Hacendera I 2017
TARDE ENTRE COSTURAS EVA DE LA FUENTE DURANTE NUESTRA INFANCIA LAS ACTIVIDADES SE REPARTÍAN POR MESES. ALGO SIMILAR A LA CONOCIDA CAMPAÑA “DOCE MESES…DOCE CAUSAS”, PERO EN NUESTRO CASO SE TRATABA DE OCIO BUENO, BONITO Y SOBRE TODO BARATO.
E
l verano era exclusivo de río por la tarde, juegos seudorománticos por la noche y muchas, muchas pipas. Los meses de otoño nos decantábamos por el pino y los santos, actividades que sólo requerían una buena pared, un suelo sin muchas piedras y una baraja con ochos y nueves. El invierno se dedicaba al patinaje, cartas, picar puertas y tres navíos en el mar, juego que mejoraba mucho con niebla y frío.
Entonces llegaba la primavera con aquellas tardes interminables, que hoy nos hubiesen parecido meses. Sin duda era un respiro para unos niños que nunca íbamos bien abrigados en invierno, teníamos por calefacción un simple brasero de leña y sacar un dedo en la cama era de osados. Aunque había muchas actividades mixtas en el colegio como la comba, la goma, el fútbol o el frontón; las primeras un suplicio para niños sin elasticidad y las segundas una agonía para niñas sin puntería, lo
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cierto es que las tardes se convertían en oasis para nosotras gracias a la costura. Lo primero que había que hacer para que la tarde resultara perfecta era encontrar un sitio adecuado, con sol, sombra y sobretodo brigada. No era difícil considerando que generaciones anteriores a la nuestra ya practicaban el costureo y básicamente ya tenían seleccionadas las zonas perfectas (salvo cambios arquitectónicos de última hora, claro).