en la cama nuevamente; pudo observar una gran cicatriz en la mejilla de ese doctor mientras que el olor de una colonia fuerte y del tabaco que provenía de su boca infestaban su cara. Antes de dejarlo en la camilla, vio su nombre: Dr. Smith. Pronto en su habitación estaba la enfermera de turno y el mismo doctor atendiéndole. Observó de su lado derecho hacia la ventana encontrándose con un buró mostrando un calendario: 7 de noviembre. Nuevamente su vista se hacia mas oscura, pero esta vez podía escuchar a pesar de estar debilitado sin siquiera poder abrir sus ojos. —¿Cómo es posible que haya ocurrido ?— preguntó el doctor enfurecido. —El ecocardiograma no mostraba algún signo, detuvimos la reanimación después de treinta
Pedro Hernández minutos. Se le dio la hora la muerte, pero esto… — Angustiada la enfermera volteo hacia el interior de la habitación observando al joven —No tiene explicación. Las horas pasaron hasta que el sol salió, después de que un dolor horrible en su cabeza lo despertara; el chico se distrajo con lo último que recordaba, de forma nublada veía una noche de copas después de un día laboral cansado, seguido de eso escaleras y al final todo oscuro. Escuchaba el sonido del agua cayendo monstruosamente como si una ola le hubiera caído encima. El dolor agudo en su cabeza apareció al tratar de indagar más en sus memorias. Una chica entró a la habitación del hospital; sostenía su mirada hacia él con una expresión nostálgica al verlo. —Si que luces débil. Te abrazaría pero tu cuerpo apenas se puede sostener. —mencionó preocupada. Confundido, la observó tratando de reconocer el rostro de la chica. —Alex... Diana..— dejó salir al aire los únicos nombres que llegaban a su cabeza sin titubear. —¿Cuánto... cuánto tiempo estuve así, Alex?— Recargó su cabeza contra la almohada suspirando. La chica frunció el ceño soltando una risa. —Soy Diana, no te preocupes por tu memoria. Tengo unas cosas para ti —Procedió a sacar una computadora portátil y libros.— Tomé algunas cosas de tu dormitorio y dejé algunas cosas que pueden ayudarte a recordar —Al colocar las cosas en las mesa pequeña a lado de su cama, Andrew la miró indiferentemente y demandó: —No respondiste mi pregunta, Diana... Tomó asiento a lado de él preocupada, —Dos meses— —¿Me asaltaron? ¿Un ebrio con su auto paso por encima de mí? —cuestionó buscando respuestas de su misterioso paradero. —Apenas estás de vuelta…— desvió su mirada de los ojos de Andrew mientras que este aún la sostenía para presionarla. agosto 2020
delatripa 42
83
Andrew suspiró decepcionado: El cardiograma no leyó nada, eso escuché de la enfermera cuando desperté. ¿Cuánto tiempo estuve muerto? Mordió sus labios tratando de no romper en llanto frente a él, respiraba más agitada mientras trataba de tener el valor de decirlo: En la madrugada tuviste un ataque, no pudieron reanimarte y te dieron por muerto. Mirate, milagrosamente ¡aquí estás! —No se siente como un milagro— añadió con frialdad. Su cuerpo estaba debilitado y apenas podía aguantar los niveles de estrés después de tener respuestas, trató de detener su temblor corporal, no sentía que hayan sido alrededor de dos meses; era una pesadilla. Sintió que fueron años, a pesar de no tener recuerdos anteriores. —¿Cómo terminé así?— espero alguna otra perspectiva para entender lo ocurrido. —Te encontramos en las escaleras a las afueras del bar, pero de acuerdo a los doctores solo fue un desmayo sumado a un daño en tu cabeza. Por lo visto te afectó —Después de un silencio incómodo se levantó tomando su mochila. Y dijo —Oh, es bueno tenerte aquí Andrew— Finalizó con una sonrisa y se retiró de la habitación. Después de que estuviera solo en la habitación, observó su mochila, los libros que estaban apilados de sus clases y sus revistas. Revisó cada libro y las notas que hizo; era claro que recordaba aún lo que estaba estudiando; ingeniería en computación. Revisó su computadora portátil y encontró varias notas de sus clases hasta que vio una nota adjunta en la pantalla inicial —Busqueda; 9/11, Mandela, deja vu— Procedió a buscar uno por uno mientras analizaba los casos, incrédulo, ataques terroristas: el septiembre del 2001; mostraban las listas de resultados, Mandela fue presidente por cierto tiempo..., asombrado observó y leyó diferentes noticias del momento en la historia. —Nada de esto concuerda…— Pensó mientras se llevaba las manos a la cabeza confundido. Cada que trataba de darle sentido a esas noticias, sus recuerdos se enredaban más como si fueran una telaraña. Veía recuerdos de una caída, una pelea, suicidio, diferentes situaciones 84
delatripa 42
agosto 2020
pero la mismas conclusión: muerte. Siguió investigando, ataques del once de septiembre detenido con éxito, nada. Encontraba los escombros del Pentágono y las dos torres que colapsaron. Rápidamente cambió de pestaña, Mandela muerto en prisión en una riña, solo mostraba el vasto mundo del internet como se redimió después de salir de la prisión liderando a un país completo. De acuerdo a foros que encontró, muchos decían que el deja vu no era más que un fallo en nuestro cerebro haciéndonos creer que hemos vivido ciertos eventos más de una vez. Llevando a una teoría más grande sobre el mundo y hasta el universo que otros conspiranoicos citaban Aun así, parecía estúpida la última teoría mencionada; cerró la computadora y suspiró. Horas después, en la madrugada, se sintió débil, recostándose en la cama miró a la nada mientras buscaba marcas o cicatrices de su cuerpo en busca de algún indicio de lo que ocurrió. Todo esto en un lapso de minutos, recordó, abrió los ojos asombrado después de haber conciliado el sueño. —Deja vu…— se levantó desesperado de la cama, vio en su cabeza memorias similares a lo que estaba viviendo, llegaban a su cabeza rápidamente, que apenas podía analizarlas y entenderlas. Burló la seguridad, y a las enfermeras, aunque se arriesgó a que las cámaras tomaran evidencia de su huir hacia las afueras del hospital. Estando en las frías calles en la madrugada, ciegamente sabía qué hacer mientras recordaba que ese exacto momento donde volvió a dormir; ya lo había vivido. Se replanteó la teoría, que tal si ya ha pasado por esto más de una vez, y solo es un modo de tener otra oportunidad, cínicamente era mejor poner eso a prueba. A las afueras de los suburbios, se colocó en las orillas del puente que conectaba con la entrada a la ciudad mientras la brisa congelante pasaba a través de él como si se tratara de impedir lo que quería hacer. Se postró enfrente de las barras de seguridad y bajó la mirada observando la claridad del agua donde le esperaban nada más que rocas que sobresalen de esta. Cobardemente se dijo: —Espero no estar equivocado…
Tomó valor y dejó que la gravedad hiciera el trabajo; no hubo dolor, más que el sentir cómo los huesos se retorcían mientras la fuerte corriente lo arrastraba después de haber recibido el impacto contra la superficie del agua. No hubo gritos, o agonía, antes de perder el conocimiento, pudo ver desde las profundidades del agua la superficie deformada por un color extraño mientras hilos delgados descendían de quién sabe donde hasta las profundidades del agua. Todo se torno oscuro. Las sábanas se vieron absorbidas mostrando la dentadura perfecta del individuo, por acción involuntaria, sus manos retiraron la sábana de su cuerpo desnudo, volviendo a tomar otra gran bocanada de aire mirando a su alrededor confundido mientras se llevaba su mano al pecho, como si tratara de mantener el oxígeno en sus pulmones que los sentía secos y muertos. Poco a poco pequeñas memorias llegaban a él respecto a lo que le ocurrió, no fue una borrachera o una sobredosis, fue un suicidio. Observó su cuerpo y se encontraba igual que la última vez que despertó ahí, con una gran ansiedad giró su cabeza a la derecha para encontrarse nuevamente con ese calendario, y comprobó la teoría. Estaba marcado el 7 de noviembre, ocultó su explosión de emociones internamente sabiendo una cosa; el mundo como se conoce tiene misterios que el humano no puede comprender. La enfermera incrédula entró e hizo el chequeo de rutina mientras llamaba al doctor; Andrew estaba sin palabras viendo cómo entraba el doctor minutos después. Vio algo diferente en aquel doctor, por desgracia la memoria volvió a ser culpable. Habiendo pasado dos días supo que no se repetía el día, a menos que algo ocurriera, haciéndole pensar más a fondo en lo que ha estado metido por quién sabe cuánto tiempo. Quien le podía jurar que no ha estado ahí por días, o al menos toda su vida. —Solo hay un modo de reiniciar esto— pensó mientras el día avanzaba a través de la ventana, una vez más será otro día para él, al que estaba atado. Pudo arreglárselas para que no llamaran a familiares y menos a sus amigos, cada madrugada se mantenía despierto mientras observaba cómo se manejaba la vigilancia de su piso. Una noche
decidió dejar correr su plan; escaleras tras escaleras de ese inmenso hospital por las que se escuchaban pequeños pasos desnudos ignorando el frío de las instalaciones que podían matar hasta las bacterias. La seguridad, doctores, enfermeras y hasta pacientes deambulando, tuvo que esquivar con cautela para llegar al último piso, el riesgo aumentaba ya que una vez que abriera la puerta, la alarma se iba disparar por todo el hospital. Esto restaría tiempo para agarrar valor y concluir su plan, tomó aire para darse valor y la empujó rápido. La puerta se abrió y en un parpadeo alarmó a los de seguridad y doctores, que revisaban con gran ansiedad las cámaras mientras los doctores aseguraban que los pacientes estuvieran donde deberían. Con todas las fuerzas que podía expulsar de sus músculos al correr, su valentía se veía escasa al ver una altura del triple de la que cayó hacía pocos días, no tenía por seguro si podía volver o cambiar algo, se detuvo en la orilla del edificio sintiendo la brisa violenta del amanecer. Escuchó los pasos apresurados frenándose de repente al ver lo que estaba a punto de hacer. —No tienes que hacer esto, podemos ayudarte— Gritó el doctor tratando de mantener la calma alejando a los de seguridad de él. —Puedes salir de esto— El chico volteó atónito a verlos mientras se mantenía en la orilla, comenzaba a dudar de su mundo y su perspectiva. Ninguna teoría podría respaldar algún tipo de treta que el universo le aplicara a él y solo a él. Decidió bajar e ir con ellos. Mientras avanzaba hacia ellos, levantó la mirada y observó al mismo doctor. Su rostro, se detuvo y cuestionó. —Su cicatriz, ¿qué le paso? —¿De qué hablas? Puedo responder tus preguntas cuando estemos dentro. No tienes que seguir haciendo… —Comenzó a repetir sus palabras mientras avanzaba hacia Andrew. El chico retrocedió y corrió hacia la orilla del hospital. —Solo hay una forma de salir de todo esto.
