artistas Y ARTESANOS
Aprendamos a ver cine XIX SI LO BUENO BREVE…
Podríamos decir que dos grandes nombres representan lo mejor del cine francés en el paso que va de la época muda a la etapa sonora. Los dos se iniciaron con películas mudas que se acercan a las tendencias vanguardistas del momento y luego entraron de lleno en el sonido y todo lo que acarreaba: diálogos, sonido ambiental, música, canciones ex profeso. Los nombres son René Clair y Jean Vigo (excluyo a Jean Renoir porque éste halló su mejor camino en las obras habladas). En esta ocasión de hablará del segundo.
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o soy yo quien lo dice, pero mucho se repitió y el mismo Georges Sadoul, en su voluminosa y panorámica Historia del cine mundial, lo estampa así: “[Jean Vigo] demostró ser un poeta genial, el Rimbaud de cine”. Ha caído en desuso tal comparación y me parece muy bien, pues salvo la visión poética, el carácter rebelde y la muerte temprana de los autores, nada hay en común entre ellos. Para ser más precisos, podríamos decir que el único asidero de tal afirmación se asienta en el último elemento: Vigo murió a los 27 años, poco después del estreno de su última obra, y Rimbaud casi a los 37, aunque abandonó la escritura a los 21, lo cual admite calificarse como una “muerte artística”. Breve
CORREO del MAESTRO
núm. 184 septiembre 2011
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Luis Ignacio de la Peña
es también la obra de ambos, reduciéndose la de Vigo a dos cortometrajes, un mediometraje y una sola cinta de larga duración. Vigo, nacido en 1905, fue hijo de un anarquista catalán que murió en condiciones sospechosas en un interrogatorio policiaco en 1917. Luego de la muerte de su padre lo mandaron a un internado con el nombre falso de Jean Sales. Probablemente su experiencia en esa institución fue el caldo de cultivo de la más llamativa de sus películas (y también de la tuberculosis que terminaría por matarlo). Debido a su mal estado de salud fue a vivir a Niza y entró en contacto con el cine al participar en las actividades del cine club de esa ciudad.
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