La pandemia de COVID-19 ha alterado los problemas que afectan a los menores de edad y, en gran parte de los casos, los ha agravado. Es la conclusión a la que llega la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR), en su Informe anual 2020. Una de las cifras más demoledoras del informe es el aumento en la atención de menores con ideación de suicidio. La entidad contabiliza en 412 los casos de este tipo, un 145% más que en 2019. Solo en los meses de confinamiento, la diferencia respecto al año anterior llegó a alcanzar el 244%. Además, la cifra se ha multiplicado por seis en el periodo entre 2009 y 2016,
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y los casos de autolesiones se han multiplicado por 14. “He tenido dos intentos de suicidio además de autolesionarme. El psiquiatra Pablo Martínez señala que “vivimos en una sociedad que genera dos tóxicos existenciales letales: el vacío y la desesperanza”. “Hay una relación estrecha entre desesperanza y desesperación. En este contexto el suicidio viene a ser una respuesta extrema cuando uno siente en lo más hondo de su corazón que todo es ‘vanidad de vanidades’, en palabras del predicador en el Eclesiastés”, añadía. La mayoría de los casos tiene que ver con casos de violencia ejercida contra menores (43,8%). Durante los meses de confinamiento estricto, la violencia en el hogar contra