Revista delatripa 43

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Desvaríos de la freaky neurosis. Armas rompecabezas “Hoy somos una emoción, mañana sólo una pieza buscando su lugar; todo tiene que encajar. Sólo somos una pieza buscando un lugar”. Una pieza. Luis Gerardo Garza “Chetes”

El 2020 ha sido complejo. Al inicio de la pandemia recordaba los universos distópicos de los libros leídos y aquellas películas sobre epidemias devastadoras, que tanto aborrezco. Pensaba en las probabilidades de contagiarme e incluso propagar el virus a mis seres queridos. En las posibilidades de morir y dejar huérfanos a mis hijos, o bien que ellos murieran y me dejaran devastada con su ausencia. Con el paso de los meses, al no perder a ningún familiar y tampoco haberme contagiado, fui olvidando el miedo e incluso acostumbrándome a la idea de que el mundo ya no volvería a ser como antes. El cerebro humano tiene una enorme plasticidad para cambiar y adaptarse a circunstancias adversas. El aprendizaje, capacidad de modificar el comportamiento en respuesta a una experiencia, y la memoria, son los rasgos más sobresalientes de los procesos mentales de los animales superiores. Esto también me hace pensar en la resiliencia; es decir, esa capacidad que los seres humanos tenemos para atravesar por dificultades y salir fortalecidos de ellas. Nos adaptamos a entornos adversos, todo en aras de nuestra supervivencia. Ha sido así durante todo nuestro proceso evolutivo. La pandemia, no sólo puso en jaque al sistema de salud, también lo hizo con nuestra economía. Las medidas restrictivas del gobierno con respecto a los negocios de primera necesidad y los no necesarios, obligaron a micro, pequeños

y hasta medianos empresarios a despedirse de sus negocios. Muchos ciudadanos fueron rescindidos de su empleo, algunos por cuestiones de salud, al ser obesos, diabéticos o hipertensos; porque sus empresas se negaban a responsabilizarse si llegaran a enfermar o morir a causa del virus, o bien fueron retirados debido a las medidas de sana distancia y restricción de la movilidad a la población en general. La gente se cuestionaba si morir de hambre o morir por el virus, y muchos optaron por sobrevivir aún con la pandemia; pero no morir de hambre; así que emprendieron diversos negocios de producción o distribución de alimentos; que al fin y al cabo, era lo único que el gobierno, no podía prohibir. Es decir, adaptarse para no morir, era la alternativa más viable. Otra cuestión importante fue la educación, donde se evidenciaron y magnificaron las desigualdades económicas a causa del modelo educativo a distancia. Muchos estudiantes sin acceso a internet o computadora, perdieron el ciclo escolar. Incluso algunas universidades, solicitaron al septiembre 2020

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