SEMANA SANTA: Muerte y Resurrección Francisco Rodríguez Adújar ALEGRÍA RECOGIMIENTO ORACIÓN PASIÓN DOLOR MUERTE RESURRECCIÓN
todo el cariño sus respectivos Pasos del Domingo de Ramos, del Prendimiento, del Juicio y de la Crucifixión de nuestro Señor. Pero también veremos otros Pasos que, personalmente, los llamo del Dolor. Son esos Pasos que nos van a mostrar el dolor de una Madre que, sin comprender también muchas cosas, le seguirá sumisa y llorosa durante todo su Calvario.
Un año más nos llega la Semana Santa. Siete días que he resumido en esas siete palabras y que nos van a marcar el día a día de todo lo que los cristianos sentimos y vamos a vivir intensamente recordando, una vez más, esa Pasión que sufrió y padeció el Hijo del hombre. Todo comenzará con la alegría del Domingo de Ramos y con la entrada de Jesús en Jerusalén donde será recibido con palmas y gritos de admiración y respeto. Pero recibido por una minoría que Él sabe que le siguen, como también sabe que tiene muchos enemigos que están esperando su momento para hacerle daño y que, como es natural, les llegará.
También veremos en esos Cofrades, tras sus capirotes, unos ojos brillantes de emoción que reflejan su estado de ánimo, ya que se sienten orgullosos de ir acompañando a Aquel que va a morir por nosotros.
Habrá un juicio rápido que nadie quiere asumir ante un pueblo excitado que sólo quiere su muerte y, es entonces cuando se manifiestan esos sentimientos que lleva al ser humano a dejar de ser como tal, para poner al descubierto su odio y rencor y, amparados en la masa, convertirse en una multitud frenética y enloquecida que sólo quiere verle morir y, cuanto antes, mejor.
También hay que resaltar a esos penitentes que con su cruz y sus cadenas quieren, de alguna manera, sentir en sus carnes lo que Él pasó por nosotros. Así como de esas madrinas que, con sus negras mantillas, custodiaran algunos Pasos en un gesto de dolor y luto por el Hijo del hombre que ha muerto.
Pero Él sabía lo que le esperaba. Sabía que tenía que morir para salvarnos. Sabía también que su muerte no iba a ser placentera; iba a ser una muerte con vejaciones y con martirio, con burla y desprecio. Pero su amor por nosotros era superior a todo ello y por eso, muchas veces, cuando entro en una Iglesia y le veo en esa Cruz me pregunto: “Por qué, Dios mío, se sufre tanto por amar”. Pero todo esto lo veremos en estos días en el que todas la Cofradías, con sus correspondientes Pasos, nos irán mostrando página tras página, como si de un libro se tratara, todos esos momentos de alegría, de dolor y vejaciones que sufrirá el Hijo de Dios, con un acatamiento total porque así lo quería el Padre. Por eso, las distintas Cofradías preparan con
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Cruz de Guía 2022
Tampoco podemos olvidarnos de nuestros hermanos costaleros que, personalmente para mí, son el alma de cada Paso. Sienten que ahora son ellos los que llevan sobre sus espaldas toda una Pasión. Sudando, con heridas en sus hombros, mitigando su sed e incluso con sus alpargatas rotas como consecuencia de un paso a paso lento que va puliendo el asfalto por donde pasa. Pero nunca cansados.
Y llegamos al ecuador de la Semana Santa. Jueves Santo. En esa tarde-noche o “madrugá” como se le llama en otros lugares, la Luna y las estrellas, al son de cornetas y tambores y de bandas de música, van a llorar con nosotros en muchos momentos, aunque algunas veces se escondan amparándose en pequeñas nubes para secar su llanto al ver pasar tanto dolor por las calles de Pueblos y Ciudades. Y al llegar a una esquina cualquiera, el silencio de la noche se romperá, como frágil cristal, con el cante hecho dolor ó el dolor hecho cante. Es la SAETA. Nuestros corazones se encogerán haciendo llegar a nuestros ojos esa brillantez que, al final, nos hará arrojar alguna lágrima. Pequeña, breve y sencilla, pero de tanto