agosto 2020
delatripa 42
85
Saltó mientras observaba el amanecer. —Es la única forma… —La energía acumulada hacia el concreto, sumada a su adrenalina, hizo que no sintiera como todo su cuerpo era aplastado por la gravedad sintiendo primeramente cómo su oxígeno era expulsado violentamente de su cuerpo. Pudo ver cómo los guardias de la entrada corrían rápido hacia él mientras su vista se nublaba, a la espera de reiniciar, o romper ese hilo repetitivo. Todo fue oscuridad, hasta que vio una silueta que parecía una mano, una mano monstruosa presionando su cuerpo, sus sentidos no podían definir si estaba siendo empujado o arrastrado hacia algún lado. Antes de llegar a la superficie, abrió los ojos después de quien sabe cuanto tiempo dormido, su capacidad para aguantar la respiración se veía inutilizada. No solo por su condición, sino por cables que estaban inyectados en su abdomen y otro que sobresalía de su boca de una manera asquerosa. Subió a la superficie antes de desmayarse mientras se retiraba esos cables del cuerpo. Se retorcía tratando de nadar, sentía como sus tripas eran manoseadas por ese cable que violentamente jalaba de su boca; parecía eterno llegar a la superficie al igual que quitarse lo que tenía en su cuerpo. Pasó de estar en una oscuridad infinita, a estar en una realidad que no esperaba presenciar. Lo que alguna vez vio en sueños, no podían ser comparados con lo que le deparaba allá afuera, en la superficie. Los cielos estaban en frecuencia muerta, de un verde putrefacto entre las nubes haciendo que las aguas infinitas de ese lugar reflejaran ese color. Andrew no sabía si se encontraba en medio, o en la orilla de ese océano.
86
delatripa 42
agosto 2020
Tratando de recuperar aire, observó su alrededor mientras un gran escalofrío recorría su cuerpo. Se vio obligado a no perder la cordura ante tal descubrimiento, nadó hasta donde pudiera aguantar, había perdido sentido del tiempo hasta que encontró en la lejanía una estructura desconocida. Un tipo de torre arcaica metálica descendía de los cielos hasta los confines de ese enorme océano, algo que el ser humano tal vez jamás se hubiera imaginado crear. Detrás de esa estructura hacia arriba, se percató que diferentes cables descendían de arriba hasta las profundidades, y el cielo estaba infestado de esos aparatos, igual a los que Andrew estaba conectado. Sostuvo uno de esos cables y descendió para encontrar hasta donde terminaban, en su camino pudo ver siluetas humanas en un profundo sueño, mientras los cables estaban distribuidos tal y como él los tenía. Una impresión espantosa tomó control de él, confundiendo su mente humana. Trató de tomar alguna salida de todo esto para poner fin a este mundo de claridad. Intentó repetir el plan para salir de ese lugar, ahogado, asfixiado; dio golpes contundentes hacia una de las torres, pero todos esos intentos fueron en vano. Pudo formular unas palabras ante tal descubrimiento: —Esto es… Seguido de la interrupción por un temblor rítmico que dio paso a una voz fría y muerta que no era humana. —Conexión al limbo en proceso, desconexión del sistema: 1033; finalizado.
Los fugitivos.
Ronnie Camacho Barrón
El día que los humanos perdimos la fe, fue el mismo en que los ángeles descendieron del cielo; al principio el mundo se maravilló, y aunque su apariencia no encajaba en el canon de las descripciones conocidas, no cabía la menor duda de quienes eran. Poseían cuatro pares de gigantescas alas blancas, sus ojos resplandecían más que el propio sol, las facciones de sus finos rostros les daban un aspecto andrógino y emitían una intensa aura celestial que hacía que cada persona en un radio de diez metros a la redonda terminase rendida a sus pies Como era obvio, los creyentes del mundo les recibieron con los brazos abiertos, ya que estaban ansiosos por escuchar el mensaje que seguramente Dios les había encomendado darnos. Fue muy tarde cuando descubrimos que aquellos seres alados no eran mensajeros de buenas nuevas, sino, vengativos ejecutores. En cuestión de días y haciendo uso del poder de sumisión que tenían sobre nosotros, comenzaron a asesinar a cada humano que se pusiera en su camino, hasta el punto, de que grandes metrópolis como Ciudad de México, París y New York, fueron purgadas en tan solo una tarde. Sin más alternativa, la guerra en contra de los celestiales comenzó y no fue hasta hoy, a un año de haber iniciado el combate, que por fin hemos encontrado la respuesta a su venida. Con mucho esfuerzo logramos derribar a uno de ellos y tras cercenarle las alas, no solo inhibimos sus poderes, también logramos interrogarle y lo que dijo, nos helo la sangre. Dios no los había enviado, fueron ellos quienes por decisión propia habían descendido a la tierra para esconderse de él, pues siguiendo los pasos de Lucifer, en los comienzos de la creación, también intentaron rebelarse y de igual forma, fracasaron. Antes de recibir su castigo, huyeron a nuestro mundo en pos de evitarlo, pues aquí la ira de Dios jamás podría alcanzarlos, y al ser ellos mismos sus propios ejecutores, nunca nadie los detendría de apropiarse del planeta. No tenemos idea de cual será nuestro siguiente paso, la munición que tenemos es escasa y el último reporte que obtuvimos de nuestros vigías antes de súbitamente perder la comunicación con ellos, es que una decena entera de ángeles vienen para acá. Jamás pensé que el apocalipsis sería de esta manera; ni que aquellos seres hermosos en los que mamá me enseñó a creer, se convertirían en monstruosos bastardos que se cobrarían la vida de más de la mitad de nuestra civilización. Ya los veo acercarse a la distancia y aunque sé que ya no sirve de nada rezar, suplico para mis adentros que, sin importar lo que sea que me vayan a hacer, lo hagan rápido.
