La literatura merece reconocimiento por una razón sobre todas las demás, porque es una herramienta que nos ayuda a vivir y morir con un poco más de sabiduría, bondad y cordura. Dedicamos estas páginas de La Domadora al poder de las palabras, a todos aquellos que las utilizan con una causa honrosa y justa, que no callan; a todos aquellos a los que han callado… a Giovanni, Alexander y las víctimas de un sistema que apuesta por la violencia y no por el diálogo. Descansen en poder, los seguiremos nombrando hasta que se haga justicia.