Hacendera I 2018
LO QUE UNE EL SILENCIO RICARDO FERNÁNDEZ GARABITO
S
us pies iniciaban un camino que conocían tanto que no necesitaba dirigirlos; ya su cabeza se dedicaba a otros asuntos cuando, de repente, se paraba en medio del corral y, dando medía vuelta, gritaba: - ¡Chica, que me voy a la majada! Entonces daba por hecho que le había oído, como si ella no supiese adónde iba cada día de la semana, del mes y del año cuando le sentía enfilar sus pasos hacia la puerta de atrás de la casa. Una pertinaz y fría lluvia le recibía al traspasar el portón trasero, pero eso no le detuvo. Al contrario, dejó que esta mojase su sonriente cara y comenzó un lento caminar absorto en aquello en lo que pretendía ocupar su tiempo. Su encorvado cuerpo comenzaba a entregarse a la inevitable vejez que él recibía con el ánimo sosegado, y a su mente acudía a menudo la misma pregunta ¿Donde está aquel hombre fuerte que había sido? El inexorable paso del tiempo había hecho su trabajo. Como la gota de agua que día a día horada la piedra, él se va doblegando.
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