agosto 2020
delatripa 42
87
El espejo de Eva. Rocío Prieto Valdivia El mediodía de un lunes Eva se encontró con su espejo. Uno que le hería la piel, le sangraba las vísceras haciéndolas estallar aún estando viva. Todo ese remolino la envolvía en un mar de aberraciones que quería olvidar; Por un momento guardó silencio, agachó la cabeza y se hizo la desentendida. Habían pasado escasos veinte minutos. Desde la llegada de Helena, su madre, la cual portaba un escotado vestido y sobrepuesto, para tapar sus hombros desnudos, un suéter gris. El calor del medio día, el aroma de los cabellos bajo la plancha y las risillas sarcásticas de Elena, la habrían sacado de ese mutismo en el cual estaba inmersa. Las paredes pintadas de amarillo, el cuadro de Gustavo, el padre de sus hermanas, sobre la pared le provocarían una jaqueca. El reflejo de Miranda y Marina sonriendo era todo lo que la hacia volver a la realidad. En su cuento Helena era una descolorida silueta, ella un panfleto de crónica de la nota roja, donde en la página principal aparecían varias vísceras tiradas, y la leyenda "Niña Violada, la madre de la menor es inocente". En la foto central Miranda y Marina con unos lindos negligés negros, destacando por encima de todo el peinado de Marina. Fue en ese momento cuando intentaba volver de ese letargo cuando Miranda notó el mutismo de Eva. –Estás muy callada. –Perdón, estaba viendo un vídeo sobre un nuevo modelo de macetas. Había cometido el peor error. Helena empuñó con saña su puñal para asestar un último golpe a la autoestima de Eva. Parecía que gozaba al lastimar a su hija, y tras la muerte de Gustavo el único testigo de su crimen era ella. Intentó una y otra vez acabar y asestaba puñalada tras puñalada. Y cuándo casi lo había logrado unos pequeños pasos se acercaron. Eva se levantó del sillón al escuchar la voz de la pequeña Evelyn. Salió fuera del escenario, y con el pretexto de sus medicinas sacó de su gran bolso un suéter color gris con aplicaciones de chaquiras y listones negros, similar al de su madre, y lo arrojó a la basura para no volver a verse en su espejo nunca jamás. Tres horas más tarde vio como su madre se subía al auto de su sexto marido y se perdía en la bruma espesa de la tarde noche... 88
delatripa 42
agosto 2020
Capítulo piloto La culpa es de no contar con objetivos claros. Hoy he vuelto a leer La culpa es de los tlaxcaltecas y cuan grande es Elena, que solo con decirnos que la luz es muy blanca hasta convertirse en puntitos, ya nos llevó del siglo XX a la conquista de México y eso me hace pensar en lo insultante que ahora resulta cada que guionistas o tal vez los directores usan recursos de fotografía para hablarte de otro tiempo o lugar ¡en la pantalla!; como sino pudiéramos entender el contexto o la narración de la historia, mientras que Garro nunca subestimó a sus lectores. Tan fascinante es que en 1964 usando recursos de estilo hablara de viajes en el tiempo por medio de grietas, ¿Piensan en Dark? Porque yo sí, o del upside down como en Stranger things y la autora no se queda solo ahí es capaz de habitar un amplio espectro para leerla desde otros puntos ¿Qué historias actuales en pantalla te hacen sentir eso? Tal vez Black Mirror sea lo más cercano ya que, usando elementos de un futuro distópico, nos lleva a centrar la trama en el personaje, y a explorar debilidades y pasiones del ser humano. Todo esto me hace pensar en el dicho, la verdad es que lo pensé en meme, “el que no conoce a Dios, a cualquier santo le reza”; imaginemos un mundo donde todos hemos leído a Garro, los consumidores seríamos exigentes, no aceptaríamos cualquier cosa en pantalla y así con todo el capital cultural, las obras vistas, las
visitas a los museos, la música que escuchamos, si todos tuviéramos acceso y lo escribiéramos en nuestro adn cultural, los productos nuevos serían grandiosos. Disculpa lector, que sea mala argumentando mis ideas, observa que adolezco de lo mismo que critico; en fin, que he dicho todo esto para llegar a ¿cuál es el papel del estado en la difusión cultural? Y justo ahora en esta cuarentena, donde los teatros han sido cerrados, los eventos cancelados, ¿qué están haciendo en las Secretarías de Cultura para enfrentar esta crisis? Voy al caso particular del Ayuntamiento de Mérida, si hoy entras a la página de Facebook, Mérida es Cultura, en la sección de vídeos, podrás encontrar el catálogo de cápsulas de 20 minutos a una hora en promedio que resultaron de la convocatoria realizada por el programa Arte en casa que consistió en un apoyo a creadores y artistas por crear contenidos para redes sociales digitales para todo público, otorgando de 3000 a 7000 mil pesos, dependiendo de la cantidad de participantes en el proyecto. Los agosto 2020
delatripa 42
89
trabajos resultantes se emitieron en la página mencionada de forma calendarizada, de abril a junio aproximadamente. Ahora bien, ¿cuál es la calidad de estos trabajos? Me cuesta mucho contestar esto, sin ver el lado bueno de fondo; un artista pudo pagar su renta, alimentar a su familia o comprar medicina, y sí también seguro que muchos lo usaron “para sus chicles”, pero si me voy a la forma, hay muchos contenidos que no funcionan, que son mil veces mejor los trabajos de youtubers promoviendo la lectura, que algún reconocido gestor cultural hablando con flojera durante 20 minutos con el fondo de su biblioteca en la toma. Y reconozco también que existen trabajos de calidad, hechos con recursos mínimos. Y es cuando me pregunto: ¿Y el curador? ¿Y el proceso de selección? ¿La gente se conectó a ver estos contenidos? ¿Cuál era el objetivo, continuar con la difusión de proyectos culturales o simplemente volverse un proveedor de apoyos para la comunidad de creadores? Si fue lo segundo espero que los 2,227,000 pesos erogados de Abril a Junio por el municipio, fueran bien aprovechados por los creadores de los 441 proyectos. Invito a que no te quedes con mis palabras y visites el catálogo digital del Ayuntamiento de Mérida, que hoy compite con la enorme oferta de contenidos en streaming en las diversas plataformas, y contestes si crees que han valido la pena esos 2 millones de pesos para promover e incrementar el capital cultural en la sociedad.
90
delatripa 42
agosto 2020
Demersales en A mayor El dúo autor-lector y el tercero subjetivo Cuando nombramos, de pronto, como por arte de magia y gravedad los objetos encuentran la forma de abstraerse. Así, su código (la palabra que les ha sido asignada) logra almacenarse en nuestra memoria. Leer no solamente supone el acto de sentarse con un libro entre manos y recitar palabras para nosotros mismos. Leer es traducir el mundo tangible a un mundo de abstracción codificada por medio de significaciones e imaginarios personales. De esta manera, leemos gestos, leemos tonos de voz, leemos colores, música, olores y los representamos de manera subjetiva. Todo comunica y todo cuanto comunica es materia leíble. No obstante, cuando hablamos de la palabra escrita, leer es enfrentarse muchas veces a espacios desconocidos, palabras sin representación porque nunca nos las habían presentado o porque nunca nos habíamos encontrado con ellas. Se comienza a practicar la lectura gracias al uso de ciertas representaciones (palabras) en ciertas circunstancias. Después, la lectura se practica mediante la observación contextual. Habrá palabras desconocidas cuya proximidad con otras que ya conozcamos nos permitirán inferir su significado y aprenderlo. Habrá otras, que se verán como espacios en blanco carentes de sentido y forma. Si la curiosidad es más que la apatía de tomar un diccionario, o por lo menos, de explorar en el buscador, lograremos llenar un vacío entre las líneas del libro. De lo contrario, a nuestro próximo encuentro con la palabra desconocida volveremos a encontrar el abismo en la página. No obstante, los encuentros cercanos con una misma palabra en distintos contextos alcanzarán el punto de ser
suficientes para que nuestra mente infiera su significado. Leer es, en su expresión más simple, escuchar la repetición incesante de la palabra papá o mamá en distintos momentos cuando nuestros padres quieren que hagamos el gran descubrimiento de los nombres con los que quieren que nos refiramos a ellos. Nótese la palabra descubrimiento. Gran parte del aprendizaje es una revelación. He conversado en infinidad de ocasiones con personas que no logran salir de sí mismos. Digo esto porque observo que no tienen las palabras suficientes para comunicar lo que les sucede, lo que necesitan o piensan. En ese sentido, me parece que concibo su existencia como un encierro en sí mismos. La lectura del mundo y su nombramiento nos permite tener los suficientes recursos lingüísticos para expresar nuestras ideas de la manera más precisa posible bajo los términos de nuestras propias significaciones que comparten o no cosas en común con las significaciones de otros. Es un hecho que la comunicación humana supone todo un reto; entre lo que quisimos decir, lo que se entendió, lo que pensamos que dijimos y lo que el otro piensa que quisimos decir, hay un gran páramo que nos divide y nos separa de los demás. De ahí la importancia de leer. Leer es ejercitar el lenguaje y el lenguaje es la única manera de comunión con el otro y lo otro. agosto 2020
delatripa 42
91
