El pueblo de Ica y las plantas – una antigua relación… Ica llaqtamanta qurakuna - huk ñawpaq nisqan El hombre comenzó a poblar la región de Ica hace aproximadamente 10000 años. Primero exploró la planicie costera y sobrevivió del mar con sus abundantes cuevas rocosas llenas de lobos marinos y sus bahías con flamencos o parihuanas. Pronto subió por las lomas, encontrando a su paso raíces nutritivas, caracoles y manadas de guanacos. En las laderas de las quebradas caían frutos dulces y rojos de las cactáceas y los ríos rebosaban de bagres y camarones. A diferencia de hoy, los primeros pobladores encontraron fuentes de agua por doquier, cientos de pequeñas lagunas en Pisco y a lo largo del margen occidental del valle del Río Ica, con sapos que croaban entre la Totora y el Martín Pescador preparándose para caer en picada. Y en los pantanos encontraron grandes bandadas de aves migratorias. Pero cuando llegaron a los sombreados bosques ribereños, alfombrados con las dulces y nutritivas vainas del Huarango, se quedaron y levantaron sus casas. Tal vez no podían creer su suerte: habían encontrado una tierra con sol durante todo el año y abundante agua dulce, limpia y libre de las plagas y enfermedades de la selva. No es de sorprender que estos primeros pobladores veneraran ‘la sangre de su vida’: los puquios y fuentes de agua de las que dependía la vida tanto del mundo natural como la de los pobladores. Gradualmente fueron adaptando las plantas para sus necesidades. Domesticaron dife-rentes cultivos mediante la selección de las mejores semillas y trajeron frutas y plantas exóticas de la sierra y selva. Construyeron pueblos y templos con Huarango, Carrizo y yapana, perfeccionaron la manufactura de la cerámica y criaron razas de llamas y cuyes adaptadas al desierto. A partir de hace aproximadamente 3000 años, los pobladores de la región ya tenían relaciones comerciales
con otras regiones distantes y estaban construyendo sistemas avanzados de riego, usando técnicas de ingeniería que son aplicables hasta nuestros días. En Nasca y Palpa construyeron canales bajo tierra (puquios) para aprovechar el agua subterránea y regar sus cultivos durante todo el año. Construyeron acequias a través de toda la región de Ica con el fin de capturar las crecidas de aguas estacionales. Algunos de los canales que construyeron eran muy grandes y extensos, como la Achirana, de 53 km de longitud, y que hasta hoy riega 15000 ha. Las culturas precolombinas que en su tiempo florecieron aquí (Paracas y Nasca) desarrollaron artesanías tan exquisitas que sus textiles son hoy considerados universalmente entre los más finos, y su cerámica sigue cautivando a los visitantes de los museos alrededor del mundo. Dejaron la historia y visión de su mundo pintada en sus huacos y tejida en sus ropas: zorros en bosquecillos de cactus floridos, venados, pumas, lechuzas, serpientes, picaflores, escarabajos, mariposas nocturnas y hasta hormigas y ratones. Sus historias nos muestran que cazaban guanacos, recolectaban alimentos silvestres, pescaban, tocaban música, amaban, veneraban, temían y ocasionalmente peleaban. Hoy en día la mayor parte del mundo precolombino ha desaparecido, aunque los restos de flora y fauna son todavía una evidencia de cómo debe haber sido ese paisaje alguna vez: ¡las plantas y la vegetación de Ica también cuentan su historia! ¿Pero dónde buscamos información con el fin de hacernos una idea de cómo vivía la gente en aquel entonces? Para los especialistas, los basurales arqueológicos revelan maneras de vida completas y ofrecen una comprensión del paisaje mucho más relevante
El valle fértil de Pisco – donde la agricultura intensiva no tiene sosteniblidad como producción orgánica.
Cerámica Chavín excavada en Ullujaya, Río Ica 2007.
El primer registro detallado de la arqueología de la costa sur (por Rossel Castro) 1977.
Plantas y Vegetación de Ica – Introducción
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