Introspecciones del Erizo Sobre bibliotecas El lugar donde más ignorante me siento es en una biblioteca. Veo tantos libros, diversos temas, portadas llamativas y títulos sugerentes, que no es cómodo elegir tan sólo uno al azar o a través de algún criterio. Las grandes bibliotecas parecen extenderse ad infinitum, pero sin que la arquitectura y el contenido sigan un patrón de periodicidad; de tal manera que, a diferencia de lo pensado por Jorge Luis Borges, no exista un libro que contenga a todos. La totalidad de libros, expresada como conjunto infinito e innumerable, me hace pensar en la teoría desarrollada por el matemático George Cantor, para demostrar que existen más números reales que números enteros. Cada año de vida puede ser indexado con un entero; pero las ideas no, pues son como los números reales: en el intervalo [0,1] hay una infinidad de cifras; en el pequeño intervalo de un minuto, más obras que espacios de lectura y análisis se están gestando en toda la Tierra. La curva de producción literaria y la curva de crecimiento demográfico no son iguales. Hay una diferencia significativa en sus respectivos coeficientes de variación: la primera crece más rápido que la segunda. Lo cual implica que aún si fuéramos eternos, nuestra inmortalidad no sería suficiente para leer todo lo que se publica en medios impresos y digitales. Una vasta biblioteca como la de Alejandría es símbolo de nuestra memoria finita, del efímero orden de nuestros átomos. Por ello es importante aceptar los límites de la capacidad lectora y perder el miedo a la ignorancia absoluta.
septiembre 2020
delatripa 43
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