Así, pienso que la noción del tercero analítico introducido por Thomas Ogden en teoría del psicoanálisis, se puede extrapolar a toda relación humana permeada por un intercambio de subjetividades. Si lo trasladamos al campo de la lectura, la interrelación de subjetividades del dúo autor-lector encamina el surgimiento de una nueva subjetividad. En terapia, esto supone un mismo espacio y un mismo momento en el que analista y analizando, cooperan en pro de que el analizando llegue a la resolución de sus conflictos. Sin embargo, la lectura de cualquier libro trasciende tiempo y espacio y no busca resolver ningún conflicto y sin embargo, paradójicamente, lo hace. Se podría decir que la comunicación de la subjetividad del autor es unidireccional, no obstante, el autor escribió pensando en un lector potencial. El lector ya existía antes de saber que sería el lector. El lector ya tenía una influencia en el autor incluso antes de existir como lector. Para fines de esta discusión llamaré al tercero analítico de Ogden como tercero subjetivo. El tercero subjetivo es ese nuevo imaginario nutrido por autor y lector, es un tercer ser que se gesta a partir de su encuentro telepático, un encuentro lejano en tiempo y distancia. No quisiera hablar de este tercero subjetivo en términos de funcionalidad (¿para qué sirve?), sino más bien, evidenciar el milagro de su existencia. Ahora, regresando a la pregunta que nos ocupa: ¿por qué leer? ¿Cuál es la importancia de la lectura? Para responderla recurriré a las palabras de Franz Mon: Hasta un pedazo de papel salpicado por unas gotas de agua es un campo de lectura; las sombras delicadas, las minúsculas marcas en la superficie bastan para hacerlo legible. Son suficientes para ponernos sobre la huella de articulaciones desconocidas y sugestivas. De ahí el
92
delatripa 42
agosto 2020
punto apical, la médula, los cimientos de lo que es la lectura y dónde radica su valor. Primero, porque todo comunica y todo cuanto comunica es leíble, es decir, puede ser interpretado por un observador. Y si todo comunica y todo es leíble entonces leer es nuestra manera de entender y aprender el universo. Segundo, porque nos enfrenta a lo desconocido, o dicho de otra manera, nos da la oportunidad de conocer. Si todo es desconocido pero todo es leíble, entonces no estamos desamparados, el mundo quiere ser descubierto y ser observado. Tercero, sugestiona, sugiere, evoca. La lectura, es un catalizador que materializa las cosas que sabíamos solo de manera intuitiva. En psicoanálisis, el término de transferencia ha tenido diferentes connotaciones bajo el lente de distintos teóricos. Sin embargo, me detengo en la definición que Melanie Klein le otorga como una reescenificación de todas las fantasías inconscientes de un paciente. De manera análoga, la lectura es transferencia en cuanto a que detona la reescenificación de nuestras propias motivaciones en distintos contextos. La lectura es eso que sucede cuando vivimos un libro o leemos un campo de lectura porque en realidad no somos simples espectadores, alguien nos está contagiando con otra vida, alguien transfirió también su subjetividad a nosotros y por un breve lapso de tiempo, somos la misma persona que el otro, seguimos siendo nosotros y además, surge una tercera entidad, un diálogo de subjetividades, un libro nuevo.
Interés superior Deshumanización e infancia “Un niño maltratado, suele convertirse en un adulto que NO mostrará empatía y reaccionará con ENFADO ante el malestar o sufrimiento del otro”, escribe Eduardo Calixto, médico, doctorado en neurociencias por la UNAM. Un ser humano que, desde temprana edad, es violentado tiene una alta probabilidad de que pueda serle arrebatada una parte de su humanidad, esa parte que se construye en el interior y se exterioriza en forma de compasión. La gran capacidad de las personas para, no solo entender, sino sentir lo que el otro. Esa construcción dentro de nosotros que reprime nuestro impulso de destruir y lastimar. Si tomamos en cuenta esta consigna y nos vamos a la estadística que México en 2015 reporta a UNICEF de que el 63% de las niñas, niños y adolescentes han sufrido algún método de disciplina violento, y que 1 de cada 2 niñas, niños y adolescentes sufrieron agresiones psicológicas; siendo las niñas quienes sufren más maltrato psicológico y sexual, y los niños métodos de castigo físico más duros o el ser asesinados, veremos que el hogar no es el único espacio donde la niñez es violentada, también lo es la escuela, la comunidad, las instituciones y hasta en los medios digitales. Prácticamente en todos los entornos en los que los menores participan, corren el riesgo de sufrir algún tipo de violencia ¿No es esta la primera forma de deshumanizar a una sociedad?
Una de las últimas revoluciones en cuanto a derechos humanos se trata, es la que dota a la infancia, no solo de cuidados y amor, sino los hace sujetos de derecho. En la columna pasada veíamos el derecho que corresponde a la vida y el desarrollo. Cada mes revisaremos brevemente los derechos de las niñas, niños y adolescentes como un ejercicio de consciencia, porque somos los adultos y los gobiernos, los obligados a velar su cumplimiento; el conocerlos es una forma de prestar atención a que las infancias estén protegidas de la deshumanización. Uno de los contenidos en la declaración de los derechos de la niñez que tiene suma importancia es su Derecho de Prioridad: Niñas, niños y adolescentes tienen derecho a que se les asegure de manera prioritaria (antes que los adultos) el ejercicio pleno de los todos sus derechos, para tal efecto se considerará su interés superior. El interés superior, es un concepto legal que solo se aplica a la niñez, un ejemplo claro, es cuando en una disputa de guardia y custodia el tribunal de lo familiar se ve obligado a priorizar el bienestar y sano desarrollo del menor sobre los derechos del agosto 2020
delatripa 42
93
padre o la madre. O en un caso de adopción, se privilegia el derecho del infante a vivir en una familia que garantice su desarrollo integral, al derecho individual de ser madre o padre. El gobierno de México se comprometió ante organismos internacionales a cumplir la agenda de la infancia y la adolescencia 2019-2024, en la que debe poner fin a todos los tipos de violencia contra las niñas, niños y adolescentes. Para esto debe asegurar el pleno funcionamiento de las Procuradurías de Protección a la Niñez, que incluyen una adecuada asignación presupuestaria para que estas cuenten con personal multidisciplinario y suficiente. Así como, desarrollar e implementar mecanismos de identificación y denuncia de casos de violencia que sean amigables y accesibles para los niños y niñas, de acuerdo a su rango de edad. Es labor ciudadana conocer y vigilar el cumplimiento de esta agenda. Y en lo personal, creo es una forma de detener la deshumanización de una sociedad; necesario es pensar siempre en el interés superior de la infancia.
94
delatripa 42
agosto 2020
Introspecciones del Erizo Interconexiones Una epidemia no sólo visibiliza el impacto de las interacciones humanas en lo concerniente a redes de contagio y estadísticas de mortalidad. También pone en manifiesto dinámicas positivas, tal es el caso de las interconexiones que se generan en el Arte. Estas relaciones son intemporales, trascienden las fronteras geográficas, nos demuestran que ninguna distancia puede mantenernos en confinamiento absoluto. Como diría el poeta John Donne: “Ningún hombre es una isla entera por sí mismo”. Hay muchos ejemplos de diálogos entre Música y Literatura, en específico, consideremos tres grupos de Rock que he escuchado durante la cuarentena. El primero es Joy Division. Esta banda post-punk surgió en Manchester en 1976, y, aunque fue breve su producción discográfica, su relevancia musical ha sido muy grande. El sonido atmosférico y sombrío, presente en sus discos “Unknown Pleasure” y “Closer”, fue precursor del Rock gótico; muestra de ello es su influencia en la trilogía oscura de The Cure. El legendario Ian Curtis, además de ser el vocalista, era un poeta melancólico; abrevó en las obras de autores como William Burroughs y Franz Kafka. En el segundo álbum, podemos encontrar una canción titulada Atrocity exhibition, la cual remite a una colección de relatos del escritor James Graham Ballard. El siguiente grupo es The Smiths. Esta banda se formó en Manchester en 1982. Su presencia fue muy importante para el desarrollo
del Rock alternativo y el Britpop de los noventas. El vocalista y compositor Steven Patrick Morrisey se inspiró en la poesía y narrativa de Oscar Wilde para escribir canciones emblemáticas. En el tercer disco, titulado “The Queen is dead”, podemos encontrar referencias a otros escritores que influyeron en él. Este fragmento de Cemetry gates lo ejemplifica: A dreaded sunny day So I meet you at the cemetry gates Keats and Yeats are on your side A dreaded sunny day So I meet you at the cemetry gates Keats and Yeats are on your side While Wilde is on mine Ahora toca el turno a Radiohead. Desde sus inicios en 1985, su experimentación sonora los ha llevado a crear discos geniales como lo es “Ok Computer”. Este es su tercer álbum de estudio, grabado durante 1996 y principios de 1997. Aunque la banda no lo consideró conceptual, agosto 2020
delatripa 42
95
las temáticas giran en torno al consumismo, la desconexión social, el estancamiento político y el malestar posmoderno. La canción Paranoid android establece una conexión intertextual con la narrativa de Phillip K. Dick. La letra nos conduce a la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Y por supuesto, a la película “Blade Runner”. La estrofa donde el hablante lírico dice: “Llueve, llueve. Vamos, llueve sobre mí. Desde muy alto”, me recuerda la escena final, cuando el replicante Roy Batty pronuncia un monólogo bajo la lluvia: “Yo he visto cosas que ustedes no creerán. Naves de ataque en llamas más allá del hombro de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Hora de morir”. También alude a Marvin, robot protagonista de la serie radiofónica Guía de la autopista galáctica, del escritor Douglas Adams. Al igual que los nexus 6, él es un androide existencialista, posee una autoconciencia, una vorágine de sentimientos hiperbolizados que lo deprimen. El personaje de “Paranoid Android” es un ser que experimenta crisis emocionales como las que se han manifestado durante la pandemia. Podemos sentir angustia, ansiedad y miedo; sin embargo, no estamos aislados en un laberinto sin fin. A través de la Música, la Literatura, el Arte en general, se abren puertas y caminos para comunicarnos, para expresar los claroscuros de nuestra existencia.
