OLVERA ︱ REVISTA DE LA REAL FERIA DE SAN AGUSTÍN Texto: Francisco Panduro Pérez
A V U E LT A S C O N E L C A L L E J E R O
Me gusta la Feria
O
tro año más, y ya van unos cuantos, me pongo ante la temida “hoja en blanco” para comenzar de nuevo un breve comentario para incluir en nuestra veterana Revista de Feria. En estos años la Revista, como todo en la vida, también ha evolucionado, ha cambiado su formato, ha mejorado muchísimo su presentación, desde las primeras, que eran casi artesanales, a las actuales que contienen todos los detalles de cualquier otra revista al uso. También ha cambiado nuestro pueblo (aunque tenemos el título de ciudad me gusta más llamarlo así) en estas décadas. Sólo hay que hojear alguna de las revistas más antiguas para comprobar cómo hemos mejorado en muchos aspectos. Las edificaciones y equipamientos urbanos han cambiado, tenemos muchas instalaciones que antes no existían, empezando por el recinto ferial que cambió radicalmente el modelo de fiesta.
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Antes la feria estaba desarrollado a lo largo de la carretera nacional que atraviesa el pueblo, ocupando normalmente desde la altura del antiguo Cuartel de la Guardia Civil hasta la zona de la piscina municipal en la Avenida Manuel de Falla, además de la Vereda Ancha, que siempre ha sido el Real de la Feria, el lugar donde se instalaban todas las atracciones y, con el tiempo, las primeras casetas desmontables. Muchos recordarán los inconvenientes de esta ubicación, especialmente con la travesía urbana de la nacional hasta la realización de la variante exterior impedía cortar el tráfico, con lo que era muy habitual el paso de vehículos a cualquier hora con las consiguientes molestias. Incluso se recuerda alguna que otra vez que se tuvo que
desmotar algún puesto de feria porque no había espacio suficiente para maniobrar cuando se encontraban dos vehículos de gran tamaño y no se podía despejar de otra forma el paso. También era notable la aglomeración de gente por la falta de espacio para transitar, siendo más que habituales atascos en el acceso a la Vereda Ancha, donde no quedaba más remedio que tener algo de paciencia para pasar. Muchas noches era habitual ver a un mar de gentes deambulando por la feria desde la portada que se situaba normalmente en la Plaza de la Fuente Nueva. Como el espacio disponible no era muy amplio, muchas casetas se ubicaban en las calles adyacentes, alquilando los locales disponibles, pero intentando no estar demasiado lejos de la Feria propiamente dicha. Muchos recordamos los años de casetas en calles como Lope de Vega que constituía un anexo al ferial, llegando con el tiempo a tener su propia iluminación festiva. Ahora disponemos de un recinto especialmente diseñado para la Feria, con amplios accesos, con zona más que suficiente para atracciones y con Casetas amplias y bien dotadas de servicios lo que permite una Feria más cómoda, pero que implican unos costes mayores para los socios de las casetas, de hecho son muchas las casetas de los garajes de antes que se han tenido que ir uniendo para poder hacer frente a estas macro casetas actuales. Ante la pregunta de cuál modelo de Feria te gusta más, yo siempre respondo lo mismo: me gusta la Feria.