Saluda
Manifestación pública de fe
U
n año más tengo el honor de dirigirme a los lectores de Pasión reflexionando sobre uno de los tesoros más vistosos y emotivos de nuestra ciudad; la Semana Santa de León. La devoción, el arte, el colorido, el orden solemne y parsimonioso, la música … se entremezclan en las diferentes procesiones que llenan las calles de León y también de emociones a los leoneses, en un espectáculo inigualable. El origen de la Semana Santa de León, y de alguna de sus hermandades, se remonta al siglo XVI. Quinientos años de tradición, de penitentes limpiando sus pecados y mostrando públicamente su arrepentimiento, y al mismo tiempo homenajeando y reconociendo públicamente las figuras de Jesús y María, en una sublime manifestación pública de fe que convierten a León en una inmensa iglesia para muchos, y para todos en unos de los momentos más esperados del año. Sin embargo, y sin dejar de valorar y admirar su conservación hasta nuestros días, no puedo por menos que destacar el cambio más sobresaliente experimentado, sin duda, por la vida semanasantera, y que hemos tenido la suerte de presenciar, cual es la incorporación activa de la mujer al mundo de las Cofradías y Hermandades de penitencia en los últimos años del siglo XX. Y lo subrayo en esta Semana Santa de León que, este 2017, se dedica a la “Mujer Papona”.
Justamente este año se cumplen 25 años de la primera procesión ‘María al pie de la Cruz camino de la Esperanza’, de la Cofradía María del Dulce Nombre, compuesta íntegramente por mujeres. “La característica más llamativa de la
procesión es ser un ejemplo de seriedad, recogimiento y orden”, escribieron las actas de entonces. Hoy el número de hermanas cofrades supera con creces el millar. Aurora García, una de sus principales impulsoras, es la pregonera de la Semana Santa de este año, en un homenaje a aquellos esfuerzos por engrandecerla con la incorporación de las mujeres, que se abrieron paso, no sin recelos, incomprensiones e incluso rechazos. Hoy por hoy, ya es imposible entender la Semana Santa sin la presencia de la mujer. En la actualidad, numerosas localidades de nuestro país donde se representan los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, además de la tradicional participación femenina con mantilla, cuentan también con nazarenas, portapasos, costaleras y otros quehaceres, estando integradas en sus bandas de música, tocando tambores y cornetas y ostentando además, en mayor o menor medida y según el lugar, hermandad o cofradía, todos sus derechos y deberes. No obstante y aunque podemos afirmar que la mujer participa intensamente en la Semana Santa,
debemos ser conscientes de que todavía faltan por dar muchos “pasos” hasta llegar a conseguir que mujeres y hombres puedan hacerlo, desde la igualdad, en ese caleidoscopio de sentimientos y sentires que es la Semana de Pasión. El mismo Papa Francisco ha expresado su convencimiento de la urgencia de ofrecer espacios a la mujer en la vida de la Iglesia y ha dado ejemplo incorporando mujeres en altas responsabilidades vaticanas. Desde la oportunidad que me brinda esta publicación, quiero expresar también mi defensa y convencimiento de que la incorporación de la mujer, en pie de igualdad, en la Semana Santa, aportará, enriquecerá y la mejorará. Una plena participación que es imprescindible y urgente se haga plena en todas las esferas de nuestra sociedad, de la que son su mitad. Dignidad y justicia. • Juan Carlos Suárez-Quiñones Consejero de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León
Semana Santa • León 2017
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