96
delatripa 42
agosto 2020
Dando vueltas con Silvia Deshumanización del cuerpo Estamos no solo en una época sino un mundo en donde el odio es parte de nuestra vida. Está de moda pensar en el odio de una a otra persona, pero, ¿qué hay del odio que proviene de uno mismo? Además, del descontento por ser lo que eres, y no hablo de lo que pienso que somos, sino de lo que naturalmente y biológicamente es una persona. Aunque sé que el concepto mismo está en duda, por supuesto, depende de dónde estés parado conforme a tu visión de mundo. Y me arriesgo a escribirlo así, pero bueno, la literatura es para esto. Si pensamos en el cuerpo, podemos argüir a la biología y a la ideología, hay un gran debate entre estos; dentro de nuestro contexto mexicano hemos de reconocer que predomina más la ideología de lo que es el ser humano, la ideología está determinando la identidad del ser humano. Pero, ¿qué si esta ideología no tiene un punto fijo, es decir, si en ella no se considera necesario que exista un absoluto? He hablado respecto a la deconstrucción en escritos anteriores y ella no presenta absolutos. Entonces nos encontramos en un mundo con ideología relativista, y sí, por supuesto, esta paideia1 está presente y nadie la niega.
Por ende, para hablar de una humanización o deshumanización del cuerpo se tiene que hablar de qué es el ser humano en su origen, para entonces llegar a la lógica de una deshumanización. Y hablar del origen es un tema aún más complicado, ya que involucra una creencia base, o bien, fe, para creer en las presuposiciones de este origen. Si lo vemos desde una postura antropológica evolucionista tendremos la idea de que venimos de los animales, está claro. Las revistas de las universidades replican esta información como una presuposición, a eso me refiero. Esta es la lógica. Ahora bien, he de mencionar que nuestro concepto de ser humano está influenciado por un aspecto dicótomo, es decir, en dos dimensiones y esto es precisamente lo que ha llevado a pensar que biológicamente es posible pensar en el cuerpo y además en un alma, como si estuvieran separadas. La escritora Nancy 2 Pearcey le llama “two-story worldview” y
1. Paideia: Término técnico de la filosofía y la pedagogía, que significa aproximadamente educación o formación integral, o también sistema de principios, reglas y artes para una educación. Visitado el 03 de agosto en: http://etimologias.dechile.net/?paideia. 2. Nancy Pearcey es una escritora académica en la Universidad Bautista de Houston. Reconocida por The Heritage Foundation. 3. Pearcey, Nancy. 2018. Love Thy Body. Baker Publishing Group: United States of America.
agosto 2020
delatripa 42
97
en su libro “Love Thy Body”3 nos invita a conocer más sobre lo que comento en este escrito. Los filósofos griegos hablaban del alma como una esencia interna que estaba separada del cuerpo, posteriormente se fue entendiendo al cuerpo como un aspecto negativo y diversos monjes intentaron restringir sus deseos naturales con tal de llegar a una perfección solo en el alma. Esto, en vez de dar una libertad de vivir en armonía con ser cuerpo y alma a la vez; vivir de aquella manera llevó a que el ser humano no pudiera expresar todas las dimensiones de su vida de manera plena. Posteriormente la postura humanista le dio esa “libertad” al cuerpo y negó el alma. Pero sabemos que la psicología del siglo XX dio paso a reconocer lo evidente, el ser humano tiene un aspecto inmaterial, y este fue denominado psiqué. Desde entonces necesitamos tener armonía entre nuestro ser emocional, mental, o como sea que le queramos llamar, si no, puede ocurrir algún desorden en nuestras cabezas, evidencia de ello son tantas enfermedades mentales y padecimientos de locura que se experimentan en este siglo XXI. La libertad del cuerpo tampoco ha logrado hasta nuestros días una plenitud humana. De hecho, la violencia no ha disminuido, aun con todo el empuje humanista que se ha intentado, la sociedad no sigue mejor que cuando empezaron las revoluciones de la llamada libertad; todo esto me hace cuestionar el camino que ha seguido la sociedad con esta postura evolucionista, a veces materialista, pero definitivamente humanista. Y mi invitación como escritora y literata es hacerte pensar: ¿y si
98
delatripa 42
agosto 2020
el problema está en nuestra voluntad humana? Pero esta conclusión no la saco de una visión evolucionista, pues en ella no cabe, en ella está el determinismo y la lucha por el más fuerte, en ella no cabe la posibilidad ni siquiera de una moral, del bien y del mal, en esta postura no cabe pensar en la violencia como un aspecto negativo, sino solo como supervivencia. Mi labor en este momento es realizar una crítica y para ello tengo estas preguntas filosóficas: ¿por qué nos preocupa la violencia?, ¿nos duele lo malo que les sucede a otras personas?, pero entonces, ¿quién determina qué es bueno o malo?, sería arbitrario desde esta visión evolucionista. Desde una perspectiva judeo-cristiana la moral lo determina un absoluto, y en esa cosmovisión sí cabe la bondad y la maldad, en esta visión se tiene una repugnancia hacia la violencia ejercida hacia el vulnerable, se tienen conceptos de dignidad humana y por lo tanto de humanización del cuerpo. Cabe mencionar que el absoluto está presente, pero por supuesto, ha sido puesta en tela de juicio esa visión de mundo, aunque como escritora, me parece que poco se conoce a fondo sobre esta. Para terminar, la postura que presente en la de repensar sobre los actos de violencia de todo tipo. Aborrezco la violencia, me duele ver a la gente sufrir, sin temor digo que me parece que existe injusticia y más de uno lo hemos experimentado, la tarea es erradicarla con todos los esfuerzos posibles.
Bajo el barandal. Los últimos tiempos y la difusión cultural Los días avanzan y el año 2020 casi finaliza. Un año en el cuál hemos visto como se han deslizado los apoyos para la cultura a nivel nacional, la cuarta trasformación ha dado una estocada trapera a ciertos rubros del área cultural. Y si bien con la pandemia hay un alcance a nivel internacional de afluencia en los distintos talleres que la Secretaría de Cultura ha ofertado durante los primeros meses del confinamiento a nivel global, la vida como muchos agentes culturales la conocían se vendrá al lastre con la restricción de sus becas por considerarles de aspecto no rentable o no necesario para la educación global del país. La cultura es un ciudad en ruinas, que da pena. En Baja California se suspendió de forma indefinida la Feria del Libro de Tijuana, y si bien el evento se realizaría en el mes de mayo su continuidad está en eminente peligro de no volver a realizarse. Durante el año 2019 los esfuerzos se redoblaron y se logró dar un magno evento en el cuál se homenajeó a Margo Glantz. Pero 21 años de existencia penden de un hilo. Por otra parte el director de cultura del estado Pedro Ochoa Palacio anunció a los medios de comunicación del nuevo Fondo Editorial llamado Rumorosa en el cuál se hará la reedición de algunos libros de autores Baja Californianos. Entre los cuáles está el autor Roberto Castillo Udiarte, y con dicho autor se arranca este proyecto en el cuál se publicarán a
los premios estatales de diversos géneros. Otro programa es la cultura continua, donde se hizo una selección y se aprovechó también a los becarios del pecda, en los diferentes estados y se lanzaron convocatorias las cuáles fueron y son una forma de integrar al sector cultural en la nueva normalidad. Ensenada no se ha quedado atrás y en el pasado mes de junio se realizó por primera vez a modo virtual el magno encuentro “Mares de tinta”, en honor al poeta y escritor Antonio Mejía de la Garza. Dicho evento suele ser una reunión de lecturas y reencuentros para los escritores y poetas de la ciudad de Ensenada, algunas veces se reciben visitas de escritores de otros estados, así mismo se han ofertado talleres con los visitantes. Pues ahora, con la magia de la nueva normalidad, las marejadas trajeron a poetas de otros países y estados del país. Entre los corales y arenas de este puerto pudimos leer a poetas como; Jessica Rabit del estado de Chihuahua, José Rodolfo Espinosa de agosto 2020
delatripa 42
99
Matamoros, Tamaulipas; Alfonso Díaz de la Cruz de Aguascalientes, Alizma Belmont de la ciudad de Mexicali, Guillermo Velázquez Breña de Tijuana, entre otros, llegando a un total de 170 escritores compartiendo sus textos en el proyecto denominado postales literarias. Creemos que la cultura continuará, y más en éste confinamiento, y no sólo con apoyos gubernamentales si no con las ganas y las ilusiones de los artistas y agentes culturales que no se rinden y realizan sus eventos de manera virtual, haciéndose visibles ante la realidad y a esta nueva normalidad. Y esperamos que el proyecto delatripa logré resurgir de este Apocalipsis y no lo dejemos morir, va desde este barandal imaginario una felicitación a Mario E Pineda por su ahínco y la permanencia de su columna y bueno compañero, “Nos vemos en el slam"; sigan escribiendo y siendo felices qué yo seguiré acá tras del barandal observando el mar del puerto de Ensenada.
100
delatripa 42
agosto 2020
Mi punto de risa Violencia en la pandemia. Los aprendizajes.
Desde los inicios del confinamiento, a mediados de marzo en México, una de las primeras ideas que vinieron a mi mente era que para julio ya estaríamos como en esas películas con tintes gore en las que la gente roba y mata hasta a sus vecinos por una ración de comida. Afortunadamente no ha sido así, aunque también tenía la esperanza de que esta situación nos hiciera replantearnos como sociedad las maneras de relacionarnos y nos acercara más para fortalecer el tejido social, rompiendo con las barreras sociales, culturales y económicas en favor de una nueva sociedad más empática y solidaria; algo que tampoco se ha dado. Si bien hay personas o grupos de personas haciendo cosas en favor de los más vulnerables, la realidad es que en lo general seguimos siendo los mismos de siempre y la violencia va permeando las nuevas maneras de relacionarnos, así como encontrando nuevas formas de presentarse, debido a que las manifestaciones tradicionales ya son fácilmente focalizadas y señaladas. En otras palabras, la violencia se mantiene mediante nuevas estrategias, como la llamada cultura de la cancelación. Con esto no intento destacar que la violencia sea buena o mala, aunque hemos aprendido que es negativa siempre aunque en ocasiones querramos pensar que nace con un fin positivo. La realidad es que ese tipo de violencias, las que vemos con causas a las que llamamos justas, nacen como respuesta
a otras violencias no justas, dando que el origen de toda violencia es injusta. He de reconocer que la situación actual no es lo que esperaba, para fortuna de todos y quizá era porque siempre he tenido pensamientos apocalípticos y pesimistas, mismos que, felizmente, no están sucediendo. Desde mi perspectiva, la violencia es y será parte de nuestra cultura, mientras sigamos confundiéndola con la agresividad. Ser agresivo es la forma en la que nos vamos desempeñando en la sociedad, como parte de una estrategia de supervivencia. Tal como un tigre acecha a su presa, corre tras de ella y aprovecha cada una de sus habilidades y características que lo hacen superior para la supervivencia. Ser agresivo, al menos para mi manera de entender al mundo, es necesario para sobrevivir en todos los sentidos. Ser violento es abusar de nuestra superioridad y de esa agresividad natural con la que nacemos. Los aprendizajes cotidianos nos llevan a desarrollar este instinto violento, convertido en una especie de herencia maldita que venimos arrastrando a través de agosto 2020
delatripa 42
101
las generaciones y que parece no tener un fin cercano. Hemos visto cómo los nuevos movimientos en favor de las minorías terminan convirtiendo sus discursos en discursos de odio y generándose divisiones entre los propios grupos relacionados a los movimientos. De manera personal, me gustaría que esta cultura de la violencia estuviera en sus últimos días, esperaba que la pandemia nos dejara como algo bueno el fin de la violencia, pero voy notando que no será así. Mientras, sigo preparándome como en las películas apocalípticas, listo para darle con el pico en la cabeza a mi vecino cuando alguno de los dos nos quedemos sin comida.
102
delatripa 42
agosto 2020
La Niña TodoMePasa dice: Videojuegos gratis o la esclavitud perfecta Por supuesto que en estos días, semanas, meses, no se puede hablar de nada que no sea el Covid-19. Ya nos hartamos de leer cifras de contagiados, de consolar a amistades que perdieron a un ser querido, etc. Quienes estamos trabajando en casa, en lo de siempre o en alguna chamba emergente para pasarla, ya no hallamos qué más hacer. Tanto tiempo quejándonos de la falta de tiempo para descansar, tiempo para estar con la familia, tiempo para proyectos personales… Hay quien ha recaído en los vicios de siempre. Alcohol, benzodiacepinas, opioides, marihuana: todo, todo sirve para olvidar un rato lo aburrido de un mundo que de pronto es asocial. También hay quien nunca dejó de consumir activamente. Hasta se las ven en figurillas para conseguir su dosis habitual. Y estamos los que hemos recaído en vicios menos “dañinos” pero igual de latosos. En mi caso particular, primero recaí en el juego de: Kim Kardashian: Hollywood Este videojuego lo bajé cuando salió. Lo borré, lo reinstalé, lo volví a borrar y así. Hasta la pandemia, claro, que recaí feamente cuando creí que no tenía nada mejor que hacer. Tuve boda en Florencia con mi novio virtual. No recuerdo cómo se llamaba. Primero me comprometí con otro (clásico), pero lo boté porque preferí ocupar mi tiempo en ser famosa (clásico). Estábamos preparando nuestra renovación de votos, como si lleváramos diez años casados, en Hawaii.
Pero entonces lo desinstalé porque apareció: My Café: Recipes & Stories No fue gracias a la famosa celebrity que descubrí que los videojuegos gratis son la esclavitud perfecta, sino con My Café. A mí ni me gusta cocinar, mucho menos para otras personas, ¿y aparte tener todo ordenadito? Ñeee. Este juego lo bajé porque daban estrellas para comprar ropa y perritos, y “adoptar bebés” en el de Kim Kardashian… Y preferí borrar a la Playmate a pesar del tiempo (jamás dinero) que invertí para tener ropa linda. Hello, ¡si en la vida real tengo ropa linda que NO utilizo porque no estoy, ni estaré, lo suficientemente flaca para lucirla! Básicamente hay que hacer monedas para comprar muebles. Y hay que juntar diamantes para comprar especias para hacer recetas que te den monedas para comprar muebles. También juntas rubíes para expandir la cafetería donde haces recetas que te dan monedas para comprar muebles. Aparte hay festivales donde usas tus especias para hacer monedas para comprar muebles. Y compites contra otros pueblos y ganas diamantes para comprar especias que usarás para hacer monedas para comprar muebles. Y así. Interminablemente. agosto 2020
delatripa 42
103
Eso sin contar las horas en grupos y fanpages de Facebook para aprender tips para hacer más monedas y diamantes para comprar más especias para hacer más recetas. Solo así lograrás hacer más monedas y diamantes por atender a gente que ni siquiera existe. Ya no hablemos de quienes han gastado desde 21 pesos por un regalo para poder hacer tu pueblo. Pensé hacerlo, pero me dio mucha pereza comprar una tarjeta de $100 de Google Play para gastar 21 pesos. Y no tengo Paypal porque la única vez que intenté usarlo me estafaron 100 pesos del único libro electrónico que logré vender. Sí: ese libro electrónico se lo vendí a mi mamá. ¿A quién más? También pensé en comprar una oferta de 105 pesos de My Café. Pero me dio pereza comprar una tarjeta de Google Play de 200 pesos para gastar 105 pesos. ¡Y todo para atender a gente que no existe! Aunque debo decir que me gusta este juego. Estas semanas que estuve enferma dejé de jugar, y ahora que estoy de regreso descargué My Café de nuevo porque… ¡¡ME ENCANTAN LOS VIDEOJUEGOS GRATIS QUE SE JUEGAN SOLOS!! Es cosa de vigilarlos nada más. Tomas pedidos del teléfono o del pueblo, pones a los meseros y baristas a atenderlos, ¡y ya! Dejas que la programación de Melsoft haga su magia sin que apenas intervengas. El problema es que puedo estar horas y horas sin jugar, sino viendo cómo se juega solito el videojuego de turno. Así he “jugado” durante más de diez años la saga de… Bloons Tower Defense No sé si ya sacaron el 7. Pero sí he de decir que lo conocí desde la primera entrega, y cada versión es mucho mejor que la anterior. Del 5 me salté a Bloons Monkey City, porque no solo puedes hacer tu ciudad a tu gusto, sino 104
delatripa 42
agosto 2020
que también te avientas rounds contra los globitos. Hace tiempo escribí en inglés sobre este juego. Lo resumo en tres palabras: Changos revientan globos. Eso es todo. Y no sé por qué me resulta excepcionalmente RELAJANTE ver a unos changos reventando globos. Todos los globos, excepto el rojo, contienen más globos. A estas alturas puedo decir de memoria el orden de los colores y todo. Lo único que hay que hacer es elegir los changos adecuados según el mapa, y la posición donde los dejarás. Y observar. Comprar mejoras y actualizaciones con las monedas del juego. Y ya. Este juego apenas lo desinstalé porque mi hija se la pasa pidiendo jugar a los changos. Y es clásico que los niños descubren tu contraseña de desbloqueo sin importar cuán rebuscada sea. Aquí también puedes comprar cosas con dinero real. Y en el de Kim Kardshian también. Y en todos los juegos freemium. El tiempo es dinero. Los videojuegos gratis no son tan gratuitos: hay que pagar tiempo, dinero, o ambos, por el dudoso beneficio de jugarlos durante días, meses o años enteros. Pero por mí está perfecto. No tengo el menor problema con dejar a mis meseros atendiendo mientras leo Charlie y la fábrica de chocolate. Hacía lo mismo con los de Bloons Monkey Defense. Con el de Kim Kardashian no tanto, ahí sí tienes que estarle apretando para viajar a otras ciudades y demás. Por eso lo borré primero.
Si te gustó este artículo, no olvides compartirlo en tus redes sociales. Síguenos en la página de Facebook de TodoMePasa Ediciones. Twitter @todomepasa
Incipit. La cotidianidad de la indiferencia El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia: esa es la esencia de la inhumanidad. George Bernard Shaw Formamos parte de una sociedad global, estamos interconectados hacia todas las aristas de la vida, esto nos parece ser individuos más informados y más conscientes de lo que ocurre en el planeta. Sin embargo, todo parece apuntar a un escenario desolador, somos la generación de la indiferencia, sabemos, pero no actuamos, permanecemos inertes ante las problemáticas que aparecen y vivimos de una manera mecánica o aún peor, resignada. Paul Valery1 expresó que ningún imperio es inmortal y que las formas culturales se imponen a través de la dominación social, somos el resultado de lo que los que nos han antecedido y lo que vivimos en el presente. No podemos hablar de una cultura pura o que no haya tenido influencias durante su existencia, de ahí la importancia de reflexionar sobre lo que acontece en el entorno a través del conocimiento pertinente, el cual según 2 Edgar Morin se logra cuando más información se posee y se contextualiza en los diferentes espacios sociales. Pienso en la violencia simbólica de la que nos habló Pierre Bourdieu, aquella que emplea conductas estereotipadas, mensajes, valores y signos para transmitir y reproducir dominación, desigualdad y sobre todo discriminación.
Así se naturaliza la subordinación del estado ante una ciudadanía que no distingue o percibe esta violencia, ya que se encuentra en la cotidianidad y es reforzada por los medios de comunicación que legitiman la violencia a través de un lenguaje naturalizado. La realidad se ha permeado con la problemática social: la globalización, el neoliberalismo, la constante exploración científica y el desarrollo tecnológico e industrial, el cambio climático, los abusos del poder y la defensa de los derechos humanos; esto ha implicado un desajuste en el proceso de reconocimiento, lo que ha generado que los actores sociales encuentren vacíos y se perciban extraviados en el panorama globalizador que hace de la indiferencia una cotidianidad.3 Puedo intentar que sí pero no cuándo, pudiera levantarme aunque si no podría seguir siendo tanteo, puedo hasta no incluir incluso sí, pero sigo anteponiendo que aquel pero pudiera ser el cómo, el dónde, el ya, puedo creer que creo aunque no dudo que así como acomodo un modo casi
1. Escritor francés (1871 – 1945) que formó parte del movimiento simbolista y quien consideró la posibilidad de explicar el sentido de la existencia a través de la contemplación y la acción del arte. Escribió Introducción al método de Leonardo da Vinci, La joven Parca, Cementerio Marino, entre otras obras. 2. Edgar Morin. (2011). La Vía para el futuro de la humanidad. España: Paidos. p. 151 3. Ángel Carlos Sánchez. (2012). Pasión por la indiferencia. México: IMC.
agosto 2020
delatripa 42
105
puedo decir que todo pero nada, pudiera yo poder, quizá pudiera.
Una violencia simbólica que es reforzada por los procesos educativos (de cualquier institución) se presenta cuando se es indiferente a aquellos acontecimientos de la humanidad que dañan y eliminan no sólo al otro, sino que también olvidan los ideales colectivos “… somos lo que olvidamos.”4 Se requiere de observar a través de otras miradas del tejido social y entender las exigencias sobre el respeto a la identidad, se cree que los seres humanos tenemos capacidades mentales que nos han permitido desarrollar estructuras lingüísticas complejas, sin embargo, conforme se va experimentando sobre estos procesos sociales se percibe que el lenguaje sólo queda como un elemento para la palestra política y el proceso mal llamado “democrático”. La indiferencia en la educación no permite la reflexión porque no visibiliza el discurso de ningún grupo social (El reclamo de las mujeres es considerado alienante, no se considera su lucha a través de los años para ser reconocidas dentro de las normas jurídicas y como seres humanos que requieren libertades para construir sus identidades) Peter Burke5 en Obertura: La nueva historia, su pasado y su futuro menciona que lo apremiante de relacionar la vida cotidiana con los acontecimientos importantes que se van gestando en la sociedad brinda la oportunidad de modificar lo construido. Así la indiferencia al hecho puede transformarse en el hacer; la construcción social es colectiva, diversa y relativa, es por ello que no se puede estandarizar el todo y tomar sólo una parte para entenderla, las subjetividades indican
que se vive en una interculturalidad y que si se desconoce esa interacción todo dentro de ella se lesiona. Algunos grupos sociales consideran importante la cohesión y la visibilización de los otros, algunos más se disgregan por no saber cómo llevar a cabo ese proceso de contacto y el cómo vivir con normas que les influya en un mejor desarrollo local y por ende nacional e internacional. Visibilizar construye la propia identidad, por ello es una de las encomiendas de este tinglado humano, consecuencia de la deshumanización y la falta de credibilidad en las instituciones, con la convicción como 6 mencionaba Baudelaire de que “…en un acto social, cada uno disfrute y conviva con los demás”. El extranjero –¿A quién quieres más, hombre enigmático, dime, a tu padre, a tu madre, a tu hermana o a tu hermano? –Ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano tengo. –¿A tus amigos? –Empleáis una palabra cuyo sentido, hasta hoy, no he llegado a conocer. –¿A tu patria? –Ignoro en qué latitud está situada. –¿A la belleza? –Bien la querría, ya que es diosa e inmortal. –¿Al oro? –Lo aborrezco lo mismo que aborrecéis vosotros a Dios. –Pues ¿a quién quieres, extraordinario extranjero? –Quiero a las nubes..., a las nubes que pasan... 7 por allá.... ¡a las nubes maravillosas!
Itasavi1@hotmail.com Facebook: Blanca Vázquez Twitter: @Blancartume Instagram: itasavi68
4. Néstor A. Braunstein. (2008). La memoria, la inventora. México: Siglo XXI. p. 13 5. Peter Burke, et al. (1991). Formas de hacer Historia. España: Alianza Editorial. 6. Escritor francés. Autor de Las Flores del mal y Los paraísos artificiales. 7. Poema número 1 de El spleen de París (Los pequeños poemas en prosa). Traducción de Enrique Díez Canedo, 1935
106
delatripa 42
agosto 2020
Desvaríos de la freaky neurosis. Aborto sí, aborto no, aborto quién sabe Hablar sobre despenalización del aborto, no es fácil. Estar a favor y expresarlo de manera abierta conlleva la crítica y el repudio de la fracción más conservadora de la población. Muchos de ellos, personas cercanas que estimas, no están preparados para entender que existen muchas razones por las cuales una mujer puede tomar una decisión así. El aborto, en algunos estados, es legal únicamente en casos de violación, malformaciones fetales o cuando peligra la vida de la madre. En la Ciudad de México, la despenalización del aborto, implica que este procedimiento puede realizarse a todas aquellas mujeres que lo decidan, sin importar el motivo. A eso le llamamos, respetar la autonomía de una mujer sobre su cuerpo. Existen diversos argumentos contra el aborto, por ejemplo que ser madre es una bendición, que si deberían salvarse las dos vidas, dando en adopción al hijo no deseado; que si abortar es un crimen, hasta el famoso “se embarazan por gusto, pues asuman las consecuencias”. Pero de todos ellos, el más cruel me parece el siguiente: “Ahora, todos quieren embarazarse, sólo para poder abortar”. Como si abortar fuera parte de un plan de vida o vacacional, el cual deseáramos cumplir. Una mujer no se levanta un día diciendo: “¡Oye! como que se me antoja abortar”. ¡No! Abortar no es fácil y precisamente no lo es, porque existen muchos prejuicios al respecto. La mentalidad mexicana se cimentó sobre bases profundamente religiosas, con estructuras patriarcales e ideologías machistas; donde la mujer tiene la carga del cuidado de sus hijos y se exalta la
maternidad como virtud. Para el mexicano, la figura de la madre se equipara a la de una mártir que vive al pendiente de sus hijos, aún a costa de su propio bienestar. Una madre representa sacrificio, abnegación, amor incondicional. Incluso, para enfatizar nuestro carácter religioso-devoto hacia la maternidad, tenemos como ícono la imagen de la Virgen de Guadalupe, a quien cada año, se le ofrecen mandas, peregrinaciones, misas, rosarios y serenatas; todo en aras de la fe. Tal es la importancia de la madre en nuestra cultura. Desde la perspectiva feminista, de la cual me he ido empapando poco a poco; y aún no termino de comprender, decir que un niño no debería nacer, porque sus padres no tienen el dinero suficiente para mantenerlo, es clasista. Realmente, creo que todo ser humano, debería aspirar a tener una calidad de vida; pero en nuestro país, existen millones de personas viviendo en la pobreza. Pedirles que no se reproduzcan, vendría siendo algo así como la ideología nazi; así que no, el enfoque no es por ahí.
agosto 2020
delatripa 42
107
Para asimilar la idea del aborto, debemos comprender que no todas las mujeres desean ser madres. Embarazarse implica un costo, no solamente económico, sino también emocional, mental y físico, para el cual, me atrevo a decir, nadie, absolutamente nadie, está preparado para cubrir. No se nos enseña a ser madres, tenemos una idea preconcebida acerca de la maternidad; casi, casi, un estereotipo. Pero en la práctica, vamos aprendiendo y ejecutando diferentes tipos de crianza, los cuales muchas veces no coincidirán con el pensamiento de otras mujeres. ¿Hay un tipo de maternidad adecuada? No, no podría encasillarla o clasificarla. Lo que sí creo es que debemos criar seres humanos funcionales, satisfechos y felices con sus logros y que sean capaces de ser adultos tolerantes, con respeto a los derechos y autonomía de los demás. Ser madre, implica un compromiso de por vida y eso, es algo que debemos tomar en cuenta, al momento de embarazarnos. La despenalización del aborto, en lugares donde ocurre, también va ligado a programas de educación sexual para la población; necesarios para crear conciencia sobre la importancia de los métodos anticonceptivos y el autocuidado. Abortar, es respetar esa autonomía que como mujeres tenemos sobre nuestros cuerpos. Otra premisa que debemos aceptar es, que la maternidad no te hace mejor en comparación a una mujer que decide no tener hijos. Ser madre, no te concede superioridad moral para juzgar a otras por abortar. Tener hijos es una decisión personal, porque a final de cuentas, ni el estado, ni el vecino, ni el amigo, ni los familiares, se harán cargo de ellos. Abortar es parte de esa
108
delatripa 42
agosto 2020
decisión. El aborto no dejará de existir porque a algunos no les parezca. El aborto ha existido desde siempre. El tema es, que decidir abortar de por sí es difícil; como para encima, tener que lidiar con un proceso penal por haberlo hecho. Cito, de manera textual lo que se pretende con la despenalización del aborto. Esto, sacado de un blog argentino, sobre una campaña de despenalización: “Queremos que los derechos sexuales y reproductivos sean reconocidos como derechos básicos de todas las personas. Para eso, es necesario garantizar el acceso universal a los servicios públicos de salud y educación que los sostienen. Nuestro lema, así como nuestro trabajo de años es integral: Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. Esto implica realizar modificaciones en los sistemas de Educación, Salud y Justicia, y también, por supuesto, profundos cambios culturales”. Más claro que esa premisa, no podría decirlo. Abortar no sólo implica creer que yo estoy bien y tú estás mal; o viceversa. Abortar es una decisión personal. La ley está para proteger los derechos de todas las mujeres; no sólo de quienes creen en Dios y desean ver nacer a niños, de manera indiscriminada. ¡Ya basta de politizar lo religioso! Y sinceramente, no creo que lo mejor que pueda pasarle a un ser humano sea nacer. La verdad, yo hubiera preferido no hacerlo jamás. Pero acá estoy, escribiendo esta columna, con pensamientos subversivos, para generar controversia.
Nos vemos en el slam. Cine en foros alternativos. Después de la literatura, el cine es la segunda expresión artística que más me apasiona. No tengo una producción ni rasgando a lo aficionado, mis únicos cortometrajes y guiones los hice en la universidad, pero sí me considero un adicto a las películas sin importar el género. Esta cinefilia tuvo sus primeros pasos cuando empecé a cursar la carrera de Comunicación y conocí la producción de grandes directores de cine gracias a las enseñanzas de mis maestros Mario Helguera y Oscar Urrutia. Las clases fui complementándolas asistiendo a ciclos de cine en espacios oficiales como el Centro Cultural Olimpo y el Teatro Armando Manzanero, además de foros alternativos de la ciudad de Mérida. No voy a hablar en cuestión de popularidad o en donde pasaban las mejores películas, voy a recordar en esta edición de la columna los foros donde la pasé bien viendo películas que hoy están en mi colección y hasta soy capaz de buscarla en los servicios de streaming. Cuando La Quilla ocupaba una casona en el barrio de Santa Ana tenía un ciclo de cine programado para los miércoles. En una enorme televisión colocada en el salón frente a donde estaba la barra pasaban películas de diferentes temáticas e incluso daban chance de poner alguna que llevaras guardada en la mochila. En ocasiones había gente y a veces era el único sentado en uno de los sillones acompañado de una cerveza y viendo películas de arte que recomendaba a medio mundo e intentaba descargarlas cuando no había tantas restricciones en el Internet. Un lugar que extrañan bastante los cinéfilos yucatecos es la Casa de Cultura de Eleana Poniatowska popularmente conocida como La 68. En este espacio solo se pasaban documentales bien seleccionados por su increíble producción y temática. agosto 2020
delatripa 42
109
La sala de cine era uno de sus patios, donde se acomodaban varias sillas frente a una pantalla pegada a un pared y mientras pasaban la función podías consumir los platillos de un agradable menú. Quizás estos fueron mis lugares favoritos porque en esa época de juventud pasó por mi mente ser documentalista o un director de películas muy alejada de las fórmulas y guiones comerciales. Si la memoria no me falla o enreda recuerdos, también vi películas en el Teatrito, ubicado en la colonia Chuburná Hidalgo; además, cuando no había slam, ni trova, la Casa de Todos también presentaba alguna película de corte revolucionario. Sin duda, la pandemia del coronavirus modificará nuevamente al centro de Mérida por el cierre de espacios y cambios de giro; ojalá, en estos cambios, aparezcan foros culturales que prioricen en el arte cinematográfico al menos un día la semana.
donativos Este es un proyecto cultural autofinanciable. Si quieres apoyarnos en nuestra labor de promover y difundir la narrativa, la dramaturgia, el cuento, el ensayo y la minificción, puedes donar a esta cuenta:
nombre: Adán Waldemar Echeverría García / banco: Banamex / sucursal: 710 no. de cuenta: 3387106 / CLABE: 002910701033871062 / no. de tarjeta: 5204 1653 2063 3690 110
delatripa 42
agosto 2020